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Sin dudas los episodios vividos durante la guerra contra la Triple Alianza están entre los más dolorosos que soportó el pueblo paraguayo. Hoy se conmemoran 155 años de uno de los momentos más heroicos de la contienda: el cumplimiento de una orden para dar un poco de tiempo al disminuido Ejército paraguayo y, sobre todo, evitar que el último remanente de la flota paraguaya caiga en manos enemigas.

Buque hundido en el río Yhaguy - fotografía del acervo de la Biblioteca Nacional de Montevideo

La inmolación de la flota de Yhaguy es uno de los momentos históricos más simbólicos de la Guerra Grande, ya que un 18 de agosto, pero de 1869, los marinos paraguayos tomaron la decisión de sacrificar los últimos siete buques de la Armada Paraguaya en un recodo del río Yhaguy. Los vestigios de este episodio aún se pueden ver hoy en día en el Parque Nacional Vapor Cué, ubicado en el distrito de Caraguatay, departamento de Cordillera.

Las fuerzas brasileñas habían llegado hasta esta ciudad y empezaron la toma de la zona, momento en que iniciaron los ataques en contra de las posiciones paraguayas atrincheradas en los campos de Barrero Grande. Tras un intenso bombardeo, y al verse superados en número por los enemigos, los marineros cumplieron la orden de quemar y hundir los barcos.

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La flota, días atrás, había pasado por el campamento del mariscal Francisco Solano López y advirtió a los diferentes comandantes y capitanes sobre el avance de tropas aliadas, dando la orden de que, en caso de que se diera la llegada de los enemigos a la zona, se procediera a la quema de los buques para evitar que los mismos caigan en manos equivocadas y fueran utilizados en contra del pueblo paraguayo.

Los últimos siete barcos que hacían parte de la Armada Paraguaya eran Ypora, Santa María, Paraná, Río Apa, Salto del Guairá, Pirabebé y Amambay. Estas embarcaciones nunca fueron tomadas por los brasileños, ya que quedaron atorados en el recodo del río Yhaguy, que en aquel momento se encontraba inundado.

Desde este hecho, ese tramo del río nunca más pudo ser transitado hasta la década de los 80, cuando las embarcaciones fueron recuperadas y actualmente son exhibidas en el lugar en que quedaron varadas y donde se fundó el Parque Nacional Vapor Cué.

Rescate del Pirabebé - Museo de Vapor Cué
Parque Nacional Vapor Cué

MANIOBRAS DEFENSIVAS

En conversación con La Nación/Nación Media, el historiador Ángel Piccinini destacó que, durante su retirada, los paraguayos realizaron varias maniobras defensivas para obstaculizar el avance de los brasileños, como hundir barcos en puntos estratégicos de los ríos Manduvirá y Yhaguy, dándoles un breve margen de tiempo ante el avance de los enemigos.

“El impacto de la decisión de inmolar los buques de la Armada Paraguaya en el río Yhaguy tuvo poca consecuencia directa dentro de la contienda, pero marcó un momento simbólico importante. Esta acción cerraba una etapa en donde la escuadra de guerra paraguaya desapareció definitivamente. Es crucial notar que, desde la batalla de Riachuelo, en 1865, el uso de estos buques era principalmente logístico para la guerra, habiendo perdido su capacidad ofensiva significativa”, comentó Piccinini.

El historiador explicó que a partir de este punto la guerra para Paraguay se tornó principalmente terrestre ante la pérdida de su capacidad naval que, si bien era limitada, ayudaba bastante en materia logística a las tropas más aisladas.

Además de haber perdido su flota, Paraguay también alteró las estrategias de movilización de las fuerzas paraguayas que quedaban en el frente hasta ese momento, por lo que se tuvo que adaptar a las condiciones de movilidad que les quedaban, que eran carretas, caballos y a pie.

En cuanto a las repercusiones, Piccinini señaló que es importante analizar que la mayoría de los barcos utilizados por el Paraguay en la contienda bélica eran navíos mercantes adaptados para la guerra. Al tomar la decisión de hundirlos, se privó al país de una flota mercante que habría sido fundamental para la reconstrucción y el desarrollo económico en los años posteriores a la guerra.

Atardecer en Vapor Cué, por María Celeste Pérez Ríos

EL RECUERDO

Al ser consultado respecto al porqué de la importancia de recordar estos hechos del pasado, el historiador Ángel Piccinini destacó que es clave conocer y entender estos hechos para generar una comprensión más madura y equilibrada de la historia nacional y regional.

“Es crucial que la historia cumpla su rol de fomentar la cohesión y el sentido de pertenencia entre los paraguayos del siglo XXI, pero no a través de un nacionalismo basado en el odio hacia los países vecinos o mediante una narrativa de victimización. Es importante extraer lecciones relevantes para los desafíos actuales, fomentar el pensamiento crítico en las nuevas generaciones”, finalizó Piccinini.



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