• Fotos: Pánfilo Leguizamón

Entre el canto y guitarreo de Nonino Barboza como invitado musical, en esta edición de “Expresso”, de GEN/Nación Media, Augusto dos Santos reflexiona con el escritor y periodista Mario Rubén Álvarez sobre la reciente declaración de la guarania como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Álvarez destaca el hito que marca este reconocimiento, pero señala que aún queda un largo trecho por recorrer para que la guarania se impregne en el pueblo tal como era el deseo de José Asunción Flores.

–¿Dónde está la guarania en el corazón del paraguayo?

–Y yo creo que en cada lugar donde habita un paraguayo. Flores quería que la guarania fuera para su pueblo. Y cuando decimos pueblo no decimos para la gente de arriba, para la gente poderosa, sino para la gente humilde, para la gente pobre, umi mboriahu apytépe oikarãi la vida. Para esos él quería. Y allí es donde está en parte la guarania, pero es donde debe estar fundamentalmente porque siendo francos ne’îra oguahêmba ñane retãyguápe. Hoy la guarania está en la cima de lo que Flores pretendía. Él quería que la guarania, esa que él inventó entre comillas al volver la polca que ya teníamos más despacio, más lenta, más de acuerdo al sentimiento de nostalgia y de techagua’u y de romántica de nuestro pueblo. Él quería que llegara a cumbres infinitas porque él miraba la música europea.

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–Él fue parte de cierto movimiento...

–Así miraron todos los de Latinoamérica que tomaron la música popular y la hicieron grande, la hicieron crecer, la elevaron así miraban y Flores era un hijo de su tiempo. Él quería que llegara a nivel de (Amadeus) Mozart, (Frédéric) Chopin, (Piotr Ilich) Tchaikovsky, etc. Y de hecho llegó con los poemas sinfónicos que él va construyendo a lo largo de su carrera y, sobre todo, también de esas guaranias que al principio él hizo muy pequeñas, es decir, para lo que él conocía, elementales, pero después, “India”, que tuvo otra letra, por ejemplo, fueron creciendo, engrandeciéndose y volviéndose de mayor amplitud y de mayor volumen, llegando al nivel de la sinfonía.

META Y PUNTO DE PARTIDA

–¿Qué significa para Paraguay esta consagración obtenida recientemente?

–Por un lado, llegar a una meta. Por otro lado, un reconocimiento a un género literario que mucho tiempo estuvo postergado porque en tiempos de la dictadura la guarania y la figura de Flores estuvieron prohibidas. En la dictadura todo lo que olía entre comillas a cultura era peligroso, porque ahí es donde la gente piensa, allí es donde el pueblo resiste, allí es donde se generan las insurgencias, en el libro, en la lectura, en la poesía, en la novela, en la música de tinte social, en las artes plásticas, en fin, allí es donde el pueblo resiste. Entonces, la dictadura le tenía miedo a eso. Concretamente, a Flores le tenían miedo porque era del Partido Comunista y el comunista era una especie de ogro al que había que aplastar, eliminar y matar si fuese posible. Flores en 1949 había rechazado una condecoración que el gobierno de Federico Chaves le había ofrecido y se fue una comitiva con muchas personalidades acá del Paraguay, entre ellos Epifanio Méndez Fleitas, y le dijeron que le querían dar una condecoración. Pero él pidió una explicación por el asesinato de Mariano Roque Alonso, pidió una amnistía para todos los presos políticos, porque había todavía después de la revolución de 1947 presos en las mazmorras de Asunción.

Mario Rubén Álvarez, escritor y periodista. Foto: Pánfilo Leguizamón

Entonces él impuso una serie de condiciones, que por supuesto los señores no aceptaron. Entonces no pasó a mayores, pero como el gobierno de (Alfredo) Stroessner en la dictadura tenía que crear enemigos visibles, porque de los invisibles ellos se encargaban. Entonces, Flores fue uno de estos. ¿Y cuál era uno de esos argumentos? Que rechazó una condecoración del Gobierno paraguayo, que no es buen paraguayo, cómo va a rechazar, que no era el gobierno el que le ofrecía, sino la patria, bla, bla, blá. Ese discurso famoso. Entonces esa era una de las argumentaciones por las que Flores estaba proscripto.

–Flores no solamente para ese tiempo, sino para hoy sigue representando ese elemento que siempre está tan ausente en nuestra sociedad, como es la pluralidad. ¿Cómo nos interpela una obra valorar al otro, al que no piensa igual? ¿Y cómo este homenaje de alguna manera también abre puertas en ese sentido?

–Lo estético de por sí es subversivo. Si cantan “Ne rendape aju”, “Panambi vera”, “Ka’aty”, que tiene un tinte un poco más social, eso que es bello, eso que toca al espíritu, al corazón y de paso despierta la conciencia, eso era revolucionario. Y ellos entendían muy bien ese kure kutu. Entonces, trataban de aplastar, de oprimir, de censurar y de hacer que no aparezca en escena para nada. Porque Flores en 1925 con “Jejuí”, que fue la primera guarania, crea un género musical. Él intuía por su talento y por su voluntad. Era como formular una hipótesis y después probar eso y concretar algo. Una vez que él tenía esa matriz, ese código expresivo que fue la guarania, ya le fue fácil crear las otras obras.

ALTA POESÍA

–Sea polca o guarania, ¿qué nivel alto ocupa también aparte de la música el verso paraguayo?

–Una de las características de Flores es que desde el primer momento tuvo una alta poesía. No era una poesía común, corriente, era una poesía de gran altura estética. Eguatána. Manuel Ortiz Guerrero fue su mayor poeta, pero no fue el único. Con (Rigoberto) Fontao Meza comenzó. Fueron diversos poetas, Mauricio Cardozo Ocampo, con el tiempo Maneco Galeano. Siempre una alta poesía. Darío Gómez Serrato, Félix Fernández, grandes poetas de la primera hora, pero después fueron apareciendo otros y uno grande también fue su coautor Carlos Federico Abente con “Nemitÿ” y “Guyraû”.

–Hablame primero de quién fue Flores como músico, como creador.

–La vida tiene sus imponderables, sus azares. Y a veces azares felices, pero a veces azares infelices. Flores era un niño muy cabezudo. Antes los niños traviesos eran enviados a la policía, a la intendencia. Luego lo enviaron a la orquesta de policía. Le dieron un instrumento, creo que era el bombardino primero y después el trombón y él muy rápido aprendió. Encontró su camino, encontró su destino, encontró su pasión.

–El itinerario es muy importante. La gente que no está muy consustanciada con la música puede en algún momento pensar que la creación de la guarania es una cosa que un día no más vino Flores y dijo “voy a crear la guarania”.

Alguien escribió y con un sesgo de crítica que Flores fue un creador solitario, un creacionista, algo así como que de la nada hizo él la guarania y que las otras músicas populares fueron parte de un proceso sociocultural que culminó en una forma dada que en algún momento encuentra alguien que pone en el pentagrama y hace que eso sea un cuerpo orgánico. Pero yo creo que no hay contradicción entre una cosa y otra, porque Flores era fruto de su tiempo. Él era una síntesis del Paraguay en ese momento, limitado, con dificultades, con sueños, deseoso de hacer algo. Y en él se sintetiza eso y él crea.

RESURRECCIÓN

–Yo apelo a que no nos olvidemos que estamos hablando de la posguerra también y de los múltiples dolores de Paraguay y probablemente la búsqueda también fue una expresión que sea más descriptiva del dolor.

–La guarania fue una de las resurrecciones del Paraguay después de la guerra del 70. Jajuhu peteî ñane mba’etéva. Y nadie crea de la nada. Ya había la polca y de eso encontró una forma diferente de expresar. Y esa es su genialidad. La polca que había llegado de Europa en tiempos de don Carlos Antonio López vamos a decir que sucumbió con el pueblo paraguayo en gran parte en la Guerra Grande. Si bien ahí nació “Campamento Cerro León” y se dice que también “Che lucero aguai’y”, aunque yo no creo mucho. Y entonces se mantuvo viva la memoria popular en la polca. Él era miembro del Consejo Mundial de la Paz, que era una organización de izquierda mundial. Él hizo “María de la paz” en términos descriptivos. Pensó en una paloma de la paz que partía volando desde el Paraguay y con melodía nos va mostrando y Elvio Romero con su letra nos va describiendo Hiroshima y Nagasaki, un vuelo por la paz, un vuelo de concordia, un vuelo de humanidad, un vuelo de un futuro diferente para el mundo.

–¿Cómo él se implica en la política?

–En la década del 20 había muchos movimientos anarcosindicalistas que eran muy fuertes y los comunistas también estaban en medio de eso. El Partido Comunista se funda acá en 1929. Hubo grandes dirigentes como (Óscar) Creydt y (Obdulio) Barthe. Yo no sé si Flores en esa época ya era comunista, pero de lo que estoy seguro es que eso afianza en Buenos Aires, donde el Partido Comunista tenía mucho más fuerza y había exiliados, gente que no había ido a la guerra y todo eso. Pero Flores desde el comienzo tiene una inclinación social. Su segunda obra se llama “Arribeño resay”. Pero ya es de más tinte social con “Ka’aty”. Acordate, por ejemplo, de (Rafael) Barrett y “Lo que son los yerbales”. Y a medida que él va avanzando en sus conocimientos, él también va teniendo una mayor conciencia social.

ÍCONO

–”Gallito cantor”, por ejemplo, a mí me da pirî porque la canción de un paraguayo representó la resistencia en todo el mundo hispanohablante porque era la cortina de Radio Moscú para América Latina.

–Víctor Montórfano le puso la letra y es difícil porque es una obra muy rápida y onomatopéyica, ya que reproduce ese corococó del gallo. Flores va a Moscú en 1967 y en 1969 graba sus obras, se traducen sus obras y el coro y la orquesta de la radio y la televisión soviética son los que interpretan con un grupo de 400 voces sus obras en un concierto memorable. Graban sus obras y esa matriz viene y trae a Buenos Aires y ahí se reproduce y eso es lo que nosotros tenemos.

Mario Rubén Álvarez, periodista y escritor. Foto: Pánfilo Leguizamón

–El doctor Carlos Federico Abente no solamente fue un médico extraordinario, sino el creador de una pieza monumental como “Ñemitÿ”.

–Flores le decía que le ponga la letra, pero él no se sentía seguro porque recién empezaba en la poesía. Le insistió tanto que un día Carlos en una receta de su consultorio escribió “tohypýi ko yvy, tome’ê hi’a” y a Flores le encantó y le dijo que siga.

–¿A qué nos compromete de cara al futuro este reconocimiento?

–Este es un espaldarazo para la guarania porque es un punto de llegada y muy importante por cierto, algo anhelado, algo soñado por muchos, pero yo creo que es sobre todo un punto de partida porque tiene que cumplirse todavía el sueño de Flores de llegar a su pueblo, a esa gente humilde, que permee toda nuestra vida, ya que expresa esa parte de nuestra alma de sentimientos amorosos, sentimientos de rebeldía muchas veces, sentimientos de pérdida, en fin, todo eso que expresa la guarania. Hetaiterei mba’e ojejapo va’erã, sobre todo con los jóvenes. Detrás de la guarania en el programa educativo tienen que entrar también la polca y la galopa, que expresan parte de nuestra identidad, que incluye también la lengua guaraní, incluye nuestro ser de paraguayos. Si fortalecemos todos estos elementos de la cultura, creo que se hará esa justicia a Flores, que ahora ha llegado a un punto importante. Va a realmente justificarse, florecer y ser aquello que él pretendía.


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