El centro asistencial dependiente de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) atiende a casi un millón de personas por año y necesita más presupuesto. A pesar de ello, brinda mejores servicios y acaba de habilitarse como centro de trasplantes cardiacos. Realiza alrededor de 15.000 cirugías al año, incluyendo trasplantes de riñón, hígado, huesos y tejidos, médula ósea y córneas, entre otros procedimientos. También crece en lo académico y se prepara para inaugurar el Hospital de Simulación. Aquí un pantallazo de su presente y su memoria de luchas y presencia permanente en la salud pública nacional.

“Desde su inau­guración en 1894 el Hos­pital viene cumpliendo una labor importantísima en la asistencia y formación de médicos y sigue vigente como la academia más prestigiosa del país”, resume Jorge Giubi, director general asistencial del Hospital de Clínicas.

“Somos un centro de referen­cia para la alta complejidad y tenemos la misión de ayu­dar a acceder a esta medicina, tratando de llevar adelante el legado de solidaridad y empa­tía que con mucho respeto y cariño nos legaron nuestros maestros en esta rica histo­ria”, añade.

Lo hace mientras repasa los 130 años que cumplió el pasado 19 de julio el centro asistencial, apuntando que la clave en la consideración general está en que la ins­titución “siempre se carac­terizó por ir adelante, por innovar, implementar nue­vos procedimientos y ofre­cer al paciente todo lo mejor, buscando equipararse con los medios privados o cen­tros asistenciales del extran­jero, tratando de disminuir la brecha de inequidad que suele darse en la medicina de alta complejidad, sobre todo aquellos de niveles sociales menos favorecidos”.

PRESUPUESTO

La cuestión presupuestaria es central. En este sentido, el director admite: “La realidad nos dice que el presupuesto es insuficiente. Para lo asis­tencial tenemos unos 49.000 millones de guaraníes, que es lo que se usa para insu­mos, medicamentos y ade­más tenemos otros 30.000 millones de guaraníes para apoyo de servicios, banco de sangre, laboratorios”, reseña.

Con todo, esos recursos son insuficientes “para darle todos los medicamentos al paciente. Hoy cubrimos entre el 60 al 70 % del tratamiento del paciente. El resto está a su cargo o tratamos de resol­verlo con convenios con el Ministerio de Salud Pública”, comentó.

Giubi es optimista en torno a un sinceramiento del pre­supuesto. “Hay buena volun­tad del Ministerio de Econo­mía y siempre hay un poco de aumento, pero no tiene el impacto necesario para cambiar la dinámica de la asistencia, por lo que nece­sitamos abrir un proceso en el que haya un aumento pro­gresivo que permita consoli­dar una cobertura más com­pleta”, sostiene.

Jorge Giubi, director general asistencial del Hospital de Clínicas

ACADEMIA

Otro punto esencial en el análisis tiene que ver con lo académico en el ámbito de la medicina con la eclosión de centros de dudosa referencia: “Para nosotros como acto­res sociales es preocupante que no exista una regulación que impida la proliferación de facultades de medicina”, apunta Giubi.

“Nosotros aplicamos todo lo que es exigido para la forma­ción del médico, el rigor de las leyes que están previstas y en ese contexto sabemos que nuestro producto es el mejor, que estamos a la vanguardia de lo que es la práctica médica. Por ello, reafirmamos nues­tra apuesta a la enseñanza y ahora estamos a punto de concretar nuestro Hospital de Simulación, que será un hito en la enseñanza médica en el país y nos ubicará entre los mejores centros de Sudamé­rica”, anunció.

Este centro tendrá un ala pro­pia en el hospital que se está construyendo en la actualidad y la idea es inaugurarlo para diciembre próximo. Esto per­mitirá que antes de ir directa­mente a los pacientes los estu­diantes puedan practicar en “esquemas y protocolos que simulan pacientes y situacio­nes donde el estudiante puede entrar en contacto con un maniquí sofisticado y puede emular las patologías. Se hace la práctica con base en los escenarios médicos para que, después de afinar protocolos, se pueda pasar a la práctica con el paciente real”, explicó el director.

ATENCIÓN

A la hora de evaluar cuáles son las principales afecciones que se tratan en el Hospital, Giubi recordó que se da la particu­laridad de que pasada cierta edad los pacientes padecen varias enfermedades. “Bási­camente recibimos gente con problemas cardiovascu­lares, renales, oncológicos y si bien aumentó bastante el diagnóstico respecto a años anteriores, en contrapartida el momento de la consulta no es el ideal, porque vienen con un estadio avanzado de la enfermedad”, se lamenta.

Este diagnóstico tardío hace difícil que las terapias den resultado, por lo que se entiende que se debe insistir en un programa de educación de la ciudadanía en salud.

“Tratamos de educar y difun­dir las prevenciones. Por ejemplo, un varón que llega a los 40 o 45 años tiene que hacerse una colonoscopia. En la salud maternoinfantil es vital que las mujeres se hagan estudios de mamografía, la cistología de cuello uterino, procedimientos de diagnós­tico por imagen (screening) que hoy son accesibles en el servicio”, indica el médico.

“Hay que perder el miedo, el tabú de ir al hospital porque sabemos que el diagnóstico temprano genera una sobre­vida importante”, subrayó.

El Hospital de Clínicas brinda medicina de alta complejidad, sobre todo a personas de los niveles sociales menos favorecidos

DESAFÍOS

“La pandemia desnudó no solo en nuestro sistema, sino en el mundo, las debilida­des y falencias. Realmente mirando el lado positivo nos ayudó a mejorar protoco­los, prestaciones y cosas que no teníamos en cuenta de manera importante”, ana­liza Giubi.

“Sobre todo la relevancia de la salud pública, que busca generar una sociedad más sana con una mejor calidad de vida, más longeva, que sea útil. En ese contexto, lo importante es la educación del ciudadano sobre el estilo de vida que tiene que ver con las conductas y prácticas que debemos promover entre todos”, apunta.

Para el profesional es funda­mental “mejorar los servi­cios, ya que la gratuidad no es solución si no es accesible. La medicina tiene que llegar, la de alta complejidad debería estar centralizada en grandes hospitales, pero la de mediana y baja complejidad tiene que ser accesible en centros más pequeños”, consideró.

A este respecto, Giubi entiende que la informática es una herramienta principal en este tiempo. “Está en el futuro de la medicina unificar criterios de información, porque la infor­matización de los sistemas nos permite tener una trazabilidad de los pacientes que ayuda a tomar decisiones a todo nivel”, concluye señalando.

ATENCIÓN “DE CALIDAD Y CON CALIDEZ”

Nilsa Benítez es jefa del Departamento de Enfermería del Hospital de Clínicas y tiene 29 años de antigüedad en el centro asistencial. “Ingresé siendo licenciada en 1996 allá en Sajonia y era el sueño de cualquier pro­fesional. Pasamos momentos difíciles en esta institución, que siempre se caracterizó por su lucha, por lograr muchas reivindicaciones en lo ins­titucional y en lo social para el pueblo paraguayo”, cuenta.

“Después en el tiempo ya nos mudamos al nuevo edificio, que fue un gran logro porque mejoraron los espacios”, sigue relatando para recordar que, a pesar de los problemas presupuestarios, “el hos­pital brinda asistencia especializada con tecnología de punta con profesionales altamente calificados”.

Explica también que un rol central del Hospital es la for­mación que aporta para la Facultad de Enfermería y Obstetricia (FENOB), que tiene entre 250 y 300 alum­nos aprendiendo en sus salas. Benítez recuerda que la clave está en la atención “con calidad y calidez. Somos comprometidos y brindamos servicios integrales, humani­zada y especializada, no solo al usuario, sino a las familias y toda la comunidad con principios éticos, de vanguardia y pro­moviendo la capacitación permanente”.

ESFUERZO DE LA ACADEMIA

Claudia Centurión es Ph. D. en Ciencias Médicas, y ejerce y enseña hace 33 años en el Hospital de Clínicas. “Es un centro asistencial que quizá no fue diseñado para eso, pero sirvió a la ciudada­nía ser un hospital que reci­bía pacientes del interior y de la capital con enfermeda­des frecuentes y con patolo­gías raras”, comenta.

Centurión destaca el esfuerzo de la academia por tratar los casos complejos “en equipos multidisciplina­rios, con interacción entre los servicios” a pesar de que “no se hizo siempre con los recursos necesarios, siempre se trabajó con carencia de infraestructura, pero no de talento humano. Los médicos del viejo hospital nos acostumbramos a trabajar así y nos cuesta transmitir que uno siempre tiene que pensar en la situación ideal: cómo haríamos si tengo todo lo necesario y después ir adaptándose a lo que se tiene en realidad”, expone.

Cuenta también que la mudanza al hospital nuevo “tuvo sombras y luces. Tuvimos que adaptarnos, nos distribuyeron las especialidades por pisos y la medicina interna, que es mi área, quedó limitada en camas porque el espacio era más pequeño. Hasta hoy seguimos teniendo las 30 camas por servicio de medicina interna en tres servicios, que hacen 90 camas para pacientes clínicos que son la base del hospital y algunos a partir de ahí van a los servicios quirúrgicos, siempre faltan camas. El servicio de contingencia del covid está lleno tam­bién con 30 camas para agudos”, apunta.

Docente desde el año 93, Centurión cuenta con orgullo que en poco tiempo más habrá un plantel docente nacional para el doctorado en Ciencias Médicas que está avalado por el Consejo Nacio­nal de Educación Superior (Cones), ya que “antes lo hacíamos con un plantel docente extranjero”.

Referente también de la Asociación de Médicos, grupo emblemático que se formó durante la dic­tadura de Alfredo Stroessner y que impulsó rei­vindicaciones gremiales y sociales, apunta que el espíritu de la última lucha de 2015 con “UNA no te calles” no debería apagarse “para seguir refor­mando lo moral, académico y financiero” en el centro asistencial.

En lo que hace a los salarios, recuerda que “hoy en día los salarios de nuestros médicos residen­tes tienen una dedicación en papeles que dice 40 horas y están más de 50 a 55 horas, viven en el hospital y su salario no es acorde. No llega a los 4 millones de guaraníes”, apunta.

La posibilidad de que los residentes tengan un buen lugar para dormir y poder hacer guardias día de por medio es algo que entiende posible de realizar. “Es cuestión de voluntad”, dice la profe­sora doctora.

REIVINDICACIONES Y CONQUISTAS

Zulma Rojas es también enfermera: “Nací en el Clínicas, en la maternidad nacional que se lla­maba antes. Mi mamá ya fue enfermera con más de 40 años de servicio aquí en la parte de pedia­tría”, comenta.

Vinculada a la Asociación Paraguaya de Enferme­ría (APE), Rojas cuenta que fundaron la organiza­ción en “1985 ya producto de las movilizaciones y de los trabajos que se realizaban en esos tiempos en que los trabajadores cuestionamos el poco presupuesto, lo poco que se ganaba y así fueron surgiendo inquietudes y se formaron las organi­zaciones. Primero acompañando a los médicos y después fue forjándose como más autónoma e independiente”, señaló.

“La gran lideresa de esos movimientos fue la compañera Elsa Mereles, que encabezó la lucha. Es bueno rendirle un homenaje. Por suerte fui­mos avanzando, porque no nos conformamos con que se incremente en algo el presupuesto o las condiciones de la enfermería. Es importante mejorar los recursos que les vamos a ofrecer a los usuarios y usuarias. Para la enfermera esto es su karaku, no va solo por su sueldo, sino también por los insumos para poder trabajar y ofrecerle el mejor servicio a su paciente”, destaca.

La Ley de Enfermería aparece como otra gran conquista de una secuencia de derechos, pero “siempre está la deuda de incrementar el número de personal que va a trabajar, porque cada día tenemos casos complejos, cada vez más exigencias”.

A pesar de ello, pone en valor “la experien­cia fabulosa de saber que estamos sirviendo a toda una población porque, además de brindar nuestros cuidados de enfermería para nuestros pacientes, apoyamos muchísimo y tenemos una intervención en la formación de profesionales de salud, médicos, enfermeros y, sobre todo, apo­yando a los enfermos”.

HABILITADO PARA TRASPLANTES DE CORAZÓN

El Hospital de Clínicas fue recientemente habili­tado como centro de trasplantes cardiacos para pacientes adultos y pediátricos, con lo que se concreta un viejo anhelo de cubrir esta compleja área médica. Vale recordar que ya se practican trasplantes renales, hepáticos, de huesos y teji­dos, médula ósea y córneas; además de aportar a la formación de especialistas en estas áreas que prestarán servicios en todo el país.

Jorge Rotela, de la división de Medicina Cardio­vascular, anunció que ya se evalúan pacientes para poder practicar el primer trasplante ape­nas se den las condiciones de disponibilidad de donante y paciente.

El director asistencial, Jorge Giubi, explicó a su turno que cada trasplante “es un procedimiento de erogaciones importantes por la logística, pero para nosotros es una prioridad institucional la medicina de alta complejidad, que hoy por hoy está fuera del alcance de muchos compatriotas. Es darle la opor­tunidad a todos para acceder al procedimiento en un trabajo que haremos acompañados de cerca por el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT)”, apuntó.

APRENDIZAJE INTEGRAL

“Me encanta estar con el paciente, el día que tenemos práctica es diferente el aprendizaje”, resume Atiana Valenzuela, estudiante de cuarto año de Medicina. “El Hospital nos da ese con­tacto desde el tercer año y eso es una gran riqueza, es diferente con los pacientes que con los libros”, apunta.

“El servicio que se brinda a la comunidad a bajo costo, e incluso con atenciones gratuitas, es para nosotros muy bueno y a nivel académico no tengo quejas. Se aprende muchísimo. Los profesores que me tocaron fueron muy buenos, ya que nos enseñan no solo cómo curar, sino a entender que estamos tratando una persona y a tener todos esos aspectos que hacen la relación médico-paciente”, destaca.

Valenzuela, quien es presidenta del Centro de Estudiantes de Medicina (CEM), dice que su carrera va orientada hacia lo clínico. “Me gusta mucho medicina interna, el famoso médico que atiende de todo un poco”, dice.

Además de ello, refiere que con sus compañe­ros pretenden reeditar la costumbre de recaudar dinero entre los estudiantes para aportar al Hos­pital de Clínicas. “Antes se hacía. Ahora nomás estamos en una crisis económica, pero sería una buena meta ayudar porque a veces hace falta papel higiénico y jabón, eso es algo que pode­mos aportar”, señala.

Fachada del viejo Hospital de Clínicas de Sajonia

HISTORIA DE LUCHAS

Se lee en el fascículo “Historia del Hospital de Clínicas”, editado por el Ministerio de Salud, un pasaje referente a la “La lucha por las reivindi­caciones” originadas en el centro asistencial: “La larga lucha por las reivindicaciones sociales comienza en el año 1931, cuando la huelga de estudiantes provoca la renuncia del decano y de todo el Consejo Directivo. A ello se suma una violenta protesta contra la ocupación boliviana del Chaco, que culminó con la muerte violenta de un estudiante de medicina. A raíz de estos sucesos, la Universidad Nacional de Asunción es intervenida por el Poder Ejecutivo.

El gobierno de José Félix Estigarribia, en 1940, decretó la intervención de la Universidad con el propósito de evitar desórdenes.

Durante el gobierno de Higinio Morínigo (1948) la Facultad de Medicina vuelve a ser intervenida por supuestas deficiencias académicas, y la par­ticipación de estudiantes y profesores en la pre­paración de la subversión armada.

En 1956 la Federación Universitaria del Para­guay organiza un encuentro, pero las reuniones fueron sistemáticamente hostigadas, razón por la cual los alumnos tuvieron que refugiarse en la Facultad de Medicina y en el Hospital de Clí­nicas. Ambos edificios fueron atacados por las fuerzas militares y paramilitares. En repudio a esta violenta represión, los médicos del Hospi­tal de Clínicas se declararon en huelga.

Gracias a esta lucha se logró la restitución par­cial de la autonomía universitaria y el regreso de varios profesionales injustamente apartados de su cátedra.

Tres años después, las manifestaciones estu­diantiles se dieron nuevamente por el respeto de las libertades públicas avasalladas por el Gobierno. Luego, en 1976 una nueva manifes­tación estudiantil fue duramente reprimida por las fuerzas del orden. Varios estudiantes presos y torturados.

En 1986 se dio el ‘Clinicazo’. Así se dio en llamar esta protesta sin precedentes y que continuó con una sucesión de paros, huelgas de hambre y movilización de los gremios. Más de 5.000 personas se unen a la marcha en apoyo de sus médicos, enfermeros y funcionarios en reclamo del aumento salarial”.

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