Hace tiempo que el clima viene registrando variaciones y no se comporta de manera “habitual”, como dirían los expertos. Algunos sostienen que es un proceso natural del planeta, que ya habría pasado por una situación similar; mientras que otros aseguran que esto es producto de la actividad humana.

Los fenómenos climáti­cos severos y sus efec­tos van dejando huellas en el ecosistema. Mientras las tormentas y raudales causan estragos en el campo y en la ciudad, la sequía pone en jaque a la naturaleza debido a los grandes incendios que arra­san con la flora y fauna de los espacios consumidos.

Ante esto cabe preguntarse ¿cómo nos afecta realmente el cambio climático? El cambio climático afecta de diversas maneras a la población y uno de los sectores más vulnera­bles es la niñez y adolescencia, así como los adultos mayores.

Por un lado, cuando hace calor se siente mucho más, al igual que cuando hace frío. Es lo que se ve ahora, por ejem­plo, en la Argentina, donde las bajas temperaturas cau­san estragos, mientras que en el hemisferio norte las olas de calor están arrasando. La inversa vivimos en enero y febrero, con las olas de calor que llegaron a temperaturas récords, mientras el norte se llenaba de nieve.

Por otro, los fenómenos climá­ticos como La Niña (sequía), así como El Niño (inunda­ciones y lluvias) son cada vez más frecuentes. En cuanto a las precipitaciones, estas ocurren más, pero en menos tiempo. En otras palabras, en un día puede llover lo que debería en un mes.

Sergio Gonzalo, de 17 años, sugiere mitigar los efectos “creando conciencia volun­taria, no como una obliga­ción ni con miedo”. Dice que el cambio climático está aso­ciado con “las nuevas enfer­medades que están llegando”.

HÁBITOS DE CONSUMO

Los malos hábitos de con­sumo (la cultura del descarte que genera toneladas de basu­ras) y la mala utilización de los recursos naturales (el uso indiscriminado de combus­tible fósil, la deforestación, el cambio del uso del suelo, etc.) nos llevaron al punto que esta­mos, asegura Sergio Gonzalo.

Para Victoria, de 13 años, si la situación sigue así, llegare­mos a no tener aire puro para respirar. Le preocupa la tala indiscriminada de los bosques nativos. Laura Luján y Dara, ambas de 15 años, dicen que los fenómenos de El Niño y La Niña son parte del cambio cli­mático.

“El cambio climático se está acelerando con impactos muy significativos en todos los aspectos y se siente más en los países menos desarro­llados”, asegura Julián Báez, director de la Oficina Regional de la Organización Meteoro­lógica Mundial para las Amé­ricas, con sede en Asunción.

La crisis climática tiene un efecto directo sobre la salud, la educación, la seguridad ali­mentaria, la provisión de agua potable y saneamiento. Aun­que el aporte de Paraguay en la crisis climática sea ínfima, al ser un país en vías de desa­rrollo y sin infraestructura adecuada, apenas llueve con intensidad las calles quedan inundadas y se genera un caos que ya ha costado muchas vidas humanas.

“El cambio climático implica una responsabilidad inter­generacional con los niños, niñas, adolescentes y jóve­nes. Esta responsabilidad está consagrada en el preám­bulo del Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas, ratifi­cado por Paraguay. Teniendo en cuenta esto, los jóvenes deben mantenerse activos y los tomadores de decisión deben instalar espacios rea­les de participación”, sos­tuvo Óscar Rodas, director de Cambio Climático y Polí­ticas de WWF-Paraguay.

INCIDENCIA EN LA SALUD Y LA EDUCACIÓN

La proliferación de enfer­medades causadas por vec­tores es una muestra de cómo el cambio climático incide en la salud. Cuando tenemos olas de calor, las larvas de los mosquitos aceleran su metabolismo. Con las lluvias se genera el ambiente ideal para la infestación, causando epi­demias como las de dengue y chikunguña.

Las altas temperaturas afec­tan con los golpes de calor, insolación, deshidratación, diarrea y vómito, indica la doctora Adelaida Portillo. Las alergias por el aire con­taminado debido a las que­mazones o incendios fores­tales son efectos adversos, explica, por su parte, el doc­tor Ricardo Meza, especia­lista en Alergia e Inmunolo­gía Pediátrica del Hospital de Clínicas de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción.

La falta de agua potable afecta directamente la cali­dad de vida, sobre todo a las niñas y adolescentes en lo que respecta a la higiene menstrual. No tener acceso a agua potable, ya sea para beber o para una adecuada higiene, es un derecho lesionado.

El otro extremo, el exceso de lluvia, trae consecuen­cias como la búsqueda de lugares secos. En los refu­gios las condiciones de vida son precarias y proliferan las enfermedades por el hacina­miento.

Asimismo, con cada tor­menta existe el peligro latente de que los árboles caigan sobre casas, escue­las o vehículos en movi­miento, causando así acci­dentes que pueden derivar en lesiones e incluso la muerte de personas.

SEGURIDAD ALIMENTARIA AMENAZADA

Paraguay es un país alta­mente vulnerable al cam­bio climático y eso pone en riesgo la seguridad alimen­taria. “El cambio climático es cuando pasa de ser un clima estable, predecible, en el que uno puede culti­var, producir verduras, fru­tas, soja, ganadería”, explica Julián Báez.

Tanto las sequías con olas de calor, las lluvias con inun­daciones y tormentas son peligros para la seguridad alimentaria debido a que la agricultura y la ganadería dependen de las precipita­ciones. “Para la producción de alimentos, sean de origen animal o vegetal, se necesita un clima estable”, indicó.

La sequía tiene efectos adversos en la producción de frutas y cultivos en el campo, así como en la provisión de agua potable. En el interior, las comunidades sin servi­cio deben recorrer distan­cias considerables para obte­ner el vital líquido. A esto debe añadirse que la falta de infraestructura hace que con una lluvia considerable las calles colapsen debido a las precipitaciones.

¿CÓMO MITIGAR?

Forestar, reforestar, dispo­sición correcta de los resi­duos, conciencia en el uso de la energía eléctrica, reducir la impermeabilización del suelo son pequeñas acciones que pueden ayudar a mitigar los efectos del cambio climá­tico, explicó Julián Báez.

No quemar basura ni botarla en las calles, cuidar los recursos hídricos, hume­dales, bosques, asegurar la sobrevivencia de la fauna y flora ayudan a crear equili­brio, por lo que son acciones que deben emprenderse para mitigar los efectos adversos del cambio climático.

Sergio Gonzalo plantea el uso de “fuentes de energía renovable, como la eólica o solar” y la práctica del “reci­clado y la reutilización de los objetos biodegradables”. De su lado, Sofía Aramí, de 13 años, dice que “todo debe partir de uno mismo” para cuidar el medioambiente y asegura que eso puede gene­rar motivación en otros como, por ejemplo, en el uso racional del agua.

Aunque la mayor responsabi­lidad para mitigar el calenta­miento global está en manos de las autoridades, cada uno puede aportar su grano de arena contribuyendo a man­tener el equilibrio y habitabi­lidad del planeta.

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