• Por Juan Carlos dos Santos G
  • X: @Juancads
  • Fotos: Matías Amarilla

Cuatro compatriotas, trabajadores de la industria textil y pobladores del barrio San Francisco de Asunción, relatan el cambio que se generó en sus vidas a partir de que se integraron al plantel de una empresa que prioriza las contrataciones entre los residentes del lugar.

No es ningún secreto que la industria textil paraguaya está en auge, sobre todo gracias al sistema de maquila. En este marco, el barrio San Francisco fue elegido para concretar una parte de un gran proyecto empresarial con un fuerte contenido social, apostando a mejorar la calidad de vida de los pobladores del barrio y de zonas aledañas a través de una fuente de empleo sumada a una constante capacitación.

El Grupo Texcin, con el empresario Andrés Gwynn al frente, decidió emprender en el nuevo barrio modelo creado desde cero. El proceso de mudanza se inició en los últimos días del mes de diciembre de 2017, durante el gobierno de Horacio Cartes, quien tuvo gran responsabilidad en la concreción del sueño de la casa propia para muchas familias de sectores carenciados de Asunción.

La capacitación en todas las áreas, es una constante para todas las personas que forman parte del plantel. Foto: Matías Amarilla

LLEGARON LAS OPORTUNIDADES

El barrio está compuesto por pobladores de la ribereña Chacarita y de otras zonas de Zeballos Cue. En todos los casos, los pobladores dejaron sus precarias viviendas en busca de una mejor calidad de vida. La llegada de la industria textil al barrio presentó oportunidades a muchas personas, 60 por ahora, pero con proyección a que sean 200 próximamente.

Es importante conocer un poco del contexto que moldearon las historias de vida de las personas que hoy trabajan en el lugar.

La Nación/Nación Media conversó con tres madres y un hijo que tuvieron la oportunidad de obtener un empleo seguro en el que se sienten cómodos y, lo más importante, ven perspectivas profesionales y personales de crecimiento.

El plantel administrativo acompaña a los trabajadores en su día a día, solventando no solo las cuestiones laborales, sino también las situaciones sociales. Foto: Matías Amarilla

“VENDÍA SANDWICHES Y AHORA TENGO UN TRABAJO SEGURO”

Hilda Caballero (40), madre soltera de dos hijos, a duras penas lograba mantener a su familia al estar desempleada.

“Estoy desde hace 6 meses trabajando en el área de planchado y empaque. Tengo dos hijos, soy mamá soltera y este trabajo es una bendición para mí. Vivo en el barrio y gracias a eso no pago pasaje y ahora puedo contratar a una niñera para que se quede con mis hijos”, relata emocionada la compatriota.

Ella cursó costura industrial y diseño de patrón, lo que le permitía realizar algunos trabajos en su casa. “Hacía lo que podía en casa, algunos trabajitos de costura y sandwiches para vender, de todo un poco. Un día vi que pedían personal y traje mi currículum, enseguida me llamaron”, recuerda.

Hilda valora mucho esta oportunidad que se le presentó. “Es un trabajo seguro, es cerca de mi casa, puedo pasar más tiempo con mis hijos porque el trabajo es de lunes a viernes. Esto me ayudó mucho, ahora vamos a pasar mejor las fiestas de fin de año”, confiesa la madre, quien asegura que puede seguir creciendo y que seguirá aprovechando las oportunidades que se le presenten.

Existen varias áreas de aplicación y los empleados pueden ir rotando en ellas para adquirir capacidades, conocimientos y experiencias. Foto: Matías Amarilla

“AHORA HASTA MI MAMÁ ESTUDIA”

“Estoy en la fábrica desde que se abrió, desde marzo. Soy del barrio y desde los 11 años trabajo en la calle. Vendía frutas con mi papá. Antes de eso limpiaba vidrios en Artigas y General Santos. Somos del barrio San Pedro de la Chacarita y solo mi mamá trabajaba de manera algo estable, mientras mi papá vendía por la calle y yo le ayudaba. Soy el mayor de cinco hermanos y el primero en terminar la secundaria”, nos cuenta Hugo Servín (20).

Al ser hermano mayor y ahora con trabajo estable, ayuda a su familia con la que sigue viviendo y al ser consultado sobre su parecer acerca del modelo del barrio y también el proceso de instalación de la maquila textil, Hugo no duda en responder que fue lo mejor que le pasó al barrio.

“Dieron mucha oportunidad a la gente del barrio y, como digo siempre, el que no progresa aquí es porque no quiere”, se sincera.

Su familia decidió instalarse definitivamente en el barrio San Francisco, cansados de las constantes mudanzas temporales a causa de la crecida del río Paraguay

“Estudiaba en la escuela República de Cuba y nos salió la oportunidad a pesar de tener que comenzar de cero, pero hubo mucha mejoría, al punto de que todos mis hermanos ahora estudian e incluso mi mamá Celia está estudiando, eso es algo importante que conseguimos al mudarnos”, explicó.

Hilda Caballero. Foto: Matías Amarilla

“DEJÉ TODAS MIS FRUTAS Y VINE CORRIENDO”

El caso de Hugo es bastante particular porque una llamada de la empresa textil lo sorprendió vendiendo frutas en la calle. Hugo nos cuenta que dejó gran parte de los productos que tenía a su papá e incluso terminó regalando lo que no pudo vender por la prisa de llegar a la fábrica para presentarse a trabajar de manera inmediata.

“San Francisco nos cambió la vida a nosotros, es el mejor proyecto que se ha podido hacer en el Paraguay. A mi familia le marcó de manera positiva este barrio”, nos cuenta Hugo, quien con mucha energía regresa a su tarea de cortar las telas mientras aprende el arte textil entre modernas maquinarias.

Hilda vendía sandwiches y hacía costuras, mientras que Hugo comenzó como limpiavidrios y vendía frutas en la calle antes de ser llamados por la fábrica textil de su barrio. Foto: Matías Amarilla

“ME EMPODERÉ EN ESTE LUGAR”

Elizabeth Ortega (31) realizaba tareas de limpieza y algunas tareas de mantenimiento en el barrio antes de integrarse al equipo de Texcin. “Mis trabajos no eran seguros, era muy sacrificado y eran temporales. Me capacité en el área de costura en el SNPP (Servicio Nacional de Promoción Profesional) cuando vinieron al barrio a comentar acerca del proyecto textil que se pensaba implementar. Yo crecí mucho en este lugar. Gané confianza con este trabajo, me empoderé y mi autoestima creció porque antes no tenía idea de estas máquinas. Ahora sé que puedo”, confiesa esta exresidente de la Chacarita y quien se mudó al barrio San Francisco hace siete años.

Económicamente su familia siente la mejoría gracias al trabajo seguro que ella tiene. “Ahora nos ayudamos más, antes solo mi marido trabajaba y era muy complicado todo, pero ahora a nuestros hijos les damos sus gustitos”, nos cuenta Elizabeth, quien concuerda con Hugo en que San Francisco les cambió la vida. Sus niños van a la escuela del barrio, hay servicios de salud y comisaría. “Tengo mi casa y mi trabajo, soy una mujer bendecida, pero también agradecida, porque siempre quise trabajar y tomé esta oportunidad”.

Elizabeth Ortega. Foto: Matías Amarilla

“AHORA ESTOY CERCA DE MIS HIJAS”

Naida Mendoza (39) es una de las primeras trabajadoras contratadas por Texcin. Comenzó el pasado 6 de marzo en la función de empaque y ahora está en la zona de planchado. “Estoy en proceso de capacitarme porque tenemos que ser multifacéticas, eso nos avisaron al comenzar. Estoy muy contenta aquí”, relata Naida.

“Este trabajo me ayudó a estar más cerca de mis hijas. Tengo tres nenas y me quedé sola con ellas. Trabajaba en el Palacio de Justicia, era muy lejos y ahora estoy con ellas, por lo que es una bendición este trabajo porque todo está en el barrio. No todos tomaron esta oportunidad de mudarse a San Francisco”, confiesa.

Elizabeth no tenía un trabajo seguro, pero ahora se siente empoderada y capaz de lograr cualquier objetivo. Mientras que Naida agradece que su nuevo trabajo le permita pasar tiempo con sus hijas. Foto: Matías Amarilla

LO QUE GANABA SE IBA EN PASAJE

Recuerda que al trabajar lejos, mucho de lo que ganaba se iba en pasajes y comida. “Ahora estamos bien, voy a poder comprarle sus cositas a mis hijas para estas fiestas. Este mes salimos de vacaciones y regresamos los primeros días de enero. El ambiente laboral es muy bueno y los jefes se comportan bien con nosotros”, afirma la joven madre mientras se apresura por regresar a sus tareas.

NO ES SOLO GENERAR EMPLEO

“El 100 % de los empleados han sido formados en la empresa, son más de 60 personas y todas las máquinas son de última generación, lo que hace que se eleve la competitividad de quienes la operan”, explica Micaela Torres, la persona encargada de guiarnos en el recorrido.

La empresa también tiene una escuela de costura para facilitar la inserción, pero además el barrio San Francisco cuenta con una sede del programa Abrazo para que las madres puedan dejar a sus hijos mientras ellas trabajan.

Ya depende de cada una de las personas, aprovechar la oportunidad de trabajar y al mismo tiempo capacitarse en una profesión de suma importancia. Foto: Matías Amarilla

“Este trabajo es muy emocionante porque tiene ese plus de generar algo más que solo empleo. Hay un componente social muy importante. Las historias de vida que cargan cada uno son muy diferentes e impactantes, pero al final todos coinciden en la bendición de tener un trabajo que lo mantenga cerca de su familia”, expresa Micaela.

En el lugar se respira un aire de mucha seriedad y profesionalismo. Todos metidos e involucrados en la tarea que tienen que cumplir. Las modernas maquinarias trabajan de manera intensa mientras los obreros van colocando enormes ductos de aire acondicionado, esperando por los próximos afortunados del barrio San Francisco y de los alrededores, que se van a sumar a este grupo, gente que posiblemente cargue con similar historia de vida y tengan las mismas expectativas para su familia y para su propio futuro.

Foto: Matías Amarilla

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