• Fotos: Carlos Juri

En esta edición de “Expresso”, Augusto dos Santos conversa con Michaela Zimmermann, migrante alemana que cuenta cómo desembarcó en el país, sus vivencias y expectativas.

-¿Qué es lo primero que se puede decir sobre estos primeros dos años de experiencia en Paraguay? ¿Cómo lo están viviendo?

-La mayoría del tiempo lo pasamos muy bien y encontramos un lugar hermoso para vivir. También pasamos situaciones muy difíciles: nos robaron dos veces y nos asaltaron otra, así que sentimos mucha inseguridad. Igual, Paraguay es un país hermoso, la gente es cariñosa, tenemos muy buenos conocidos, pero también tuvimos malas experiencias con alguna gente. Eso es normal porque uno viene con muchos desafíos, pero la realidad es otra cosa.

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-Claro, la realidad siempre confronta. Pero además de este problema de inseguridad que confrontaron, ¿los procesos demoraron o todo se dio de acuerdo al tiempo planificado? Porque veo que ya hay cultivos, hay vivienda…

-Sí, trabajamos mucho. Tenía este sueño hace ya más de 15 años de vivir tranquila en el campo porque yo nací en el campo con vacas, chanchos, caballos, burros, gallinas en Erlangen, es una ciudad en Franconia que forma parte de Bavaria del Sur en Alemania, zona muy famosa por su cerveza. Está a una hora y media de Múnich y crecí en un pueblo de 50 personas donde nos conocíamos todos y no había mucha cosa más que el bosque, los animales, los vecinos, los amigos, muy tranquilo. Y después me fui a estudiar, soy periodista, trabajé 20 años en un periódico alemán regional con 350 suscriptores. Antes de trabajar estudié en la ciudad de México un año y medio y después me fui a trabajar en un periódico chileno alemán a Santiago de Chile donde viví casi un año.

Después viajé como tres meses con amigos por toda Sudamérica y llegué a Paraguay en 1998 y me enamoré y eso que venía por 10 días solamente. Estuve en la región de Asunción, Villarrica, y después nos fuimos a Uruguay y a Bolivia, pero ya tenía que trabajar en ese periódico chileno “El cóndor”.

-¿La temática del diario era información general o en relación a algún tema en particular?

-No era general. Para la comunidad alemana, escribí reportajes, por ejemplo, sobre la falta de trabajo para los jóvenes, era muy interesante, hice una entrevista con el ministro de Trabajo en Santiago. En Chile hay una comunidad alemana muy grande, no sé si es la más grande en la región.

-¿En qué contexto se da la decisión de venir a vivir definitivamente a Paraguay?

-Después quise volver a Chile, diplomarme en Alemania y volver, pero no funcionó porque me enamoré de una persona. También pensé en ir a Namibia en África donde trabajé un año en un periódico para los alemanes. Yo viajé mucho en mi vida y siempre tenía el sueño de vivir en el extranjero.

Michaela Zimmermann manifestó sus vivencias

-Hace dos años, su venida definitiva se da en un contexto en el que se da un flujo de migración importante de Alemania a Paraguay. ¿cuáles fueron los detonantes de esa decisión?

-Primero los valores que hay en Paraguay. Quise proteger a mi hijo porque la situación en Alemania no es buena hace ya algunos años, comenzó antes de la pandemia con la política que había en mi país con la que no estaba contenta.

-Sobre el punto, se los critica señalando que la posición es fundamentalista. ¿Cómo evalúa esa crítica?

-El problema es la inmigración, que en Alemania era importante ya en 2015, cuando la canciller Angela Merkel abrió las puertas para cualquier inmigrante. Y la mayoría son hombres, jóvenes, que vienen sin su familia y como las leyes en Alemania son muy estrictas, ellos no tienen nada que hacer, no pueden trabajar porque es prohibido para ellos y es un problema.

-¿Cuál debería ser desde su punto de vista una política de Estado en relación a la diversidad de género y el tema del control migratorio.

-Tiene que ver con políticas. Pienso que por un lado que hay que ver quién viene. Porque el Estado dice: “Necesitamos gente especializada que trabaje…” Y esa es una pequeña mentira porque no viene gente especializada que van a trabajar y van a ayudar a la economía. Viene gente joven sin mucha educación y solos, sin sus familias. Como trabajé en este periódico regional, conozco a mucha de esta gente, hablé con ellos porque estaba interesada en sus historias, de dónde vienen, qué experiencia tienen. Ellos siempre piensan que Alemania es el país del oro y llegan y se encuentran otra situación. Es como yo acá en Paraguay, ¿no? Están confrontados con la realidad y ven qué difícil es hacer una vida en Alemania.

-¿Ustedes plantean un marco regulatorio más adecuado?

-No, eso no se puede decir, la inmigración cero no funciona, no anda en estos tiempos porque estamos en un mundo internacional, ¿no? Eso no, nunca. Pero hay que ver quién viene. Pienso, si esta gente comete crímenes, definitivamente no es una cuestión racial. Porque pueden ser alemanes también los criminales, pero hay una violencia que subió entre esta gente extranjera. Para la seguridad de la gente, sería bueno que se sientan mejor con el tema de la inmigración. Hay que cambiar la política en el sentido de que esta gente tenga más ayuda o al menos que haya reglas para que pueden trabajar en cualquier cosa.

-¿Creés que el Estado está como muy ausente en cuanto a poner reglas?

-Sí, son tantos inmigrantes que tienen un efecto en la sociedad. Por ejemplo, en las escuelas hay muchos inmigrantes que no hablan el idioma y los profesores tienen problemas porque de un momento al otro tienen en una clase de 30 personas 15 o 20 que no entienden.

-En general hay una serie de cuestionamientos a cómo se desarrollan las políticas en Europa, en particular en Alemania ¿También tienen cuestionamiento a la democracia en Alemania?

-Sí, hay muchas razones, no solamente la política de salud. La mayoría de la gente que yo conozco son familias que se fueron por sus niños. ¿Por qué? De un día al otro, los niños perdieron todos sus derechos, eran víctimas de esta política de la vacuna, de esta ideología de género, porque de un día al otro había programas en la escuela en cual había una educación sexual en la escuela a partir del segundo grado. ¡Una presexualización de los niños! Estas eran todas las razones. También la baja de la economía, los impuestos, la inmigración.

La alemana dijo que trabajó 20 años en un periódico alemán regional con 350 suscriptores.

-¿Cómo se llama la posición que tienen en términos de política?

-Eso es muy difícil de decir, porque yo no creo más en la política, en los partidos, pero yo no soy tan antisistema, aunque algunas cosas de este partido las encuentro bien. Como periodista, ustedes tienen que saberlo, al menos en Europa, no es el estilo. Si uno es una buena periodista, nunca te metes en un lado para mantenerte objetivo. Esta posición es la que tengo todavía, veo cosas que me gustan en distintos partidos.

-¿Y cuál es el futuro de Alemania y de Europa en general? ¿Qué temores y qué esperanzas tienes al respecto de Alemania y Europa?

-Una de las razones por las que me fui era el miedo, el temor de la guerra. Porque el rollo de la OTAN se cambió totalmente entre 1999. Al comienzo era una institución por la defensa, y ahora es de ataque y a mí me da mucho miedo. Me fui de Alemania también por el miedo de la guerra porque empezó con Ucrania, después Israel y el rollo del OTAN y el comportamiento de mi Estado, de mi país.

-¿Usted cree que la mayoría no tendría que involucrarse en la guerra?

-Sería mejor, como otros países no hicieron. Pero nuestro rollo es estar siempre al lado de los Estados Unidos y tenemos que hacer lo que ellos nos dicen, eso más o menos así. Y la política tomó decisiones que la mayoría de la gente no quiso. Si preguntas en Alemania, en la calle a la gente, si ellos quieren esta guerra o están contentos que tanta plata se gaste en armas en esta guerra, la mayoría de la gente va a decir no. Además, los mayores ya tenían la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, así que van a decir que no, que no. En una guerra no se gana si uno manda más armas, hay que terminarlas de una manera diplomática. También para nosotros es muy peligroso tener a Rusia como enemigo, ese es un rollo muy viejo.

Michaela Zimmermann, cuenta su experiencia del país

-Habló de Estados Unidos, ¿preferiría que gane Donald Trump?

-No, pero yo tampoco soy amiga de Joe Biden. Es difícil, sería mejor una tercera opción.

-La idea de asentarse en Paraguay es definitiva ¿Piensas en un futuro en América?

-Es una pregunta que yo me hago a mí misma. Quiero que mi hijo estudie acá en Paraguay, quiero quedarme y seguir con esta vida. Pero no hay estabilidad de la economía acá y de ese lado viene la inseguridad. Y como a nosotros nos asaltaron cuatro hombres con armas en nuestra propia casa y no sentí mucho apoyo, vino la policía, pero hasta ahora no hay resultados. Tengo una muy buena relación con mis vecinos, tenemos mucho contacto, pero es un peligro vivir afuera, eso para mí es claro. Tengo una amiga que vive en Obligado centro y en las últimas semanas hubieron más de seis asaltos allá. La inseguridad es un tema en este país.

Michaela Zimmermann, migrante alemana

-Digamos que ese proceso continúa, ¿cuáles son los planes? ¿Ahora mismo tienen producción, crían caballos?

-No, no, yo no crío caballos. Tengo una escuela para montar a caballo y ofrezco cabalgatas en el campo. Al lado tengo vacas y vendo los terneros con seis meses y por otro lado estoy traduciendo libros de inglés a alemán. Entonces hago de todo un poco y así vivimos.

-El objetivo básico de la vida era salir de una región cuyo cuadre político o estatal le agobiaba.

-Sí, un país más libre, un país con tierra. Este país es muy atractivo, puedes conseguir una tierra buena por un buen precio. Acá En Paraguay hay valores, la familia tiene valor, los niños tienen valor. Se cuida mucho a los niños y esto me gusta, la familia es algo muy importante.

-¿Usted se refiere a la cultura paraguaya?

-Sí, la cultura paraguaya es así. Y por eso era una de las razones por las que me fui porque tenía miedo que le pase algo a mi hijo por la guerra, por la ideología de género. Eran muchos los puntos que son mejores acá. Los alemanes que vinieron son todos distintos.

Hay los ruso-alemanes que vinieron en un círculo con familias muy grandes, con muchos hijos y vinieron juntos, se ayudan entre ellos, tienen su propia iglesia, hacen sus propias cosas. Están entre ellos, no están abiertos para los otros alemanes. Yo soy alemana, pero tengo sangre checa, somos todos mezclados. Los alemanes “alemanes”, no sé cómo quieres llamarlos, son un grupo, después están los alemanes paraguayos, y todos son distintos, tienen su propia cultura.





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