Desafiando los prejuicios y los lugares comunes, profesionales jubilados se propusieron derribar los límites de edad y los estereotipos de género para alistarse en la Armada Paraguaya a fin de brindar su servicio a la patria. Dos aspirantes cuentan la experiencia y destacan los cuarteles como lugares donde se adquieren aprendizajes útiles para todos los ámbitos de la vida.
- Fotos: Jorge Jara / Gentileza
La Armada Paraguaya abrió en el presente año la convocatoria del Centro de Instrucción Militar y Formación de Oficiales de Reserva (Cimefor) a hombres y mujeres sin límite de edad, algo que brinda la oportunidad a aquellos que consideren la instrucción castrense como su forma de servicio a la sociedad.
“El servicio militar es un lugar donde uno forja el espíritu y aprende a valorar al semejante, aprende a valorar lo que uno es y lo que uno tiene. Y practica valores como la disciplina aprendiendo a ser un ciudadano útil a la sociedad”, refiere Luis Urunaga (62), aspirante de primer año en el Cimefor.
Desde hace tres semanas, Urunaga forma parte del pelotón de la Armada Paraguaya en Ciudad del Este, desafiando el prejuicio etario y reivindicando el sentido de ser útil para el otro.
OPOSICIÓN
“‘El cuartel es para los jóvenes’, me dijeron, y yo les dije que no y que voy a pasar (la admisión) y que voy a cumplir, y que voy a llegar a ser subteniente de reserva de la Marina”, explica don Luis sobre cómo confrontó la oposición de su familia en un primer momento logrando que hoy lo apoyen íntegramente en la decisión que tomó.
Hijo de agricultores, Urunaga vive hace 55 años en la capital del Alto Paraná, donde formó una familia con seis hijos. Es un emprendedor metalúrgico y cuenta con una empresa familiar en el rubro de la salud.
“Desde cuando era joven yo quería hacer mi servicio militar, me presenté para hacer mi servicio militar y no me enrolaron en aquella época. En los primeros tiempos estuve en la reserva. En la reserva informaron que iba a haber el alistamiento acá en Ciudad del Este y ahí yo me presenté y me alisté”, refiere.
Urunaga desarrolló su vida como profesional, como padre y esposo, y actualmente busca seguir siendo útil a la sociedad formándose en el cuartel y, al mismo tiempo, buscando inspirar a jóvenes en valores como el amor a la patria.
De adolescente se presentó al servicio militar, estuvo a cargo de superiores, pero no recibió instrucción ni baja, por lo que hoy busca subsanar ese pendiente que él no solo considera que es consigo, sino con la patria misma.
“No es solamente tener la baja, sino que es servir a la patria y al semejante. Ese es mi objetivo principal”, refirió.
TEMOR
Por su parte, María Cristina Maldonado, docente de 52 años que forma parte del pelotón de aspirantes en el Cimefor de la Armada de Asunción, relata que al llegar primeramente sintió un temor de no ser aceptada, pero que inmediatamente notó muy buena apertura en la fuerza.
“Ellos me recibieron muy bien. Entonces me presenté. Ciertamente mis camaradas la mayoría son jovencitas. Ellas me miraban de entrada y me dicen algunas todavía ‘señora’ y yo les digo ‘camaradas’. La disciplina es impresionante. Ellas aprenden, yo también aprendo cosas, por ejemplo, a hacer las cosas rápido, porque acá todo es rápido”, comenta Maldonado.
Madre de un hijo estudiante de medicina, jubilada en el magisterio público y activa aún en el sector privado, licenciada en Ciencias de la Educación, esposa y miembro de la reserva activa de la milicia, este año María Cristina desafió sus propios temores al asistir a la convocatoria de la Armada, también con esa visión del servicio.
“Las ganas comenzaron ya de niña. Mi padre fue militar, mi abuelo, tengo tíos militares, mi esposo también es reservista y mi hijo el año pasado terminó acá justamente en la Armada, es guardiamarina de reserva. Recorrí mucho los cuarteles detrás de mi papá, de mi abuelo también y ahí comenzó todo”, indicó.
PATRIOTISMO
Los aspirantes Urunaga y Maldonado fueron destacados durante esta semana desde el relato de superación personal y de historias que revelan la perseverancia y el valor de las personas adultas que aún se sienten útiles y tienen mucho que dar. Sin embargo, para ambos lo más importante es lo institucional y el patriotismo.
“El patriotismo es servir a la patria y estar preparado para cualquier llamamiento que necesita el país como, por ejemplo, defender nuestros territorios. Hay patriotismo cuando uno hace un trabajo, profesional o no profesional, haciendo una actividad dentro del país. De esta manera está sirviendo a la patria de una u otra forma”, sostiene don Urunaga.
En tanto, Maldonado esgrime que “para mí el patriotismo es amar, respetar los símbolos patrios. En mi colegio cuando cantábamos el Himno Nacional, nosotros poníamos la mano derecha sobre el corazón. Hay todavía gente patriota y eso yo quiero enseñar. Personalmente, insto a los jóvenes a venir a los cuarteles y a las personas más grandes también. Las personas mayores que sientan la juventud dentro y las ganas yo las motivo a que vengan”.
DESAFÍOS
Don Luis relata que “todos hacemos la misma actividad. A las seis de la mañana comenzamos con la parte física y después seguimos con la instrucción, orden cerrado con armas y sin armas. Hago todo con ellos. Estamos dos pelotones, hay 32 mujeres y 6 hombres, parece que los hombres están perdiendo en convocatoria”.
En su caso no tuvo tiempo para realizar una preparación previa, pero espera poder hacerlo el próximo año, ya que pretende asistir durante los tres periodos y a los 64 años llegar al grado de guardiamarina.
“Yo tengo mente positiva, creo que gané (ante los prejuicios). Mi gran temor fue que no me acepten por la edad. He escuchado varias opiniones muy negativas por mi edad del tipo ‘¿por qué esa abuela no se queda en su casa?’. Pero no hago caso, estoy tranquila y con mente positiva. Llego a mi casa, hago lo que tengo que hacer como mamá y como esposa y luego preparo mi uniforme para el día siguiente y ni miro las redes”, comenta Maldonado.
La prevalencia de aspirantes femeninas también se destaca en Asunción y estas tienen la posibilidad de pernoctar o no en las instalaciones de la institución.
“Físicamente yo estoy activa 100 %. El que me llama abuela no sé por qué lo hace. Con 52 años yo hago todos los ejercicios, tengo ganas de hacer, estoy con jóvenes, por eso sigo enseñando, no me quedé en mi casa a dormir. Yo estoy muy activa y feliz. La juventud es contagiante”, agregó la aspirante.
FORMACIÓN INTEGRAL
El Cimefor surgió en 1969 y fue durante décadas una forma de compaginar la formación escolar con la instrucción militar obligatoria, fraccionando en tres periodos de seis semanas el tiempo de concurrencia.
Sin la obligación legal y social de asistir, María Cristina y Luis ven en el Cimefor un espacio de formación integral para ellos y para los jóvenes.
“Acá hay una formación integral. Yo creo que mis camaradas, las más jovencitas, van a llevar algo bueno y lo van a aplicar en sus vidas. Eso es bueno que la gente entienda. No es que venimos a conocer las armas, sino que se nos enseña de todo. Hay una formación integral, comportamiento fuera y dentro del cuartel”, explica.
“Yo invito a los hombres en general sin límite de edad a que se animen. Hay muchos que quieren integrar, pero no se animan. Les digo que se animen y que vengan, que vean y sepan cómo es en realidad el cuartel. No es como mucha gente piensa que el cuartel es un lugar donde hay maltratos. No es así, tienen que venir y probar y comprobar. Porque acá, por ejemplo, demasiado bien nos tratan los superiores”, concluye don Luis.
Puertas abiertas
“Si bien causa sorpresa que haya más mujeres inscriptas, considerando el entorno y el momento se puede decir también que no es muy novedoso, porque las mujeres están muy interesadas en desarrollarse y desenvolverse en nuevos ámbitos. Entonces, digamos que eso se esperaba, pero de igual manera sorprende el hecho de que se animen, porque es un poco difícil arriesgarse a lo desconocido y como esta es la primera promoción femenina de aspirantes de Cimefor, no hay alguien que les pueda anticipar con su experiencia cómo va a ser alistarse, sino es algo nuevo que ellas vienen a experimentar”, señala la teniente de navío maquinista Érica Olazar.
Comandante de la Compañía Femenina del Cimefor de la Armada Paraguaya Asunción, Olazar es una oficial de carrera que hace 14 años egresó de la Academia Militar, en tiempos en los que el prejuicio respecto a las capacidades de las mujeres en el ámbito militar estaba mucho más arraigado.
“Yo creo que los prejuicios se van derribando con el tiempo porque las mujeres ya estamos dentro de las Fuerzas Armadas. Si bien el Paraguay se caracteriza por el machismo, yo creo que esto se fue rompiendo. Ahora las mujeres estamos dentro de las Fuerzas Armadas, las aspirantes cimeforistas entran en un contexto de menos prejuicios y eso se puede ver con la igualdad de oportunidad que se está dando y se demuestra así que no hay un prejuicio desde el entorno mismo”, refirió.
La convocatoria atrajo a mujeres en diversas situaciones, algunas madres, otras estudiantes universitarias y gente mayor, en muchos casos con apoyo familiar y en otros tal vez en medio de disputas que aún están en proceso de resolución.
“Como comandante de compañía, algo que me llama mucho la atención es que todas estas mujeres que se presentaron para el Cimefor vinieron convencidas. Yo creo que un condimento especial para poder hacer bien las cosas es querer y todas ellas vinieron porque quieren. Entonces, eso facilita el aprendizaje de todas las mujeres que están aquí en cuanto al entrenamiento físico y las instrucciones teóricas. Ellas asimilan muy rápido el conocimiento porque se nota la predisposición de ellas”, indica la oficial.
La mentalidad sexista no solo privó a las mujeres del ejercicio de prácticas sociales igualitarias en otros tiempos, sino también al Estado del servicio público que implica la carrera militar.
“Para las personas que están allá afuera todavía dudando, un mensaje sería decirles que nunca se quedan con la duda. Y segundo, ya teniendo esta experiencia, que están viendo mujeres que están aquí preparándose y formándose, el escenario que les espera es tener ya nuestra primera promoción de cimeforistas femeninas que les van a orientar a ellas y les van a contar incluso la experiencia, porque la disciplina militar puede ser aplicada incluso en el entorno civil. Como yo les digo a todas mis aspirantes, todo lo que se aprende aquí uno nuevamente vuelve a adaptar en su vida diaria donde se vaya desenvolviendo, en todos los ámbitos”, finalizó.
REQUISITOS Y MODALIDADES DE LA CONVOCATORIA
Para los aspirantes es obligatorio haber culminado los estudios secundarios, ser paraguayo natural o naturalizado y haber cumplido los 18 años.
Se desarrollarán seis semanas de instrucción. Desde el 2 de enero hasta la quincena de febrero de 2025, los cimeforistas culminarán su jornada del día y retornarán a sus casas.
Las instrucciones principales que se tendrán serán procedimientos básicos navales a bordo de los buques de la Armada Paraguaya, técnicas y tácticas básicas de infantería de marina, natación utilitaria, primeros auxilios y legislación en el ámbito fluvial.
Este año los puntos habilitados para alistarse al servicio son la Armada de Asunción, Salto del Guairá, Encarnación, Ciudad del Este y Villa del Rosario (San Pedro).