Después de 18 minutos de estar ya en otras tierras, Santiago Duarte volvió a ver la luz terrícola. En ese momento se preguntó ¿qué más puedo hacer en este mundo? ¿Qué puedo dejar de legado?

Duarte, economista, exalumno sanjosiano, jubilado, quien había tenido un alto cargo en el Banco Central del Paraguay, decide agarrar unas hojas, un bolígrafo y el teclado de su computadora. Era plena pandemia. Es así que el silencio, el encierro y los recuerdos dieron luz verde a la imaginación con temas que le interesaban. A partir de ahí escribe su primer libro, la historia del emblemático Bar Juventud, de Panuncio Espínola, de Eusebio Ayala y 22 de Setiembre. Esta última calle está denominada hoy en un tramo con el nombre de su legendario propietario, dueño de las noches y la bohemia de otros tiempos.

DE PANUNCIO AL CARACOL

Luego vendría la historia del Caracol Club, desarrollada con su inseparable amigo José Pérez Chaves, convirtiéndose en parte de la memoria de la farándula asuncena de otros tiempos. Ellos fueron apoyados por la entusiasta Celita Escobar Schaerer y otros fanáticos de aquel local inaugurado en 1972 y que tenía como slogan “Caracol, al otro lado del sol”. Por ello, de niño pensó que el sol entraba hacia el sur de la ciudad, teniendo en cuenta que vivía sobre la calle Alberdi, un recuerdo mágico que interpeló mi imaginación y me inspiró a dibujar en mis cuadernos escolares “el sol del sur”.

PARRILLADAS DE ANTES

Hoy Duarte presenta su tercera publicación, “Recuerdos de parrilladas”, un trabajo de búsqueda de información minuciosa de lugares de Asunción. Para el pensamiento histórico ortodoxo, son sitios sin mucho que contar. Sin embargo, nosotros, los que amamos las pequeñas grandes batallas ciudadanas, recordamos con respeto y con la seguridad de que se constituye en un aporte histórico al mundo urbano. En ellos pasaron amores, desamores, conspiraciones, inspiraciones, despedidas, recuerdos que harán un aporte al estudio de los vericuetos de la geografía urbana asuncena.

De hecho, cuando el autor empieza a explicar detalladamente su trabajo de investigación, se pone en modo tan serio que lo primero que hace es colocarse su inseparable saco para iniciar el viaje por aquellos lugares que desde principios de los 50 nos llevaban a sillas y mesitas de las veredas, con algún giradisco donde sonaba un long play musical de polcas o guaranias, luego convertidos también en casetes; en el caso de los más renombrados, como el Yguazú o el Jardín de la Cerveza, había elencos estables como el ballet de Susy Sacco o el de Reina Menchaca de Duria.

EL LIBRO QUE AÚN SUENA EN BARRIO JARA

Recorrer “Recuerdos y parrilladas de antes”, de Santiago Duarte, desde el legendario Bar el Rubio, con don Juan Martínez, el mozo más popular de aquellas décadas, que nos lleva a su vecindario como el cine Roma y el non sancto Vaticano de la calle Colón, pasando por el Kegler hasta el Pío Pío.

También me remite a la infancia, en mi caso a escuchar desde mi ventana la cálida voz de Valencia en el Hermitage o a rescatar los acordes de la última parrillada que hoy se eternizan en el bar América, de don Quintín Notari. Así también, algún músico aficionado que aún suena bajo la enramada ante la atenta mirada diaria de Gloria Pecci y Lucy Yegros, reina y vicerreina de aquel rincón de barrio Jara, donde aún suena algún eco desde las páginas del genial libro de Santiago Duarte, analista de parrilladas de antes.

Bar El Rubio. Asunción, c.1959


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