• Por Jimmi Peralta
  • Fotos: Cristóbal Núñez/Gentileza

En este diálogo con La Nación/Nación Media, el cantautor, escritor y sociólogo Roque de Pablo habla sobre qué es y qué busca la novedosa propuesta musical de La Tocatta, que va colocando su nombre en la escena ofreciendo un amplio repertorio de ritmos especialmente latinoamericanos a través de conciertos promovidos comunitariamente y con profundo sentido de solidaridad.

El arte como práctica y oficio tiene en general varias facetas que se dan en simultáneo y, a veces, unas más que otras son resaltadas sin menoscabo del valor de las otras. El arte es por definición un diálogo, nunca es un hacer solitario. Se lo hace para compartir, en una respuesta o un buscar de otros, y se lo desarrolla a partir de un lenguaje y sensaciones que vienen de otros. En ese sentido, la práctica de comunidad está siempre presente, aunque muchas veces se busque obviar esa realidad.

Por el otro lado transita el proyecto La Tocatta, una agrupación musical que tiene como cuna una vida comunitaria y que se plantea fines sociales y solidarios. La música acá se la aborda desde lo colectivo y se propone como estética y como ética en el escenario, con un repertorio cercano a lo que podría llamarse world music sudamericano.

Sofía Barbery (violín), Kalya Luz (violín, acordeón, guitarra, percusión, melódica y voz), Tury (flauta traversa, quena, flauta irlandesa), Kala del Puerto (bajo, percusión y voz), Nelson Arce (percusión y accesorios) y Roque de Pablo (guitarra, charango, cuatro venezolano, percusión y armónica) forman parte de este proyecto.

A la puesta en escena se le suman Mario Argüello en sonido y Nelly Barbery en audiovisuales.

–¿Cómo definirías al proyecto La Tocatta?

–La Tocatta es un proyecto social, cultural, comunitario, independiente y de solidaridad.

ALQUIMIA

–¿Cómo surge la conformación actual de la banda?

–Todo empieza en un ámbito muy familiar, muy íntimo, donde la música y la literatura son elementos importantes para la interacción, un lenguaje siempre presente, especialmente en las celebraciones. Las más jóvenes (Kalya, Tury y Sofia) empezaron a estudiar música desde temprana edad. Luego la cosa trascendió, y Kalya y Sofia empezaron a participar de encuentros internacionales, mientras que Tury estudiaba en el conservatorio e incursionaba en la música popular. En el caso de Kala (del Puerto), un músico muy experimentado en el ámbito del rock paraguayo, se sumó naturalmente a la familia, ya que es un gran amigo y compañero, al igual que Ale (Enciso), quien ejerce la docencia en la música y es una parte vital de La Tocatta. El último en sumarse ha sido Nelson Arce, en percusión, quien además es actor y director de teatro. En mi caso, vengo de la cultura del rock argentino. Así es que se trata de una alquimia diversa, donde se entrecruzan varias generaciones, muchas experiencias, conocimientos y ganas de latir.

–¿Cuál es la propuesta musical que ofrece el grupo?

–Nosotros hacemos música del mundo y especialmente de nuestra región sudamericana. Para ello utilizamos y estudiamos variedad de instrumentos y estilos, investigamos profundamente en las raíces de cada canción o música que interpretamos, ya sean celtas, chacareras, chamamés, polcas, música clásica, andina, rusa o de Medio Oriente. Queremos que la gente conozca los distintos sonidos, disfrutándolos, bailándolos y, finalmente, que puedan descubrir que eso que parece lejano está muy cerca, muy adentro de cada uno. Todos nuestros ancestros han cruzado mares y continentes, y nosotros estamos aquí con esa memoria antigua en nuestra genética y la música despierta esa memoria y la reconoce como parte de su vida y su historia. Es muy interesante cómo funciona y se traduce eso a través del baile o la alegría de la gente. La propuesta es disfrutar de eso que se lleva adentro y que en esa suerte de ceremonia o viaje que es cada concierto de La Tocatta se pueda vivir esa experiencia.

COMPROMISO

–La descripción del proyecto refiere que tiene objetivos de transformación cultural y social. ¿Qué rol tiene en esos territorios la música?

–Bueno, nosotros, los trabajadores de la cultura, los artistas, tenemos que ser concientes de que el arte puede ser un vehículo de reflexión y transformación. Todo eso ocurrirá, por supuesto, si existe un compromiso profundo con el mundo en que nos toca vivir. Significa que cuando decimos mundo, decimos mi casa, mi barrio, mi ciudad o pueblo, mi país, hablamos de personas que cohabitan mi territorio y mi época, hablamos de una cultura comunitaria cercana, donde todos aprendemos de todos. Eso nos permite saltar la barrera de la violencia, la discriminación, la indiferencia, hablamos de humanizar el mundo, ese mundo que empieza por el medio inmediato y el arte constituye un gran vehículo para hacerlo, porque nuclea, reúne, religa, sensibiliza y nos moviliza.

–Podríamos decir en sentido general que el mercado viene destiñendo de propuestas al arte. ¿Qué implica para ustedes la música comprometida y la música como entretenimiento?

–El mercado es eso, un mercado donde un montón de mercachifles pretenden digitar el gusto de la gente, entonces exigen a los artistas determinado estilo, el mismo que transforman en producto, ese mercado les vende a la gente ideologías a través de esos productos, les vende fuga social, oscurecimiento de la inteligencia, abombamiento de la conciencia. También a través de esas productoras, de esos productos, se hacen grandes negocios muy alejados del hecho artístico. En un concierto de 20.000 personas cuánto alcohol u otras sustancias se venden, cuál es el verdadero negocio político o económico.

–¿Cómo se trabaja de manera distinta a como plantean los mercados tradicionales?

–Los artistas concientes en todo el mundo somos indie, hacemos nuestro trabajo por fuera del circuito de las productoras del sistema, no estamos condicionados por ellas y eso no nos impide vivir dignamente de nuestro arte. Nosotros tenemos muy claro cómo funciona el negocio de la música en el sistema y realmente no queremos estar en ese circuito deshumanizante. Nosotros no actuamos un rol o un papel, nosotros asumimos el arte y la cultura como respuesta a un sistema cosificador y deshumanizante. Llevamos este mensaje a la gente a través de nuestra solidaridad, nuestra música y nuestra pedagogía en las escuelas y colegios que visitamos para realizar talleres, conferencias o charlas abiertas, o en los medios a los cuales somos invitados.

ECLECTICISMO

–Al abordar un repertorio vinculado a la música latinoamericana, ¿qué criterios e intenciones sostienen esa decisión estética?

–Nuestro repertorio es muy ecléctico, muy diverso, con colores muy intensos. La música latinoamericana es muy rica en matices, muy rica en historias y lo más interesante son las historias que dieron origen a esas canciones o músicas. La música latinoamericana tiene sentidos muy profundos y muy antiguos. Te doy un ejemplo: la chacarera es un ritmo traído de África por los esclavos que construían caminos en Santiago del Estero, allá en Argentina. La polca, el chamamé, el tango, el waino, la baguala, la cumbia, son ritmos con identidades centenarias. Nosotros estudiamos y rescatamos esa música, que como decía antes está en la memoria genética de la gente, y la devolvemos en muchos casos en estado puro y otras con arreglos, y la gente responde a ese trabajo de rescate de nuestras raíces musicales con mucho agradecimiento. Esa música toma vuelo propio en el corazón de la gente. Si hablamos de objetivos, podríamos decir que cuando rescatamos y tocamos esa música que estaba perdida, olvidada o relegada, cumplimos nuestro gran objetivo de que la gente redescubra su identidad cultural.

–¿Qué proyectos vienen abordando, sean presentaciones o grabaciones futuras?

–Nosotros venimos trabajando mucho la parte pedagógica, desarrollando talleres de exploración musical para niños y adolescentes, en escuelas y colegios. También realizamos conciertos solidarios, apoyando a organizaciones de derechos humanos, comunidades, barrios y universidades. Durante el año tenemos un programa de 100 conciertos aquí en nuestro país, a lo que sumaremos en 2025 una gira sudamericana de 15 conciertos ya programados y 5 conciertos en España. Estamos en plan de grabar dos álbumes, el primero con temas propios y el segundo con música rescatada de distintas culturas. Caminamos despacio, disfrutando cada uno de nuestros proyectos.

ESPACIOS PROPIOS

–¿Cómo ven la escena local en el sentido del consumo, difusión y espacios para el tipo de oferta artística que realizan?

–La realidad es que nosotros abrimos nuestros propios espacios por fuera del circuito, y tenemos una estructura de colaboradores y aliados que promueven nuestro trabajo. Es decir, hemos ido construyendo nuestro propio circuito, junto a un grupo de colaboradores y seguidores incondicionales, que son nuestros amigos y compañeros, a los cuales se van sumando nuevos amigos, abriendo nuevos puntos de presentaciones. Es muy interesante, porque ellos son los gestores de nuestras presentaciones, ellos van abriendo nuevos lugares, nuevas propuestas y organizando los conciertos con gran independencia y mucha eficacia.

–Algunos músicos de la banda tienen también sus propios proyectos. ¿Podrías comentarnos un poco de esas experiencias?

–El grupo representa los universos personales, cada uno tiene su proyecto. Ejemplos: Kalya Luz terminó su EP con seis canciones propias, “Luz del sur”. Kala del Puerto tiene su proyecto Kala Project y toca en Bla, Ble, Bli, banda de blues. Tury está experimentando con música electrónica con vientos. Ale Enciso es cantautora, su proyecto es de música de proyección folclórica de su autoría. Sofía Barbery es docente, violinista de música clásica y compositora, está armando un cuarteto de cuerdas. Nelson Arce es actor y director teatral, y está permanentemente abocado a la realización de obras y a la docencia. En mi caso, soy cantautor, sociólogo y escritor. Acabo de publicar mi libro “En este viaje”, con la editorial La Paz y estoy próximo a publicar “Posdata”, en la misma editorial.



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