Los senadores tienen en sus manos la posibilidad de dotar de un espacio necesario a una importante barriada de Asunción. La ley de expropiación ya tiene la media sanción de la Cámara de Diputados. Aquí un episodio retratado por los vecinos que defienden 109 árboles que todavía les brindan oxígeno dejando en claro que el impacto de las construcciones es un tema pendiente en las discusiones públicas del país.

En los últimos 50 años en la capital se desa­rrolló un vertiginoso proceso por el cual se fueron perdiendo las añejas arbo­ledas y surgieron edificios, viviendas, galpones y esta­ciones de servicio que pro­vocaron lo que los técnicos

llaman islas de calor. Esa situación hace que la temperatura llegue a límites insoportables, como en el verano pasado, cuando hubo días en los que la sensación térmica alcanzó los 50 grados. En la avenida Félix Bogado y la intersección con 21 Proyectadas, hay un remanente de bosque urbano que es refugio de peatones acalorados, ciclistas, trabajado-res que buscan una sombra para el almuerzo, vecinos que se acercan a hacer algún ejercicio. En abril pasado, el espacio fue completamente vallado para avanzar en la construcción de un supermercado mayorista. Los vecinos consiguieron mediante el proyecto de ley de expropiación del predio presentado por los diputados Johana Ortega (PPS-Capital) y José Rodríguez (ANR-Capital), que fuera aprobado por el pleno, parar el destronque de 109 árboles que se preveía hacer para la construcción del centro comercial.

En este sentido, la abogada Rosa Vacchetta explica que “la ley de expropiación tiene media sanción y ahora estamos en manos de los sena-dores, aunque desde el 27 de diciembre la Resolución 4040 de la Junta Municipal ya establece que el predio tiene que ser un parque”. “A los senadores se les está entregando un dossier con toda la información y también nosotros tenemos un decálogo con los diez motivos que hacen que este par-que sea irreemplazable para la comunidad”, añade la activista.

Rosa Vacchetta, Nidia Silguero de Cikel y Diego Segovia, vecinos del barrio San Vicente

CARENCIA DE ESPACIOS PÚBLICOS

Los vecinos vienen dando la pelea por el espacio verde desde hace un buen tiempo, en el que vienen recordando que en la zona hay al menos siete supermercados en diez cuadras a la redonda. Asi­mismo, subrayan también que el barrio no tiene plaza ni espacio verde alguno que haya logrado sobrevivir al cemento que lo copó todo.

“Los concejales nos dan la razón en que nuestro barrio no tiene plaza”, recordó Vac­chetta. “La importancia no solamente es ambiental, es también la necesidad de un espacio de socialización al que todos los barrios tienen derecho. Encima pagamos por mantenimiento de plaza y parque porque no nos libe­ran (de esas tasas) al no tener plaza”, indica la mujer.

Ese bosquecito de la ave­nida Félix Bogado, “una de las avenidas más colapsadas que tenemos”, sobrevive gra­cias a la resistencia vecinal. “Imaginen si se llega a abrir otro supermercado, con los camiones, los autos, sería un abuso”, apunta.

Este espacio verde, según expone, “valoriza el barrio. Hay que mirar ese edificio que está ahí en la esquina y hay varios edificios proyec­tados acá todos respirando por este pulmón verde. Estamos al lado del cen­tro de Asunción, por eso la importancia estratégica de este bosque, que tiene 11.449 metros cuadrados”, señala.

LOBBY

A pesar de ello, el fuerte lobby de la Caja de Jubila­ciones de la Administra­ción Nacional de Electrici­dad (Ande), que tiene unos 8.000 socios, puja ante los senadores para seguir ade­lante con el plan de cons­trucción del supermercado.

La propiedad, ubicada en Félix Bogado 1679 y 21 Pro­yectadas, pertenece a la Caja desde setiembre de 2002. La organización explicó que está constituida por 19 lotes con su cuenta catas­tral y tiene una superficie de 9.472,25 metros cuadrados.

Este elemento es central, ya que la Caja esgrime que la normativa vigente esti­pula que para que sea bos­que urbano tiene que tener al menos 10.000 metros cuadrados.

En diciembre de 2022 se hizo un contrato de usu­fructo con Súper Box SA para que el predio sea desti­nado al proyecto. El mismo tendría vigencia desde el 1 de enero de 2023 hasta el 31 de diciembre de 2043, con un año de gracia, y las ges­tiones para la obtención de permisos y habilitaciones correrían por parte de la licenciataria.

CAUCIÓN

Según comentaron, la empresa les abonó una cau­ción de 100 millones de gua­raníes y comenzará a pagar un canon mensual de 60 millones de guaraníes más IVA, reajustable de acuerdo al índice de precios al con­sumidor, lo que hará que el retorno del contrato sea de una base de 21.440 millones de guaraníes, explicaron en una conferencia de prensa desde la Caja.

Culminado el contrato, toda la construcción pasa a la Caja sin costo adicional y se entiende que la inversión no será menor de 2,5 millo­nes de dólares.

La organización sigue insis­tiendo en el proyecto por­que asegura que la expro­piación del terreno afectará a los jubilados a raíz de que el valor del terreno, actua­lizada la tasación, es de 13.000 millones de guara­níes. Para la Caja, una situa­ción justa sería pagarles la tasación más el retorno del contrato, una suma que ron­daría los 5 millones de dóla­res, situación que intentan exponer a los senadores. A pesar de ello, dejan en claro su preferencia de seguir ade­lante con la tala de los árbo­les y la instalación del super­mercado.

Otro punto que mencionan es que cumplieron con el plan de mitigación, es decir, plantaron 1.170 árboles en otro terreno y se comprome­tieron a mantener dos plazas cercanas. También dicen que “muchos vecinos” apoyan la construcción del supermer­cado por una cuestión de seguridad.

OTRAS RAZONES

Diego Segovia, otro de los vecinos activistas, apunta: “Lo que estamos hablando mucho con los senado­res es que se hable con la Municipalidad para que esta ofrezca un espacio cualquiera. ¿Por qué no le puede compensar a la Caja de Jubilados de la Ande con un predio del mismo tamaño si le están ofre­ciendo terrenos en la costa­nera a otros empresarios?”.

Segovia recuerda que “aden­tro hay 109 árboles y después están todos los que están en las veredas, que entendemos también van a ser afectados. Por eso el informe munici­pal daba autorización para el derribo de 117 árboles, que fue lo que detuvo el proyecto de expropiación”.

“Al principio hablaban de 65 a 67 árboles, que esto sí, esto no. Y ahora vimos que el proyecto es barrer. Enton­ces pedimos la expropia­ción. Tuvimos diálogo con los directivos de la Caja de la Ande y les planteamos que dejen la mitad para plaza, pero no hubo volun­tad de escuchar ni ganas de mediar, fueron siempre al todo o nada”, comentó.

DE CÓMO PERDER UN MICROCLIMA

La antigua vecina del barrio San Vicente Nidia Silguero de Cikel considera que “sería muy triste per­der esto, que un día pasemos y veamos que todo esto es cementado, porque ellos van a sacar todos los árboles… No solo es perder la diversidad forestal, sino también las aves, el canto de los pajaritos… tantas cosas…”, dice con un gesto de emoción.

“Cuando nosotros con mi marido nos mudamos acá, hace 50 años, hacía aquí 7 grados menos que en el centro gracias al arroyo Ferreira y su entorno. En la época de invierno no se podía cruzar por la neblina fría que generaba y vos tenías que atajar la respiración para pasar el frío. Mi marido estudiaba derecho y venía con la moto y me decía ‘tengo que atajar la respiración hasta que me suba la arri­bada’”, recuerda.

“O sea que es algo muy importante para nosotros y creo todos los vecinos de la urbanización Aranjuez (vecina al predio) estamos muy tristes por eso. Están también los vecinos de la urbanización Ymaguare, acá pasando 21 Proyectadas. Ellos están con más problemas que nosotros, ellos ya están pegados por el arroyo. O sea que más agua les compromete los días de raudales. Si esto se llega a cementar, las cosas se van a agravar para ellos, así nos dicen los técnicos”, comentó.

EL MALTRATADO ARROYO FERREIRA

El primer germen de la organización de vecinos del barrio San Vicente surgió con la defensa del arroyo Ferreira, el segundo más caudaloso de Asunción luego del Mburicaó, que cruza por el área contigua al bos­quecito que hoy defienden. “Pasa aquí al lado y fue declarado en emergencia en setiembre de 2023 por la Junta Municipal debido a los derrumbes que se tienen a causa de los raudales”, aclaró.

Este curso de agua nace en el Mercado 4 y viaja entubado debajo de la avenida Pozo Favorito y sale en la intersección de esta con la calle Padre Casanello. “Si van a ver, encontrarán que el puente está todito movido porque el raudal se junta con el entubado de Pozo Favorito y esta es una cuenca colectora el agua, viene de todos lados y cae acá en la cuenca media del arroyo. Por eso la importancia de este bosque, que tiene 10.437,82 metros cuadrados y que como una esponja natural va absorbiendo el agua”, recalca Rosa Vacchetta. “Según el cálculo de los ingenieros, el bosquecito absorbe unos 14 millones de litros de agua de raudal al año. Todo eso va a caer al arroyo. Si este espacio se cementa, el agua se va a ir cuenca abajo, donde vive gente humilde cuyas casas se vienen desmoronando”, apuntó.

La activista recordó que “el arroyo tiene unos bordes muy frágiles. Entonces lo que nosotros decimos es que primero este bosque sirve como un pulmón al barrio, un pulmón verde que baja radicalmente la tem­peratura unos cinco o seis grados. Asimismo, sirve de una esponja natural al arroyo Ferreira en su cuenca media, entonces también evita desmoronamientos”. Recordó a su vez que existe un proyecto para cons­truir las murallas de contención desde Félix Bogado hasta la laguna Cateura, que puede aparecer como una solución siempre y cuando no crezca el caudal de agua que tenga que conducir entre los barrios San Vicente, Roberto L. Pettit y Republicano de Asunción.

SERVICIOS ECOSISTÉMICOS INDISPENSABLES

El biólogo Raúl Rivarola, docente y uno de los autores de la “Guía de arborización urbana para el Área Metropo­litana de Asunción”, advierte que el bosquecito de San Vicente es un terreno estratégicamente ubicado al lado del arroyo Ferreira que “cumple servicios ecosistémicos indispensables para que un barrio sea resiliente a los efectos negativos del cambio climático y para que haya un urbanismo sostenible de verdad”.

Entre las funciones que está cumpliendo este ecosistema cita el “confort térmico. Esos árboles grandes son como máquinas refrigerantes que enfrían el aire. No es solo las sombras que producen los árboles. Sombra puede producir un tinglado también. De esta forma se disminuye el efecto isla de calor, que es uno de los efectos más graves que estamos teniendo en Asunción”.

En segundo lugar señala que al ser un “terreno arbolado, no impermeabilizado, es un lugar que capta el agua de lluvia y la infiltra. Así disminuye el agua de escorrentía de las lluvias, lo cual ayuda a disminuir los raudales peli­grosos en la ciudad”. Como tercer servicio menciona el aporte a la biodiversidad urbana, pues “al estar cerca de un arroyo forma parte de un corredor de biodiversidad a través del cual los polinizadores y dispersores pueden recorrer grandes áreas yendo de un espacio verde a otro manteniendo la diversidad genética de las comunida­des vegetales de la ciudad”.

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