El Centro Pompidou ubicado en un predio lindero al aeropuerto de Foz de Yguazú y a 10 minutos de las cataratas promete convertirse en un centro de la cultura regional. El multipremiado arquitecto paraguayo Solano Benítez cuenta que la idea es inaugurarlo antes de concluir el año 2026. La casa francesa, que ya tiene sedes en Bélgica, España, Estados Unidos y China, ahora se acerca a nuestras tierras con su acervo invaluable que contiene piezas de Pablo Picasso, Joan Miró, Salvador Dalí y Frida Kahlo, entre otros grandes de la plástica mundial.

“La idea es hacer circular las colecciones de la Fundación Pompidou por el mundo”, resume Solano Bení­tez, explicando el proceso que lo llevó a trabajar en este impor­tante diseño arquitectónico que tendrá impacto en Suda­mérica y el mundo.

Dice sentirse “honrado” por su elección y explica que la mayo­ría de las “antenas”, así le llama el Centro Pompidou a sus saté­lites en otros continentes, fue­ron diseñados por laureados colegas, situación que, a la vez que lo halaga, lo enfrenta a un desafío. “El lugar es impresio­nante por el inmenso atrac­tivo que tienen las cataratas del Iguazú y, por otro lado, la obra de los hombres, que es la represa hidroeléctrica de Itaipú”, comenta.

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Benítez fue elegido junto con su colega brasileño Angelo Bucci de una lista de más de 20 pre­seleccionados: “Cuando me anunciaron me dijeron ‘todos queremos que seas vos el que lo haga’”. Por ello ahora trabaja afinando diseños de los que ya hay una presentación que ilus­tra estas páginas.

La estructura permitirá “cami­nar debajo de una semisom­bra producida por una trama de apariencia liviana” hecha de ladrillos, se describe en una presentación del proyecto.

IMAGINACIÓN

“La educación y la producción de conocimiento, que es lo que nosotros intentamos utili­zar como mejor herramienta, llega tarde a la gente”, describe Solano.

Esta situación se da a causa de la multiplicación de la pobla­ción. Hoy el mundo tiene casi 8 mil millones de habitantes y, ante la imposibilidad de llegar a todos, es importante “estimu­lar el aprendizaje” y acercar los elementos para ello.

“En estos casos los museos son fabulosos, son lugares donde la gente va a aprender. Un dibujo de Picasso no implica más que un lápiz y una hoja de papel. Una obra de cualquiera de nuestros grandes pintores no es más que un pedazo de tela con un poco de pintura encima.

Sin embargo, esa gente lo llega a hacer de una manera tal que convida a que nosotros también lo hagamos. Entonces, una obra así es de la más alta importancia para un gobierno, nación o un territorio”, considera.

El arquitecto anticipa que la instalación funcionará además como centro cultural, “un lugar donde se produzca arte no solo de resguardo y de exhibición, sino una gran usina promo­tora”, apunta recordando que “la crisis de hoy no es de falta de recursos ni de conocimiento, sino de imaginación”.

–¿Por qué toma el ladrillo como un elemento central en su obra, en su desarrollo?

–Mucha gente habla de que se trata de un fetiche (risas), que decidí como una cuestión esti­lística elegir un determinado material, etc., pero en reali­dad lo que ocurre es que la idea de convocar la tierra, juntarla y hacer un prisma, una pie­dra artificial del tamaño de una mano para protegernos de la intemperie es siempre una buena idea. Quiero recor­dar que es una invención que tiene 6 mil años y se dio en la media luna fértil en la Meso­potamia. Con ladrillos se hizo la Muralla China, los Jardines Colgantes de Babilonia, Roma, la colonización de Sudamérica. Se sigue construyendo con ellos y cuando vamos a habi­tar el polo, donde no vamos a encontrar arcilla, hacemos con el agua congelada una pieza del tamaño de un ladrillo para hacer un iglú. Aunque nosotros podamos traer de cualquier parte del mundo la lámina de titanio con la que otros revis­ten sus museos y sus piezas más relevantes, nosotros podemos alcanzar la misma jerarquía y la misma dignidad utilizando nuestra inteligencia y el mate­rial más común a todos.

INTEGRACIÓN CON LA NATURALEZA

–El entorno de las catara­tas invita también a una reflexión ecológica. ¿Puede ayudar la arquitectura en este punto?

–Por supuesto. Aquí lo que hacíamos era vivir integrados perfectamente a la naturaleza y cuando alrededor nuestro disminuían la cantidad de ani­males o peces, lo que sea, nos íbamos a otro lugar y dejába­mos que ese lugar se renueve, se mejore, etc., etc. (NDR: el pro­ceso de migración guaraní). La evolución del ser humano a tra­vés del planeta ha hecho que hoy nuestra cultura no piense de la misma manera que pensaban socialmente nuestros indios acá y entienden al planeta como un sitio de recursos. No entienden que nosotros somos el planeta, que los recursos están para ser promovidos, aumentados y no para ser expoliados. El edi­ficio pretende ser un agente resiliente para mostrar cómo arquitectura y naturaleza pue­den empezar a imaginar nue­vas condiciones de compartir territorio.

–¿Podría contarnos un poco sobre el esfuerzo de su pro­yecto “La ciudad del futuro”, en Mendoza, Argentina, donde aplica la idea de reci­clar escombros y ladrillos de construcciones anteriores?

–Esto se da observando el entorno porque es una de las materias que más abundan. Somos una civilización que consume y descarta. Enton­ces, con inteligencia tenemos que ser capaces de pedirle al material que otra vez inte­gre otros procesos para aba­ratar costos y porque es una manera de disminuir la hue­lla ambiental. A partir de un concepto podríamos imagi­nar un futuro ideal y soste­nible donde los materiales estén dentro de un círculo de renovación permanente que nos permita estar en nuestro ecosistema mejor que hoy.

CAMBIO POSITIVO

–Recibió el doctorado honoris causa de la Univer­sidad Nacional de Rosario. Entendemos que amerita preguntar sobre la rela­ción de ciudad y río que comparten nuestras urbes con otras de Argentina, Brasil, toda la región…

–Creo que producir cono­cimiento es la clave según la cual vamos a poder evo­lucionar, poner en tren de superación de nuestras rea­lidades, atrevernos a hacer lo que todavía no sabemos hacer para desde ahí aspirar a un cambio positivo. Como investigadores en la uni­versidad podríamos imagi­nar que Encarnación o Car­men del Paraná a causa de la represa hidroeléctrica de Yacyretá vieron modificado el tamaño de los ecosistemas, lo que empezó a disponibilizar también una mayor cantidad de agua. ¡Ahora tenemos casi un mar!

–¿Y qué le sugiere esto?

–Que tenemos que aprender, poder repoblar nuestros ríos. Con respecto al agua, a mí me interesa imaginar qué ciuda­des podemos hacer y construir a partir de procesos de regene­ramiento de agua, de mejoría y filtración de la napa freática, de utilizarla como medio de transporte, de utilizarla como reserva y como fuente de pro­ducción, etc. No solo la que está en los arroyos, en los ríos, sino los territorios que pudié­semos disponibilizar a partir de la condición geográfica. Por ejemplo, detrás de San Bernar­dino y Altos hay un valle en el que podríamos hacer un lago, un “antropolago” que produzca bosque, hacer lo que hasta ahora no hicimos enfrentando con coraje las críticas, la risa, etc., que es lo que hace todo inves­tigador cuando desafía el statu quo e intenta producir conoci­miento, que es lo que hacemos con nuestro equipo en el Taller E de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

–Para cerrar le pedimos una reflexión sobre la vivienda en el país, el déficit habitacio­nal, los temas que conlleva…

–Entiendo que no solo tene­mos que brindar techo y pared, sino también dotar de acceso a salud, habitabilidad a la pobla­ción, que muchas veces termina gastando un tiempo absurdo en traslados porque hacemos los barrios en la loma del chi­rirí y termina gastando su vida yendo y viniendo o terminan robándose entre ellos por las condiciones de esos destinos. Tenemos que dar la oportuni­dad de vivir en las mejores con­diciones posibles. Es decir, no podemos aceptar un sistema de salud, educativo o eléctrico que sea más o menos. Por ello, debe­ríamos estar inventando ciuda­des ecosostenibles, que promo­cionen el medioambiente, por ejemplo. Necesitamos recrear la utopía urbana.

UN SUEÑO EN MARCHA

El gobernador de Paraná, Ratinho Junior, y el presidente del Centro Pompidou, Laurent Le Bon, visitaron recientemente el predio en el que se erigirá la obra arquitectónica de nuestro compatriota Solano Benítez en colaboración con el brasileño Angelo Bucci.

Se estima una inversión de alrededor de 40 millones de dólares para la edificación de 24 mil metros cuadrados. Según expuso Luciana Casagrande Pereira, secretaria de Cultura del estado de Paraná, Argentina, Brasil y Paraguay comparten “características culturales y sociales. La presencia indígena guaraní, la gran afluen­cia de inmigrantes en el siglo XIX, el Bosque Atlántico, el Parque Provincial de la Araucaria, el Chaco, el Pantanal y la yerba mate son aspectos vibrantes de la cultura, el paisaje... Las palabras que con­ceptualizan el museo son fronteras, territorio y arte”, dijo.

SOBRE EL PROYECTISTA

Solano Benítez egresó de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción (FADA-UNA) en 1986, conformando distintos colectivos, desde donde ha desa­rrollado actividad profesional como investigador. En la actualidad ejerce desde Jopoi de Arquitectura.

PREMIOS

  • 1999 Premio Década 89/99, Colegio de Arquitectos del Paraguay.
  • 2000 Finalista del Segundo Premio Mies van de Rohe para Amé­rica Latina.
  • 2008 Premio BSI Swiss Architectural Award al arquitecto menor de 50 años con mayor aporte a la disciplina.
  • 2011 Arquitecto del Bicentenario, premio a la trayectoria otorgado por la Asociación Paraguaya de Arquitectos.
  • 2012 HFAIA Honorary Fellow American Institute of Archi­tects. USA.
  • 2016 León de Oro de la Bienal de Vene­cia. Venecia, Italia.
  • 2021 Global Award for Sustainable Architecture. Unesco, París, Francia.
  • 2021 DHC Doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Asun­ción, Paraguay.
  • 2023 Condecoración en grado de oficial de la Orden do Rio Branco. Gobierno de Brasil.
  • 2024 DHC Docto­rado honoris causa de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
  • 2024 Medalla de oro de la FCARM (Federación de Colegios de Arquitectos de México).

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