Veinticinco de noviembre. No es un día más. Siento que es, por sobre todo, memoria y el recuerdo de las Mariposas o el de las Mirabal, como quieras llamarlas, aunque así escritas, con mayúsculas. El espectro es tan amplio como siniestro. Hay mucho por hacer y #NoHayExcusa. Los datos son estremecedores.

  • Por Ricardo Rivas Periodista
  • X: @RtrivasRivas
  • Fotos Gentileza

Eran ellas Patria, Minerva y María Teresa. Así se lla­maban esas tres hermanas heroicas que en aquella luc­tuosa jornada fueron asesi­nadas por orden del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Era el 25 de noviem­bre de 1960.

Aquel déspota y criminal de Estado –violador sistemático de los derechos humanos– entre 1930 y 1961 presidió o comandó República Domini­cana. Eran tiempos de cam­bios y bipolaridad ideológicos aquellos que corrían desde el fin de la Segunda Guerra Mun­dial y en pleno desarrollo de la Guerra Fría. La década de los años 60, en el siglo pasado –la centuria de las guerras, las crueldades, los holocaus­tos y dos tragedias nuclea­res– es también la que, desde muchos años, cuando conocí ese paraíso caribeño que es Dominicana, prefiero aludir a ella como la del “tiempo de las mariposas”.

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Recuerdo fue en Samaná, en esa bella península en cuyas costas habitan curti­dos pescadores, donde supe de doña Betania. Una mujer de pueblo. Los años 80 esta­ban a la vuelta de la esquina. Desde el corazón de las mon­tañas una brisa fresca traía sones de bachatas y meren­gues hasta la rompiente que los acallaba. Nunca existe el silencio donde comienza el mar. Todos mis senti­dos estaban en alerta. Sin embargo, aquella, doña Beta­nia, como ausente, de rodi­llas en la arena atizaba unas pequeñas brasas para colo­car sobre ellas un cacharro de lata ennegrecido en cuyo interior, muy lentamente, cocinaba dos palometas.

ESPERA

De a ratos oteaba el mar. Esperaba a Francisco, su hombre, quien se internó con su bote en el Atlántico muy temprano en busca de pesca­dos para comer y vender. No pude con la curiosidad. Me acerqué. “¿Gusta una mama­juana?”, dijo cuando estaba a un par de pasos de distan­cia. Acepté. Sentado sobre un pequeño tronco de cocotero, la observé rociar lentamente una y otra vez con leche de coco a las dos palometas fres­cas. De a ratos las regaba con el jugo de unas pocas naran­jas silvestres que estrujaba con sus manos desgastadas.

Francisco no llega aún. “¿Sabes tú de las maripo­sas? Cada atardecer rezo por ellas”, dijo. Fue el ins­tante mismo en el que com­prendí que aquel triste 25 de noviembre del 60, cuando Trujllo ordenó a los ejecu­tores que abran fuego sobre Patria, Minerva y María Teresa, parió millones de Mirabal, millones de Mari­posas, que desde entonces se transforman y renacen con deseos de volar en procura de la libertad.

Por esa razón, la efeméride que, desde el 17 de diciem­bre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) instituyó como el Día Internacional para Eliminar la Violen­cia contra la Mujer cada 25 de noviembre. #NoHayEx­cusa para no hacerlo, dice el lema de ONU Mujeres –agencia mul­tilateral especializada en este tipo de violencias–, que ade­más precisa que este flagelo “contra mujeres y niñas sigue siendo silenciado por un sis­tema que facilita la impuni­dad de los agresores, la estig­matización y la vergüenza de las víctimas”.

Detalla también que las agre­siones pueden ser “físicas, sexuales y psicológicas”; que los ataques pueden provenir “por parte de una pareja” y tipifica como tales el “mal­trato físico y psicológico, la violación conyugal, el femi­cidio”; “la violencia sexual y el acoso”; “el abuso sexual infantil, el matrimonio for­zado, el acecho, el acoso calle­jero y cibernético”; la “trata de personas”; el “matrimo­nio infantil”.

“En Paraguay el panorama es preocupante. El 65 % de las mujeres en este país no se sienten seguras”, dice Larissa Chase, directora ejecutiva y fundadora de ICA Consultoría Estratégica

HAY MUCHO POR HACER

El espectro es tan amplio como siniestro. Hay mucho por hacer y #NoHayExcusa. ONU Mujeres revela infor­mación estremecedora. “En el transcurso de 2023, cada 10 minutos una mujer murió a manos de su pareja o de un familiar”. Puntualiza tam­bién que “una de cada tres mujeres sufre violencia a lo largo de su vida”, que “una de cada cuatro niñas ado­lescentes sufre maltrato por parte de su pareja” (https://www.unwomen. org/es/articulos/datos-y-cifras/datos-y-cifras-vio­lencia-contra-las-mujeres) y declara que “el femicidio o feminicidio (asesinato intencional de una mujer o niña debido a su género) es un problema universal y (a la vez) la manifesta­ción más brutal, visible y extrema del ciclo de violen­cia de género que sufren las mujeres y las niñas”.

“El 46 % de las mujeres a nivel global asegura que ‘no se siente segura o confiada cuando camina sola en las noches por su barrio’”, res­ponde Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices Argentina (www.voicescon­sultancy.com), quien, ade­más, detalla que la Argen­tina “se ubica en el top 2 del ranking de países con mayor proporción de mujeres que fueron víctimas de violencia física o psicológica en los últi­mos doce meses”.

Abruma. “En Paraguay, el panorama es preocupante”, sostiene, por su parte, Larissa Chase, directora ejecutiva y fundadora de ICA Consulto­ría Estratégica (https://icapy.com/). Precisa además que “el 65 % de las mujeres en este país no se sienten segu­ras caminando solas de noche en sus barrios”, lo que en su análisis da cuenta de la exis­tencia de “un entorno de inse­guridad y violencia cotidiana hacia las mujeres”.

ENCUESTA GLOBAL

Ambas profesionales durante el último año participaron activamente en la realiza­ción de una encuesta global que coordina WIN (World­wide Independent Network of Market Research) en 39 países. Los datos fueron reve­lados a este periodista en las horas previas al Día Interna­cional para Eliminar la Vio­lencia contra la Mujer. Ese mismo indicador da cuenta de que en “Chile así se mani­fiesta el 83 %” de las consulta­das. En “México (83 %), Ecua­dor (75 %), Brasil (71 %) y algo más abajo Perú con 64 %”.

En Europa la compulsa revela que el mismo sentimiento de inseguridad lo expresan en “Italia el 63 % de las consulta­das, Grecia (62 %); Irlanda (58 %); Francia (54 %) y el Reino Unido (50 %)”. En la región de Asia-Pacífico, los datos consignan que en “Malasia alcanza a 56 %, Corea del Sur (51 %); en tanto que en Vietnam y Filipinas ese sen­timiento se ubica en el 9 %”.

En lo que respecta al mundo del trabajo, el relevamiento realizado por WIN reporta que “el 44 % de las personas encuestadas a nivel global señalan que las mujeres tie­nen menos oportunidades laborales y de avanzar en sus carreras que los hombres”. En poco más de cinco años será necesa­rio que cada Estado parte de Nacio­nes Unidas revise qué Obje­tivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) quedan pendientes de alcanzar de la Agenda 2030, que fue apro­bada en la sede de las Nacio­nes Unidas entre los días 25 y 27 de setiembre de 2015.

El 46 % de las mujeres en el nivel global no se siente segura cuando camina sola en las noches por su barrio”, sostiene Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices

CONSENTIMIENTO EN OBLIGARSE

Aquel compromiso –para nada obligatorio– los jefes de Estado lo asumieron “en nombre de los pueblos a los que servimos”. En aquel momento histórico para la humanidad también se mani­festaron “resueltos a (…) com­batir las desigualdades den­tro de los países y, entre ellos, a construir sociedades pacífi­cas, justas e inclusivas, a pro­teger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empodera­miento de las mujeres y las niñas”.

Además, reafirmaron “la importancia de la Declara­ción Universal de Derechos Humanos”; expresaron que “la consecución de la igualdad entre los géneros y el empo­deramiento de las mujeres y las niñas contribuirá decisi­vamente al progreso (porque) no es posible realizar todo el potencial humano y alcanzar el desarrollo sostenible si se sigue negando a la mitad de la humanidad el pleno disfrute de sus derechos humanos y sus oportunidades”.

Solemnemente acordaron entonces que “se elimina­rán todas las formas de dis­criminación y violencia con­tra las mujeres y las niñas”. No vamos bien y es preciso ir por más. Tengo claro que en una década muchos de aque­llos líderes ya no están. Pero sé que la continuidad jurídica de los Estados exige a los que los sucedieron mientras for­malmente no denuncien ni declinen de lo actuado por sus antecesores. No es lo que quieren, sino lo que deben y a lo que se obligan para sus naciones.

Los datos más recientes entristecen y abruman: “736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida. El riesgo (de que ello ocurra) es mayor entre las jóvenes; “1 de cada 4 adoles­centes ha sufrido abusos de su pareja”; “entre el 16 % y el 58 % de las mujeres en todo el mundo experimentan violen­cia de género facilitada por la tecnología, (y) sobre todo (se verifican estos ataques en el segmento etario de) la gene­ración Z y las milenials”; “el 70% de las mujeres en conflic­tos, guerras y crisis humani­tarias experimentan violencia de género”; y “la mutilación genital femenina ha aumen­tado un 15 % en comparación con los datos de hace ocho años”. #NoHayExcusa.

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