Un aventurero que escribía historias inolvidables, un autor admirado por grandes artistas y leído por millones en el mundo, ese fue el gran historietista paraguayo cuya biografía en gran formato fue lanzada recientemente. Un tributo merecido para el gran best-seller nacional.

“En 2022 rea­licé la biogra­fía de Robin en cómic, con dibujos de Adam, en una colección de Servili­bro, pero sentí que hacía falta una biografía más amplia y completa en un formato de gran libro”, cuenta el perio­dista y escritor Andrés Col­mán Gutiérrez sobre el ori­gen de “Robin Wood: el escritor paraguayo más leído en el mundo”.

Con textos, compilación e investigación a cargo de Colmán Gutiérrez, la obra de 200 páginas realizada en gran formato, a todo color y papel ilustración fue edi­tada por el Centro Cultural de la República El Cabildo y es un amplio compendio sobre la vida y obra del crea­dor de cerca de 90 persona­jes de cómics y de más de 10.000 episodios publicados en Argentina, Italia, España, Suiza, Alemania, Dinamarca, Turquía, Brasil y otros países.

El escritor y periodista Andrés Colmán Gutiérrez.

DESCUBRIMIENTO

Wood nació en 1944 en Colo­nia Cosme, Caazapá, y tuvo que crecer con mucha sole­dad y carencias, trabajando como obrajero en el Alto Paraná y obrero de fábrica en Buenos Aires, hasta des­cubrirse a sí mismo como el más grande escritor de cómics de nuestro país.

Fue más que nada un aven­turero, como sus persona­jes. Hay en su historia de vida una voluntad de descubrir y conocer todos los lugares del mundo y de contar de cada sitio una historia magnífica, seguida por millones de lec­tores.

Entre sus casi 90 persona­jes y más de diez mil guio­nes escritos y publicados, muchos de ellos están dedi­cados al Paraguay, como la novela gráfica “1811″, sobre la Independencia de nuestro país, con dibujos de Roberto Goiriz, que hasta la fecha ya tiene más de 80.000 ejem­plares editados, un verda­dero récord de publicacio­nes en el Paraguay.

Admirado por figuras como Umberto Eco y Federico Fellini, el escritor paraguayo sigue siendo un tesoro a des­cubrir.

–Tu libro aparece como un justo homenaje a un gran autor paraguayo. ¿Cómo surgió la idea y cuánto tiempo hace que venís tra­bajando en él?

–Desde que me asumí como un creador más en el mundo de la historieta paraguaya, al igual que en la literatura y el periodismo, junto con algunos colegas del mismo ámbito, principalmente con el historietista Roberto Goiriz, tuvimos la certeza de que Robin era nuestro escritor más internacional, el más leído en el mundo, quizás como Augusto Roa Bastos lo es en el ámbito de la gran literatura. Sin embargo, Wood no era aún suficientemente valorado como sí lo son Roa Bastos, Gabriel Casaccia, Josefina Plá o Elvio Romero, a quie­nes se estudia en las escue­las, en los colegios, en las universidades, a pesar de que tiene una obra mucho más extensa y más pre­miada, también de alta calidad literaria y artística, considerado una verdadera celebridad por los seguido­res del cómic en países como Argentina, Italia y España.

PREJUICIOS

–Si bien el reconocimiento popular estuvo siempre, el de los actores culturales demoró un poco. ¿A qué atribuís este hecho?

–Tuvo que ver con una visión de prejuicios y descono­cimiento hacia el arte del cómic por parte de cierta élite cultural. Durante mucho tiempo, “escritor” se consideraba solamente a quienes publican novelas, negando ese sitial a perio­distas, historiadores, ensa­yistas, poetas, a pesar de que publicaban mejores libros que algunas novelas. El nom­bre “historieta” ya denota un desprecio: “Historia degradada, de baja calidad”. Por eso usamos también otros nombres, como “novela gráfica, “narrativa dibu­jada” o “cómic”. Se sabe que Robin, en los años 90, soli­citó su ingreso a la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), pero un directivo se opuso, alegando que “él no es un escritor, solo hace histo­rietas”. Eso a Wood le dolió mucho. Pudimos reparar esa barbaridad en 2018, cuando en la Libroferia de Encar­nación con Javier Viveros le entregamos la medalla a la excelencia literaria y lo nombramos socio de honor de la SEP.

–Se ve en Robin una pasión irrefrenable. Como bió­grafo, ¿qué otros elemen­tos destacás en su perso­nalidad?

–Robin fue uno de esos genios en estado puro que suele producir el Paraguay en medio de situaciones crí­ticas de pobreza y de margi­nación. Su historia de vida es comparable a la que también han vivido otros creadores como Augusto Roa Bastos, José Asunción Flores, Agus­tín Barrios, Emiliano R. Fer­nández, gente que creció en la orfandad, que ni siquiera pudieron terminar bien la escuela primaria, pero sus obras han alcanzado resonancia mundial.

–Robin Wood se sigue reimprimiendo en el mundo. ¿Hay alguna última edición nacional de su obra?

–Lo más nuevo que pudimos dar a conocer son los álbu­mes de la Colección Robin Wood que editó el MEC con Servilibro, que también tie­nen una versión comercial en librerías. Allí hay capí­tulos de “Nippur de Lagash”, “Dago”, “Merlín”, “Mojado”, “Gilgamesh el inmortal” y las obras paraguayas “1811″, “Isabella”, “Perurimá”, “Anahí”. Probablemente se hagan más ediciones próximamente. También Roberto Goiriz está edi­tando las series que dibujó con guiones de Robin, capí­tulos de la saga de ciencia fic­ción “Warrior-M, el último guerrero de la humanidad”. También tiene en proyecto editar la serie “Hiras, hijo de Nippur”. En la medida en que se despierte un mayor interés por Robin Wood, posiblemente surjan más publicaciones. Su viuda y heredera, Graciela Sténico, cree que sería posible reedi­tar localmente varias obras en versiones populares, de bajo costo, para un púbico más masivo.

ABUNDANTE MATERIAL PARA SERIES

“Creo que los personajes y las series de Robin Wood constituyen un valioso filón para productores de audiovisual, especial­mente en esta época de adaptaciones espectacula­res como las que realizan Netflix y otras platafor­mas”, considera Colmán Gutiérrez.

“¿Se imaginan ‘Dago’ o ‘Nippur de Lagash’ en series de aventuras, en varias tem­poradas? ¿O sus comedias satíricas como ‘Pepe Sán­chez’ o ‘Mi novia y yo’? Creo que serían éxito asegurado si se adaptan conservando la genialidad de los argu­mentos”, propone.

“Es cuestión de que nues­tros realizadores se ani­men a avanzar en proyec­tos junto a las productoras internacionales. Sé que la gente de Robin Wood Pro­ducciones estaría intere­sada en negociar los dere­chos”, apuntó el autor.

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