El director de cine de animación español Coke Riobóo estuvo brindando talleres en nuestro país sobre las técnicas y las posibilidades que ofrece este formato audiovisual para la comunicación y la educación sobre temas sensibles en un lenguaje más amable y ameno. Músico, compositor y animador, dirigió películas y comerciales y ganó un premio Goya, máximo galardón del cine español.

El director de cine de animación español Coke Riobóo desarro­lló en las dos primeras sema­nas de este mes un impor­tante taller de la técnica del stop motion con singular éxito en el Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS) de Asunción.

“La animación foto a foto para hacer mover objetos inanimados puede reflejar inquietudes políticas, per­sonales y sociales, y es un medio extraordinario para tratar temas comprometidos y espinosos con una variedad de técnicas”, definió el autor de “El viaje de Said”, corto ganador del Premio Goya en 2006.

En dicho taller ofreció un panorama de las herramien­tas tecnológicas y softwares profesionales existentes para la creación de piezas anima­das, cómo crear los persona­jes, cómo crear los decora­dos con materiales variados y dio indicaciones para pla­nificar un cortometraje y una introducción sobre pospro­ducción.

Aquí su diálogo con La Nación/Nación Media:

–¿Cómo se dio tu proceso para usar la animación como medio de expresión?

–Empecé en el mundo de la animación por pura casuali­dad, trabajaba de músico pro­fesional hasta el año 2000 y en el verano se suspendió una gira que iba a hacer con una banda y quedé en casa varado sin nada que hacer.

Así empecé a hacer pruebas con una camarita chiquita de vídeo. Y a partir de ahí, des­pués de tres meses haciendo pruebas, realicé un primer cortometraje muy amateur, muy casero, que ganó muchí­simos premios y, bueno, pues decidí que era una vía intere­sante para poderme expre­sar artísticamente porque daba salida también al gusto que siempre he tenido por el modelaje, por la pintura, por el dibujo... Y también la posibilidad de contar histo­rias de una manera más pro­funda, real y exacta. Enton­ces, gracias a eso empecé a trabajar. Hice varias cositas muy amateurs hasta “El viaje de Said”, con el que gané el premio Goya. Y a raíz de ahí, pues ya la cosa fue rodada y empezaron a ofrecerme tra­bajos y a poderme mantener un poco como animador y como director en la industria.

CONCIENCIA CRÍTICA

–En un mundo tan audio­visual, la gente en mayoría consume memes y videos cortos de las plataformas sociales. ¿Cuán importante es educarse en la construc­ción del relato visual?

–Pues creo que es importan­tísimo. Acá no sé cómo estará, pero allá en España todos los chavales tienen tablets, tie­nen teléfonos, pero no se da educación visual, alfabetiza­ción visual en la escuela. En parte yo creo que puede ser también un poco por man­tener a la gente en la ignoran­cia porque la incultura hace a las personas más maleables, más manejables. Creo que es superimportante crear un espíritu crítico y crear una conciencia crítica de las nue­vas generaciones a través del audiovisual. Y que ellos tam­bién sepan leer entre líneas la información visual que les entra constantemente. Es muy complicado porque lo que se consume suele tener muy poca calidad y ser muy inmediato. Entonces, luego cuesta mucho poder ver una peli de autor, películas que tengan ritmos diferentes a las de Marvel o las pelis de acción donde hay un cambio de plano cada dos segundos.

–¿Qué importancia te parece que puede tener este lenguaje a nivel social?

–Formarse audiovisual­mente es fundamental y, a nivel social, por supuesto, hay que reivindicar la herra­mienta audiovisual, en mi caso la animación, como medio también para denun­ciar ciertas situaciones socia­les, económicas y políticas, de una manera amable, de una manera divertida o de una manera distinta, a lo que sería el expresarlo en medios de comunicación, ya sea en periódicos, telediarios y esto.

CRISIS MIGRATORIA

–Vemos en “El viaje de Said” una reflexión sobre las migraciones. ¿Qué repercusiones recibiste?

–En principio me permitió dedicarme a la animación.

Es una historia que, a pesar de no ser marroquí, conté muy de cerca porque llevaba muchísimos años viajando a Marruecos. Cuando empecé a idearla en 2000 y a reali­zarla en 2005 el problema de la migración estaba muy fuerte, pero sobre todo era gente que migraba de Arge­lia y de Marruecos, del norte de África hacia España por el estrecho de Gibraltar. Todos querían cruzar, jugarse la vida y algunos de ellos murieron en el intento. Entonces, esta situación me marcó muchí­simo y decidí que tenía que hablar de alguna manera de este problema, pero no podía denunciarlo o hablar de ello de una manera muy directa.

–¿Cuáles son las fuentes que tomaste para esta ani­mación?

–A través de un cuento casi infantil, un poco inspirado en el relato de Pinocho, de Carlo Collodi, traté de contar esta historia de una manera suavi­zada, con un toque de humor, negro a veces, un tanto tam­bién crudo y fuerte. Triste­mente, este problema no solo no desapareció, sino que ha ido creciendo y es aprove­chado por ciertos sectores de la política más ultra para cargar las culpas de la econo­mía y de la falta de trabajo en la migración, cosa que no es para nada así. Es muy triste aprovecharse de personas con esta necesidad para hacer política de esta manera tan ruin y tan baja.

–Tuviste buenas devolu­ciones...

–Sí, por suerte. Estoy muy orgulloso porque desde el principio se estuvo proyec­tando en festivales sobre la migración, en eventos de oenegés y ahora mismo en España es una película que se utiliza en casi todas las escuelas públicas como mate­rial didáctico para hablar sobre estos temas: la xeno­fobia, el racismo, el miedo al otro, el miedo al de afuera. Es un material que compró el Ministerio de Cultura y, por supuesto, lo doné a Cruz Roja, a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y a todos los que tra­bajan con migrantes. Siempre que me piden proyectarlo en algún tipo de evento de con­cienciación pues tienen licen­cia libre para usarlo.

SINCRONÍA MUSICAL

–¿Qué rol juega tu oficio de músico en tus produccio­nes y en el cine en general?

–La música es el arma secreta y para mí juega un rol superim­portante. Cuando creo mis historias, a veces parto desde la música hacia la animación y otras veces parto desde la ani­mación a la música. Para crear “El ruido del mundo” adapté un sistema que ya estaba bas­tante inventado, que es ani­mar con partitura, darle una equivalencia a los fotogramas y a las corcheas y a las semicor­cheas para poder encontrar la sincronía perfecta con los fotogramas. Esto me permi­tió poder afinar muchísimo y animar de una manera muy musical. Para mí es superim­portante, compongo la música de todos mis cortometrajes, es casi un 30 o un 40 % del resul­tado final de una película.

–Vimos que también hiciste videos educativos a partir del cine de anima­ción. ¿Te interesa particu­larmente este rol?

–¡Muchísimo! Llevo años trabajando como profesor de animación. Desde los ini­cios de mi carrera tuve la oportunidad de ser maestro en la escuela oficial de cine de la Comunidad de Madrid. Y a partir de ahí también he seguido desarrollando muchos cursos por todo el mundo. He estado en varios países africanos, en Asia y, por supuesto, acá en Latinoa­mérica. Y casi todos de mano de la Agencia de Coopera­ción Española, del programa Acerca y de otras modalida­des de cooperación.

–¿Qué posibilidades te parece que brinda este formato?

–Creo que es darle una opor­tunidad a gente que no sabe cómo funciona esta técnica que se adapta muy bien a las posibilidades de cada per­sona. A gente que a lo mejor no sabe dibujar bien o no sabe modelar bien les permite hacer animación con obje­tos, con comida, con perso­nas, con cualquier cosa que pueda ser susceptible de ser fotografiada. Y entonces te permite abrir una puerta, una herramienta de expre­sión muy potente para la gente. Y sé que allá donde voy plantamos alguna semi­llita y luego, a lo largo de los años, veo cómo esa semi­lla va creciendo. Y estoy en contacto con muchos de los alumnos que he tenido a lo largo de estos 20 años traba­jando con este tipo de talleres y de cursos. Y para mí es un orgullo ver que hay gente que va evolucionando y va consi­guiendo unas películas y un nivel creativo muy potente.

IMAGINARIOS

–¿Qué nos podés contar de la rica experiencia de haber impartido talleres en diferentes lugares de España y Latinoamérica?

–Para mí es fascinante el poder viajar alrededor del mundo y me ayuda tam­bién a ver un poco distintas maneras de crear, de pensar el imaginario común de cada lugar, en las tradiciones, la cultura oral que hay en cier­tos sitios donde no hay tanta influencia de los mass media y de las grandes corporacio­nes o del manga y el animé japonés. Entonces ves sitios donde esa influencia no es tan fuerte y ves unas creaciones y maneras de armar las histo­rias muy bonitas. Yo aprendo muchísimo con estas expe­riencias. A veces diría que más que mis propios alum­nos. Lo que ellos me pueden ofrecer para ver una variedad tan amplia en haber estado en países tan distintos como Mozambique, Guinea Ecua­torial, Etiopía, Egipto, Jor­dania, Irán, Turquía. Luego, en Latinoamérica estuve en Cuba, Venezuela, México, por supuesto acá. Es mi primera vez en Paraguay y para mí fue una experiencia fascinante y superenriquecedora.

–¿Cómo ves al Paraguay y su cine?, ¿encontraste algo particular en estos días que te gustaría des­tacar en torno a nuestras posibilidades?

–He visto poco cine en Para­guay, pero he estado escu­chando bastante música folclórica, de fusión, fui al Festival Mundial de Arpa. He visto la película “Siete cajas”, pero cuando regrese a España buscaré la música y el cine que me recomen­daron para ver. En lo que hace a los alumnos que he tenido en el taller, les veo con muchas ganas y mucha pasión. Es verdad que hay un poco de falta de conoci­miento acerca de esta téc­nica, pero sí que algunos ya conocían y que tienen una destreza especial.

–¿Qué esperás como prin­cipal resultado de tu visita a nuestro país?

–Yo espero que acá también sirva para poder abrir una puerta y que empiece a des­pegar un poco más la anima­ción paraguaya en la técnica de stop motion, aunque por supuesto ya había ejemplos. Creo que hay mucho talento acá y hay que explotarlo más. Sobre todo estaría bien que el cine y en concreto el cine de animación tuviesen más ayu­das para poder realizar estas películas, porque son proce­sos muy largos que requieren de un poquito de esfuerzo y de ayuda monetaria para poder realizarlos.

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