• Por Ricardo Scavone Yegros
  • Ilustraciones: Juan Moreno

El autor de este artículo, en su carácter de prologuista de los “Apuntes diarios de Alejandrino Meza (1933-1934)”, primer libro de la Colección Guerra del Chaco (1932-1935) de la editorial Arandubook, reseña el importante testimonio de primera mano ofrecido por un hombre de leyes que fue movilizado al Chaco como consecuencia de la reorganización de los tribunales militares del ejército en campaña.

A diferencia de otros diarios de guerra, el de Alejandrino Meza que se reproduce en este libro no presta mucha atención a las acciones militares. Brinda, en cambio, muchos detalles sobre la organización, las preocupaciones y la vida cotidiana de los combatientes paraguayos durante una etapa importante de la guerra del Chaco.

Alejandrino Meza (1897-1972) no era hombre de armas, sino hombre de derecho. Nacido en Asunción, se formó en el Colegio Nacional de la Capital y en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Fue profesor en institutos de enseñanza secundaria y colaborador de periódicos estudiantiles, así como, más adelante, de El Diario y El Liberal. 1932, llevaba más de una década consagrado al Poder Judicial. Había sido procurador de pobres y ausentes, defensor de reos pobres, fiscal en lo criminal, fiscal en lo civil y comercial y, desde febrero de 1932, juez de primera instancia en lo criminal.

Su movilización al Chaco se produjo en octubre de 1933 como consecuencia de la reorganización de los tribunales militares del ejército en campaña.

Por iniciativa del doctor Pedro R. Espínola, auditor de guerra del Comando en Jefe del Ejército en el Chaco, el general José Félix Estigarribia había dispuesto la creación de juzgados de instrucción militar en los comandos de cuerpos, divisiones, destacamentos y plazas militares importantes, así como tribunales militares de sentencia en el Comando en Jefe y los distintos cuerpos de ejército, con sus respectivos agentes fiscales. Estos órganos tendrían carácter permanente y funcionarían mientras el ejército estuviese en operaciones.

La decisión se adoptó en vista de las deficiencias de la organización establecida en los primeros meses de la guerra y con el propósito, conforme explicó el doctor Espínola, “de evitar que militares profesionales estuvieran manejando cuestiones legales alejadas a su función específica”.

El auditor propuso, en consecuencia, integrar la justicia militar del ejército en campaña con abogados y procuradores distinguidos del foro de Asunción.

LEY Y DISCIPLINA

Adujo ante el comandante Estigarribia que era conveniente que en la guerra del Chaco no se repitiesen los tribunales de sangre de San Fernando, en alusión a los cuestionados juzgamientos dispuestos durante la guerra con la Triple Alianza, para lo cual debían imperar la ley y la disciplina. Añadió que eso se conseguiría “dejando las cuestiones legales a cargo de profesionales”.

Espínola elaboró una lista de los que podrían ser movilizados sin tener en cuenta sus inclinaciones políticas, sino solamente su capacidad jurídica, y se solicitó la movilización de los seleccionados.

Entre ellos estuvo Alejandrino Meza, juez de primera instancia en lo criminal, a quien el Superior Tribunal de Justicia concedió permiso para marchar al frente de operaciones. Por orden general 140 del Comando en Jefe del Ejército en el Chaco, del 11 de octubre de 1933, fue designado juez de instrucción de la Octava División de Infantería, de la que se haría cargo el teniente coronel Félix Cabrera y que cubría el sector del fortín Falcón. El 30 de octubre siguiente, por decreto del Poder Ejecutivo, se le incorporó al ejército, con otros abogados, procuradores y estudiantes de los últimos cursos de la Facultad de Derecho, en calidad de teniente segundo de reserva en comisión, primer grado en el escalafón de oficiales, conforme a lo previsto en la legislación entonces en vigor.

Antes incluso de su designación e incorporación al ejército, el 10 de octubre, Meza se embarcó en el puerto de Asunción a bordo de la motonave Pingo, con dirección al Chaco. Tenía 35 años y aún no había formado familia. De esa fecha arrancan sus apuntes diarios. Asentó que con él viajaban Miguel Bestard y J. Augusto Saldívar, y que los tres iban como voluntarios, invitados para constituir los tribunales militares en el frente de operaciones. Indicó también que el doctor Pedro R. Espínola le había visitado en su despacho pocos días antes, a efectos de invitarle, en nombre del general Estigarribia, a sumarse a los tribunales militares que se constituirían.

La permanencia de Alejandrino Meza en territorio chaqueño se prolongó por poco más de tres meses. En enero de 1934, retornó a Asunción con goce de licencia por razones de salud y, en marzo siguiente, Juan Clímaco Fernández fue nombrado, en su reemplazo, juez de instrucción militar de la Octava División de Infantería.

ACONTECIMIENTOS RELEVANTES

En todo caso, estuvo en el Chaco durante el desarrollo de la batalla de Zenteno-Gondra, la rendición de la Cuarta y Novena Divisiones bolivianas en Campo Vía, el armisticio subsiguiente y la reanudación de hostilidades en enero de 1934. Meza contempló de cerca esos acontecimientos relevantes y ello solo justificaría la importancia de sus apuntes diarios.

Sin embargo, estos apuntes son importantes, asimismo, por las descripciones de los lugares y del ambiente general que contienen. Muestran lo que vio un civil ilustrado, curioso y perspicaz, que atravesó gran parte de los campos por donde se efectuó la movilización del contingente militar paraguayo y en donde se libraron los combates de la primera mitad de la guerra.

En sus anotaciones diarias, Meza describió la navegación por el río Paraguay, la escala en Concepción, la situación de Puerto Casado y el viaje hacia el interior del Chaco, pasando por la estación de Kilómetro 145, Casanillo, Pozo Azul y Campo Esperanza. Registró cuanto podía llamar la atención de quien se internara en los lugares donde se estaba desarrollando el enfrentamiento armado.

Luego, apuntó detalles sobre Isla Po’i o Villa Militar, la “capital del ejército” paraguayo, y sobre la forma en que se vivía allí en momentos en que las fuerzas del Paraguay emprendían la ofensiva. Él y el doctor Bestard debieron permanecer unos días en ese sitio hasta el retorno del general José Félix Estigarribia, que se encontraba en el frente de operaciones. El 17 de octubre prestaron el juramento de rigor ante el comandante en jefe. Estigarribia le impresionó como un hombre “sereno, ecuánime y suave”. Escribió que no parecía “un militar, sino un maestro filósofo”.

Se hablaba ya en el comando de la próxima derrota de Bolivia y se sentía que el Paraguay estaba cada vez mejor organizado para afrontar la guerra.

Finalmente, Alejandrino Meza partió el 22 de octubre al fortín Falcón, asiento del comando de la Octava División de Infantería. Desde Falcón, acompañó el avance hacia Pozo Favorito y se enfrentó con los horrores de la guerra. Escribió luego de visitar un hospital: “La guerra es el más monstruoso y el más estúpido de los crímenes. El castigo del crimen gravita sobre los inocentes. Los culpables viven tranquilamente en las ciudades ‘comiendo bien y bebiendo mejor’. He aquí la tremenda injusticia de la guerra. Quisiera traer a los guerreristas para exhibirles este cuadro horripilante que subleva la conciencia”.

COMPASIÓN

Sus descripciones sobre lo que ocurría son detalladas y elocuentes, con un hondo sentimiento de compasión hacia los combatientes de ambos bandos. Dejó constancia de los bombardeos aéreos, los combates, el envío de patrullas, el estado lamentable en que llegaban los prisioneros. También registró su propia actividad, que incluyó la instrucción de sumarios por casos de autoheridas, deserciones, la agresión de un camillero que hirió a su jefe en el brazo por un incidente y la supuesta tentativa de violación de una enfermera por dos choferes. Durante las marchas, el juzgado se instaló bajo “arbolitos descarnados” y cuando llovía los papeles se guardaban bajo las carpas de los jefes, “previo permiso y venia”. El juez de instrucción militar colaboraba, además, ordenando el archivo del estado mayor divisionario.

De Falcón se trasladó a Rancho 8, Florida y Nanawa. En el avance a Pozo Favorito observó las construcciones e instalaciones abandonadas por el enemigo; y consignó muchos detalles sobre las actividades de los campamentos en los ratos libres y sobre las duras condiciones climáticas en que se combatió en vísperas de la rendición de Campo Vía, con lluvias torrenciales y calor sofocante.

Conquistado Zenteno o Alihuatá, la Octava División de Infantería siguió hacia Charata o Alihuatá Viejo.

Meza describió en sus apuntes ambos fortines. El 11 de diciembre asentó la “gran noticia” de la rendición de dos divisiones bolivianas en Campo Vía. Un compañero le dijo, con los ojos húmedos: “Señor juez, la guerra ha terminado”. “Jolgorio indescriptible –escribió–. De noche, espontánea velada literario-musical. Todos se sienten oradores y poetas. Las viejas estrofas marciales que aprendimos en la infancia se cantan con entonación bravía”.

Tras Campo Vía, la Octava División siguió adelante. Se apoderó de Puesto Sosa y Puesto Moreno.

El juez Meza recogió declaraciones de los prisioneros y documentos de carácter militar.

Encontrándose el ejército paraguayo próximo al fortín Muñoz, se anunció un armisticio. Cayó Muñoz y comenzó la tregua. En ese tiempo, Meza visitó Puesto Ortiz, estancia utilizada como invernadero de vacunos; el fortín Muñoz, que había sido base de operaciones del ejército boliviano; y Campo Vía.

PERMISO DE EVACUACIÓN

A pesar de las expectativas de que se alcanzara la paz, las hostilidades se reanudaron en enero de 1934. La Octava División recibió orden de marchar a Platanillos. El juez Alejandrino Meza ya no la acompañaría. Con la salud deteriorada, obtuvo permiso de evacuación. Los apuntes diarios registran lo complicado que le resultó dejar el Chaco. “¡Qué difícil es salir del Chaco –acotó– y cómo se abren todas las puertas cuando vamos entrando!”..

El 16 de enero embarcó en el buque San José, que lo llevó de regreso a Asunción, de donde había partido, como se indicó antes, el 10 de octubre de 1933.

Las experiencias, impresiones y observaciones de su paso por el Chaco están recogidas en el diario que ahora se publica. Se trata de un documento sustancioso y muy interesante, que da luz sobre la organización militar del Paraguay durante las acciones que concluyeron en diciembre de 1933 con la rendición de Campo Vía, las condiciones en que actuaron las fuerzas paraguayas y la vida que llevaban quienes se encontraban en la inmediata retaguardia y en el frente. El lector podrá recorrer los caminos y apreciar los fortines, los campamentos, las trincheras y los combates desde la perspectiva de un hombre sin mayor instrucción militar, es decir, desde una perspectiva accesible para cualquiera que desee contemplar la realidad de la larga guerra que enfrentó a bolivianos y paraguayos en el Chaco entre los años 1932 y 1935.

Al regresar a Asunción, Meza reasumió el cargo de juez de primera instancia en lo criminal.

Después, contrajo matrimonio con Silvia Vaesken, con quien tuvo descendencia; y, desde 1939, se desempeñó como fiscal general militar. Tras la caída del Partido Liberal, en el que militaba, llegaron para él, como apuntó Rafael Eladio Velázquez, “treinta años largos de luchas, de exilios, de prisiones y confinamientos”.

Alejandrino Meza falleció en mayo de 1972, cuando se desempeñaba como senador por el Partido Liberal Radical.

La edición de los apuntes diarios de Alejandrino Meza, además de aportar información valiosa para el estudio y la comprensión de la guerra del Chaco, permitirá conocer mejor la actuación de un destacado dirigente político paraguayo en momentos significativos de su vida.

* Historiador y director general de la Academia Diplomática y Consular Carlos Antonio López.

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