Mediante el análisis de imágenes de video con cálculos físico-matemáticos se puede precisar cómo ocurrieron los choques de automóviles y motocicletas en las calles. Este tema es desarrollado por el perito Rafael Román en una investigación titulada “Reconstrucción de siniestros de tránsito”. La obra ayuda a resolver con mayor justicia el conflicto permanente que se da para determinar las responsabilidades en las colisiones que, como define, “no son precisamente accidentes”.

“La idea de investigar los siniestros de tránsito a través de un video que captó imágenes del momento del hecho requiere el empleo de un modelo físico-matemático adecuado al tipo de movimiento. Ante la ausencia en la bibliografía disponible de ecuaciones que contemplen situaciones con las que nos encontramos habitualmente, me tomé el trabajo de modelar dichos casos y deducir las ecuaciones aplicables”, explica Rafael Román, perito especialista en siniestros viales.

De esta manera, presenta “las demostraciones matemáticas que dan soporte a la validez de las ecuaciones propuestas y la coherencia con las leyes de la dinámica newtoniana y la ley de conservación de energía”, agrega.

“Así también, desarrollé una simulación matemática en la que se observa la precisa concordancia. Por otro lado, presento algunos ensayos experimentales demostrando la efectividad y aplicabilidad bajo las condiciones propias de una investigación real. Y para la mejor comprensión del lector, presento la resolución de algunos casos prácticos”, se lee en un extracto del libro.

–¿Cómo nació la idea de escribir y editar este importante libro?

–Resulta que una de las interrogantes periciales más relevantes a la hora de encarar la reconstrucción de un siniestro vial es la velocidad y su determinación. No es tarea sencilla debido a la sensibilidad de las variables comprometidas y su posible obtención. De ahí que es tan importante la adecuada gestión del escenario del siniestro vial que debe hacerse después del hecho y en la brevedad posible antes de que la escena sea modificada. Afortunadamente la tecnología ha permitido que cada vez más cámaras sean instaladas y muy frecuentemente se dispone de videos que muestran el momento del hecho. Esta evidencia permite la obtención de datos de distancia y tiempo, y, por ende, calcular la velocidad de los móviles involucrados.

–¿En qué ayuda el video especialmente entonces?

–Las ecuaciones que desarro­llé y presento en el libro ofre­cen la posibilidad de obtener resultados aun en los casos en los que no sería posible con los modelos clásicos debido a una gran cantidad de factores, ya que permite el análisis foto­grama por fotograma para obtener la mayor información posible del material de estu­dio. Básicamente lo que hice fue modelar la mecánica de los siniestros que solemos obser­var en nuestras calles y desa­rrollar las ecuaciones cinemá­ticas adecuadas sobre la base de los datos frecuentemente disponibles. Vale mencionar que mis ecuaciones son cohe­rentes con las leyes de New­ton y la ley de conservación de la energía, lo que me permi­tió desarrollar modelos que complementan el estudio del video con los modelos clásicos de fricción y deformación para casos específicos, por ejemplo, cuando no se ve la totalidad del desarrollo del siniestro en las imágenes.

FÓRMULA

–¿Es decir, se tiene más pre­cisión en establecer frena­dos, etc.?

–Asimismo, la fórmula básica de velocidad es la distancia recorrida dividido el tiempo empleado. Este fue mi punto de partida y es lo que aprendí en mis días de estudiante. Sin embargo, esta fórmula solo es válida cuando la velocidad es constante y en muchos casos esto no ocurre, por ejemplo, cuando el conductor acciona los frenos para intentar evitar el siniestro. Si en estos casos se aplica la fórmula de velocidad cons­tante, se incurre en un error. En estos casos lo que se hace es estimar dentro de unos límites razonables el coe­ficiente de fricción y con ello determi­nar la velocidad se da con un rango de incertidumbre muy amplio, que con este método que propongo se reduce casi a la totalidad.

–¿El método que usted pro­pone podría ser usado por la policía de tránsito y la justicia?

–Sí, justamente la intención del material es poner a dis­posición de los profesionales abocados a la investigación de siniestros de tránsito y los encargados de administrar la justicia estos modelos de cálculo que les permitirán obtener mayor información para entender y demostrar con objetividad los hechos estudiados.

–¿Servirían las cámaras de vigilancia públicas y priva­das a tal efecto?

–Así es y justamente la incor­poración masiva de estas cámaras es lo que nos da la oportu­nidad de contar con estos elemen­tos de prueba. Tanto las que se encuentran en un lugar fijo o las que están instaladas en los vehículos o cascos en el caso de motoci­clistas o ciclistas.

–¿Sería costoso desarro­llarlo en la práctica? ¿Qué opciones ve para tal posi­bilidad?

–No es costoso para nada. Con los materiales básicos que todo profesional dispone es más que suficiente, así que no es necesario incurrir en gastos adicionales para su empleo.

PREVENCIÓN Y MITIGACIÓN

–Como perito criminalís­tico especializado en acci­dentología, ¿qué pensás que se podría hacer para redu­cir la enorme cantidad de accidentes que tenemos en el país?

–En mi opinión somos una sociedad que aún no com­prende el fenómeno del sinies­tro de tránsito y sus implica­ciones. Creo que este debe ser el punto de partida. Entender que los choques no son acci­dentes, es decir, no ocurren de manera fortuita o imprevisi­ble, sino todo lo contrario. Son hechos que se pueden analizar de manera objetiva para preve­nir su ocurrencia y en caso de que ocurra aminorar las con­secuencias.

–¿Qué rol juega la educación vial en la prevención?

–El paraguayo promedio es un analfabeto en seguri­dad vial y no hay diferencia de clases sociales ni situa­ción económica, ni si anda en moto o en camioneta. Está claro que la educación vial es aún una asignatura pen­diente siendo esta situación la causa de muchos siniestros. Vale entender que educación vial es mucho más que cono­cer las reglas de tránsito, que también tenemos que aclarar que existe mucho desconoci­miento. Por ejemplo, todos sabemos lo que significa una franja peatonal, pero si obser­vamos nuestro flujo vehicu­lar nadie se detiene a ceder el paso a un peatón y ni siquiera se reduce la velocidad, por lo que cuando ocurre un atro­pellamiento nos resulta más lógico asumir que la culpa es del peatón.

Los pasacalles que buscan orientar a los automovilistas y ciclistas. Foto: Gentileza

–¿Qué cosas cambiarías o mejorarías en este aspecto?

–Por ejemplo, no tenemos una base legal adecuada, no tenemos unidades especia­lizadas para regular, contro­lar el sistema vial e investigar las faltas o delitos contra la seguridad vial. La habilita­ción de tránsito y la licencia de conducir son indicadores de que el ciudadano ya pagó sus impuestos, lo cual no son garantías de que la persona ni el vehículo están en con­diciones, etc.

–Paraguay tiene uno de los promedios más altos de accidentes en el mundo en comparación a otros países. ¿Qué podemos hacer para revertir esto?

–Cuando menciono esta rea­lidad en algunos debates suele ser recurrente la afirmación “no podés compararte con Europa o Estados Unidos, estamos en Paraguay”. Enton­ces, yo me pregunto si la vida de un europeo o norteameri­cano vale más que la nuestra. Algo que debería hacer la gente es no ser indiferente con esta problemática, empezar a exigir resultados a las personas que deben tomar acciones y deci­siones. Pareciera ser que nos conformamos con la desidia crónica que sufrimos.

–Entre peatones, motoci­clistas y ciclistas confor­man el 75 % de los usuarios vulnerables de la vía pública mientras que solo el 25 % son ocupantes de vehículos de carrocería cerrada. ¿Qué podés comentarnos de esta realidad?

–Son los que se llevan la peor parte porque son vulnera­bles ante un impacto contra un vehículo de mayor porte, no necesariamente significa que los que manejan vehí­culos de cuatro ruedas sean más prudentes.

–¿Cómo ves la tarea que está realizando la Agen­cia Nacional de Seguridad Vial?

–Veo con mucha esperanza la existencia de la Agencia, cuya misión es prevenir y contro­lar los accidentes de tránsito. Sin embargo, los resultados de las tareas que vienen rea­lizando no se reflejan aún en la disminución de la cantidad de siniestros que ocurren y espero estar equivocado, pero a este paso no llegaremos al 2030 habiendo logrado los objetivos del Plan Mundial para el decenio de acción para la seguridad vial de las Nacio­nes Unidas.


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