El cambio climático es una realidad cuyos efectos sentimos día a día con las alteraciones del clima: frío intenso, olas de calor, tormentas, inundaciones, sequías y sus respectivos efectos.

“¡Por fin hace frío! A mi edad pre­fiero este clima. Me abrigo y estoy bien. Cuando hace calor no sabemos ni qué ponernos, salimos afuera y el sol quema”, dice Mercedes Lagraña, de 71 años, quien creció con las esta­ciones del año bien definidas. Ella es hipertensa y dice que en invierno está mejor, pero los médicos advierten sobre el aumento de las probabilidades de infarto en personas hiper­tensas en los días fríos.

En julio el invierno se hizo sen­tir en Paraguay con una semana de temperaturas muy bajas. En Pilar el termómetro marcó 0,2 °C, en San Juan Bautista, Caa­zapá y Paraguarí se registraron temperaturas de 1 °C, por citar algunos. El mes de agosto tam­bién registró varios días fríos.

Mercedes está en su casa tomando mate con su hija Melissa (41) y reflexiona: “El invierno de ahora ya no es tan frío”. Mientras, su hija le recuerda que mucha gente no tiene cobijo y que, quizás, es mejor que no baje tanto la tem­peratura: “Para ellos no debe ser agradable el frío”, le dice.

Para los días con temperatu­ras menores a 10 °C, la Secre­taría de Emergencia Nacional tiene habilitados albergues para las personas en situa­ción de calle. El frío golpea por igual y no todos tienen las mis­mas condiciones de abrigo, de transporte y de vida, por lo que muchas familias con recursos limitados deben soportar las bajas temperaturas en preca­rias condiciones.

El ingreso de frentes fríos, masas de aire y ola polar aumentan con la alteración climática

INVIERNOS CÁLIDOS

El cambio climático es una rea­lidad cuyos efectos sentimos día a día con las alteraciones del clima: frío intenso, olas de calor, tormentas, inundaciones, sequías y sus respectivos efec­tos. Paraguay emite 62 millo­nes de toneladas de carbono, según el último inventario de 2019, lo que representa el 0,09 % a nivel global.

“Las alteraciones se manifies­tan en eventos extremos, el frío extremo y el calor extremo. No podemos mirar solo Paraguay, hay que ver qué ocurre en el resto del mundo”, comenta el director de Cambio Climático y Políticas de WWF Paraguay, Óscar Rodas. Él atribuye a La Niña este invierno seco y frío, además de lamentar la falta de sistemas que puedan prevenir sobre el comportamiento del clima a largo plazo.

Paraguay sufre los efectos de la crisis del clima al ser un país en desarrollo, lo que hace que el día a día de la gente sea más penoso, afectando la calidad de vida y poniendo en peligro la produc­ción primaria, lo que incide en la economía y en la seguridad ali­mentaria de la población.

Mercedes recuerda que en su juventud las primeras hela­das venían a finales de mayo. Y su memoria es buena, pues el “Estudio del clima en Para­guay”, una investigación cientí­fica de Benjamín Grassi, resalta que en los últimos 30 años aumentó 1,5 °C la temperatura media en el país.

Por la inestabilidad climática, los inviernos se volvieron cáli­dos y aunque este año se regis­traron varios días fríos no fue por mucho tiempo. Esta es la característica del invierno paraguayo en los últimos 10 a 15 años: amaneceres y noches frescas, pero días agradables, señaló Eduardo Mingo, titular de la Dirección de Meteorología e Hidrología. En los años 2021 y 2020 se han tenido valores bas­tante bajos, pero “el invierno de este año mostró un frío persis­tente”, lo que resulta más llama­tivo, sostiene Mingo. Mercedes recuerda que aproximada­mente hasta 1990 los desfiles estudiantiles con carrozas y flo­res que se realizan en setiembre por la llegada de la primavera tenían lugar todavía con tempe­raturas muy bajas. Dice que los meses de julio y agosto eran muy fríos y ella caminaba 5 km para ir a la escuela. “Llegaba con los pies congelados. Si había helada, iba más despacio, parecía que no podía moverme”, rememora.

Se recomienda tener cuidado cuando hay cambios bruscos de temperatura para evitar complicaciones en la salud

ALTERACIÓN CLIMÁTICA

Mingo explica que la percep­ción de “normalidad” cambió, pero que no se debe confundir “lo normal con lo típico” al indi­car que “lo normal es el frío en esta época del año”. “Este año se registraron algunas tempe­raturas extremas, al igual que en 2021 y 2022, incluso récord para un día, pero pronto volvió el calor”, asevera.

El clima ha cambiado tanto que “la alteración de las corrien­tes de viento de alto nivel en la atmósfera hace que el frío polar no se manifieste en los polos, sino en otras zonas del planeta”, como ocurrió recien­temente en Argentina, donde hizo más frío que en la Antár­tica, explica Rodas.

Aunque las bajas tempera­turas en Paraguay no sean “paralizantes” como en otros puntos del planeta, cuando se presentan tienen su impacto porque la gente ya no está acostumbrada. Este año se dieron varias jornadas frías, sumadas al cielo nublado y la lluvia, que resultaron en días intensos para mucha gente.

La gente consumió más calo­rías e hizo menos ejercicio al aire libre, acudió menos a los eventos sociales, aumenta­ron las enfermedades respi­ratorias agudas, afectando especialmente en los extre­mos de la vida: niños meno­res de 2 años y mayores de 60 años edad, además de las per­sonas alérgicas.

La Dirección de Vigilancia Sanitaria del Ministerio de Salud informó que el virus sincitial respiratorio es el más común, seguido de los casos de influenza AH3N2. Pero no son los únicos virus que circulan, también están el SARS-CoV2, influenza, metapneumovirus y otros.

Los meses más fríos, desde que hay registros, son junio y julio. En la estación Prats Gill (Chaco) se registró la temperatura más baja en la historia de Paraguay: -7,5 °C, en el año 2000. Ese día superó el récord anterior de la década de 1940, de -7,2 °C

QUÉ HACER

La Convención Marco de Cambio Climático de 1992, de la que Paraguay es parte, anima a los Estados a redu­cir las huellas de carbono, a cooperar en investigaciones y tecnología para proteger los sumideros de gases de efecto invernadero.

La Ley N° 5875 “De cam­bio climático” establece un marco general norma­tivo para planificar y res­ponder, de manera urgente, adecuada, coordinada y sos­tenida, a los impactos del cambio climático. Mientras se fomentan comunidades más resilientes, la meta glo­bal de Paraguay es 20 % de reducciones con base en el comportamiento de las emi­siones proyectadas al 2030.

“Pretender que una actividad no genere emisiones es impo­sible. El punto es cómo vamos a desarrollar esas activida­des con la menor cantidad de emisiones y cómo podemos compensar: reforestación, mejores sistemas de reutili­zación de ciertos productos, etc.”, explica Ethel Estiga­rribia, directora de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sos­tenible (Mades).

Una iniciativa bajo el “para­guas de cambio climático” es la provisión de agua a las comunidades del Chaco, donde el Mades, junto con el PNUD, están proveyendo de tanques de 5.000 litros a las familias indígenas de Alto Paraguay y Boquerón.

La titulación de los espacios de áreas silvestres y protegi­das también forma parte de la política aplicada para aten­der la problemática. “Con la titulación de esos espacios les damos soberanía y protec­ción jurídica”, asegura Ethel Estigarribia.

En días fríos la gente sale menos, usa más su vehículo particular, aumenta el consumo de comidas calóricas y disminuye la actividad física al aire libre; hay ausentismo en las escuelas y los hospitales están llenos por infecciones respiratorias agudas, entre otros efectos

ACCIONES QUE SUMAN

Aunque la mayor responsa­bilidad para mitigar los efec­tos del calentamiento global está en manos de las auto­ridades, a quienes debemos exigir el cumplimiento de los acuerdos y metas, cada uno puede aportar su grano de arena desenchufando los electrodomésticos en desuso, evitar la quema de basura, usando racionalmente el agua, evitando tirar basura en los raudales, reciclando y reutilizando materiales, entre otras acciones.

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