Este domingo, Toni Roberto realiza un recorrido a pie por la ciudad y, entre las numerosas muestras de arte callejero, rescata un mural que representa un enfrentamiento viral en un reality show.

¿Qué es el arte? Es una pre­gunta común a la que mucha gente trata de darle una respuesta. Tamaño trabajo en esta época que ni siquiera ya es contemporá­nea, a la que muchos pen­sadores prefieren llamarla “actual” por la rapidez con la que transcurre todo. Es pro­bable que algunos superdo­tados aventureros se sientan capaces de contestar ponti­ficando una complicada res­puesta.

Parafraseando a mi amigo Yito Morra, ¿qué es el futuro? Empujar el pasado hacia delante. Así, siguiendo sus sabias instrucciones, camino a contramano varias calles del centro de Asunción y sus alrededores, donde además voy contra la corriente.

De esta manera, veo gente mirando la llegada de su micro, algún alquimista prometiendo alguna cura mágica, malabaristas y en las paredes, de los más variados grafitis, reconociendo el tra­bajo de muchos autores, entre ellos los de connotados como el mismo Lucas We, Juanma Cabarcos u Oz Montanía, hasta algún mensaje de odio en un anónimo grafiti de un malogrado amor.

“NENA, YO SOY LA JURADA”

Bajo el amparo de estas últi­mas palabras, de repente me sorprenden unas voces televi­sivas del “Baila conmigo Para­guay” en la pantalla del celu­lar. “Nena, nena, soy yo acá la jurada”, dice una y la otra res­ponde “yo soy acá la partici­pante”. Dos conocidas muje­res de la farándula vernácula y sus respectivas voces.

De fondo, la esquina de Mcal. López y Gral. Bruguez. El artista, Lucas We, en una unión impensada hace unas pocas décadas: tecnología, arte, la voz en off de estas damas en disputa, sumada a las paredes o cerco que otrora fuera la Embajada del Uru­guay en la época de un malo­grado representante del país charrúa, que fuera asesinado equivocadamente en 1976, carga aún más la emoción de mi viaje en la pequeña pan­talla del ya vetusto Samsung S9 Plus.

Las convenciones se han roto. Lucas We, un valeroso joven formoseño nacido en 1986, de abuelos paraguayos, hijo de una modista y un boxeador de origen carapegüeño, criado y por sobre todo educado en el glorioso sistema educativo argentino del otro lado del charco, primero en el Cole­gio Nacional de Comercio de Formosa y luego en la UNNE (Universidad del Nordeste de Resistencia), nos propone una pieza del “pop art paraguayo”, tal vez la más potente de los últimos tiempos.

“Marilina”. Lucas We. Asunción, 2024

UNA OBRA DECLARADA “HIJA DE LA CALLE”

En el camino, del otro lado, lo que nos brinda la contem­poraneidad. El público que va dándole forma e interac­ción a la acción callejera de We; amor y odio recibe en ese trayecto telemático. El artista se desentiende del proyecto y declara a su recién nacida efí­mera obra “hija de la calle”, que además va recibiendo declaraciones de todo tipo in situ, desde improperios hasta declaraciones religiosas.

Los artistas hablan, nos recalca siempre la antropó­loga Fátima Martini, y en una charla, café de por medio, LW me da algunas concisas respuestas a mis preguntas: “Me desperté el sábado a las 7 de la mañana y salí a pintar. Les dije vuelvo a las 12. En el camino encontré una esquina con varios carteles semiaban­donados. Miré qué había en las redes y escuché algo muy simpático. Decidí hacer una secuencia y salió esto. Es mi manera de homenajear a la gente que espera micro y no va a una galería, es mi respeto a lo popular, un diálogo con la gente trabajadora”.

La pieza se volvió tendencia en todas las redes. Las mismas dos protagonistas de la histo­ria la replicaron, también lo hizo Milva, la tercera en esta historia, a la que algunos inter­nautas la llamaron “la metida”. Los mensajes no pararon, pero We, fiel a su forma de ser, repite: “La obra ya no es mía, es de la gente, que es la que ter­minará de amar o de odiar”.

Lucas We, cuyo nombre es Lucas Mendoza, por las dudas ya cerró, por el momento, la cuenta desde la que se popula­rizó la obra y repite: “La obra ya no es mía, es de la gente, de aquel público que espera un micro o que simplemente camina por la ciudad”. Y yo remarco que ellos la termi­narán, ellos también son los artistas.

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