El Día de los Muertos es una celebración que es producto de un sincretismo entre tradiciones cristianas y los rituales de fertilidad indígenas que tiene una pompa especial en México. Cada 2 de noviembre, los feligreses concurren a los cementerios no para lamentar la ausencia de sus seres queridos, sino para celebrar la muerte y recordar a aquellos que ya han partido físicamente. No obstante, la tradición de visitar a los difuntos se está perdiendo cada vez más al punto de que las autoridades municipales iniciaron un proceso de notificación a aquellas personas que mantienen en estado de abandono sus lotes en los cementerios.

Quizás haya pocas estampas domingueras más tristes que observar a los cadetes esperando el micro para volver a sus cuarteles tras el franco o ir a visitar la tumba de un ser querido.

“Solamente muero los domingos y los lunes ya me siento bien”, dice una canción de Sui Generis convalidando esa suerte de melancolía tan típica de las tardes dominicales.

Una leyenda dice que los muertos acostumbran a visitar a sus familiares los domingos de mañana para disfrutar de la compañía de ellos y la comida del día de descanso. Por eso las mañanas son tan alegres. Luego, al caer la tarde, vuelven a sus fríos sepulcros dejando en los vivos ese sentimiento azul que sucede cuando un grato y entrañable visitante debe partir.

Empero, es probable que la razón de mayor peso sea que, como afirma Alejandro Dolina, la gente se pone triste los domingos de tarde porque no le gusta su trabajo. Por eso él, quien ama el suyo, nunca es asaltado por ese abatimiento. Tal vez no en vano en el mejor oficio del mundo el domingo es un día laboral más y, muchas veces, el más importante de la semana.

Hecha esta digresión, ¿se está perdiendo la costumbre de visitar a nuestros difuntos? Definitivamente Gustavo Adolfo Bécquer tenía razón: “Cerraron sus ojos / que aún tenía abiertos / taparon su cara / con un blanco lienzo; / y unos sollozando, / otros en silencio, / de la triste alcoba / todos se salieron. / La luz que en un vaso ardía en el suelo, / al muro arrojaba / a sombra del lecho; y entre aquella sombra / veíase a intérvalos / dibujarse rígida / la forma del cuerpo. /Despertaba el día, / y, a su albor primero, /con sus mil ruidos / despertaba el pueblo. Ante aquel contraste / de vida y misterios, / de luz y tinieblas, / yo pensé un momento: / ¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos!”.

CADUCIDAD

En contacto con El Gran Domingo de La Nación, Gerardo Arévalo, jefe del Departamento de Necrópolis de la Municipalidad de Asunción, confirmó que la comuna tiene una ordenanza que les “faculta a recuperar los lotes que están en caducidad, es decir, cuyos titulares no hayan pagado las tasas durante cinco años. Es la única forma en la que nosotros podemos dar respuesta a la problemática de la falta de espacios en los cementerios municipales. Casi ya no hay lugar”.

A renglón seguido detalló que los tres cementerios municipales –a saber, Recoleta, del Sur y del Este– tienen una demanda de unas 3.000 inhumaciones anualmente. Sin embargo, casi el 50 por ciento de las personas fallecidas no tiene lugar.

Gerardo Arévalo, jefe del Departamento de Necrópolis

“Esto significa que la Municipalidad debe recuperar aproximadamente 1.500 lugares de manera anual para dar respuesta a esta problemática. Este año estamos notificando a las personas por el abandono de sus lugares. En la notificación recordamos a los usufructuarios que son ellos quienes tienen que encargarse del mantenimiento edilicio de su lugar”, indicó.

MULTA

Asimismo, el funcionario adelantó que procederán a aplicar la multa contemplada en la ordenanza por la dejadez y el abandono de los lotes, que es de dos jornales mínimos, que equivalen a G. 215.254.

“Lo que nosotros pretendemos es que la gente se acerque y trate de mejorar el estado edilicio de sus lugares. No es que se va a hacer un desalojo. Lo que estamos haciendo es recuperar los lotes que están visiblemente vacíos. Hay personales trabajando en el campo que visualizan aquellos lugares que están abandonados y pasan a la oficina los números de padrones. Luego se verifica el estado de cuenta y de acuerdo a eso se procede. Nosotros no tocamos ni desalojamos a nadie”, aseguró.

Con relación a cómo se ejecuta el proceso de notificación, señaló que en primer lugar verifican en el sistema si aparece una dirección y, en caso contrario, proceden a pegar el aviso por los panteones que se encuentran en mora a la espera de que con motivo de estas fechas las personas se acerquen a visitar las tumbas de sus familiares y posteriormente regularicen su situación.

“Cuando alguien muere las personas se acuerdan de sus lugares en los cementerios y muchas veces se ven en figurillas porque están atrasados, están en caducidad, no pueden pagar porque el sistema les bloquea porque ya pasaron cinco años y los panteones están en total dejadez. Eso es por la falta de visitas”, añadió.

Foto: Néstor Soto

Cuestionado ante las quejas respecto a la falta de limpieza de los espacios comunes como los pasillos, esgrimió que se trata de áreas muy amplias que están arborizadas por ejemplares añosos, por lo que están trabajando con Aseo Urbano para la poda de los árboles y carpida de las malezas debido a que no cuentan con la cantidad suficiente de personal.

Foto: Néstor Soto

PÉRDIDA DE COSTUMBRE

En lo que atañe a la afluencia en los cementerios, dijo que “categóricamente ha disminuido. Se perdió esa costumbre de visitar a los muertos. Quizá haya cambiado la mentalidad misma porque son generalmente personas mayores las que visitan los lugares. Antes era toda una fiesta patronal los lunes porque era el día acostumbrado de visitar a los muertos. Esa costumbre quedó en el olvido”.

Por último, con relación a qué planes de mejoramiento están contemplados o siendo ejecutados actualmente en los cementerios municipales, Arévalo apuntó que la comuna firmó un convenio con la Administración Nacional de Electricidad (Ande) para la iluminación de estos predios y que ya completaron el trayecto reconocido como patrimonio cultural en la Recoleta. Además, aseguró que esta iniciativa también será replicada en los cementerios del Sur y del Este, sobre todo para contrarrestar el problema de los robos perpetrados por consumidores problemáticos de estupefacientes, que además dejan todo tipo de desechos en el lugar.

La cada vez más escasa afluencia de personas en los cementerios es corroborada por las vendedoras de flores. Gladys, quien toma tereré con sus colegas y funcionarias municipales en la explanada de la Recoleta, nos cuenta que creció en ese lugar al lado de su madre, con quien se inició en el oficio de florista hace más de cinco décadas.

La mujer confirma que las personas visitan cada vez menos a sus difuntos. “Ahora la gente ya ni siquiera viene a dejar la cruz luego de los nueve días del entierro. Mucho menos van a venir dos o tres años después. Vienen, les entierran y chau, ya les dejan abandonados a sus seres queridos, pero no tiene que ser así”, se lamenta.

EXPECTATIVA

Sin embargo, para este 1 y 2 de noviembre, Día de Todos los Santos y de los Muertos, respectivamente, esperaban que las personas se acerquen a visitar a sus familiares fallecidos. “Espero que se acuerden nuevamente de sus seres queridos”, anhela mientras explica que las rosas, los girasoles y los crisantemos tienen un costo de G. 10.000 cada uno y tres por G. 20.000, en tanto que los arreglos con flores surtidas también tienen un costo de G. 20.000 y vienen preparados con algodones húmedos para no usar agua y de esa forma combatir la epidemia del dengue y la chikunguña.

“¿Vuelve el polvo al polvo? /¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es sin espíritu, / podredumbre y cieno? / ¡No sé; pero hay algo / que explicar no puedo, / algo que repugna / aunque es fuerza hacerlo, / el dejar tan tristes, tan solos, los muertos!”, finaliza compungido el poeta.

Tras realizar la limpieza, fumigar y acomodar nuevamente los utensilios al interior del panteón de mi abuela Petrona, una operación que realizo a intervalos cada vez más irregulares, antes de retirarme lanzo una última ojeada y exclamo, siguiendo a Bécquer, “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”.

Foto: Néstor Soto

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