Algunas sociedades comienzan a dar muestras claras de agotamiento. De hartazgo. Los sistemas democráticos una y otra vez bajo fuego. La historia siempre se repite.
- Por Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos Gentileza
Con la actual gira de trabajo en Grecia que el querido amigo-hermano Ricardo A. y aun antes de conocer en detalle sus historias y reflexiones académicas en ese destino en el que muchas personas estudiosas aseguran que se inició la civilización –y aunque lejos se encuentre mi solidario amigo de la microhistoria que sigue porque es un tipo tan entrañable como solidario– se apoderaron de mis pensamientos las andanzas del mítico Νάρκισσος –su nombre en griego– al que universalmente se alude como Narciso en lengua española. Hijo de Cefiso, el dios fluvial y de la azul Liríope, una de las ninfas, aunque otras versiones aseguran que era fruto de una relación entre Selene y Endimión –vaya uno a saber– se comenta que “hombres y mujeres de él se enamoraban”.
Sin embargo, la vida de Narciso transcurría en soledad porque orgulloso, engreído e insensible rechazaba todo acercamiento humano. Por esa actitud socialmente repudiable, Νέμεσις –Némesis, también en español– a quien la historia menciona como Ramnunte, la diosa de la solidaridad, del equilibrio, de la fortuna, de la que hoy podríamos llamar justicia social y de la venganza, castigó a Narciso.
Por aquella falta grave y como una forma de vindicta pública le impuso como pena vitalicia enamorarse de su propia imagen. A falta de espejos entonces, el castigado cumplía la condena que le fuera impuesta contemplándose abstraído en las aguas de un estanque. Incapacitado para dejar de mirarse pasaba sus días el condenado hasta que para acercarse más a sí mismo, tal vez con las luces de un amanecer, se hundió en esas aguas para siempre y en ese mismísimo lugar nació una flor que lleva su nombre.
Caravaggio (1571-1610), entre 1597 y 1599, se ocupó de él con una obra bellísima. La dinámica del lenguaje con el paso del tiempo y sucesivas producciones de sentido hizo que desde el campo de la salud emergiera aquel personaje mitológico para dar nombre al narcisismo que, según lo define mayoclinic.org, es un “trastorno de la personalidad (...), una enfermedad de salud mental” que presentan personas que evidencian tener “un aire irrazonable de superioridad” y, por ello, “necesitan y buscan demasiada atención, y quieren que las personas las admiren”.
Alguna vez –allá por los años 70 del siglo pasado– leí en “Voces”, un librazo de Porchia (Antonio, 1885-1968), que se publicó en 1943, el siguiente aforismo: “Casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo”. Narciso y Narcisos –desde siempre– en todas partes.
DESAFÍO
El dictador sudamericano Nicolás Maduro Moros (61) –terrorista de Estado, según un reporte oficial que emitieron el 15 de agosto pasado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE)– desafió a pelear al dueño de la plataforma X, Elon Reeve Musk, ciudadano sudafricano, estadounidense y canadiense, poco más de un par de semanas atrás. Aquel desafío lanzado desde la realidad real circuló viral en la realidad virtual a través de un vídeo que se repitió incansablemente hasta el punto de ser tendencia en la red X.
“¿Quieres pelear?”, desafió el autócrata criminal y camorrero. “Acepto”, respondió el desafiado Musk, quien también fue tendencia en la virtualidad por su respuesta. Miles de “me gusta”, incontables visualizaciones, interminables parrafadas se reprodujeron y publicaron incluso en otras redes construidas y constituidas en diversas plataformas que aportaron sus formatos, particularidades y características identitarias en cada una de ellas para albergar esos mensajes.
El miércoles 28 del mes pasado, Donald Trump (78), expresidente norteamericano entre 2017 y 2021, en su propia red Truth Social, difundió “un comentario burdo sobre la vicepresidenta Kamala Harris en el que se sugería que Harris había intercambiado favores sexuales para avanzar en su carrera política”, según reporta el diario The New York Times.
NOTICIAS FALSAS
Elon Musk, poco después, en X publica una noticia falsa en la que reporta que “Kamala jura ser una dictadora comunista desde el primer día. ¿Puedes creer que lleve ese atuendo?”. Ilustra su posteo con una imagen de diseño (falsa) en la que la actual vicepresidenta norteamericana se encuentra vestida con un atuendo tipo militar color rojo que corona con una gorra en la que ostenta la hoz y el martillo.
Más atrás en el tiempo –en agosto de 2019– el entonces presidente de Brasil, Jair Mesías Bolsonaro, en su espacio en la red Facebook, también con imágenes compuestas, se burló del físico de Brigitte Macron, primera dama de Francia. El jefe de Estado brasileño mantuvo durante su mandato un enfrentamiento total con Emmanuel Macron, presidente francés.
La aldea global –como campo comunicacional constituido– está atravesada por noticias falsas, bulos, mentiras o como quieran mencionar esas agresiones, amenazas y todo tipo de violencias en línea. Una buena parte de múltiples públicos los miran. A ellos y sus acciones. Algunos con asombro, otros con incomprensión y otras audiencias con espanto. Algo anda muy mal en el planeta Tierra.
“Black mirror”, aquella serie televisiva de antología de la TV británica, de ciencia ficción y distópica, es largamente sobrepasada por las constantes intervenciones que en las redes protagonizan poderosos y poderosas. Sospecho que millones de Narcisos y narcisistas encuentran en esos espacios de comunicación reticular ecosistemas propicios para canalizar sus obsesivas prácticas comunicacionales que exudan “un aire irrazonable de superioridad”. Triste y lamentable. Provocaciones de provocadores poderosos que no parecen tener límites. Agresiones de agresores poderosos.
MUGRIENTOS CALLEJONES
“Some guys act like gangsters lurking in the grimy alleys of cyberspace” –sin apuntar a ninguna persona en particular–, dijo un prestigioso colega periodista norteamericano que me pidió que mantenga su identidad en reserva, mientras compartíamos un Martini en Le Rock frente mismo del Rockfeller Center en NYC, unos pocos meses atrás. Guardé esas palabras en mi memoria. “Algunos tipos actúan como pandilleros que acechan en los mugrientos callejones del ciberespacio”. Eso explica que algunas sociedades comiencen a dar muestras claras de agotamiento. De hartazgo. Los sistemas democráticos una y otra vez bajo fuego. La historia siempre se repite.
¿Qué se proponen estos tipos? Respecto de Musk, Bloomberglinea.com – medio especializado en economía, negocios y finanzas de alcance global– se hace la misma pregunta. Esa publicación consigna que “sus acciones pueden ser analizadas desde dos perspectivas (…) la de un astuto empresario que ve en los líderes políticos de derecha la posibilidad de explorar nuevos mercados en Latinoamérica” o que Elon Musk “tiene un interés personal, egocéntrico, de volverse un líder geopolítico (…) con capacidad tecnológica, financiera y empresarial con la que puede tener unas interacciones directas con líderes mundiales (porque) está decidido a influir en las políticas del mundo y que vaya hacia donde él cree que debe ir”.
¡Joder! Desde unas pocas semanas atrás justamente Elon Musk, dueño de la plataforma X, y Pavel Duróv, fundador de Telegram, ocupan buena parte de los espacios informativos globales. Ambas plataformas –X de microbloging y Telegram de mensajería instantánea– son cuest ionadas judicialmente. La primera tanto en Brasil como en los tribunales de la Unión Europea (UE). La segunda, en Francia.
Los resultados de esas pesquisas comienzan a tener efectos graves. En Brasil, el juez del más alto tribunal de ese país, Alexandre de Moraes, destacado desde muchos años por sus acciones en contra de la desinformación y en favor de la plena vigencia del sistema democrático, ordenó a X que bloqueara a seis usuarios cercanos al expresidente Bolsonaro para evitar que a través de esas cuentas “grupos extremistas y milicias digitales prosigan y amplíen la instrumentalización de X Brasil con la divulgación masiva de discursos nazis, racistas, fascistas, de odio y antidemocráticos”.
El empresario no solo incumplió, sino que acusó al juez de ser un “dictador”. El magistrado lo apunta al multimillonario por “querer instituir un ambiente de impunidad total y tierra sin ley en las redes sociales brasileñas”. Hasta el momento de contar esta historia, X continúa bloqueada en el extenso territorio brasileño.
RIESGOS POTENCIALES
En Europa, Thierry Breton, comisario europeo para el Mercado Interior, el 12 de agosto último envió una notificación a Musk en la que lo advierte que desde esa autoridad de aplicación “estamos monitorizando los riesgos potenciales en la Unión Europea asociados a la diseminación de contenido que pueda incitar a la violencia, al odio y al racismo en conjunción con grandes eventos políticos y sociales en todo el mundo, incluyendo debates y entrevistas electorales”. La notificación fue publicada en la plataforma X.
La respuesta del ciudadano sudafricano-estadounidense-canadiense no se hizo esperar. Posteó, dirigiéndose al señor Breton y lo exhortó “a dar un paso atrás y, literalmente, a joderse su propia cara”. Por su parte, a Pavel Duróv la justicia francesa lo acusa de ser cómplice en la presunta comisión de una docena de delitos que van desde pornografía infantil, pedofilia, narcotráfico, fraude con criptomonedas hasta acciones de cibercrimen que se habrían cometido a través de Telegram.
ALGOCRACIA
Intuyo que los ciberpoderosos van por todo. Que “el ciberabsolutismo acecha”, como me dijeron un par de expertos de enorme prestigio a los que consulté para contar esta historia. Preocupados me hablaron de “algocracia”. ¿De qué se trata?
Luego de ordenar otra vuelta de café, uno de ellos primereó. Explicó que también se la conoce como “gobernanza algorítmica o gobierno por algoritmos, (y que) se refiere a un sistema de gobierno o toma de decisiones en el que los algoritmos desempeñan un papel importante en la formulación y ejecución de políticas. En una algocracia, los algoritmos se emplean para analizar datos, tomar decisiones e implementar políticas, a menudo con una mínima intervención humana (porque se trata de) un sistema específico de gobernanza que se organiza y estructura sobre la base de algoritmos programados por computadora (...) en el que (esos dispositivos) o agentes artificiales toman el control de los órganos de toma de decisiones del gobierno y luego ejercen el poder de una manera que sirva a sus propias necesidades e intereses”.
Sobre la mesa se desplomó un pesadísimo silencio. Supongo que era una joda, pero el clima se pobló de interrogantes. Alguien puso en debate un texto titulado “Gobernanza de la algocracia”. La tertulia veraniega amenazó con complicarse. Las opiniones fluyeron multidireccionales y encontradas. Así suelen darse las charlas después de la playa. ¿Será posible? ¿Por qué no?
EL GRAN HERMANO
George Orwell –Eric Arthur Blair, su nombre verdadero– “padre de El Gran Hermano y de los ministerios del Amor, de la Paz, de la Abundancia y de la Verdad en ‘1984′” esa obra fantástica que alguna vez fue solo de ciencia ficción, nació de la imaginación de quien además fuera combatiente irregular en la Guerra Civil Española, de la cual participó en la milicia del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), recordó el último miércoles Jorge Elías, amigo-hermano y colega periodista de alto vuelo, fundador y director de elinterin.com, que enfáticamente recomiendo leer.
Añadió en su columna, además de lo ya dicho, que 1984 “no fue concebida como una profecía, aunque luego se hayan creado muchos de los dispositivos descriptos en ella (como) las cámaras ocultas y los detectores (que) no se diferencian en absoluto de las telepantallas controladas por El Gran Hermano, (y, con el paso de los años, resultaron ser) un insoslayable anticipo de la televisión interactiva y de los teléfonos celulares”.
Aunque Jorge cree que solo se trató de “meras coincidencias”, no evitó dar cuenta de que irrumpe “la inquietante presencia de El Gran Hermano en cada atisbo de censura, (con) los helicópteros que zumban como moscardones frente a las ventanas, la música compuesta por máquinas cuando nadie imaginaba la aparición de la inteligencia artificial, el paso del amor libre al crimental (crimen de la mente) y la síntesis del lenguaje en la neolengua (el newspeak)”.
¿Ciencia ficción? Por mi parte y alejándome de Orwell, viene a mi memoria, entre otros, “Viaje a las estrellas” y también los contenidos de aquella charla de verano después de un día de playa. Me sumerjo en un profundo silencio. Entrecierro los ojos, pero ante ellos se corporiza Mafalda, que mira sorprendida un globo terráqueo: “Paren el mundo, me quiero bajar”.