- Por Jorge Zárate
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- Fotos: Gentileza
Destacando el rol de la fotografía como fuente de investigación histórica, un trabajo de dos comunicadores argentinos evidencia que aquellas postales, que pudieron servir en su momento como propaganda de guerra, hoy pueden convertirse en un mensaje que denuncia la barbarie y la violencia sobre la población paraguaya de aquella contienda desigual.
“El libro surge porque nos faltaba la tesis para recibirnos de comunicadores sociales”, cuenta María Belén Strassera sobre el origen de la obra “Historia, fotografía y guerra. Un estudio sobre la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay”, que realizó en coautoría con Ignacio Sánchez Durán, su compañero de trabajo en el archivo de Artear, el multimedio que tiene como referencia al Canal 13 de Argentina y a la señal informativa TN, por mencionar sus principales marcas.
“Ignacio había realizado un trabajo sobre la fotografía desde los inicios, estaba con un tema de una media tesis y nos interesó el tema de las fotos de la Triple Alianza porque no sabíamos que existían, sabíamos de los cuadros de Cándido López, pero en general es algo de lo que no se habla mucho”, introduce.
Así fue que la tutora de la tesis, la prestigiosa investigadora Cora Gamarnik, les comentó que, además, las fotos estaban hechas con la técnica del “colodión húmedo”, un invento que permitía obtener tomas más rápidas que el daguerrotipo. Así comenzaron a analizar las tomas “en su mayoría inmóviles, las artillerías, los ejércitos formados, fotos impactantes, porque lo que permite el colodión es poder trasladar sus equipos a los campos de batalla”, situación que se dio también en la guerra de Secesión de los Estados Unidos y la guerra de Crimea.
“Consideramos que la guerra comienza con el sitio de Paysandú en diciembre de 1864 cuando Argentina y Brasil colaboran con Venancio Flores y sacan fotos a la ciudad bombardeada”, cuenta. Desde ese punto de partida y después de más de tres años de investigación, entienden que la tarea continúa: “No está acabada, ahora en nuestro paso por Asunción y Corrientes comenzamos a descubrir más cosas”, comenta.
PODER E IMAGEN
Hay un dato esencial en el registro de la contienda y tiene que ver con el interés del poder en la imagen. “Al emperador Pedro Segundo le interesaba la foto. Sabemos que el mariscal Francisco Solano López tenía conocimiento, pero quizá no había tantos fotógrafos instalados en Paraguay y es algo que estamos investigando 160 años después”. Por ello, entienden que pueden quedar “muchos registros en archivos privados de familias paraguayas que no se dieron a conocer”.
Strassera cuenta que el primero en pedir registro de la contienda fue el coronel uruguayo León de Palleja, que fue escribiendo un diario durante la marcha y en una carta reclama que a un año de comenzada la guerra “no había fotógrafos registrándola”. La paradoja del caso es que Palleja cae abatido en Boquerón del Sauce y su foto “heroica” es quizá una de las principales que atesora la obra.
Los aliados contrataron a los fotógrafos de la casa uruguaya Bate & Compañía, que fueron siguiendo a las tropas y pudieron instalar un campamento en el teatro de operaciones. “Eran necesarios dos: uno hacía la puesta y el otro hacía los químicos en el vidrio, la albúmina con clara de huevo y el revelado que era inmediato. Hubo dos campañas de la Bate en la que registran la caída de Humaitá, Asunción tomada, después hay otra muy impactante, la del montón de cadáveres paraguayos donde vemos la deshumanización de las personas, esto de lo que habla Susan Sontag; también la de los niños famélicos”, apunta.
Entendiendo la cobertura desde el lado aliado, se ve que las imágenes sirvieron como “estrategia de guerra para darle ánimo a las tropas. También existe como una jerarquización, los retratos son para los generales y los militares de alto rango, los soldados rasos aparecen en tomas de conjunto”.
La autora apunta que entiende que a futuro lo que se desea es que “futuros investigadores puedan tomar el libro y quizá también cuestionarlo. Es algo que vamos aprendiendo. Ahora cuando fuimos a la Feria en Asunción y pudimos estar en los escenarios de la ciudad, el Palacio, etc., se toma otra dimensión. Nos queda pendiente el recorrido por los escenarios de la guerra que ya lo haremos. En Corrientes también pudimos ver desde otro ángulo, que no es el de nuestro Buenos Aires natal”.
Strassera dice que desde que iniciaron la investigación sigue costando entender “por qué siendo los aliados los que ganaron, no se habla de esta guerra. A modo personal lo digo hasta con vergüenza. Tenemos una educación mitrista (por Bartolomé Mitre), por lo que se conoce muy poco de los antecedentes de Paraguay, la primera fundición de hierro, por ejemplo”, expone.
MUJER PARAGUAYA
A renglón seguido sigue contando la autora: “Siendo mujer, me interesa mucho la mujer paraguaya, que es palabra mayor. Esto de que acompañadas por los niños hayan levantado a un país de una devastación, que aniquiló al 80 % de su población. También la batalla de Acosta Ñu, que es una herida abierta. Cuando la empecé a leer no podía entender cómo pudo haber sido tan sangriento todo. Al visitar el Panteón de los Héroes y ver que hay una urna de los niños mártires me dejó impactada, una que tiene sobrinos, hermanos, imaginarnos esa crueldad”.
Finalmente, hizo un agradecimiento especial al teniente Eder Acosta, del Ministerio de Defensa, “que nos hizo un recorrido por la guerra que nos dejó impactados y comentarles que el libro está a la venta en Paraguay en librerías y en Argentina contactándose en redes con los autores”.
¿POR QUÉ TAN POCA BIBLIOGRAFÍA?
En diálogo con Ignacio Sánchez Durán, coautor del libro, recuerda la pregunta inicial que fue la disparadora de la obra. “Cuando empezamos a adentrarnos con Belén en la investigación nos preguntamos ¿por qué habiendo tantas fotografías en los archivos de las bibliotecas y de los museos sudamericanos y, más específicamente, sobre la guerra de la Triple Alianza, hay tan poca bibliografía sobre el tema? En segundo lugar, para nosotros, formados en las ciencias de la comunicación, la fotografía es marginal respecto a la prensa, los medios masivos o los nuevos medios surgidos de la convergencia entre la informática, las telecomunicaciones y los medios audiovisuales y escritos. En ese sentido, la fotografía como objeto de estudio nos demandó un esfuerzo extra: pensar los marcos teóricos y metodológicos para abordar este tema”, dice al inicio de la charla.
–¿Qué cosas nos van contando las fotos de ese camino de cinco años de guerra?
–Para analizar estos largos años y los escenarios bélicos en el amplio territorio sudamericano, decidimos analizar qué pasó con la producción, con la circulación y con la recepción de esas fotografías, paralelamente a las campañas militares. Las campañas militares nos sirvieron mucho para ordenar la investigación alrededor de ese eje y observar cuáles fueron los hechos registrados y cuáles fueron los omitidos.
–¿Qué es lo que más los impactó de ese descubrir?
–La circulación que tenía la fotografía en aquel entonces. La fotografía llegó a Montevideo en 1839 y a Buenos Aires en 1841. Pocos años después, la población rioplatense observa a la lejanía una guerra sudamericana en fotos. También tuvieron sus momentos: primero, circularon en un clima de exacerbación de sentimientos probélicos o nacionalistas o patrióticos, como vehículos de un mensaje triunfalista sobre el enemigo y también entre las esferas públicas y privadas como testimonios y recuerdo a los seres queridos. Hoy es interesante también observar cómo muchas de esas fotografías adquieren otros sentidos a la distancia de aquel acontecimiento histórico.
–¿Crees posible que exista un archivo de foto paraguaya de la contienda?
–Por lo que hemos observado, los fotógrafos respondieron a una mirada aliada sobre el conflicto. No encontramos fotógrafos paraguayos. Pero algunas de esas fotografías tienen hoy “un doble filo” porque el mensaje proaliado de ayer hoy puede convertirse en un mensaje que denuncia la barbarie y la violencia sobre la población paraguaya.
–¿Cómo vas recibiendo las primeras devoluciones de los lectores de la obra?
–La investigación fue muy reconocida. Se inició como tesis de grado. En 2018, fue Premio Tesis de Investigación, otorgado por la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y luego Premio Nacional Fadeccos en 2019. Con Belén, hicimos un enorme esfuerzo para reescribirla como ensayo histórico. Eso dio sus frutos también porque fuimos reconocidos con el Premio a la Mejor Investigación Latinoamericana en 2019 por el Centro de Fotografía de Montevideo, editándose en ese país luego de la pandemia en 2021. Posteriormente, Cayetano Quattrocchi, del sello Arandurã, también valoró nuestro trabajo y hoy le agradecemos la edición en Paraguay.
–¿Cómo sigue la promoción de la obra?
–Recientemente hemos estado en Asunción y en Corrientes. Ese viaje para Belén y para mí fue muy rico porque fuimos a los lugares donde se vivió la guerra y ha dejado detrás de sí una estela que aún hoy se puede percibir. Ojalá que los pueblos sudamericanos puedan reconciliarse fraternalmente y dejar en el paso uno de los momentos más oscuros y tristes de la historia. No debemos recurrir al olvido, debemos recurrir a la memoria.
“UNA EDICIÓN ESPECIAL”
“El proceso arrancó el año pasado en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde acordamos hacer una edición paraguaya de esta investigación”, cuenta Cayetano Quattrocchi, de la Editorial Arandurã.
Así nació esta versión ampliada del libro, que tiene más fotografías que el original. “Lo presentamos en mayo pasado en Buenos Aires y tuvo una repercusión interesante con mucha gente, a sala llena, historiadores, gente de las bibliotecas y de los museos, estamos contentos con el trabajo”, reseña.
La obra fue presentada luego en la Feria de la Cámara Paraguaya del Libro (CLAP) y en la Casa Bicentenario de las Artes Visuales, “oportunidades en la que despertó mucho interés porque es una investigación seria y profunda sobre el origen de la fotografía y está vinculada a la guerra del 70. Estamos muy satisfechos porque el público paraguayo, los investigadores y los profesionales de artes visuales lo recibieron bien”, comenta.
Para el reconocido editor nacional, la obra “patentiza mucho que fue un arma en la guerra de parte de los vencedores, porque del lado paraguayo se desconoce que se hayan hecho fotografías. Se ve como un arma porque presenta la destrucción del Paraguay, el Ejército paraguayo vencido, los muertos apilados, los retratos de los vencedores, van dando la idea de ‘estamos ganando’ y esto es lo que nos enseña mucho también sobre el trasfondo”.