- Fotos: Gentileza
Dos décadas de trabajo siguen dando sus frutos dentro de este proyecto que involucra al arte y a la comunidad, y que para el próximo mes anuncia una nueva parada.
En Paraguay, hace más de 20 años se corre un circuito lleno de inspiración donde los corredores convocados son cientos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes que estudian música. Ellos viajan kilómetros cada año y se dan cita en una ciudad para lograr, en pocas horas de ensayo, el ensamble perfecto para un megafestival. Un camino que recorre las venas de toda una nación compartiendo melodías de esperanza.
Estos festivales son llevados adelante por Sonidos de la Tierra y su fundador, el maestro Luis Szarán, quien comparte su mirada sobre lo que han sido estas dos décadas de festivales, el motor detrás de esta carrera y su impacto en las comunidades del país.
–¿Cómo nace esta idea de los festivales en los pueblos?
–Esta iniciativa tiene su origen en el espíritu mismo del proyecto de Sonidos de la Tierra ya hace más de 22 años, a la par de la conformación de escuelas de música, estaba contemplado también la integración de los pueblos a través de festivales regionales, nacionales e internacionales. En ese entonces en muchos pueblos a los que llegábamos aún tenían caminos de tierra, poca gente conocía o veía por primera vez un violín. Sabíamos que teníamos que conectar a la gente, armar esta red que es física y no virtual como Facebook o Instagram, sino de personas reales que existen y están transformando sus comunidades, y qué mejor que hacerlo por medio de la música, con el desafío de lo que representa una actividad así, desde la organización, no solo lo artístico. En los últimos años se volvió más amplio, no es solo tocar juntos y reunirse a tocar obras de compositores, es acercar la cultura de diferentes naciones aquí en Paraguay, es de incluir propuestas turísticas y de reconocimiento al patrimonio natural y cultural de cada pueblo.
–¿Qué impacto deja en sus protagonistas, en los músicos y en los pueblos que participan?
–Este año la Ruta de Festivales comenzó en junio en el departamento de San Pedro, en Itacurubí del Rosario, y posteriormente fuimos hasta Itapúa, a San Pedro del Paraná, 300 músicos participaron en cada uno de estos encuentros y para poder recibirles, toda la ciudad se tiene que movilizar. En Itacurubí del Rosario fue la primera parada donde se pudo apreciar lo que es la cultura agrícola de la zona y cómo convive y se integra al de las colonias menonitas, experimentando propuestas como paseos en carretas de madera, los famosos cachapé, y ver todo lo que producen allí en un mercadito y siendo invitados a conocer una de ellas.
En San Pedro del Paraná dimos un merecidísimo homenaje a Epifanio Méndez Fleitas, y la ciudad decidió no hacer no solo uno, sino dos días enteros de actividades, y a pesar del frío, las calles estuvieron repletas de gente recorriendo, conociendo y descubriendo con la música de la megaorquesta sonando de fondo durante los ensayos. Es realmente una experiencia única para los niños que tocan, sus familias y para quienes tienen que hacer todo ese esfuerzo para recibirles. Las familias que componen la escuela buscan alianzas y desde Sonidos se les da las herramientas, se les acompaña, porque tienen que armonizarse un montón de elementos y actores para recibir a esta cantidad de personas que vienen a su vez acompañados de sus familias.
Hay un gran movimiento local y una coordinación como la municipalidad, gobernación, cooperativas y todos los aliados que puedan sumarse, toda la comunidad se involucra y se empodera en estas celebraciones, mejoran su capacidad de gestión y de organización, convierten en promotores culturales y reafirman su identidad local, su sentido de pertenencia, lo que les llena de orgullo y les une y lo comparten con los demás.
–¿Qué planes hay para el futuro? ¿Cómo siguen estas actividades?
–El 3 de agosto vamos a estar en Santa Rosa, Misiones, y la invitación es conocer mucho de la herencia jesuítica, desde temprano los niños y jóvenes estarán llegando hasta allí y a las 18:00 en el tinglado municipal será el concierto. Y, por el día del niño, vamos a estar el 17 de agosto en Carapeguá con un seminario para los iniciados, en su mayoría niños, pero que son aquellos que están empezando a descubrir sus instrumentos y sus primeras melodías. Y el 4 y 5 de octubre vamos a cerrar en Caaguazú con el encuentro más grande de todos: el festival nacional de orquestas juveniles, la conjunción de miles de espíritus jóvenes que ponen su talento en una sola voz, en una megaorquesta que suena al unísono.
“UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE”
Nayeli Reckziegel compartió este año un episodio que vincula música, aprendizaje y alegría gracias a Suena. “Para nosotros fue una oportunidad para mostrar lo que nuestra Escuela de Arpas de Encarnación puede lograr, así que nos dedicamos a ensayar muchísimo antes de llegar. Realmente sentí un orgullo inmenso al ver cómo nuestra música tocaba los corazones y creaba alegría para todos. Tocar en San Pedro del Paraná fue una experiencia inolvidable, comenta Nayeli Reckziegel, una joven participante de arpas de la escuela de Encarnación, que este año participó en la edición Suena San Pedro del Paraná, bajo la dirección de la profesora Belén Pineda.
“Junto con mi comunidad, desde que recibimos la invitación para participar nos emocionamos muchísimo, nos reunimos y ensayamos para que las semillitas (niñas y niños músicos recién iniciados) que iban por primera vez entendieran no solo lo que íbamos a hacer, sino también cómo íbamos a vivir esta experiencia juntos”, explicó la joven.
Arte, disciplina, comunidad y alegría compartida son algunos de los condimentos que se destacan en estos festivales que convocan a jóvenes del país para descubrir un nuevo universo de experiencias y aprendizajes.
“Desde el primer momento, la alegría y la energía de todos se sentían muchísimo. Compartir escenario con los compañeros son momentos demasiado preciados, es demasiado todo lo que vivimos juntos”, concluyó. Más de 4.000 kilómetros recorrerá este año la Ruta de Festivales Suena Paraguay, por lo que el público está invitado a acompañar los siguientes destinos en Santa Rosa, Misiones, Carapeguá en Paraguarí, y Caaguazú, para sentir todo lo que la música puede despertar en los niños y jóvenes, y lo que puede inspirar y lograr en los pueblos.
Además de los conciertos, se desarrollan actividades turísticas y mercadito de emprendedores locales, pueden seguir todas las informaciones en las redes sociales de Sonidos de la Tierra @Sonidospy.
“ALGO QUE TRANSFORMA LA VIDA”
Belén Pineda creció dentro de este proyecto y hoy ayuda a compartir su conocimiento musical en su comunidad.
Era 2007 y Sonidos de la Tierra llegaba hasta Ñeembucú con la noticia de la primera Orquesta de Cámara para la ciudad de Pilar, donde una joven de 13 de años, llamada Belén Pineda, iba a encontrar el instrumento que le cambiaría la vida: un violín.
Llegó un día hasta el Teatro San Alfonso de Pilar, cargada de entusiasmo y con la curiosidad propia de sus años, al enterarse por los medios que ahí se impartían las clases de música. “Aparte de inolvidables, estos festivales son algo que transforma la vida de los chicos. Muchos de mis compañeros pasaron por esto también, llegando hasta la escuela así de curiosos, de apasionarse y buscar mejorar con cada melodía que vas logrando cuando aprendés, cuando ya compartís ahí con tus compañeros y amigos, los nervios antes de una presentación y la magia de cuando ya está sucediendo, son experiencias que te cambian la vida”, comenta Pineda, a quien le ha tocado en las últimas ediciones en tener a su cargo la batuta de la orquesta en algunos megaconciertos.
A aquella pequeña Belén le interesó desde un principio el violín. Sus profes comentaron que desde un primer momento demostró mucha dedicación y esfuerzo, lo que le permitió ganar una beca de Sonidos de la Tierra en Asunción, y a partir de ser instructora de violín de su comunidad, ya desde hace varios años.
“No solo son megaconciertos, son una celebración de esperanza. Gracias a Sonidos de la Tierra se crean estos espacios positivos y llenos de oportunidades y estoy convencida de que con ellos se está construyendo un futuro mejor para miles de niños y jóvenes. Agradezco a todos los maestros que he conocido por dejarme aprender de ellos desde la pasión y el compromiso”, agregó.
Desde aquel inicio, Belén dedicada a superarse día tras día y enseñando con vocación a sus alumnos, poniendo sus dones al servicio de su comunidad y transitando este camino de inspiración de la Ruta de Festivales Suena Paraguay.