Ubicada a 142 km de Asunción, la ciudad de Itapé es conocida como la capital espiritual del Guairá debido a su honda tradición religiosa y un santuario natural en honor a una santa a la que se atribuyen numerosos milagros. Además de la fiesta mariana de diciembre, el distrito atrae ahora a los turistas por un peculiar mirador ubicado en la playa municipal Ysoro, que será inaugurado en setiembre próximo.
- Por Paulo César López
- paulo.lopez@nacionmedia.com
- Fotos Jorge Jara
Este distrito, que se encuentra al oeste del cuarto departamento y a 20 km de Villarrica, tiene un rico pasado histórico como reducción de indios y es un importante destino de fieles que acuden a realizar sus plegarias y cumplir sus promesas en el Oratorio de la Virgen de Itapé, también conocido como Tupãsy Paso.
La gruta está erigida sobre un banco de piedra bañado por las aguas del río, donde también es posible realizar un cruce en balsa hacia el vecino distrito de Tebicuary.
Su apacible casco histórico alberga uno de sus principales atractivos urbanos, la pintoresca iglesia San Isidro Labrador, patrono de los agricultores. Pero lo que más ha dado que hablar en los últimos días es el mirador en forma de barco que está a punto de ser inaugurado en la playa municipal Ysoro.
El arquitecto Héctor Escobar, quien dirige las obras, explicó que la iniciativa surgió a raíz de que durante el verano la playa municipal recibe una amplia concurrencia de personas que acuden a refrescarse en las aguas del río.
Sin embargo, el lugar no contaba con ningún tipo de infraestructura para ofrecer a los visitantes.
Ante esta situación, se realizó la propuesta a la Municipalidad local de construir las comodidades necesarias, especialmente sanitarios, saliendo del diseño habitual y adoptando algún elemento alegórico al entorno. Así, se planteó específicamente un mirador de hormigón en forma de barco con dos niveles, seis baños sexados, lavatorios y una cantina.
DIMENSIONES
Respecto a las dimensiones de la obra, que imita la figura de un yate, Escobar detalló que la estructura tiene 23 metros desde la proa a la popa y 5,50 metros desde la base hasta el mástil. La construcción duró unos cinco meses con varias pausas por eventos climáticos como las crecidas.
En efecto, a una altura de poco más de un metro puede observarse la marca dejada por el nivel de agua en los periodos de suba del afluente, lo cual en su momento podría agregar el atractivo de realizar incursiones en canoa para llegar al mirador o el tendido de un puente imitando el abordaje de una embarcación real.
Actualmente las obras se encuentran en la etapa final con la construcción del muro de contención, escaleras y rampas para el acceso a la playa.
Asimismo, como parte de las obras complementarias se incluyen la iluminación del entorno y la arborización con palmeras para brindar un refugio a los visitantes ante el inclemente sol de la temporada veraniega, así como también la instalación de basureros. La inversión aproximada que demandó la obra fue de 480 millones de guaraníes.
Aunque la inauguración está prevista recién para el mes de setiembre, cientos de personas ya la visitan, especialmente los fines de semana.
DETALLES FINALES
Delfín Cuevas, uno de los obreros que se encontraba trabajando en los últimos detalles del muro de contención junto con otros dos ayudantes, precisó que la valla tiene 160 metros de largo y 2,50 metros de alto. Con inconfundible acento guaireño rememora con entusiasmo el inicio de los trabajos y se muestra orgulloso de que la obra esté por ser entregada, aunque al mismo tiempo lamenta algunos robos y vandalizaciones que sufrió la estructura. “Este día ko péantema roju porque ore reta’íkuri. Oñecambiapáma la equipo ko’ága. Un día rãntema jareko. Ko’ága muro la jajapóva ha oñembojojapa va’erã kóa, péa ko sapy’aitépe tractor-pe. Entre siete romba’apo kuri kóare. Omakanearei lo mitã hetárõ ojekopareíntema ojuehe” (Hoy vinimos solo nosotros tres, pero llegamos a ser muchos. Ahora tenemos solo para un día de trabajo. Ahora estamos haciendo el muro y se debe emparejar el terreno, pero eso se hace en un rato con tractor. Estuvimos trabajando entre siete, pero cuando hay muchos ya se recuestan en el otro)”, asevera lanzando una risotada a la que me uno de manera cómplice.
Como extrabajador del rubro retirado hace ya más de dos décadas, comprendo de inmediato la estrategia adaptativa del jagua juka para buscar un alivio momentáneo a los estragos del trabajo pesado bajo el sol paraguayo, que quema incluso en los días de invierno como el de nuestra visita.
En el momento en que finalizábamos el recorrido irrumpieron con algarabía dos abogadas de Ciudad del Este, una de ellas oriunda del lugar, que tras realizar diligencias judiciales en el Juzgado de Villarrica aprovecharon para visitar el sitio.
“Aníke orepy penohe la fótope” (Que no salgan nuestros pies en las fotografías), dice entre carcajadas una de ellas con los zacos llenos de arena luego de caminar por la playa en dirección al mirador. “Vinimos por trabajo ha roju rocorre sapy’aite (vinimos a recorrer un rato). Está muy lindo el lugar”, añade luego quien se presentaría como Marly. En tanto, su compañera, Nancy, indicó que sus abuelos son de la ciudad, por lo que ya conocía la playa y aprovechando que se encontraban cerca llevó a su amiga y colega a conocer el nuevo atractivo de la ciudad. Luego de recorrer los dos niveles y hacerse las tomas de rigor, Nancy nos invitó a conocer el Oratorio de la Virgen de Itapé o Tupãsy Paso, lo cual si bien no figuraba en nuestro plan inicial fue una experiencia harto gratificante.
TIERRA SANTA
Tras un breve trayecto de menos de dos kilómetros, llegamos al oratorio, ubicado a la vera de un amplio codo del Tebicuarymi. Un cartel advierte sobre la prohibición de ingreso en vehículos y a los vendedores ambulantes por tratarse de “un lugar sagrado”. El predio de unas dos hectáreas tiene el rango de Santuario Natural de la Virgen del Paso y está bajo cuidado de la Diócesis de Villarrica.
Anualmente, cada 18 de diciembre recibe la visita de miles de fieles que vienen a realizar sus plegarias y cumplir sus promesas a la Virgen de Itapé, a la que se atribuyen numerosos milagros. Entre tanto nos dirigimos al oratorio, Marly comparte un hecho que le fue narrado por su madre, que era natural de Coronel Oviedo, pero devota de la Virgen de Itapé, por lo que regularmente viajaba hasta el sitio para encomendarse a su protectora.
En ocasión de una visita realizada por su madre y su abuela, unos bebés siameses fueron conducidos ante la Virgen y empapados con las aguas del río. Poco después, las mujeres aseguraron haber visto a los mismos infantes mientras estaban jugando con sus cuerpos separados uno de otro.
Marly siguió compartiendo otras historias que le fueron contadas por su madre. En otro episodio vinculado a la Virgen, refiere que su abuelo era muy incrédulo, pero que en una ocasión ante la insistencia accedió a acompañar a su esposa, quien deseaba encomendarse a la santa para que la cure de una molestosa afección dermatológica. Una vez concluidas sus oraciones, mojó la parte afectada con las aguas del río y al llegar a su casa advirtió que las llagas habían desaparecido por completo.
ATAJO
Posteriormente, nos dirigimos a hablar con los balseros. Uno de ellos explicó que el cruce a través del río ahorra unos 20 kilómetros en el trayecto hacia el departamento de Paraguarí. Sobre la tarifa, refirió que es de G. 20.000 para camionetas, G. 15.000 para autos, G. 5.000 para motocicletas, G. 7.000 para motociclistas con acompañantes y G. 2.000 para peatones.
“Ápe ko tuicha emombyky hína ha eevita avei umi zorro okaru nderehe. Nunca ko ndajarekopái. Siempre otopa ndéve alguna cosa” (Acá se acorta mucho y se evita también que los agentes de tránsito te quiten dinero. Nunca tenemos todo. Siempre encuentran alguna cosa), dice un hombre de porte pequeño que nos invita a tomar el atajo rumbo a la capital mientras escruta nuestro móvil en busca de alguna potencial falta que pueda costarnos una multa. Aunque soy un escéptico convencido en asuntos relativos a la fe religiosa, debo admitir que en el sitio se respira una atmósfera muy propicia para la reflexión y la meditación, que cesa de inmediato apenas empezamos a retirarnos. Las vendedoras apostadas en la entrada que ofrecen sus rosarios y estampillas nos abren el portón en nuestro camino de regreso al mundanal ruido tras ser testigos de una experiencia de profunda devoción y recogimiento.
BREVE RESEÑA DE LA CIUDAD
Hay disidencias en las crónicas históricas respecto a la fecha en la que el sacerdote mestizo y guaraniparlante de la orden franciscana fray Buenaventura de Villasboa fundara con el nombre de Itapé (piedra plana) una reducción de indios mbyá del Monday que no se integraban a los nativos cristianizados de los pueblos de Caazapá. El municipio asume como fecha de fundación el 2 de mayo de 1672, mientras que varios historiadores sostienen que la misión fue fundada el 10 de marzo de 1678.
Un monolito con un busto apostado en el patio de la iglesia San Isidro Labrador frente a la plaza 14 de Mayo reproduce en una placa de homenaje a la presencia franciscana en Itapé (1678-1770) las palabras del obispo Faustino las Casas: “Uno de los religiosos que más ha trabajado y reducido entrando en los montes a buscarlos con enorme riesgo de su vida pasando muchas necesidades, tolerándolas con amor y valor y edificación de los indios, y después de haberlos sacado se desnudó para vestirlos. Este religioso se llama fray Buenaventura Villasboa. Amante de los indios con exceso”.
Según la leyenda, el 18 de diciembre de 1954, la imagen de la Virgen de Caacupé fue llevada al sitio luego de pasar por la ciudad de Villarrica. Los peregrinos que acompañaban la procesión cruzaron el río Tebycuarimi a pie debido al bajo nivel de las aguas. En este trayecto del cruce denominado Paso Tuyá, que se encuentra a menos de un kilómetro del casco urbano de la ciudad, la capa de la Virgen acarició la corriente. Una mujer que refrescaba a su hijo enfermo con las aguas del río debido al intenso calor mientras suplicaba a la Virgen por la salud de su crío pudo corroborar que este sanó milagrosamente, por lo que los pobladores creen en el poder curativo de este curso hídrico.
La estampa que veneraba y rememoraba el paso de la Virgen de Caacupé por el sitio fue sustituida pocos años después, hacia 1957, por una imagen propia adquirida a instancia de los pobladores. El distrito tiene una superficie de 162 km² y una población aproximada de 8.000 personas. La principal actividad económica es el cultivo y cosecha de caña de azúcar.