La que alguna vez fue llamada carrera espacial después de muchos años de actividad con muy baja intensidad parece haberse revitalizado y parcialmente privatizada. Para algunos la Tierra, como mercado, les queda chica. Quieren y van por más.
- Por Ricardo Rivas
- Periodista X: @RtrivasRivas
- Fotos AFP / Gentileza
En los últimos años, los megarricos como Elon Musk, Jeff Bezos, Jared Isaacman, Richard Branson, por solo mencionar a cuatro de ellos, aunque los dos últimos de los mencionados –en orden a acumulación de riquezas– están bastante alejados de los dos primeros, nos hacen saber que van por el espacio exterior. Ese es para ellos el mercado que viene. “El que hay que atacar”, como suelen expresarse algunos de quienes se dedican profesionalmente a las técnicas de mercado.
¡Notable, por cierto! La que alguna vez fue llamada “carrera espacial” –entre 1955 y 1988 una exclusividad de los Estados en tiempos de la Guerra Fría (1947-1989)– después de muchos años de actividad con muy baja intensidad parece haberse revitalizado y parcialmente privatizada.
Desde ese nuevo estatus se reimpulsa. Un cambio sustancial, por cierto, que tal vez indique que para algunos la Tierra, como mercado, les queda chica. Quieren y van por más. Musk e Isaacman, incluso, en las últimas semanas han sido designados funcionarios en el más alto nivel en los Estados Unidos.
Elon será director del Departamento de Eficiencia Gubernamental para que “desmantele la burocracia gubernamental, reduzca el exceso de regulaciones, reduzca los gastos innecesarios y reestructure las agencias federales” en ese país. Jared, en tanto, será el director de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA).
APORTANTES
Donald Trump, 47.º presidente norteamericano electo, lo hizo. Los tiempos cambian. Musk, fundador y dueño de SpaceX, aportante de millones de dólares para solventar la campaña presidencial, recientemente consiguió enviar naves al espacio y recuperar los cohetes impulsores para reutilizarlos.
Isaacman, el 12 de setiembre pasado, a bordo de la nave de Polaris Dawn estuvo 5 días en órbita terrestre y –en ese período– protagonizó una caminata espacial que le permitió ser considerado astronauta. Branson, el 25 de setiembre de 2004, fundó la firma Virgin Galactic, con la que propuso comercialmente vuelos espaciales turísticos al módico precio de USD 200.000 el pasaje.
Curioso y notable. La conquista del espacio exterior, en el siglo pasado, estuvo enmarcada por la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En aquel contexto, quienes impulsaron aquellos desarrollos enviaron militares al espacio y, en el caso norteamericano, llegaron a la Luna con prioridades bélicas, aunque disuasivas.
Los tambores de guerra sonaban con fuerza en torno de la Tierra. En el hoy todo parece ser diferente. “El arte de la guerra”, aquel enorme texto escrito en China por Sun Tzú en el siglo V antes de nuestra era, parece haber indicado el camino. Manual por excelencia de tácticas y estrategias bélicas, desde las últimas décadas del siglo pasado, sin embargo, se aplica en el ecosistema de la comercialización.
LA ÚLTIMA FRONTERA
Desde esa perspectiva –aunque aún en el plano de las hipótesis, porque nadie deja trascender cuáles son los propósitos de sus impulsores– los avances de las personas más ricas de la galaxia en el espacio exterior permiten imaginar que es muy posible que el capitalismo sea la tendencia ideológica que esos megarricos pretendan llevar como bandera hacia “la última frontera”, como caracterizaba al espacio exterior aquella teleserie de culto que es “Viaje a las estrellas”.
¿Por qué no? ¿Acaso alguna vez no se asegura que Frederic Jameson (1934-2024) dijo que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”? Ignorantes –como hasta hoy– sobre la existencia o no de vida similar o parecida a la humana por fuera de nuestra maltratadísima Tierra, recuerdo que, durante la carrera espacial, en el siglo XX millones de mensajes de paz fueron enviados hacia lo desconocido para advertir a quien tal vez fuere su receptor que la idea de los terrícolas era dejar en nuestro planeta las belicosidades nuestras de cada amanecer para construir allá lejos sociedades pacíficas. ¿Qué mensajes debiéramos imaginar cuando transitamos el primer cuarto del siglo XXI?
En la centuria pasada, sin dudas, cuando trashumábamos décadas de crueldades, del Holocausto, dos tragedias nucleares, contaminaciones múltiples, hambrunas, por solo mencionar algunas crueldades que se concretaron en nombre de la libertad, de la religión, de la patria, del territorio o de lo que sirviera como excusa para asesinar o ser asesinado, ¿qué será necesario decir ahora para presentarnos a quienes creemos que no nos conocen?
CIENCIA FICCIÓN CAPITALISTA
Michel Nieva (36), un joven escritor y académico argentino, premio O. Henry en 2022, con su obra aborda tanto la ciencia ficción como el cyberpunk. En el año que corre publicó con Anagrama un ensayo al que tituló “Ciencia ficción capitalista. Cómo los multimillonarios nos salvarán del fin del mundo”.
Bezos y Musk –junto con Mark Zuckerberg (40), tal vez el cuarto megarrico en el listado de Forbes– son parte de su texto. Los categoriza como impulsores del capitalismo tecnológico. Sin anestesia, Michel sostiene que “mientras el capital condena a los trabajadores del mundo a un presente perpetuo de inestabilidad, incertidumbre y endeudamiento, son los multimillonarios los únicos capaces de avizorar y monetizar ese porvenir”.
Elon Reeve Musk (54) dejó atrás la vida intrauterina un martes en Pretoria, Sudáfrica. Era el 28 de junio de 1971. Su patrimonio neto de 330.100 millones de dólares lo coloca en el primero de los lugares de Forbes en setiembre de 2024.
Jeffrey Preston Bezos (60) nació en Albuquerque, Nuevo México, el domingo 12 de enero de 1964. Forbes lo considera el tercero entre los billonarios con un patrimonio de unos 223.000 millones de dólares.
TOP TEN
Por detrás de Elon y Jeff se ubican Bernard Arnault, Zuckerberg, Larry Ellison, Warren Buffett, Bill Gates, Larry Page, Sergey Brin y Steve Ballmer. ¡Los diez primeros! Sus fortunas, sumadas, alcanzan a 1,66 billones de dólares estadounidenses.
Mucho más alejado de la decena mencionada, en el puesto 1.545, “con un patrimonio estimado de 2.600 millones de dólares”, está Richard Charles Nicholas Branson (74), que llegó a este mundo en Blackheath, Londres, Inglaterra, el martes 18 de julio de 1950. Pero, aun tan alejado de quienes lideran la tabla, tiene una coincidencia relevante con algunos de ellos: el espacio exterior.
“En el mundo hay 58 millones de personas adultas con un patrimonio superior a 1 millón de dólares”. Así lo reporta el 3 de setiembre pasado el Global Wealth Report 2024, que produce UBS, una corporación de servicios financieros con sede en Zúrich, Basilea, Suiza.
Esa organización, fundada en 1862, recientemente reportó un beneficio neto de USD 7.630.000.000. En 1998, USB (Unión de Bancos Suizos) se fusionó con la Sociedad de Bancos Suizos y, por tanto, aquel acrónimo de fama global dejó de tener sentido. Virtuosa para guardar secretos, esa corporación “compite de igual a igual en las grandes ligas” –para decirlo de alguna manera comprensible– con Bank of America, Credit Suisse, Morgan Stanley, JP Morgan Chase, Wells Fargo y Charles Schwab.
Aquel dato estadístico que, como tal, representa el 1,5 % del total de la población del planeta, lo conocí a través de una publicación en línea que realizó en Bankinter, otra megacorporación que, cuando finalizó 2023, reportó activos de 113.012 millones de euros, lo que la ubica en el quinto lugar entre las entidades financieras españolas, dado que su sede está en Madrid.
El informe revela además que “la riqueza privada neta mundial subió un 4,2 % en 2023, hasta los 487,9 billones de dólares” y precisa que “el avance (del exitoso balance que) viene encabezado por Europa, Oriente Medio y África (EMEA), con un alza del 4,8 %”.
PIRÁMIDE DE RIQUEZA GLOBAL
Para que quede más claro los invito a mirar la Pirámide de Riqueza Global. La izquierda de la imagen representa el “Número de adultos” en el mundo, en tanto que sobre la derecha se consigna el “Total de riqueza” del que cada grupo tiene.
El pequeño segmento más rico tiene 213,8 billones de dólares o el 47,5 % de la riqueza de las familias de todo el mundo. El número de millonarios mundiales, (en) este segmento considerado la cúspide de las personas de alto patrimonio neto, ha crecido rápidamente en los últimos años y superó el 1 % de la población adulta por primera vez en 2020.
En 2023 alcanzaron este selecto club unos 58 millones de personas. La riqueza agregada de este segmento se ha quintuplicado, pasando de 41,4 billones de dólares en 2000 a 213,8 billones en 2023, y su cuota de riqueza mundial ha aumentado del 35 % al 47,5 % en ese mismo periodo.
Veamos luego. En el escalón siguiente del escalafón, el 16,3 % de la población mundial (unos 613 millones de personas) tiene un patrimonio de entre 100.000 dólares y un millón de dólares. Este grupo representaría el 39,4 % de la riqueza mundial o, lo que es lo mismo, acumularían 177,2 billones de dólares.
Un poco más abajo se consigna a las personas con patrimonios entre 10.000 dólares y 100.000 dólares. Este segmento representa el 42,7 % de la población mundial y es el que más ha crecido en lo que corre del presente siglo.
Finalmente, en la base de la pirámide, se ubica el 39,5 % de la población mundial (unos 1.488 millones de personas), cuya riqueza es inferior a los 10.000 dólares, por lo quienes allí se encuentran acumulan solo un 0,5 % de la riqueza global, lo que representa unos 2,4 billones de dólares.
EJERCICIO
Contundente, por cierto. Pero lo es mucho más cuando Bankinter.com precisa que “los dos grupos explicados en primer lugar (de la pirámide) representan el 18 % de la población adulta mundial y atesoran aproximadamente el 87 % de la riqueza” y propone como ejercicio que “si excluimos los dos segmentos de los extremos, tendríamos al 59 % de la población aglutinando el 53 % de la riqueza”.
Tal vez así sea si miramos los números solo desde una perspectiva matemática porque esos símbolos, desde siempre, son útiles para contar, pero en cada caso es prudente recordar que esos mismos números, desde otras miradas, simbolizan y representan personas humanas que, en millones de casos, viven con menos de 2,15 dólares diarios y son categorizadas como en situación de “pobreza extrema” por el Banco Mundial.
Los datos, claramente, no ayudan para desarrollar una eventual buena presentación ante posibles vecinos interplanetarios para que nos reciban con buena predisposición. Tal vez, tengamos que pensar en impulsores del capitalismo tecnológico más atentos al bien común que, como el capitalismo, muy probablemente tampoco habrá de llegar a su fin.
¿Pero a qué apuntan estos tipos con esta nueva carrera espacial en la que pretenden que los Estados se mantengan alejados? No tengo la respuesta. No consigo decodificar sus lenguajes ni tampoco comprendo el sentido que intentan producir en procura de un nuevo sentido común.
NARRATIVA ÉPICA
Releo a Michel. “Les importa más la narrativa épica de un discurso utópico que su realismo”, le dice a “Ideas”, del diario El País, a través de una videoconferencia. Responde desde Nueva York.
Describe a los nuevos conquistadores: “Bajo este disfraz de machos fuertes y únicos salvadores posibles, empresarios como Richard Branson, Jeff Bezos o Elon Musk han comercializado el espacio. (Y) Camuflando su codicia especulativa ante la amenaza urgente del cambio climático, enarbolan planes ambientalistas para rescatar a esta sociedad llevándola a otros planetas y, con ello, perpetuar los mecanismos de la especulación financiera. Estamos ante la edad de oro de la ciencia ficción capitalista”.
¿Será así? También dudé cuando leí a Julio Verne y sé que casi todo aquello no solo fue posible, sino que, más aún, ya es pasado. No está bueno. “Entre esos tipos y yo / hay algo personal...”, canta El Nano, Premio Príncipe de Asturias. Algo para recordar...