- Por Ricardo Rivas
- Periodista
- Twitter: @RtrivasRivas
Digamos basta a las discriminaciones, a la xenofobia y al racismo. Animémonos a ser humanos y dignos.
Barcelona, en Catalunya –”ciutat refugi”, en catalán– en la semana que pasó, una vez más se iluminó con alcance planetario en derechos humanos y dignidad humana. Discernir sobre xenofobia, racismo, diferencias, odios –como lo que son, como tragedias, como incomprensiones, como miedos– fueron los ejes convocantes que dieron paso a múltiples debates durante el IV Foro Mundial al que convocó la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) para pensar y repensar estos flagelos en procura de construir una alianza global para enfrentarlos. ¿Fue necesario? Definitivamente si y solo si.
Es la cuarta edición desde el inicio de estas actividades en el más alto nivel. Ciudad de México y Sao Paulo, en Brasil, fueron las dos sedes que precedieron a la que recién ha finalizado. Claramente la xenofobia, las exclusiones y la intolerancia crecen exponencialmente. Estigmatizar es cosa de todos los días. “Vemos con preocupación cómo la diversidad étnica de los pueblos por la globalización y los movimientos migratorios son objetos de tensión en lugar de ser valorados como riqueza para las sociedades de acogida”, expresó Eva Menor, que alzó su voz en representación de la Generalitat de Catalunya.
Es preciso, justo y necesario enfrentar al odio que, con sus discursos, “alimenta aún más las discriminaciones”, como observa Menor. En 2023, poco más del 21 % de las personas mayores de 15 años que fueron consultadas por Eurobarómetro respondieron haber sido víctimas de discriminación en el año anterior. “El populismo ha aumentado en Europa con propuestas antiinmigración y regresivas en el marco social”, se expresó con claridad en el foro.
Aunque –es necesario reconocerlo– este tipo de prácticas nocivas no son una exclusividad europea. De hecho, las hay en todas partes porque “hay intereses en hacer del fenómeno de las personas recién llegadas (a cualquier parte) un problema porque eso rinde políticamente a efectos electorales”, explica Norbert Bilbeny (71), filósofo y catedrático emérito de Ética en la Universidad de Barcelona (UB), a la periodista Mayte Rius, del diario La Vanguardia.
RENDIMIENTO POLÍTICO
El académico enfatiza que “generar miedo sobre los migrantes tiene un alto rendimiento político” y precisa que como “hay estereotipos y prejuicios que funcionan (para construir el temor) son explotados” políticamente en procura de esos fines. Bilbeny revela que en Catalunya las encuestas dan cuenta de que “el 60 % de la población dice que hay demasiados inmigrantes” y, en su análisis esa información, “muestra una actitud refractaria a la inmigración”.
Aporta como dato negativo emergente de la cotidianidad que muchas personas al referirse a las y los migrantes suelen decir que “‘no se adaptan’ porque no hablan como nosotros”. En Francia, media docena de años atrás, Jean- Luc Mélenchon (73), líder de Francia Insumisa –un populista de la izquierda radical por entonces diputado por Marsella– ante la prensa en París, cuando fue consultado por una periodista de Toulouse –unos 675 km al sur de París– dijo “no” entender qué decía la colega por el acento que al hablar tienen las y los tolosanos.
Mélenchon no se detuvo. Pidió a quienes lo rodeaban que le hablaran “en francés”. Grave actitud glotofóbica. Mucho más cuando “libertad, igualdad y fraternidad (Liberté, égalité et fraternité)” es el lema de la República de Francia (y de la de Haití) desde la Revolución francesa (1789-1799) y, por ello, es parte de la identidad cultural de ese pueblo.
El profesor Bilbeny, en este sentido, destaca que “vincular la identidad nacional con la identidad cultural sin más es un error que nos lleva desgraciadamente a la xenofobia” porque hay quienes piensan y sostienen que “los que no sean de nuestra cultura no pueden ser de nuestra nación, (porque) no son como nosotros”. Tremendo. Aunque de ninguna manera una novedad.
GLOTOFOBIA
El sociolingüista Philippe Blanchet (63), profesor de la Universidad de Rennes-2 – quien desde poco más de un par de décadas estudia sobre discriminaciones– acuñó y describió aquello que fue un neologismo, “glotofobia”, como la práctica social de penalizar o rechazar un acento o discriminar a persona alguna por ello.
La Real Académica de la Lengua Española (RAE), por su parte, define acento como el “conjunto de las particularidades fonéticas, rítmicas y melódicas que caracterizan el habla de un país, región, ciudad”. ¿Xenofobia, racismo y discriminaciones también con el migrante interno? No son escasos aquellos días en los que siento que ir es dramáticamente volver o, por lo menos, retroceder. Trágico, por cierto. Pasa que caminar hacia ese allá al que aluden como futuro deseable quienes claramente son “servidores de pasado en copa nueva” estremece porque con sus discursos, sus violencias y sus odios claramente se levantan como “eternizadores de dioses del ocaso” para liderar las desesperanzas.
Gracias, Silvio, por regalarme frases, palabras y metáforas que no consigo imaginar. De allí que la Alianza Global, desde Barcelona, exhorta a los Estados parte de la Unesco para que desarrollen legislaciones modelo de alcance global para definir y tipificar tanto los delitos de odio como las discriminaciones, la xenofobia, el racismo, la glotofobia.
Deseable. Muy deseable. Las y los vulnerables, quienes más necesitan –para que ninguno quede atrás– son hostigados, hostilizados y estigmatizados por aquellos que incomprensiblemente existen y abogan por aquello que llaman la nueva política. Después de muchos años por debajo de la superficie, por decirlo de alguna forma para la sencilla comprensión, las más diversas facciones del NRx (movimiento de la neoreacción o la Ilustración oscura, ¡vaya oxímoron!) emergen para ir contra la democracia liberal, contra la ONU, contra la Agenda 2030 de Objetivos para el Desarrollo Sostenible, contra el flamante Pacto del Futuro, contra la igualdad, contra la equidad, contra las políticas de género, contra las y los desplazados, contra las y los migrantes o para asegurar que el cambio climático “es una farsa”. Retrocesos.
DIGNIDAD
Claramente, está en juego la dignidad humana que, a no dudarlo, fue, es y será infinita. Preocupante. Algunos jefes de Estado sostienen, como lo hace desde el Vaticano el papa Francisco –que también lo es– que la “dignidad existe más allá de toda circunstancia” y, por ello, exhorta “a todos a defenderla en cada contexto cultural, en cada momento de la existencia de una persona, independientemente de cualquier deficiencia física, psicológica, social o incluso moral, (dado) que todos estamos llamados a reconocer, como condición fundamental para que nuestras sociedades sean verdaderamente justas, pacíficas, sanas y, en definitiva, auténticamente humanas”.
Por ello, sostiene, “todo ser humano debe ser reconocido y tratado con respeto y amor, precisamente por su dignidad inalienable”. Explica luego que “la dignidad es conculcada, a nivel individual, cuando no son debidamente tenidos en cuenta valores como la libertad, el derecho a profesar la religión, la integridad física y psíquica, el derecho a los bienes esenciales, a la vida (y cuando) es conculcada, a nivel social y político, (o) cuando el hombre no puede ejercer su derecho de participación o es sujeto a injustas e ilegítimas coacciones, o sometido a torturas físicas o psíquicas”.
Claramente, el ideario del NRx no va en el mismo sentido. No quieren comprender ni mucho menos asumir que la dignidad humana es perenne. Que no se regatea. Que la humanidad la tiene desde el vamos. La ideología del retroceso privilegia las TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones) como herramientas comunicacionales para que sus ideas puedan llegar a poco más del 60 % de la población global que puede acceder a la internet.
“Nuestro problema es la democracia. La democracia es una forma de gobierno peligrosa y maligna que tiende a degenerar, a veces lentamente y otras con una rapidez impactante y desgarradora, en tiranía y caos”, sostiene Curtis Yarvin (51), uno de los ideólogos del movimiento que parece crecer en algunos países europeos (Italia, España, Hungría, entre otros), en los Estados Unidos, en la Argentina y en la región.
“REFORMAS”
Un puñado de días atrás, el presidente Javier Milei (54) anunció a través de su vocería que “impulsará una serie de modificaciones en el régimen migratorio” para que “las universidades nacionales puedan cobrar aranceles a los estudiantes extranjeros no residentes” y terminar con la “gratuidad médica para extranjeros tal como las conocemos hasta ahora”. Habrá que estar atentos. Las reformas deseadas por el señor Milei también habrán de alcanzar –para ampliarlas– a las causas por las que un extranjero podrá ser expulsado del país o negársele el ingreso.
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump –a quien Milei percibe como referente político– en un acto de campaña en Durham, New Hampshire, aseguró que los inmigrantes están “envenenando la sangre de nuestro país”. En otro mitin sostuvo que los desplazados haitianos en Springfield, Ohio, “se comen a los perros, los inmigrantes se comen a los gatos, a las mascotas”. Noticias falsas. Bulos. Mentiras contra los migrantes “porque eso rinde políticamente”, como lo explica el catedrático Norbert Bilbeny y se pudo verificar con el resultado de las elecciones norteamericanas.
Los iliberales no parecen ni demuestran tener escrúpulos ni marcos éticos. De allí el alto valor estratégico y preventivo del foro en Barcelona para avanzar en la promoción y construcción de “sociedades pacíficas e inclusivas”, como lo propone el Objetivo para el Desarrollo (ODS) 16 de la Agenda 2030. No vamos bien.
FIBRA SOCIAL
“En un mundo cada vez más globalizado, el racismo y la discriminación siguen dañando y socavando la fibra social de nuestras sociedades”, sostiene la Unesco y acuerdo con ese diagnóstico. De allí el alto valor de estos foros, de estas disertaciones y de estos debates que se dieron en esa ciudad refugio. Ninguna palabra entre las dichas y escuchadas estuvo demás.
Se describieron horrores y se trazaron esperanzas. “Hasta que la dignidad se haga costumbre”, fue uno de los sueños dichos. Esas siete palabras, vale destacarlo, activaron un enérgico aplauso con ovación. El querido amigo-hermano Luis Carrizo (70), incontenible, de inmediato las clavó en las redes. “¡Una maravilla!”, categorizó. Psicólogo, magíster en Desarrollo Local y Regional por la Universidad Católica del Uruguay, doctorado en la Université Sorbonne-Nouvelle Paris 3, sabe de qué habla.
Las dijo Francia Márquez (43) –desde el 7 de agosto de 2022 vicepresidenta de Colombia– abogada, con una extensa trayectoria como ambientalista y activista por los derechos civiles. Su voz sonó como una especie de clamorosa oración latinoamericana gestada medio siglo atrás cuando Iván Patricio Eugenio Manns de Folliot –cantautor chileno– en el exilio, desgarrado lloró la desaparición forzada y el asesinato de Bautista van Schouwen Vasey –el Bauchi– médico, en manos de los esbirros del dictador Augusto Pinochet Ugarte. También aquellas violencias, como todas las violencias, fueron paridas por el odio. Digamos basta a las discriminaciones, a la xenofobia y al racismo. Animémonos a ser humanos y dignos, “hasta que la dignidad se haga costumbre”.