Este domingo, Toni Roberto evoca la labor del arquitecto ítalo-argentino Ferrucio Corbellani, dueño de un estilo neoclásico refinado y que se instaló en Asunción a fines de la primera mitad del siglo pasado para dirigir la construcción de sus obras.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Una caminata por los jardines de la antigua residencia de España y Cayo Romero Pereira, que tiene un añoso tarumá y otros frondosos árboles, mirando la monumental fachada que nos habla de otras épocas, me lleva a una historia que empieza en 1900, cuando las hermanas Adela y Celsa Speratti le compran al empresario Rodney Croskey una importante propiedad, que luego fue denominada Villa Celsa hasta 1941, cuando es vendida al ciudadano uruguayo Francisco Balbi. Luego, en 1944, bajo escritura pública, adquiere la magnífica propiedad el ingeniero paraguayo Gustavo Storm.
1949
Corría el año 1949, el último de la primera mitad del siglo XX. La ciudad crecía hacia el este y se proyectaban grandes residencias. El año siguiente, luego de largas tratativas, el antiguo empresario asunceno Rogelio Espinoza compra la enorme propiedad de 38 metros de frente por más de 100 metros de fondo sobre la avenida España, encomendando al prestigioso estudio de arquitectura de Ferrucio Corbellani la construcción de una gran mansión en ese predio, en la época que funda la Compañía General de Construcciones, junto al ingeniero Fernando Saguier, que tenían como socios al Dr. Mario Giordano, Juan De María y a Gino D’Odorico.
Corbellani, quien había diseñado el legendario edificio Victoria, que albergaba al cine del mismo nombre, inaugurado en 1950, así como el antiguo céntrico edificio del Banco Central del Paraguay, proyectado a principios de los años 40, que para llevarlo a cabo había venido a residir en Asunción, habiendo realizado en la capital porteña grandes obras de un refinado estilo en la primera mitad del siglo XX.
Nacido en Italia en 1889, egresó con el título de arquitecto de la Academia de Bellas Artes de Bologna, casándose con Augusta Grassi, con quien tuvo una hija, Mila, dibujante y retratista, con quienes residió en Asunción hasta mediados de los años 60. Llegó a Buenos Aires en 1913, donde realizó importantes edificios y residencias para la elite porteña.
LAS RESIDENCIAS
La prensa argentina especializada de la época valoraba la facilidad de adaptación de Corbellani a los requerimientos de sus clientes, pero siempre dándoles a todas sus obras su sello personal. Eso se puede notar en todos los proyectos que realizó en Asunción: la residencia Storm en la calle Cerro Corá casi EE. UU., en la de los Ferrari en Mcal. Estigarribia esquina Constitución, en parte del diseño de la casa Palazón Faraone sobre Mcal. López y, por supuesto, la mansión de España y Cayo Romero Pereira, denominada Espinoza hasta finales de los 70, luego Rojas Aguilera. Esta fue adquirida a principios de los 80 por el empresario Demetrio Rojas y su señora Cynthia Aguilera, que después de más de 40 años de residir en ella la convirtieron en casa Corbellani, en honor a este importante arquitecto ítalo-argentino que residió en Asunción desde 1943.
LOS CORREDORES Y “LAS DOS CYNTHIAS”
La mansión Corbellani, ubicada topográficamente en una privilegiada altura, posee un gran recibidor, varios salones con sus respectivas chimeneas, un segundo nivel con una zona de dormitorios de amplios balcones y terrazas, con vista al importante patio, un tercer nivel con más habitaciones y generosos corredores tanto en el amplio frente como en el poético patio posterior, incorporando así elementos de la arquitectura paraguaya, que hoy se convierten en testimonio de la vida de una familia pudiente de aquellas décadas, desde la primera mitad del siglo XX.
Cada salón posee terminaciones con el más refinado maderamen y un gran jardín diseñado por el propio arquitecto para el señor Espinoza y su señora, la dama inglesa Cynthia Lee.
La gran casa y sus jardines fueron cuidados con especial cariño por sus posteriores habitantes, que la adquirieron a principios de los años 80 del siglo pasado, poniéndola en valor por los destacados arquitectos Tona y Pablo Ruggero, y restaurando hasta el último detalle con el mismo esmero que le puso la señora de Espinoza, que increíblemente llevaba el mismo nombre de su segunda habitante, la señora de Rojas. Hoy el trabajo de adaptación para la nueva función de la residencia lo lleva a cabo la arquitecta María Paz Feliciangeli y su equipo.
Así como la casa Louteiro de la Avda. Mcal. López, hoy convertida en espacio cultural denominado Casa de la Integración del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, o la mansión Netto de la calle Tte. Fariña, puesta en valor para la Sindicatura General de Quiebras, hoy la antigua casa de los Espinoza, después Rojas Aguilera, se convierte en la mansión Corbellani en homenaje a aquel arquitecto ítalo-argentino dueño de un estilo neoclásico refinado, como las grandes mansiones, edificios y jardines que construyera en la primera mitad del siglo XX en la entonces opulenta capital porteña, que recuerda aquellos proyectos de las villas italianas, de donde llegó a Buenos Aires a principios del siglo pasado.