El minucioso trabajo busca poner en valor al único pabellón naval o pabellón de guerra que fue resguardado por connacionales al término de la guerra contra la Triple Alianza. La idea es luego devolverla al Parque Nacional Vapor Cue en una caravana naval que recuerde la remontada del río Paraguay que hizo la flota nacional para salvar los barcos de la furia enemiga.
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Emilio Bazán
“Este pabellón fue el último que flameó por el río Yhaguy por el buque Pirabebé. Uno de los marinos fue Hermenegildo Almirón, quien entregó al señor José Asunción Rolón”, reza el texto inscripto en la bandera histórica. “Año 18 de agosto de 1869. Yhaguy Paraguay. Fue Comandante Toribio Pereira. Buque Pirabebé”, se completa el texto escrito en el paño.
Cuenta la historia que el Pirabebé (pez volador), que era originalmente un barco mercante, fue artillado con un cañón durante la Guerra Guasu y jugó un rol preponderante en la batalla de Riachuelo.
Ya en las postrimerías de la contienda, los barcos de la flota nacional se retiran río Paraguay arriba escapando de la flota brasileña que los perseguía. El Pirabebé se interna en el río Manduvirá para luego quedar atrapado en el Yhaguy, donde finalmente fue hundido para que no cayera en manos enemigas.
Una vez reflotado, fue instalado en Vapor Cue, donde también está el museo histórico que guardaba su bandera, que se veía ya bastante deteriorada. Vale apuntar que al fallecer José Asunción Rolón, el hombre que tuvo en guarda el pabellón, este quedó en manos de su nieto, que fue quien la donó al museo de Vapor Cue.
Recuperarla y exhibirla con el orgullo que merece fue la idea que le surgió a Patricio Ortega, director de la Marina Mercante e impulsor del rescate.
“Este proyecto lo iniciamos el año pasado”, cuenta explicando que para poder restaurar la reliquia se debieron hacer una serie de trámites, entre ellos la declaración de interés turístico, departamental y cultural para recién ahí poder desplazarla del Museo Histórico de Vapor Cue, que es la institución que la custodia, hacia el Archivo Nacional, donde hoy se lleva adelante un delicado trabajo.
“Esta es la única bandera que se pudo rescatar de las quemas que hacían los argentinos y brasileños durante la guerra contra la Triple Alianza”, destaca Ortega, recordando que las otras banderas de aquella época que están en el Museo del Ministerio de Defensa fueron entregadas a principios de la década del 70 por el entonces presidente argentino, Juan Domingo Perón.
ITINERARIO HISTÓRICO
La idea es que, una vez finalizada la restauración, sea devuelta a Vapor Cue rememorando el recorrido que hicieron los buques nacionales en la retirada hacia aquel puerto emblemático.
Con una embarcación de la Marina Mercante como barco principal, “nos planteamos llevarla en setiembre a Caraguatay, pasando por las zonas ribereñas, pasaremos por Piquete Cue, haciendo una primera parada en Arroyos y Esteros, donde haremos un festival a la vera del río organizado por la Gobernación de Cordillera, con fogata y la presencia del trovador Francisco Russo. También tendremos la oportunidad de oír el relato histórico del general Olmedo”, comentó.
El trayecto, que cubrirán acompañados por navíos de la Armada, proseguirá luego hasta Vapor Cue, donde serán recibidos por una guardia militar, agrupaciones de boy scouts y la música de Sonidos de la Tierra y bandas militares que tocarán una retreta.
“Queremos invitarles a todos los que quieran participar de la caravana a que se sumen navegando con nosotros. De hecho, la ministra de Cultura (Adriana Ortiz) nos va a acompañar y queremos que sea el propio presidente, Santiago Peña, el que haga la entrega”, refirió Ortega.
Lo hizo recordando que la bandera es única en su tipo, ya que todavía no tiene los escudos que luego con el tiempo se agregaron. “Es muy importante para el país, para que la gente conozca la historia y valore lo que hicieron los antepasados, para que los jóvenes se involucren y por eso pedimos apoyo a las ministras de la Secretaría de Turismo y de la Juventud para que nos puedan apoyar invitando a la ciudadanía a participar de los actos”, apuntó.
UN TRABAJO ESENCIAL
La arquitecta Clarisse Insfrán, directora de Registro de Patrimonio, lidera el equipo de restauración de la bandera reliquia en la sede del Archivo Nacional. Para ello dispusieron el espacio y establecieron la iluminación justa para poder fotografiar el estado de la tarea.
Mientras Rocío Céspedes va registrando el paso a paso, Insfrán explica: “El registro fotográfico es fundamental porque revela el proceso de trabajo”.
María Recalde Yugovich, jefa del Departamento de Restauración; Antonia Cuevas y Carolina Garcete completan el equipo especializado.
Recuerda Insfrán que fue el gobernador de Cordillera, Denis Lichi, quien entregó la bandera a la directora general de Patrimonio Cultural, Arq. Natalia Antola. El objeto llegó en un marco de vidrio y estaba expuesto de manera vertical, por lo que con el tiempo se fue cayendo hacia abajo generando pliegues en la tela. Para intentar evitar esa situación, sus responsables usaron adhesivos como plasticola transparente, cuyas señales quedan en las telas.
DAÑOS
Julia Vera, una de las restauradoras, recuerda que “estaba pegada de dos formas, una más antigua con un pegamento sintético y también hay rastros de la utilización de una cinta de doble faz que pega en sus dos lados”. Mencionó también que el daño principal que sufrió se debió a “la exposición por largo tiempo a la luz, que provocó que se perdieran sus colores originales”.
En este momento el equipo debate sobre las telas a usar para dar soporte por debajo a la bandera sujeta a restauración, que a partir de ahora se va a exponer acostada, como debe hacerse con textiles para evitar pliegues que con el tiempo pueden favorecer quiebres o deterioros importantes.
Cuentan entonces que para encontrar las telas adecuadas debieron recorrer las tiendas de la ciudad buscando los parecidos con los colores actuales. “Nosotros aquí ya no podemos devolverle el rojo que tenía. Aunque tenemos indicios, esa no es nuestra función”, recuerda.
Natalia Antola, directora de Patrimonio Cultural, indica que “la restauración y la conservación son ciencias y en ese sentido, ya sea en arquitectura o bienes muebles, en este caso esta bandera, es importante que la persona que intervenga, que toque la obra, tenga conocimiento porque muchas veces tratando de hacer el bien destruimos o dañamos más”.
Por su parte, Insfrán recuerda que “la restauración es investigación, conocer la época en que fue generada la pieza, los materiales que se utilizaron porque quizás hoy ya no tenemos esos materiales, pero sí podemos acercarnos un poco más a la realidad para no alterar la pieza”.
CUIDADO EXTREMO
Sigue relatando la jefa del equipo: “La bandera estuvo vertical durante muchísimo tiempo y esto creó los pliegues, que si uno intenta enderezar se rompe. Entonces, hicimos un proceso de estabilización. Nuestra principal función es la de estabilizar los deterioros y paulatinamente logramos con el equipo devolverle la forma. Primero, investigamos la trama porque teníamos que saber de qué estaba hecha nuestra bandera a través de un estudio con microscopio y con lupa digital, donde nos dio la noción de cuánta afección llegó a tener el textil en los lugares en que se intervino con el pegamento sintético. Como eso penetra en las fibras, de querer retirarlo vamos a dañar la obra. Entonces hay que evaluar si vale la pena”, explica.
Sobre el texto inscripto en el pabellón, sostiene que “evidentemente no se escribió en 1869, pero no sabemos tampoco cuándo. Por el tejido sí se ve que es un tejido antiguo”, apunta.
Antola recuerda que en el proceso de intervención deben asegurarse de que los materiales que se usen sean reversibles, es decir, que se puedan retirar en el tiempo de ser necesario en caso de que, por ejemplo, se descubra o se desarrolle una forma más eficaz de restauración y conservación.
“Nuestra misión es que esta pieza siga en el tiempo. Entonces, vamos analizando todos los componentes buscando materiales compatibles y que sean reversibles, que lo puedan volver a quitar, ya que dentro de 20 años puede venir una nueva tecnología que permita recomponer vía nanotecnología, por ejemplo, y volver a armar este tejido de vuelta y completar todo. Entonces, lo que sea que se haga, lo que sea que hoy decidamos hacer, tiene que poder retirarse para que la nueva tecnología se pueda apoyar. Eso mismo pasa en arquitectura. Cualquier intervención que nosotros hagamos en arquitectura tiene que poder ser reversible, salvo que sea de tipo estructural, que se dé una intervención necesaria para que no caiga el edificio, por ejemplo”, señala.
Otra situación a contemplar es “la compatibilidad de materiales. No podemos poner por ejemplo un tejido, una tela que no se asemeje a la original”. Vale decir que la bandera está confeccionada con la técnica textil del tafetán en lino de algodón.
Insfrán cuenta que también se realiza una tarea de sanitación porque hay pequeños insectos que podrían afectar. En este caso “no detectamos agentes biológicos al mirar con el microscopio, pero sí tenía mucho polvo acumulado que nos quedaba en los guantes. Entonces, de una manera muy cuidadosa y con aspirado muy leve con elementos que teníamos se fue retirando con un filtro”.
VAPOR Y PACIENCIA
Así fueron recuperando franja por franja, registrando los pasos a cada momento, cuidando el texto escrito y la coloración.
Para extender el pabellón utilizaron vapor y unos pesos especiales que le devolvieron su forma original en un proceso que llevó unos cuantos días. Antola apunta: “Tuvimos que tener mucho cuidado para no abrir la fibra, entonces recurrimos al vapor y al peso arriba, entonces quedó tal cual. Pero hoy en día la exhibición es imposible hacerla como estaba antes, tiene que estar acostada, medianamente inclinada, con un espacio, mobiliario e iluminación adecuada tomando en cuenta la sequedad que puede llegar a tener el ambiente”.
Insfrán subraya que la premisa es “la mínima intervención, la reversibilidad, la notoriedad y la utilización de materiales estables de conservación para la consolidación de la pieza. Seguimos la teoría de Césare Brandi, quien dice que toda obra tiene un doble significado, uno estético y otro histórico, en el que se plantea el paso del tiempo desde su origen al presente. El deterioro, el cambio que se observa forma parte del objeto. Por ello, al restaurarlo se debe respetar la condición actual. Nosotros vamos a hacer una conservación, una consolidación, pero también vamos a respetar el paso del tiempo, que es lo que da la noción de que esta bandera tiene una historia, tiene un tiempo importante para la comunidad”.
De su lado, Antola refuerza el concepto: “Esta bandera no va a modificar su aspecto. La idea es conservarla así como está, que siga teniendo vida en el tiempo. Este es el punto central. Va a quedar mejor, bellísima”, indica. “Estará expuesta con sus ‘cicatrices’, porque vos sin tus cicatrices no sos vos, ¿verdad? Y es un poco eso también. Entonces, es contar con esas cicatrices que te cuenten la historia de este lugar. Toda vez que esas cicatrices no signifiquen un problema de estabilidad del objeto en cuestión. Esto se realiza justamente para que no se siga deteriorando la originalidad de la cosa, que esto no se siga rompiendo. Esta es la idea nuestra, detener el deterioro”, concluye.