- Por Toni Roberto
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Este domingo, Toni Roberto hace un viaje a través de la memoria que hilvana arquitectura y poesía, una unión siempre fecunda que moldea la materia a través de las palabras y el pensamiento.
Eran las 8 de la noche. El enorme complejo de la Facultad de Arquitectura rodeado de una exuberante vegetación sanlorenzana movía mis recuerdos como si fueran una película en la que se me presentaba la vieja fachada de aquella casona malograda de la avenida España donde por décadas, desde finales de 1961, se encontraba la hoy Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte.
UNA VIEJA NAVE IMPOSIBLE
Como si fuera un viaje a muchos lugares del túnel del tiempo en una de esas naves imposibles que se pensaba en los años 50, en el aula magna que estaba repleta de pasajeros se presentaba el libro de Ida de los Ríos Morselli; enfrente conduciendo, se encontraban en el centro la profesora emérita De los Ríos, flanqueada por Roberto Noguer, el decano Puchero Insfrán, Aníbal Cardozo Ocampo y Luis Silvio Ríos; del otro lado los pasajeros, Luis Fernando Meyer, Annie Granada, Julio Cacace, Lolia Lavand, Rodolfo Oviedo, Ángel Molina, el profesor Galeano, entre muchos otros, sumados a los alumnos de la facultad que, como decía la autora que se jubiló hace once años, “hoy estos alumnos ya no me conocen ni yo a ellos”.
DESDE CLORINDO TESTA A JOSÉ LUIS APPLEYARD
Hilvanando pensamientos, Ida de los Ríos ¿nos presenta un libro de arquitectura? No, es un depósito hilvanado donde intervienen hasta los más complicados recovecos del cerebro humano oteados a principios del siglo anterior por el Dr. Freud, la consciencia y la inconsciencia del paso previo a la elaboración de un proyecto. Así, podemos encontrar pensamientos desde el argentino Clorindo Testa, cortas y potentes frases de Bachelard, de Le Corbusier, llegando al paraguayo José Luis Appleyard.
ARQUITECTURA Y POESÍA
La arquitectura y la poesía están absolutamente tejidas por las manos de Ida. Me recuerda al viejo local de la antigua fábrica Martel, donde aquellas costureras iban pasando las máquinas haciendo correrlas en un eterno ida y vuelta o al taller de Zulema Noceda, modista y olimpista, con su vieja Singer que vio durante décadas cómo se unían kilómetros de telas. Así, es este libro de Ida de los Ríos la unión entre la razón y la emoción, entre la arquitectura y la poesía.
De la misma manera, Roberto Noguer, siguiendo las instrucciones de Ida, logró concatenar la idea, realizando unos decididos collages a partir de los textos y acuarelas de la autora. Noguer va interpretando y realizando una gráfica de un tiempo sin tiempo que acompaña esta publicación número quince de la serie de Cuadernos de Arquitectura de la FADA denominada “El proyecto de arquitectura”.
El delicado equilibrio entre la emoción y la razón, bajo el cuidado de Emma Gill Nessi, siendo decano José “Puchero” Insfrán.
En un pasaje del libro, De los Ríos Morselli nos presenta un fragmento de Appleyard que dice:
“¿Qué es una casa? Una argamasa inútil. Un doliente/conjunto de ladrillos apagado”. Y yo le respondo con un texto de Moisés Feimmann del mismo libro:
“La casa es el centro del universo, el patio es el centro de la casa y en él cabe a su vez todo el universo. Cada casa tiene sus propias leyes, su propio gobierno, sus territorios, sus cielos, sus fronteras…”.
Así yo voy hilvanando mis propias asociaciones a partir de las de Ida, que nos invita a ver más allá de la razón, más allá de la emoción, a ver nuestra propia casa interior, a entender los vericuetos del pensamiento que llevan a hacer nuestra propia arquitectura.