• Fotos: Eduardo Velázquez

El proyecto cultural celebra este mes sus primeros 17 años de trabajo con la comunidad, con la que se integró firmemente. El presente aniversario encuentra a la iniciativa con nuevos desafíos y en pleno desarrollo de nueva infraestructura.

“La idea de El Cántaro BioEscuela Popular surgió a partir de la falta y necesidad de oportunidades para los jóvenes. Joe Giménez, la directora, experimentó estas carencias durante su adolescencia, y fundó y arrancó el proyecto para ofrecer espacios comunitarios que faciliten un aprendizaje nuevo y diferente, utilizando el arte como forma de expresión, cohesión comunitaria y resignificación para la transformación social”, comenta Gustavo Díaz, coordinador de El Cántaro BioEscuela Popular, que el próximo 17 de agosto celebra sus 17 años de existencia.

“El Cántaro es más que una escuela, es un refugio para niños, niñas y adultos, un espacio donde padres, madres, abuelas y abuelos encuentran un lugar de encuentro y apoyo. Es un nido de aprendizajes colectivos”, agregó.

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La cuna del proyecto fue Areguá, donde sigue creciendo hasta hoy. Arrancó utilizando espacios públicos como la plaza, la doble avenida de la ciudad y la vieja estación del ferrocarril. “En 2010 se alquiló un local y fue ahí cuando conocí a Joe y al proyecto de la escuela. Me gustó tanto que me involucré de lleno y, en 2012, logramos conseguir un terreno propio donde empezamos la bioconstrucción comunitaria y donde se encuentra la sede actual de la BioEscuela”, explica.

El sostenimiento y permanente crecimiento del proyecto se da, según comenta Gustavo, gracias al involucramiento que tiene la comunidad con las actividades y requerimiento que tiene la iniciativa.

“Uno de los puntos de inflexión fue cuando el dueño de la casa que se alquilaba solicitó un alquiler mucho mayor. Joe ya no quería volver a la calle, y ahí es donde reflexionamos que las crisis son oportunidades. En el problema está la solución: conseguir un lugar propio. Eso nos daría independencia, y la bioconstrucción nos dio apropiación del espacio y consolidación del tejido comunitario”, refirió.

Para la construcción del local se utilizaron materiales reciclados y de bajo costo propios de la zona. Este proceso incluyó la participación activa de la comunidad, que trabajó en conjunto para construir el Óga Guasu (aula principal y escenario) y otros espacios de la escuela, promoviendo así la responsabilidad y conciencia ambiental.

“El enfoque en la bioconstrucción, la sustentabilidad y el respeto por la naturaleza, junto con el compromiso y la solidaridad de su comunidad, han creado un modelo de escuela que inspira a replicar en otros lugares. La escuela nunca ha cobrado por sus talleres, dependiendo del apoyo de colaboradores y padrinos para su sostenimiento, demostrando que el acceso a la cultura y la educación debe ser un derecho universal”, comentó.

EDUCACIÓN POPULAR

“La BioEscuela utiliza métodos de educación popular, fomentando la creatividad, el aprendizaje colectivo y la participación activa de la comunidad. Los talleres se dividen en sensibilización y movilización, rescate de artes populares, oficios, comunicación y tecnología. En la educación popular se asume que todas las personas tienen algo que aprender y algo que compartir, por eso en la BioEscuela se fomentan mucho los círculos de aprendizaje, sin embargo, se cuentan con más de 10 facilitadores de talleres en las diversas modalidades que ofrece la escuela. La escuela se basa en el derecho humano de acceso a la cultura de manera permanente y lejos de ofrecer actividades fugaces, por lo que la BioEscuela ha logrado desde hace 17 años con o sin fondos iniciar sus actividades desde marzo de cada año hasta diciembre. Esto es solo posible por la participación y empoderamiento de su comunidad”, comenta.

El impulso a la lectura es uno de los principales objetivos de la escuela

El Cántaro organiza regularmente encuentros y talleres sobre diversos temas como música, bioconstrucción, artes, teatro, cerámica, reciclaje y la pedagogía ambiental. En lo relacionado a la música, actualmente el espacio cuenta con más de 200 estudiantes en los diversos talleres dirigidos a niños, jóvenes y adultos: guitarra, violín, viola, violoncello, contrabajo y canto, todos acompañados por clases de lenguaje musical.

“No es un conservatorio de música, sino un semillero de músicos que no busca la excelencia individual, sino el aprendizaje colectivo, que no apunta simplemente al desarrollo de grandes artistas, sino de buenas personas, en el que toda persona que quiera aprender un instrumento musical o cantar pueda hacerlo sin impedimentos”, explica Díaz.

LA BIBLIOTECA

“La biblioteca comunitaria de El Cántaro surgió como una extensión natural de los talleres y actividades culturales, ofreciendo más de 3.000 volúmenes y una sala de informática para promover la lectura y el acceso a la información. Al comienzo los libros acompañaban los primeros talleres en las calles de Areguá, luego con los años ya la cantidad de libros eran muchos y buscaban un lugar ya donde permanecer”, narra.

En 2014, con apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF), lograron construir el lugar donde hasta hoy los libros están a disposición en el marco de una estructura de biblioteca novedosa y diferente.

El Cántaro “es un nido de aprendizajes colectivos”, afirma el coordinador de la escuela

APRENDIZAJES

Gustavo enumera varios aprendizajes significativos que surgen a partir de esta experiencia con la ciudad, y como máxima señala “el hecho de que al dar, uno recibe más”. Refiere que la filosofía de El Cántaro es que todos tienen algo que aportar al mundo y a la comunidad que pertenece, y eso es algo único.

Algunos de estos aprendizajes lo dice así: “La comunidad se construye con quienes están, lo que hacemos es una micropolítica, y la cultura y el arte transforman vidas y generan impactos positivos, pero es un proceso largo”.

Gustavo Díaz, coordinador de El Cántaro BioEscuela Popular

Hemos visto cómo la participación en actividades artísticas y culturales puede transformar vidas, proporcionando a las personas nuevas habilidades, confianza y una forma de expresión personal. Sin embargo, también hemos aprendido que estos cambios no ocurren de la noche a la mañana. Es un proceso gradual que requiere paciencia, perseverancia y un apoyo continuo. Los beneficios del arte y la cultura se revelan a lo largo del tiempo, a medida que las personas desarrollan sus talentos y encuentran su voz”, agregó.

Dentro del proyecto son cinco personas que forman parte de un equipo que está en la coordinación y gestión de los espacios y las actividades, además de los diez facilitadores de talleres remunerados. Hay varias personas, incluyendo madres, padres y estudiantes, que ayudan voluntariamente durante el año, sirviendo desayunos, ordenando, limpiando y cuidando el espacio y a las personas.

La escuela se basa en el derecho humano de acceso a la cultura

CRECIMIENTO

“En este momento, estamos en una fase crucial de expansión. Nuestro objetivo es ampliar nuestra sede a un terreno aledaño al actual, ya que la demanda de nuestros talleres y actividades ha crecido significativamente, y el espacio actual ya no es suficiente para albergar a todos los participantes. Actualmente tenemos alrededor de 300 participantes al año, y el espacio se ha vuelto insuficiente”, señala Díaz.

En ese sentido, proyectan pagar por el terreno donde podrán construir un escenario a cielo abierto, baños, una cocina, aulas y un depósito. En ese marco cuentan con su propia campaña de recaudación a través de https://givebutter.com/bosquecitodelcantaro.

“Ya hemos comenzado la construcción de un salón multiuso gracias al apoyo del Instituto Paraguayo de Artesanía y varios voluntarios que han ayudado en el proceso de bioconstrucción con materiales naturales como barro, paja y takuara. Este salón será el corazón de nuestra nueva sede, un lugar donde se puedan realizar múltiples actividades y talleres”, agregó.

Para la construcción del local se utilizaron materiales reciclados y de bajo costo propios de la zona

CELEBRACIÓN

Entre su agenda de actividades para la celebración de sus 17 años de existencia se destacan dos shows: el jueves 15 de agosto se presentará primero en un conversatorio y luego en concierto el bandoneonista argentino Chango Spasiuk, junto al arpista Sixto Corbalán. La primera actividad será a las 15:30 y la segunda a las 19:00. El acceso será libre y gratuito.

En tanto que el sábado 17 de agosto realizarán una feria abierta a todo público, con festival que incluirá la participación del grupo nacional Nde Pomberos.


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