¡Qué particular es la acción de brindar! Se brinda por y para desear felicidad, éxitos, larga y buena vida, prosperidad, paz, amor, armonía, el fin de las guerras…
- Por Ricardo Rivas
- Periodista X: @RtrivasRivas
- Fotos: AFP / Gentileza
¿Será 2025 un feliz año nuevo? Cuando todavía resuenan aquellos buenos deseos que supimos conseguir, desear y que nos desearan tiene sentido recordar que faltan 353 días para que podamos saberlo. Pero el impulso continúa. Incluso –casi litúrgicamente– repetimos por estos días los buenos deseos cuando en este enero iniciático reencontramos a quienes no vemos desde algún tiempo o, sencillamente, no vimos antes de dejar atrás 2024.
Sin embargo, aquellos brindis para desear y desearnos bondades en este año flamante parecen sin ningún otro sentido más que espiritual (lo que no es de ninguna manera poco) cuando escuchamos algunas voces altisonantes que parecieran imaginar un sinfín de infelicidades. ¿Serán aquellos buenos deseos suficientemente vibrantes para cambiar la tendencia? ¿Se sostendrán en el tiempo para que sean realidad? ¡Qué particular es, por cierto, la acción de brindar! Se brinda por y para desear felicidad, éxitos, larga y buena vida, prosperidad, paz, amor, armonía, el fin de las guerras... ¿Por qué brindamos? Recuerdo que cuando niños, en la escuela de origen alemán a la que concurríamos junto con mi querido hermano Miguel Ángel, alguna vez, Frau Jäkell, la profesora de canto alemán –flaquísima, muy alta, con una capelina con la que cubría su cabeza en todo momento y una guitarra siempre colgando de su cuello– pocos días antes de celebrar como cada año Oktoberfest explicó que, para brindar, mientras levantan “das glas bier” (chops), las personas “deben decir prost ¡Nada de salud... prost!”, enfatizó. Con los años, la curiosidad me pudo. Así supe que esa palabra “prost” –tan misteriosa e incomprensible en mi niñez– se aplica desde el siglo XVI y viene del vocablo latino “prosit”, que quiere decir “que te haga bien”. Así de simple.
En doriasbaixas.com, se precisa que el “origen (del término) está en el verbo ‘prodesse’, que significa ‘aprovechar’”. Y esa era –y es– la expresión a la que desde los años del 1500 hasta hoy recurren las y los alemanes para brindar.
HISTORIA
Es interesante, por cierto, conocer sobre la práctica del brindis a través de la historia. Veamos más. Una de mis fuentes preferidas, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), me dice que sinónimos de brindis son “ofrecimiento, dedicación, dedicatoria, felicitación, saludo, invitación, convite” y explica que se trata de una “cosa que se hace o dice generalmente para obtener algún beneficio, sabiendo que será inviable o que no tendrá ninguna consecuencia”.
Me detengo aquí justamente para recordar los brindis que ofrecí y nos ofrecieron una docena de días atrás cuando despedimos al 2024 y recibimos al 2025. Más allá de la esperanza genuina, entonces... ¿construiremos un feliz año nuevo o “será inviable” lo que soñamos, deseamos y dijimos a quienes amamos o apreciamos porque “no tendrá ninguna consecuencia” lo deseado?
Me resisto a creer que un brindis sea intrascendente. Pero… el día a día en estos últimos pocos días pareciera sugerir que –particularmente– los deseos de paz, amor, salud, bien común, solidaridad, equidad, diversidad que repartimos serán inconducentes. Señales no faltan. Como si casi sesenta guerras activas no fueran suficientemente preocupantes, nuevas tensiones irrumpen y sorprenden.
NEORREACCIÓN
“El futuro podría ser una neomonarquía ultracapitalista e hipertecnológica”, recuerdo con preocupación que el pasado 24 de noviembre advirtió el colega periodista y licenciado en Astrofísica Sergio Fanjul desde diario El País de España. Explica luego que eso “es lo que propone, lejos de otros imaginarios futuristas más extendidos, el movimiento de la neorreacción (NRx), también conocido como la Ilustración oscura”.
Valiosa operación de esclarecimiento social, por cierto, en procura de ayudarnos a comprender lo que parece incomprensible. En ese contexto claramente didáctico, Fanjul sostiene que el NRx “considera que la democracia liberal es un error y que la igualdad no es un fin deseable. (Y que) Todo es una farsa”. Desde esa plataforma conceptual asegura que la neorreacción “aboga por el tecnoautoritarismo” que conceptualmente propone que “la sociedad debe regirse por un rey / consejero delegado (CEO), como una empresa muy jerarquizada de la que los ciudadanos serían los accionistas”.
Impresiona y me disgusta. El colega considera que esas “son ideas, rodeadas de un halo underground, oscurantista y sombrío, que tienen conexión con la alt-right y podrían infiltrarse en el próximo gobierno de Donald Trump a través de los magnates de Silicon Valley”. ¡Wooow! Confieso que cada una de las palabras del autor de “Bocata de calamares” –una columna estupenda que como lector agradezco– me preocuparon y preocupan.
Mucho más cuando supe que el señor Trump (78) –47.º presidente electo de los Estados Unidos– durante un encuentro con la prensa que sostuvo el martes pasado en Mar-a-Lago, Palm Beach, estado norteamericano de Florida, no descartó acciones militares y presiones económicas para poner bajo soberanía estadounidense a Groenlandia –la isla más grande del mundo que, aunque autónoma, se encuentra bajo jurisdicción de Dinamarca desde 1814–; para llevar adelante la recuperación del canal de Panamá, que el recientemente fallecido presidente James Earl Carter devolvió a ese país cuando era gobernado por el general Omar Torrijos en 1977; o para que Canadá se convierta en el estado 51 de Norteamérica.
“Los necesitamos (esos territorios) por razones de seguridad económica. No me voy a comprometer a eso. (A no usar la fuerza militar, porque) Podría ocurrir que tengamos que hacer algo”, respondió Donald. ¿De qué habla quien será el nuevo inquilino de la Casa Blanca en los próximos cuatro años?
PREOCUPACIÓN
El mundo se tensiona. Líderes y lideresas de la Unión Europea (UE) se preocupan ante tanta liviandad intelectual y agresividad manifiesta. El canciller de Alemania, Olaf Scholz, recordó sin mencionar nombre alguno que la inviolabilidad de las fronteras es un principio fundamental del derecho internacional al que deben atender y respetar tanto Rusia, como Ucrania, como quienes expresaron las “recientes declaraciones procedentes de Estados Unidos” sobre la gigante isla danesa.
Europa además mira con atención los movimientos que Elon Musk, financista y socio del reelecto presidente republicano al igual que de las y los principales emergentes neorreaccionarios que desafían al Estado democrático de derecho. El escritor Mike Wendling, autor de “Alt-right: la derecha alternativa. De 4chan a la Casa Blanca”, publicado por Antonio Machado Libros, en 2023 –citado por Fanjul– sostiene que Musk “es el ejemplo más notable (entre los megarricos), pero (advierte que) hay muchos otros” y los describe como “personas (que) tienden a creer que son los amos del universo y quieren menos regulación al tiempo que desean aprovechar los contratos gubernamentales”.
¿Será así? Dudas e incomodidades acerca de ellos y sus acciones se expanden entre quienes gobiernan por la voluntad popular en sus países. “Me parece preocupante que un hombre con un enorme acceso a las redes sociales y enormes recursos económicos se involucre tan directamente en los asuntos internos de otros países (...) así no deberían ser las cosas (en las) democracias (y) entre (naciones) aliadas”, reflexionó Jonas Gahr Store (64), primer ministro de Noruega, en la cadena pública NRK (Corporación de radiodifusión estatal noruega), que cuenta con la supervisión del Consejo de Radiodifusión que democráticamente se integra con 8 representantes del Parlamento y 6 que representan al Poder Ejecutivo para garantizar que todas las voces tengan voz. De eso se trata un Estado social y Noruega lo es.
Poco después, Emmanuel Macron (47), presidente de Francia, también públicamente y sin nombrar a nadie en particular, se preguntó e interrogó a su audiencia: “¿Quién nos hubiera dicho, hace diez años, que el propietario de una de las mayores redes sociales del mundo apoyaría una nueva internacional reaccionaria e intervendría directamente en elecciones, incluidas las de Alemania?”.
MENTIRAS Y AMENAZAS
El mandatario, al igual que Stoere respecto de Noruega, destacó que Francia “es un aliado sólido” de los Estados Unidos. A su tiempo, Keir Starmer (62) denunció las “mentiras y amenazas” que circulan desde las redes para “difundir el veneno de la extrema derecha”.
Claramente –aunque también sin mencionar a persona alguna en particular como lo hicieron Stoere y Macron– Starmer opinó para quien quiera oírlo sobre las publicaciones que con mucha frecuencia Elon Reeve Musk (53) expresa a través de la red X (ex-Twitter), de su propiedad desde 2022 luego de pagar por ella unos USD 44.000 millones.
Pero... ¿quién es Elon Reeve Musk? Es un megaempresario sudafricano, norteamericano y canadiense. También es el hombre más rico del mundo. Según el ranking de la revista Forbes, posee una fortuna estimada en USD 348.000 millones. Aunque, además –dentro de solo ocho días– será también funcionario en el más alto nivel del Gobierno de los Estados Unidos para codirigir el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
El presidente electo, Donald Trump, informó que Elon tendrá como misión “allanar el camino para que mi administración desmantele la burocracia gubernamental (¿que impide y regula posibles excesos de quienes todo lo quieren y desean?), elimine las regulaciones excesivas (¿que no permiten, por ejemplo, prácticas monopólicas; o, descuidar el medio ambiente, por ejemplo?), recorte los gastos innecesarios (¿cancelar oficinas, desemplear, dejar de asistir socialmente?) y reestructure las agencias federales, esenciales para el movimiento (¿sin restricciones para quienes quieren hacer lo que les dé en gana?” y que con ello “salvemos a Estados Unidos (¿de qué peligros?)”.
Como empleado público (servidor público debiera decir) en el más alto nivel, Elon Reeve tal vez perciba un salario bruto entre unos USD 215.000 y USD 195.000 anuales. No está mal. Si bien no hay precisiones, múltiples fuentes dan cuenta de que Elon Reeve Musk, durante la reciente campaña electoral que habilitó el regreso de Trump a la Casa Blanca por el voto popular, fue el mayor donante de fondos.
“AMISTAD”
Algunas publicaciones aseguran que aportó unos 75 millones de dólares, en tanto que otras elevan ese monto hasta cerca de 400 millones. Donald y Elon parecen buenos socios. Algunos dicen “amigos”. ¿Qué será la amistad en el ecosistema que trashuman los más ricos y poderosos entre los ricos y poderosos? No lo tengo claro.
Entre ambos hay algunos puntos en común. El padre de Elon –Errol– y la hermana de Donald –Elizabeth– se desarrollaron empresarialmente en el sector de los bienes raíces y las construcciones. Son hábiles desarrolladores y comerciantes privados que en los últimos años se acercaron a los asuntos públicos que pretenden gestionar con criterios corporativos cada día más evidentes y desembozados.
De hecho, Angela Merkel, canciller de Alemania entre 2005 y 2021, en “Libertad”, sus memorias, de reciente publicación, sostiene y recuerda que Trump “lo juzgaba todo desde la perspectiva del promotor inmobiliario que había sido antes de entrar en política”; considera que no comparte la idea de la cooperación entre países; que cree “que todos los países competían entre sí y que el éxito de uno era el fracaso del otro”; y, por lo tanto, “no creía que la prosperidad de todos pudiera aumentar mediante la cooperación”. Es palabra de Merkel. ¿Habrá cambiado Donald algunas de sus ideas? ¿Tendrá visiones diferentes de aquellas que supimos conocer entre el 20 de enero de 2017 y el mismo día en 2021, cuando sus seguidores más fanáticos irrumpieran con violencia en el Capitolio luego de ser arengados por él mismo? ¿Cómo saberlo? Su concepción del poder omnímodo pareciera estar más sólida que nunca antes.
Sabe que, como herramientas para gestionar el poder –especialmente comunicacional– dispone en este turno de dos redes de amplio alcance. Truth Social, de su propiedad, creada cuando en Twitter el comité de moderadores de contenidos lo bloqueó por las características violentas y alejadas de la verdad de sus posteos; y X (ex-Twitter), de Elon Reeve Musk, quien ya será uno de sus más influyentes funcionarios en el más alto nivel.
SIN FILTROS
Esa red –X– no tiene ninguna norma de moderación para sus contenidos. También podrá hacer el uso (¿y el abuso?) que desee de las plataformas de Meta, que desde hace unos pocos días carecen de filtro alguno por decisión de Mark Zuckerberg, su dueño, después de reunirse con Donald en Mar-a-Lago.
El futuro no parece alentador. El derecho humano de acceder a la información será restringido sin que nadie formalmente lo disponga. Las redes ya no son y, por algún tiempo tampoco serán, lo que fueron. Con lucidez, José María Ridao –escritor y diplomático– el martes último en el diario La Vanguardia lanzó una didáctica advertencia que recomiendo buscar y leer. “Las redes no son medios”.
Son vectores de contenidos que no siempre son noticias. Para serlo, precisa, “deberían reflejar hechos contrastados, jerarquizados y evaluados. Es decir, (que hayan sido) tratados de acuerdo con una práctica profesional que las redes deshabilitan a fin de que cualquiera pueda convertirse en periodista, según proclamó Elon Musk”.
INDEPENDENCIA
Pero Ridao hila fino con la reflexión y nos sacude con una muy éticamente meditada verdad de a puño. “La circunstancia de que el propietario de X sea el próximo responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Estados Unidos debería bastar, por sí sola, para que los Estados democráticos y sus instituciones abandonasen esa red a fin de proteger su integridad, su independencia e, incluso, su soberanía”.
Para Truth Social, la reflexión también la alcanza. ¡Brindo por ello…! Pregunto y me pregunto: ¿Qué debiéramos hacer como ciudadanas y ciudadanos éticos? Así las cosas…, ¿será 2025 un feliz año nuevo?