Milton, en el golfo de México, y Kirk, sobre el Atlántico, tienen algunos parecidos. El más relevante de ellos, a no dudarlo, es que son “huracanes mayores”. Así se los suele categorizar y llamar en el ámbito de la meteorología, que es esa “ciencia interdisciplinaria que estudia el estado del tiempo, el medio atmosférico, los fenómenos allí producidos y las leyes que lo rigen”, según un manual del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Panamá.

Una segunda coincidencia es la de la contemporaneidad. La tercera es que ambos son de grado 4 y, por tanto, la peligrosidad para las zonas que atraviesan y, eventualmente, quienes en ellas habiten, es del más alto nivel. Difieren sí en que Milton desde el golfo de México avanza hacia el estado de Florida, en los Estados Unidos, y Kirk se dirige hacia España. Milton, desde varias jornadas, pone en jaque a Tampa, primera población en su frente de avance, y Kirk al parecer ingresará en Europa a través de Galicia.

Por si algo le faltara al primero de los mencionados, poco más de una decena de días atrás fue precedido por Helene, otro huracán de grado 4 que, cuando se desactivó –también en el estado de Florida– dejó tras de sí no menos de 300 muertos. Tragedia. Los medios estadounidenses transmiten las 24 horas de cada día toda la semana para mostrar el pavoroso avance de Milton hacia el interior de Norteamérica y al mundo.

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¿Espectacularización de la noticia? Si no lo es, es muy parecido. “Es simplemente un huracán increíble, increíble, increíble. (Su voz se quiebra. Respira profundo). Ha caído 50 milibares en 10 horas. (Vuelve a inhalar profundamente. Se recompone). Lo siento, esto es horroroso”, explica el veterano meteorólogo John Morales en la tele estadounidense.

SIGNOS VITALES

Esa sorprendente reacción emocional desde ese mismísimo instante recorre el sistema nervioso de la aldea global de alguna manera constituido por medios tradicionales, las plataformas y las redes. A través de ellas parece que se hacen evidentes los signos vitales del planeta. ¿Estará claro para las audiencias que hay otros indicadores más allá del relato de la tragedia –eventual o real– y las violencias? El zócalo de miles millones de televisores donde dice que “Meteorólogo llora en vivo por Milton” deviene en tema de tendencia (trending topic).

El huracán Milton pierde el liderazgo. “Es el peor en golpear el estado de Florida en un siglo”, sentencia el presidente Joe Biden. “Insto a todos los que se encuentren en la trayectoria (...) a que escuchen a las autoridades locales y sigan las medidas de seguridad. Si están bajo órdenes de evacuación, deben evacuar ahora mismo. Deberían haber evacuado ya. Es una cuestión de vida o muerte, y no es una exageración”, añadió The Old Joe, como se lo suele mencionar en la interna del Partido Demócrata.

Milton, aunque es la referencia y el disparador, nuevamente pierde algo de visibilidad. Biden es trending topic. “Esto es literalmente catastrófico. Puedo decir esto sin que sea exagerado: si eligen quedarse en una de las zonas de evacuación, morirán”, advierte Jane Castor, alcaldesa de Tampa, a la CNN. Su voz, su nombre, su imagen se trepan a la fama. La tendencia en las redes cambia de líder.

“En el futuro todos serán famosos mundialmente por 15 minutos”, predijo Andy Warhol en 1968 en los días previos a que su obra fuera expuesta en el Moderna Museet de Estocolmo, Suecia. ¡Profeta! “La humanidad se ha convertido ahora en espectáculo de sí misma”, sostuvo Walter Benjamin en 1936. “Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético”, añadió entonces.

NO GARPA”

¿Cómo confrontarlo 88 años después? ¿Quién recuerda a Kirk 560 palabras después de mencionarlo en esta misma historia? Sin evacuaciones masivas, sin pronósticos macabros, no gana espacio en las redes. “¡No tenía idea!”, responde Myriam en diálogo telefónico desde Miami cuando hago referencia a aquel huracán de grado 4 –como Milton– que al parecer avanza desde el Atlántico sobre Galicia en España. “¡Kirk no garpa!”, me dice un colega de la tele latina en Estados Unidos que migró del sur un par de décadas atrás.

Vuelvo a Myriam que permanece en línea. “Estuvimos en otros huracanes aquí y en otros lugares del Caribe, pero todos los preparativos para Milton son diferentes. Los noticieros no comentan muchas cosas que son importantes. Hace menos de dos horas recibimos del condado un mensaje en el que nos indican que, te leo: ‘Write your names somewhere on your body with something that won’t wash off with water so that if there’s an emergency we can know who you are’ (escriban con algo que no se borre con el agua sus nombres en alguna parte de su cuerpo para que si hay una emergencia podamos saber quiénes son)”.

Es el miércoles 8 de octubre. Verifico en las redes. “Hoy el huracán Kirk nos ha dejado imágenes impresionantes, una de ellas me ha hecho ponerme en pie y aplaudir… a su paso por Medina de Pomar ha echado abajo una de esas plazas de toros casposas donde reina la tristeza, ¡gracias Kirk!”, testimonia @NewArtForPeople, que claramente se opone a la tauromaquia. Poco y nada. Sigo en las redes. Intensifico las búsquedas. “Atención: por primera vez en la historia, tres huracanes se encuentran simultáneamente sobre el Atlántico. Huracán Milton, pasa a categoría 5 como superhuracán, con vientos de 180 MPH. Vienen Kirk y Leslie. Faltan 15 más en formación”, postea @Cata_4999.

Voy en busca de Leslie. “Washington, 9 oct (Prensa Latina). Luego de los pronósticos sobre su debilitamiento, el huracán Leslie recobra hoy fuerzas en su recorrido noroeste por el Atlántico, con vientos máximos sostenidos de 130 kilómetros por hora (km/h)”. Menos que poco y nada en la tele. ¿Y en las redes? Solo Milton, como heredero de Helene, que le quita algo de espacio a la carrera electoral por la presidencia en USA, saturada de fake news. ¿Habrá quienes quieran invisibilizar esa contienda? ¿Por qué no? Recuerdo a Zygmunt Bauman: “Las redes son una trampa”. ¿Serán acaso el objeto del deseo de los tramposos? Seguramente, no. Pero, preñadas de desinformación, en algunos casos, son “atendidas por sus dueños”, como los viejos almacenes de barrio.

MULTITARGET

Precisiones. Truth Social es la plataforma de Donald Trump. X, la de Elon Musk, el hombre más rico del mundo con una fortuna calculada en unos USD 256.000 millones. Meta, Facebook, Whatsapp e Instagram son propiedad de Mark Zuckerberg, en segundo lugar, con USD 205.000 millones. Con contenidos multitarget e intereses comerciales y políticos ampliamente conocidos, juegan en todas las canchas. Recordarlo no está demás. De allí que –aunque no solo en Truth Social, X o en alguna de las unidades de negocios de Meta– cada post debiera ser sometido a verificación antes de hacer RT.

Los dueños de las redes. Elon Musk, propietario de X; Donald Trump, dueño de Truth Social; Mark Zuckerberg, líder de Meta, Facebook, Whatsapp e Instagram. ¿Controlar la palabra?

Responsabilidad social. “La comunicación es una cuestión de culturas y no de ideologías”, sostiene Jesús Martín-Barbero. “Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada”, sostiene Hannah Arendt. Advierte luego que “un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal (...) y, así privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira (...) y, con gente así, puedes hacer lo que quieras”.

“Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea la mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada”, sostiene Hanna Arendt

Grave, por cierto. Alguna vez Eduardo Fidanza –querido amigo y maestro sociólogo de quien siempre aprendo– recordó en un texto profundo y esclarecedor que Charles Wright Mills, colega suyo estadounidense, escribió en 1956 que en los sistemas capitalistas “el dinero es el único testimonio claro del éxito (aunque) no es solo que los hombres quieran dinero, (sino) que sus propias normas son pecuniarias”. Desde esa perspectiva, Mills con ironía –el ácido humor que emerge de la inteligencia de los lúcidos– no trepidó para lanzar una suerte de bendición. “Bienaventurados los cínicos porque solo ellos poseen lo necesario para triunfar”.

No vamos bien. Tim Berners-Lee, Larry Roberts, Vinton Cerf y Robert Kahn, seguramente, pensaron que los dramas del presente no habrían de suceder en el futuro, que es ese espacio temporal que transita la aldea global en el hoy y que, desde el mismísimo instante en que digité la coma que sigue, es el pasado. Curioso el tiempo, por cierto. En mi propio devenir solo el punto que habrá de marcar el cierre de esta oración es lo que sucederá en mi futuro inmediato. Ya pasó. ¡Increíble!

Aunque no mucho más que las invenciones de aquellos cuatro genios que desde los años 60, en el siglo pasado, inventaban lo que entonces esperanzaba y hoy, en alguna medida, nos abruma. Y, cuándo no, nos horroriza si no conseguimos dejar de lado el hecho de que ARPANET –creación primaria y base para el sistema que terminó de abrir las puertas al WWW (World Wide Web)– fue un desarrollo tecnológico encargado por el Departamento de la Defensa (¡vaya eufemismo!) de los Estados Unidos. Tim, Larry, Vinton y Robert tuvieron todo listo cuando agonizaba el siglo XX –el de las guerras y las crueldades en nombre de la paz, la libertad y la democracia– y la historia paría al siglo XXI.

LUZ DE UN FÓSFORO

Tal vez por ello imaginaron una internet libre, para todos y democrática. No fue ni es así. Las ideas de libertad y esperanza infinitas y sin riesgos en la red de redes, cuando transitábamos la última década de la centuria pasada, rápidamente trocó por planes de negocios con los que la gratuidad soñada por aquellos fue la “luz de un fósforo...”, como don Enrique Cadícamo metaforizó a un “amor pasajero” en la letra de un tangazo.

Un bajón. También en ese nuevo espacio digital se reprodujo la desigualdad y la falta de equidad perceptible en la posibilidad de acceder o no acceder. Admitámoslo. “Mientras la web ha creado oportunidades, dando voz a grupos marginados y haciendo más fácil nuestras vidas, también ha creado oportunidades para los estafadores”, dijo Berners-Lee el 12 de marzo de 2019 en una carta abierta cuando se cumplieron 30 años de aquel logro. Tal vez con algún grado de sabor amargo Tim reconoció (¿denunció?) además que la internet “le ha dado voz a los que proclaman el odio y ha hecho más fácil cometer todo tipo de crímenes”.

No son escasos los episodios que dan cuenta de que algunos científicos parecen sentirse arrepentidos de haber puesto tanta genialidad y sabiduría a disposición de quienes –por sus prácticas– inducen a pensar que transitan la vida alejados de todo sentido ético. Albert Einstein y Robert Oppenheimer irrumpen en mi memoria. La historia real y la que construye el cine que con frecuencia deconstruye la anterior para recrear lo que durante décadas se ha contado y hacer que a esas recreaciones millones las signifiquen como lo que fue sin que lo fueran jamás, me hace pensar en ellos.

CAMBIO

Berners-Lee, pese a todo, en aquella carta, admite creer en la posibilidad de que cuando la WWW alcance los 60 años logre “cambiar hacia mejor”. También lanza una advertencia. “Si no nos esforzamos en construir una mejor web hoy (...) no digamos que la web nos ha fallado, porque seremos nosotros los que le habremos fallado a la web”. No tengas cuidado Tim Berners-Lee, nadie podría acusar nunca a Antonio Meucci –inventor del teléfono en 1854– por haberlo hecho y que a través de ese medio se lancen amenazas, improperios, falsedades o mensajes de odio.

Tampoco a Alexander Graham Bell por patentar –22 años después– aquel invento de Meucci como propio en 1876. No, Tim. Olvídalo. Seguramente sí se habrá de valorar que, desde la WebFoundation, promueves que acceder a la internet “es un derecho” pese a que pienses que “crea incentivos perversos” para que con “ciberanzuelos” se cometan tropelías para que circulen notificas falsas, fake news, bulos o como te dé en gana llamar a esas acciones perversas.

¿Cómo regular el ciberespacio? Transitar desde el mundo real para deslumbrarnos con el virtual hasta habitar –como por estos días lo hacemos muchas personas– el mundo mixto es estresante. Incomprender está demasiado extendido. Aprovecharse de la incomprensión de millones, también. “Luchamos contra tres gigantes, mi querido Sancho: la injusticia, el miedo y la ignorancia”, dijo 419 años atrás “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” a Panza, su fiel escudero. Corría el 1605. Aquellos tres gigantes sospecho que hasta nuestros días gozan de excelente salud y buen pasar. La lucha continúa.

“Luchamos contra tres gigantes, mi querido Sancho: la injusticia, el miedo y la ignorancia”, dice el Quijote a Panza, su escudero, en 1605. Poco y nada ha cambiado 419 años después


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