• Fotos: Emilio Bazán

En este diálogo y peña musical para el programa “Expresso”, emitido por el canal GEN/Nación Media, el cantante y guitarrista Francisco Russo, un apasionado difusor de nuestra música folclórica y el idioma guaraní, habla con Augusto dos Santos sobre sus inicios, su visión y misión en el arte. Russo sostiene que su tarea es luchar por la difusión y valoración de nuestras raíces culturales, y se muestra optimista respecto al aporte de las nuevas generaciones en la consecución de esta labor.

–Una de las reflexiones más interesantes de todas las que escuché que hacías tiene que ver con el corazón mismo de esa actitud que dice que el guaraní entorpece el conocimiento de otros idiomas.

–El guaraní tiene una historia muy interesante y muy importante. En eso consiste mi trabajo, en dar a conocer. A partir de ahí tenés la opción amar o no. Pero si vos no sabés, definitivamente el “no” va a estar siempre allí. Al final de la guerra del 70 el guaraní es proscripto, fue a terapia intensiva, pero nomanói. En la guerra del Chaco toma un oxígeno diferente porque se convierte en la lengua de las tropas. Estaban aquellos que cruzaban la línea enemiga y pasaban la información sobre qué había, qué armamento, cuántos soldados, etc. Cuando era atrapado un boliviano, había la gran chance de fingir el acento y pasar coordenadas erradas para preparar una emboscada, pero cuando le agarraban a un paraguayo no podían fingir por el idioma guaraní. Después el guaraní cae en un pozo y en la década del 70 sufre un vilipendio extraordinario. Las madres castigaban a los hijos por hablar guaraní y en las escuelas las maestras también. En el seminario salesiano Don Bosco de Ypacaraí teníamos multa sin nos encontraban hablando guaraní, entonces nosotros nos ocultábamos y a escondidas hablábamos en guaraní entre nosotros.

–Se convirtió en un idioma secreto, pero a su vez eso posibilitó su subsistencia y su fortalecimiento.

–A mí me preguntaron una vez dónde aprendí a hablar guaraní y mi respuesta fue en Buenos Aires. Los paraguayos cuando nos encontramos afuera el 90 % del tiempo hablamos en guaraní. Eso es realmente algo que nos brota, nos sale naturalmente. Y la necesidad hace que uno tenga que comunicarse, entonces uno aprende.

RIQUEZA IDENTITARIA

–Yo tengo una actitud casi pesimista por la fórmula académica que se utiliza para enseñar el guaraní.

–Yo pertenezco a un grupo de gente que cree que el guaraní que se enseña en las escuelas no es funcional porque el idioma es sencillamente para la comunicación. El guaraní que enseñamos en la escuela es un guaraní imposible, porque solamente los que van a la escuela entienden ese guaraní. El guaraní es muy importante para el sostenimiento de la identidad y de nuestras raíces. El guaraní responde la pregunta de dónde vengo para ubicarme dónde estoy y poder proyectar hacia dónde voy.

–¿Cuándo fue que te encontraste con la música en la vida?

–A los seis años canté por primera vez en 1971 en radio El Nuevo Mundo, que es la radio de mi ciudad, San Lorenzo, lo que significa que habré empezado antes. A 100 metros de mi casa vivía don Alejo Torales, que era poliactivo. Él era relojero, tocaba el violín y la guitarra. Me enseñó las primeras notas y después quiso enseñarme solfeo. Entonces me dijo no “traigas más tu guitarra”. Yo tenía cinco años y compré el libro de solfeo, una cosa espantosamente aburrida para mí teniendo 5 años. Entonces dejé de irme a lo de don Alejo, pero no dejé mi guitarra y entonces fui descubriendo el sonido. Y fui poco a poco también por las ganas y necesidad que tenía de tocar, porque yo venía de la escuela y lo primero que hacía era agarrar mi guitarra y mi mamá me decía “dejá ya tu guitarra, vení vamos a comer”. Mi mamá hoy en día no entiende que yo cuando estoy tocando mi guitarra es porque no quiero comer, quiero tocar mi guitarra. Entonces yo desarrollé un esquema autodidacta en el que yo puedo observar lo que vos hacés con el instrumento y lo que me sirve traigo y lo que no me sirve dejo. Soy un empírico, no fui a la escuela a estudiar.

–¿Te arrepentís de no haberte quedado más tiempo con don Alejo?

–No, pero pagué el precio de no haberme quedado y ahora estoy tratando de recomponer el camino. Yo en este momento tengo 59 años cumplidos, pero con 58 años yo terminé una carrera de educación musical porque tenía cierto fastidio. Yo, por ejemplo, no es que yo no pueda tocar con una orquesta sinfónica porque no sepa tocar, sino yo no puedo concursar porque no puedo certificar mi conocimiento. Al desarrollar ese método, yo considero que hoy en día mi guitarra es un punto medio entre Kamba’i (Echeverría) y Berta (Rojas). Entonces hago una mezcla, tengo pases de guitarrista clásica y tengo pases de guitarrista popular. Tengo pase de afinación del diablo porque era una necesidad.

–¿Qué es la afinación del diablo?

–La definición de la afinación del diablo es que se afina en una sola nota, es una cuestión técnica. Entonces cambia toda la posición, una cuestión compleja de explicar, pero no de entender. Entonces, estoy en un punto medio que me sirve para hacer lo que yo hago, rellenar mis canciones, hacer mis introducciones y tengo la dicha de que mi registro vocal tiene una tonalidad cómoda que me permite usar las tres cuerdas arriba al aire, re, la, mi, al aire (solfeando). Yo tengo una profesión absolutamente grata cuando la es porque me pagan por farrear.

DUALIDAD

–¿Y es ingrata también?

–La dualidad es permanente en el universo. Immanuel Kant plantea que el ser humano no puede contemplar las cosas per se, necesitamos de una cosa contraria para entender, de que hay frío porque hay caliente, se sabe que hay negro porque hay blanco, se sabe que hay alto porque hay bajo, etc. Permanentemente se tiene esa comprensión. La mente humana no puede contemplar la ausencia de tiempo y espacio. Necesita un lugar donde poner el pie y esa es la comparación. Ahí se produce la dualidad. El guaraní dicen que es muy dulce, pero ¿cuando te retan en guaraní? Consecuentemente, la profesión es tremendamente grata, entonces cuidémosnos para cuando sea ingrata.

–Si tuvieras que salvar el nombre de cinco imprescindibles que definan la identidad creativa, poética y musical paraguaya, ¿cuáles serían esos cinco nombres?

–Me colocaste en una encrucijada porque hacés que me ponga de juez y pertenezco a un grupo de gente que tiene vedada la condición de hacer de juez. Pero voy a responder tu pregunta no sin antes decirte que la necesidad hizo que yo haga de mariachi, de flamenco y que cantara con ropa de paraguayo “Guantanamera”, “La bamba”, cuando vivía en Europa. A toda honra. Yo vivía en la miscelánea. Una vez toqué en un lugar chic entre comillas y cuál fue mi éxito. “Mokõi guyra’i”. Y muchos espermatozoides fecundaron el óvulo del juglar, porque son muchos los detalles que llegaron. Por ejemplo, “Mokõi guyra’i”, de Quemil Yambay. Por supuesto, hago a mi manera, no canto como Quemil. Hago otra interpretación de la canción, pero creo que Quemil está contento con mi interpretación, por lo menos así me manifiesta siempre que nos encontramos. El otro día me dijo alguien “vos no sos el gran cantante y tampoco el gran guitarrista”. El combo es. Ambas cosas. Yo siembro las semillitas, después hay que abonar, regar, desmalezar, etc. Yo estoy en este momento de mi vida disfrutando de mi trabajo, amo mucho lo que hago, pero también tengo que decirte que la persona que me acompaña en la vida, mi pareja, es la que se encarga de recordarme siempre cada vez que recibo un reconocimiento que es más grande el compromiso. Cada vez puedo meter menos la pata porque hay mucha gente que me sigue. Tengo fans de seis meses, de ocho meses y de 102 años. Todas las edades cubre este tema.

REFERENTES

–¿Querés hablar un poco sobre los imprescindibles?

–Sin lugar a dudas Emiliano R. Fernández, que no es un poeta rei, no es un poeta ocasional. Creo que tiene un don extraordinario que supo cultivar. Hay que ver quiénes eran las personalidades de la generación del 900. Entonces, ¿qué hace Emiliano? “Rojas Silva rekávo” y “Aháma che china”, que la conocemos con el nombre de “Che la reina”, con música de Félix Pérez Cardoso. Y todo eso es una influencia. Un poco antes de la guerra contra la Triple Alianza está Natalicio Tala­vera. Creo que nunca ni se ha intentado igualar a esa gene­ración. Y Juan E. O’Leary, el reivindicador del mariscal. Yo soy muy contundente y no negocio esto. Francisco Solano López Carrillo es la primera razón de orgullo de este país, el héroe máximo de la paraguayidad. Tam­bién debo citar a Félix Fer­nández y Teodoro S. Monge­lós por el dominio que tienen del idioma, por la forma de expresarse. También Car­los Miguel Jiménez, que demostró tanta destreza en el idioma castellano. Voy a llevarlo conmigo a Darío Gómez de Serrato, que en su momento también influyó en la escritura de Emiliano R. Fernández por ese don que tenía en la forma de escribir y de expresarse.

–¿Qué harías durante una noche de bohemia con todos estos personajes?

–Nunca me hice esa pre­gunta porque yo farreo con ellos todas las noches. Cada vez que yo tomo mi guitarra e interpreto una canción de ellos, yo estoy farreando con ellos. Es el convencimiento que tengo. Soy una persona agnóstica, así que solamente creo en el universo y la energía que reina. Respecto mucho los credos, aunque la gente muchas veces no respeta que yo no crea. Yo farreo con ellos todas las noches. En eso con­siste el arte, en la recreación de las obras. Por eso yo soy un intérprete. Muchos criti­can mi tiempo musical, pero yo no tengo apuro para que termine mi canción.

–¿Tienes compromiso con la pedagogía?

–Absolutamente sí, aunque no es una cuestión que yo haya decidido. Yo no enseño porque cómo yo voy a ense­ñar si soy un eterno apren­diz. Pero lo que hago es com­partir mis experiencias, mis verdades.

–¿Te preocupa que la gente entienda las canciones?

–Yo no tengo tiempo de pre­ocuparme por eso. Yo soy un artista que sube al esce­nario y presenta su trabajo. Mi trabajo es consecuencia de muchas cosas. Primero, de mucha calle. Segundo, de mi costillar golpeado porque nadie me regaló nada. Y ter­cero, porque yo me cultivo lo más que puedo y me compe­netro profundamente con las canciones, con los autores, compositores de las cancio­nes que yo interpreto. Yo no canto música paraguaya for export. Recuerdo una entre­vista a Maneco (Galeano), que cuando Teresita Torcida le pregunta ¿cuál es tu perfil de artista?, él responde que el artista tiene que ser sincero.

ORGULLO NACIONAL

–¿Qué tenemos hoy para considerar qué vamos a proyectar nuestro fol­clore y nuestra identi­dad hacia el futuro? ¿Te pone optimista?, ¿te pone pesimista? ¿Cómo estás evaluando la escuela de música, la universidad?

–En primer lugar quiero des­mentir categóricamente que a los jóvenes no les gusta la música paraguaya. Yo tengo mi experiencia y los veo can­tando a grito pelado. Tam­bién entiendo que cantan por fonética, pero eso es natural. He ido a fiestas a cantar “Hey Jude” ha nde ndereikuaái ni mba’épa la eréva. Estuve en Reciclarte del año pasado y los miles de jóvenes que estaban coreando mi nom­bre cantaban a grito pelado, disfrutando, vibrando, por­que nuestro folclore es una cuestión nuestra y gratuita. Mi función es trabajar en pos del sostenimiento de la iden­tidad nacional. Entonces yo le presento a la comunidad, a la sociedad paraguaya, al pueblo paraguayo mi verdad en música y le doy las razo­nes por las cuales podemos estar orgullosos de ser para­guayos. Entre ellas, somos el único pueblo que continúa hablando la lengua de origen de nuestros ancestros. Noso­tros somos el único pueblo en la historia universal que tene­mos un presidente constitu­cional en ejercicio que muere en combate internacional. Nosotros somos el único pue­blo en el mundo que pagamos con sangre a 5.000 niños un renglón de nuestra histo­ria. Es decir, es muy costosa la historia paraguaya, costó mucho, entonces hay que estar orgullosos de haber nacido en este país.

–¿Cómo te parece que se debe hacer esta revalori­zación?

–Jaikuaána la jarekóva, jahe­charamo ha jamomba’e. Esas cosas tenemos que hacer con lo nuestro. Debe haber una política gubernamental seria y formal en la educación. Muchas veces no se le da la atención suficiente a la cul­tura no se siente el retorno pecuniario, crematístico, de lo que se pone allí, de lo que se invierte. Otra pala­bra también que invito a que usemos es invertir porque se dice mucho “apostamos a la educación”. El apostar es el azar, necesitamos éxito por­que somos trabajadores, no timba, no vamos a timbear con la salud, con la educación.

Francisco Russo

POLÍTICAS CULTURALES

–No hay una inversión más racional que la cultura.

–Lo que pasa es que ñande jajapo la puente, jajapo la ruta, esto y lo otro. Máva la ojepaseátava la nde puente ha la nde ruta ári? Itavýa ha hasýva pio? No tiene mucho sentido. Aparte, veamos cómo llegaron a ser primer mundo lo que son. La inver­sión principal estuvo en la educación. No hubo otra cosa. Tres caminos nomás hay, dicen en Finlandia. El primero es la educación, el segundo es la educación y el tercero es la educación. Esos son los tres caminos para obtener lo que uno quiere. Si no hay una política para la cultura, nosotros estamos en grave peligro.

–¿Qué tipo de políticas te parece que hay que pro­mover?

–Política qué significa. Que yo, vos, él, nosotros, vosotros, ellos podamos ir por ejem­plo al Japón a llevar nues­tras canciones. Si tienen que subtitularse, se subtitulan; si hay que hacer videos, se hacen, pero hay que darle un enfoque cultural al presen­tar y decir “esto forma parte de las costumbres y tradicio­nes del Paraguay”. Entonces eso despierta un interés y hay mucho billete en el mundo esperando para ser invertido en las cuestiones culturales. Este poncho que tengo puesto cuánto cuesta. Bueno, cuesta un billete aparentemente. Ahora tenemos que saber cómo se hace, cuántas perso­nas hacen, en cuánto tiempo y cuántas horas por día. Cuatro personas 10 horas por día en 40 días. Ahora dividí el precio. Entonces ¿qué le voy a decir a la niña, a la productora? ¿Dejá lo que estás haciendo y vení con abuela a morirte de hambre, pero salvá el pon­cho para’i? ¿O le voy a decir a tu nieto o a mi nieto dejá tu facultad y vení con abuelo a aprender a cantar las cancio­nes de los estacioneros que van a cantar una vez al año y te vas a morir de hambre por sal­var tu cultura y tu tradición? Muchas veces nuestros arte­sanos y demás son culpables porque no se les puede ayudar porque no se organizan. Yo no le puedo dar plata del Estado a alguien que no me puede jus­tificar después. Y eso también forma parte de la educación.

–Te quiero decir dos gra­cias. Una gratitud que es obvia por estar presente en este programa y la segunda gratitud por toda la tarea que hacés.

–Yo disfruto mucho cada vez que tengo la posibili­dad de acercarme a la gente y que conozca un poco al ser humano que está dentro del artista, porque el artista es artista en el momento que está en el escenario, pero des­pués hay que saber y enten­der que yo voy al médico igual que vos, yo voy al súper y pago con el mismo billete que vos pagás. La salud de mis padres, de mi hijo se paga con el mismo billete que vos pagás y todo está dentro de un campo de carne y hueso como somos todos. No creo que nadie sea más que nadie ni menos que nadie. Creo en la igualdad como el deseo de querer ser mejor ser humano y apoyo todo lo que venga. Por lo demás, sereno y tran­quilo con lo que yo decidí ser. Cuando yo tomo este instru­mento como forma de vida y esta profesión, la decisión es ser el patito en el stand de tiro. Así que es normal que te tiroteen.

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