En esta edición del programa “Expresso”, transmitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos visita al editor Pablo León Burián, un gran impulsor de la industria editorial que hizo llegar libros hasta los lugares más recónditos del Paraguay. Desde muy abajo vendiendo naranjas en la cancha del Kelito hasta codearse con prominentes figuras literarias como Augusto Roa Bastos y Mario Vargas Llosa, Burián nos cuenta su historia y sus iniciativas para seguir fomentando el hábito de la lectura en el país.

  • Fotos Matías Amarilla

–Hablame de tu niñez en el barrio Mbu­ricaó, tan cerca del Kelito, con tu mamá, con tu her­mano.

–Realmente es una historia muy linda. Nací en una fami­lia muy humilde. La mayoría de mis hermanos se fueron a buscar trabajo en la Argen­tina. Sin embargo, yo me quedé y me apropié de una familia que era muy honesta, sincera, muy buena persona, y empecé a trabajar.

–Tu primer trabajo se rela­ciona con una actividad que está muy vinculada a tu hermano futbolista.

–Sí. Mi hermano Toti jugaba en River y todos los días jugá­bamos, chutábamos y todo eso. Fue una historia muy fuerte. Mi hermano se fue y poco tiempo después tuvo un accidente de trabajo y se murió. Eso fue una cosa que marcó a la familia. Empecé haciendo algunas gestiones de trabajo como vender naranja en la cancha de River, lim­piaba los nichos, ponía agua en las flores de la Recoleta. También vendí diarios y luego nos mudamos hacia el Hospital Militar y después ya empecé a trabajar en otro plano.

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–En el libro que escribe Borja Loma Barrie hay una historia bastante fuerte de cuando empeza­ron a circular en tu niñez las historias de terror al respecto de que había un dictador que se bañaba con sangre de los niños.

–Donde vivía había una curva que iba y se topetaba detrás del Hospital Mili­tar, que era una zanja. Yo a la mañana tenía que irme, algunas veces con la lluvia, algunas veces con el frío y algunas veces con los vientos y las zanjas tenía que pasar. Y sí, tenía que orar muchí­simo para pasar por ahí. Y también a la madrugada ir caminando por ahí. En eso entonces realmente desapa­recían niños y se comentaba mucho que era justamente para un ritual del entonces presidente Alfredo Stroess­ner. Inclusive hace poco he visto el video de una entre­vista que le hicieron a un chofer de Alfredo Stroess­ner y donde decía que eso era cierto. Yo me recibí de bachiller y a los un año se muere mi mamá. Esa parte me pegó fuerte porque el sentimiento de amor que tenía a su hijo le llevó.

PARTEAGUAS

–Quiero pasar al momento en que vos armás tu pri­mer kiosco en el que con­viven el cigarrillo, el encendedor, las revistas.

–Cuando empecé en la plaza Uruguaya tenía venta de artículos de mercería. Des­pués estaba un muchacho que tenía un puesto de venta de revista y me dice “noso­tros vamos a irnos a Ciu­dad del Este porque viene el tema de la construcción de Itaipú y te voy a vender el puesto y te voy a dar a cuotas inclusive”. Primero se llamó Kiosko 653 y un año después se llamaría El Lector. Era trabajar sábados, domingos, feriados, las 24 horas. Traer novedades importantes de libros de afuera y llegar a estar a la par de las capi­tales mundiales. Mi viaje a Europa se produjo en el 78 y fue un viaje a través de una agencia de viajes. Hice un crédito para irme.

–Hiciste una gira nacio­nal con tus libros. ¿Cómo fue esa idea?

–Empecé primero en la plaza frente a la iglesia de San Lorenzo. Después empecé a hacer masivamente. Hacía 18 ferias de libros por año. Yo planificaba mi feria y hacía por el interior. Y le llevaba a todos los escritores en los diferentes lugares. En el 82 después de haber hecho muchas ferias de libros en diferentes puntos del inte­rior, ya dije “el siguiente paso es Buenos Aires”. Tuve un stand propio de Paraguay. Y fleté un colectivo y llevé a 18 escritores. En esa feria estu­vieron también Augusto Roa Bastos y Elvio Romero, que residían en Buenos Aires. Inclusive el diario Clarín nos mencionó como la repre­sentación más importante de la Feria del Libro de Bue­nos Aires en el 82. Y des­pués de eso yo me acuerdo que Augusto Roa Bastos en una cena compartida con los escritores agarró una servi­lleta de tela y empezó a escri­bir como anticipo que El Lec­tor tenía que constituirse ya después como editorial.

–O sea, fue profético.

–Y es ese año justamente cuando la editorial nace con dos libros importantes. Uno es “La babosa”, de Gabriel Casaccia, y “El doctor Fran­cia”, de Rengger, Carlyle y Demersay.

UNA CITA

–Casi por esos años se pro­duce también un episodio que te generó después una leyenda negra cuando un día suena el teléfono y te dicen que te llaman de parte de Stroessner.

–A mí me asustó en principio porque realmente no creía. Ade­más, yo estaba haciendo muchas activida­des. Justamente estaba vol­viendo de España con una Biblia que justamente la editorial Planeta me había regalado y le llevé esa Biblia como símbolo de espiritua­lidad y de humanidad. Me dijo “nosotros creemos que lo que está haciendo lo está haciendo bien, que valora­mos lo que está haciendo y que tiene que seguir por esos pasos”. Muy buenos elogios y a pesar de todo eso después vino un allanamiento poli­cial (risas).

–De hecho que editar libros era considerado subversivo.

–Fue justo en ese 82 cuando Augusto Roa Bastos vuelve de la Argentina. Nosotros le llevamos al Colegio Satu­rio Ríos y al día siguiente sale en la tapa de los dia­rios Augusto Roa Bastos con los jóvenes. Después de dos días ya lo expulsan. Y en el 83 me fui de vuelta a la feria de Buenos Aires y presenté una nueva edición de “Hijo de hombre”. Des­pués en el 84 me voy invi­tado por el Gobierno fran­cés a la Feria del Libro de París, del Gran Palais, y de ahí vengo y hago la pri­mera feria internacional del libro acá en Paraguay. Des­pués de otras presentacio­nes me vino finalmente el allanamiento policial-judi­cial en mi casa y en El Lec­tor de la plaza. A raíz de eso me dicen que tenía que salir de ahí y empezamos a bus­car locales. Y le traigo acá a Alfredo Seiferheld y le digo “este quiero comprar”. Era un yuyal lleno de ranas. Y él me dice “mirá que estamos lejos, fuera de la ciudad”, “¿a quién le vas a vender?”.

–Fuiste un visionario de esta zona.

–Sin embargo, Alfredo tenía razón porque 15 años pasa­mos sin vender, aguantar, permanecer para que esto sea lo que hoy en día es. Una vez me encontraba solo y no sabía cómo resolver. No podía pagar más las cuotas de la compra de este terreno.

–Ahora estoy viendo acá entre los anaqueles “Yo el supremo”, que repre­senta tu sello con rela­ción al escritor más con­sagrado de Paraguay.

–Sí. Incluso una persona se tuvo que ir con miedo a Tou­louse para traer el original de Augusto Roa Bastos, que era “Hijo de hombre” en ese momento, para el final del 82. Después en enero del 84 con la feria a la que fui invitado en Francia yo me fui a visitarle y seguíamos publicando libros y después viene el tema del Premio Cervantes.

–¿Qué otros consagrados editaste que considerás motivo de orgullo para tu editorial?

–Y la editorial publicó todo. Publicó Roa Bastos, Casac­cia, Halley Mora, Raquel Saguier, René Ferrer, Óscar Ferreiro, José María Riva­rola Matto, Juan Bautista Rivarola Matto y toneladas de escritores. Realmente hasta ahora tengo todos los mejores títulos de este ámbito.

VISIÓN

–¿Cuál es tu visión empre­sarial?

–La visión empresarial de El Lector siempre fue llegar a las familias, a la gente, ir al interior y al exterior, publi­car libros económicos, hacer que la gente tenga libros. Y vendíamos un libro de 40 o 60.000 guaraníes en 15 o 25.000 guaraníes haciendo promociones con los diarios.

–Supongo que te pone orgulloso pensar que mucha más gente en Para­guay conoció y empezó a frecuentar la dulce sen­sación de la lectura gra­cias a tu emprendimiento.

–Sí, efectivamente, porque ese desarrollo mental, espi­ritual que tuve me ayudó mucho y la fe puesta en todo lo que estoy haciendo por­que me fue difícil muchas veces. Parecía difícil organi­zar una primera feria inter­nacional del libro en Para­guay. Me pareció un poco difícil decir que se podría traer a grandes escritores como Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti, que en realidad fue perseverar, per­severar y perseverar.

–Quiero finalmente que me hables de un proyecto tuyo que me parece fas­cinante que estás enca­rando para el futuro inmediato.

–Es un programa grandioso, un programa monumental, un programa realmente de grandes sueños. Se dice que los sueños son la antesala de las acciones. Y que viene a sellar con firmeza y deter­minación un programa que se llama “Un pacto con la lectura. Paraguay lee”.

–¿Qué más llevás aparte de libros?

–Hay un tema que es muy preocupante y es la poca comprensión de la lectura. Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer? Llevar un programa que desarrolle la comprensión lectora. ¿En qué consiste eso? Consiste en primero de crear clubes de lectura para los niños de 6 a 12 años. Crear academias lite­rarias, tercer ciclo y la media. Pero para eso tenemos que entregarles libros. Pero libros mediante una selección técnica-pedagógica y curricu­lar para la edad que los niños, que es inicial, primer ciclo, segundo ciclo, tercer ciclo y la media. Les entregamos manuales para que sepan cómo escribir cuentos, cómo contar cuentos, cómo desa­rrollar una representación de obra de teatro, etc.

ESCUELA DE ESCRITORES

–¿Con quiénes estás tra­bajando?

–Yole convoqué a Irina Ráfols, que hace 10 años está enseñando en la escuela de escritores y le digo “noso­tros queremos que el maes­tro y el joven entiendan cómo se escribe un cuento, un poema”. Y hay una eva­luación mensual para ver si el resultado es efectivo. También le llamé a Laura Ferreira, que viaja por todo el mundo haciendo cuen­tacuentos con Aura Brítez, e hicimos también los tutoria­les. La misma cosa hacemos con el teatro con Luz Saldí­var y con Carlos Pereira la parte de educación finan­ciera. En redacción estamos haciendo también los tuto­riales con Alcibiades Gon­zález Delvalle y Neri Farina.

–¿Todo esto que estás con­tando aterriza en Para­guay en breve o cómo es?

–Nosotros arrancamos el año pasado como un plan piloto en el Chaco. Después hicimos en Coronel Oviedo y en Ciudad del Este con un gran éxito de participa­ción. Cuando yo participaba en la reunión tipo congreso, los maestros querían saber escribir cuentos.

–Muchas gracias, Pablo, y felicitaciones.

–Para nosotros es muy importante esta ayuda que nos estás haciendo con la difusión porque queremos instalar la lectura en Para­guay masivamente, en los niños y en los jóvenes espe­cialmente, porque la lec­tura es el camino que ellos necesitan para poder tener calidad de vida en el futuro. La lectura es desarrollo, es progreso, prosperidad y es el camino de los grandes. Los mayores debemos ponerles a los niños y los jóvenes en este camino.

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