Este domingo, Toni Roberto evoca a una figura familiar cuya trágica muerte en extrañas circunstancias cambiaría para siempre el destino de sus allegados.

Eran las 10 de la mañana del 5 de octu­bre de 1961. Suena el teléfono negro de la casa de la calle Alberdi 679, que traía una oscura noticia: había fallecido en un raro y trágico accidente el jefe de la casa. A partir de ahí todo cambió en la vida de sus habitantes para siempre. Las circunstancias nunca aclaradas, el silencio y las amenazas hicieron que la historia jamás se cierre, un detalle perfecto para que las heridas queden latentes.

EL VIEJO INTERIOR, SUS PAREDES Y SUS FOTOS

A veces, las tristezas se pueden convertir en elementos para la construcción de nuevas histo­rias, los recuerdos y los relatos de una dura contienda, la gue­rra del Chaco; la laboriosidad y la vida de un militar institucio­nalista, de lo cual habla en sus memorias su cuñado, el capi­tán Federico Figueredo, suma­dos a viejas fotos; una instan­tánea del personaje principal de estos relatos junto a Perón y Evita en el lejano 1951, ubicada en un rincón del empotrado cristalero, un gran retrato rea­lizado por el antiguo fotógrafo Max Brudner que dominaba la amplia sala, las paredes en verde viejo, los sillones en un distinguido bordó y las corti­nas en un rosa claro, que pare­cieran revivir algunas pintu­ras de la serie “Interiores” de Michael Burt, fueron los ele­mentos indispensables para empezar ese largo recorrido personal hace más de cua­renta años, habitados con­ciente o inconcientemente en dibujos y en estos artículos que van saliendo semana a semana desde hace más de cinco años y medio, ininterrumpidamente, cimientos arqueológicos de todos mis relatos.

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Casa Godoy Figueredo. Calle Alberdi. Construcción: Asunción c. 1949

LA BIBLIOTECA, MI ABUELO Y EL GENERAL BELAIEFF

Del otro lado del hall, la puerta del escritorio, el tin­tero, la biblioteca con libros de estrategia militar para la guerra y de la misma guerra del Chaco, recuerdos de la Guerra Grande, las memo­rias del vecino, el general ruso Juan Belaieff, sumados a los relatos de mi tío abuelo el Gral. Sinforiano Godoy, héroe de Boquerón, son responsa­bles de kilómetros de textos, desde el viejo Correo Sema­nal, espacio del que fui here­dero para escribir sobre la ciu­dad después de la partida de Manolo Prieto, pasando por las memorias de todos aque­llos que aportaron a “Cuader­nos de barrio”, muchos de los cuales hoy ya no están.

ASÍ HABITAN LOS QUE YA NO HABITAN

Así habitan los que ya no habitan, en la memoria, ese privilegiado lugar del cerebro humano que revo­lotea en las manos que teclean el pasado. En este corto viaje de pocas líneas de este sexto día del mes, el siguiente al Día del Camino, ahí en las vías de una auto­vía donde terminó sus días el motor de este domingo, mi abuelo el Cnel. Manuel A. Godoy, héroe de la guerra del Chaco que falleciera en Puerto Casado en el mismo lugar que le tocara defender el suelo paraguayo casi tres décadas antes.

Tal vez esta historia sea demasiado personal para contarla, pero no sería honesto si no pusiera en estas líneas de domingo estos recuerdos de aquella persona a la que no conocí, pero que está presente en todos mis pensamientos, en los rincones de aquella vieja casa, en las persia­nas, en las terrazas donde en la infancia esperaba su vuelta en el vetusto Chrys­ler DeSoto, en los póras que rondaban aquella antigua esquina del sur de Asunción, donde hasta 1921 se ubicaba el cementerio Español, todo, cada palabra de hoy es el caracú de la arqueología de ayer. Desde aquel 5 de octu­bre de 1961, Día del Camino.

Etiquetas: #Día del Camino

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