En esta edición del programa “Expresso”, transmitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al expresidente de la República Nicanor Duarte Frutos, quien analiza la situación política actual del país. Duarte Frutos sostiene que, más allá de la feroz crítica a los partidos políticos y sus disputas, además de la tan mentada “crisis de representación”, es la sociedad toda la que se encuentra dividida y alimenta el círculo de la confrontación.
- Fotos: Carlos Juri
¿Cómo fue tu niñez?
–Mi niñez fue la de un niño de familia de escasos recursos. Mi mamá era modista y mi papá era comisario rural, pero más tiraba hacia la bohemia, la guitarra, cantaba y yo le ayudaba a mi mamá. No teníamos luz eléctrica todavía en Coronel Oviedo.
–¿Y cuándo se te despierta el interés por el periodismo?
–Estando ya en el Cimefor (Centro de Instrucción Militar y Formación de Oficiales de Reserva de la Fuerza Aérea Paraguaya) mi primo Marcos Frutos trabajaba como operador de radio. Yo era su ayudante y empiezo ahí en el periodismo en radio Caaguazú a los 16 años. Ahí ya fui jefe de prensa rápido, después fui segundo relator con Flaviano Díaz y era la época de la explosión de la radiofonía en el Paraguay, especialmente en el interior del país, los años 70 y 80. En el año 81 vengo a Asunción. Fernando Cazenave me hace una prueba. Me dice: “vas a entrar a prueba por tres meses”. Ivai la porte. Nunca fui un alumno brillante en nota, pero siempre lideré varios procesos políticos en la universidad, ya en Villarrica, después acá en Asunción.
–¿Y el periodismo que ejercías tenía relación con el periodismo político?
–En principio yo estaba en el periodismo deportivo. Después como era estudiante de derecho, Fernando Cazenave me dice para incorporarme al plantel de redacción de noticias nacionales. Y ahí fui primero cronista de área judicial, ha upéi jefe, ha upéi editorialista y después jefe de área política. Y terminé mi carrera en el 82 y me caso en el 84.
–En esos tiempos un cargo de jefe de política de un diario era un cargo de una jerarquía y un prestigio muy importante.
–Sí, para mí fue un momento importante de mi vida porque en la redacción empecé a conocer a varios líderes políticos de Asunción. En el 81 a los 23 años yo vengo a Asunción porque el papá de Gloria le envía a Asunción para separarnos. Che name’e guasúi esperanza, era periodista de radio Caaguazú, gran bohemio.
SERVICIO PÚBLICO
–¿Cómo llevás el ser presidente jubilado? No debe ser fácil, ¿verdad?
–Yo no me creo jubilado en el buen sentido de la palabra porque la política es una actividad que tiene que ver con una vocación que podemos sintetizar en la inclinación por el servicio público. Yo siempre estoy hablando con los amigos, estuve cinco años en Yacyretá, no ocurre con frecuencia que un expresidente de la República vuelva a la función pública. Horacio Cartes es el primer expresidente que disputa y gana la presidencia del partido. Generalmente los expresidentes se retiran.
–Lastimosamente el estronismo nos heredó el miedo incluso a instituciones que son muy lógicas en diversas regiones del mundo, por ejemplo la reelección. Esa persona es prácticamente exiliada de la categoría de elegible.
–Y hay una contradicción en nuestra Constitución que un presidente que se elige y termina democráticamente tiene sus derechos políticos amputados. Sin embargo, un presidente electo democráticamente que por alguna u otra razón termina destituido de la Presidencia de la República mantiene sus derechos políticos, el caso de (Fernando) Lugo, que fue destituido y mantiene intactos sus derechos políticos. Elegir y ser elegido. En nuestro caso no y eso me parece una injusticia, un exceso de arbitrariedad. En realidad nosotros hemos competido igual que Cartes, pero hay una mayoría en el Senado que ha convertido la negación al juramento de un expresidente como una norma de pacto que se fue repitiendo, pero yo creo que los expresidentes deberían poder disputar no la Presidencia, porque eso no está previsto en la Constitución, pero sí los cargos de representación política en el Congreso. Muchos expresidentes en América Latina ingresaron luego al Congreso.
CRISIS
–¿Cuál es tu concepto sobre la calidad de la representación hoy en Paraguay? ¿Se ha degradado?
–Para mí que la crisis moral siempre tuvimos, la ausencia de determinada ética en el manejo de la gestión pública. Ahora, hay una crisis intelectual, hay una devaluación del valor del conocimiento, del pensamiento crítico, de la dialéctica en la comunidad política nacional. La gente dice “estos senadores, estos diputados”, pero resulta que estos senadores y estos diputados no vinieron de otro planeta. ¿Quiénes les catapultaron? La ciudadanía, la sociedad. Por eso es que en los espacios donde no hay elecciones hay una crítica feroz a los partidos políticos.
–Hoy en día la polarización de los medios también lleva a tener casi resuelta la situación para el ciudadano. “Estos son buenos, estos son malos”, elegí vos quién es tu personaje. Es la victoria del sintetismo, del etiquetado fácil, ¿no?
–Evidentemente. Por eso es que la crisis de representación tiene que ver con la crisis intelectual y con la pérdida del compromiso ciudadano del representante. El representante es el que está presente en nombre del ausente en los órganos de representación política de democracia indirecta, o sea en juntas municipales, senadores, diputados y ese presente que está por el ausente no defiende los derechos del ausente generalmente. Empiezan los representantes a defender sus propios intereses o los intereses de las élites. De ahí viene la protesta contra los senadores y diputados. Pero ahí también surge la contradicción de la crítica a los partidos políticos, que no sirven, la crisis de representación que escuchamos en los espacios interelectorales donde no se producen elecciones, pero una vez que llegan las elecciones, sin embargo, nos encontramos con que los partidos siguen teniendo una gran fortaleza, participación del 60 a 70 por ciento. Y también nos encontraremos con la sorpresa de que 60 o 70 por ciento de los diputados y senadores cuestionados vuelven a ocupar sus bancas.
POLARIZACIÓN
–¿Entonces qué ocurre?
–Y hay una ciudadanía pasiva, hay una sociedad que no tiene un compromiso con el bienestar general y que generalmente vota por cuestiones mecanicistas o por cuestiones que tienen que ver con etiquetados. “Estos son comunistas, estos son demócratas, estos son providas, estos son abortistas” y se produce esa polarización que bien señalaste. Entonces la polarización no es solamente un fenómeno que se produce en el campo de los partidos políticos. No es cierto cuando escuchamos en la opinión pública que los políticos solo saben pelearse, todos los días contiendas verbales. Es que todo el universo está organizado de esa manera. Como dice el autor de un libro reciente llamado “Polarización”. Él dice “condenamos la división, el antagonismo, las contiendas, pero nos gusta la polarización”. La familia está polarizada, hay domingos que en un asado de pronto no termina bien la reunión, ya sea porque uno es cerrista o porque el otro es olimpista, porque el otro es colorado y el que llegó es de otro partido. Entonces, la polarización empieza en la sociedad, en la cultura de la polarización, del antagonismo, de los pleitos insuperables. Y eso se traspola en los partidos políticos y en los medios de comunicación, que evidentemente también están polarizados en términos de interpretación y de calificación de los hechos sociales, económicos y políticos.
–¿Y a quiénes invitan a sus mesas de debate antes de las elecciones? A los que se van a pelear. El esfuerzo que para mí está ausente en todos los sectores es la construcción de una cultura de lo público.
–Así es. Y generalmente asisten a las convocatorias mediáticas los que van a generar audiencia y desarrollar con mayor intensidad la morbosidad porque ahí las discusiones son personales, hay insultos, discusiones que tocan la intimidad y así sucesivamente y no hay un debate programático, no hay un debate, por ejemplo, sobre cuál es la alternativa al modelo económico y social predominante en el país. Yo siempre dije que en 2008 en Paraguay hubo una alternancia ejemplar. Después de 200 años de vida independiente se produce el primer traspaso de poder de un partido a otro partido en un clima de respeto constitucional. Hubo alternancia, pero no hubo un gobierno que plantee un proyecto radicalmente distinto al proyecto o al modo de ejercer el poder que los paraguayos conocen. Alternancia, pero no alternativa, sino inclusive amplificación de vicios y algunas reformas importantes.
IDEOLOGÍAS
–¿Cuál es el estado de salud de las ideologías desde tu punto de vista? ¿O es una cuestión ya nostálgica seguir hablando de eso?
–Mientras exista la humanidad, mientras vivamos en este mundo, las ideologías siempre van a existir. No confundamos las ideologías con la categoría izquierda o derecha, que son categorías que pueden estar en desuso. Pero si nosotros entendemos por ideologías el sistema de creencias y conjunto de valores y principios a partir del cual queremos organizar el Estado, la sociedad, la economía, entonces las ideologías nunca van a extinguirse. El problema de la ultraderecha que hoy resuena en Europa y en América del Sur, con (Jair) Bolsonaro primero y ahora con (Javier) Milei, qué es. Es la ideología exacerbada al extremo de una posición dogmática que no acepta ninguna visión ni interpretación diferente. Entonces esa es la ideología realmente totalitaria. Cuando el portador de una ideología de que el Estado es una organización criminal, que el mercado tiene que actuar libremente se convierte en un artículo de fe, cuando la ideología es hermética, cerrada y no tiene apertura hacia las demás visiones.
–¿Dónde está realmente parado el Partido Colorado en términos ideológicos?
–La grandeza doctrinaria del Partido Colorado se construye en la época preestronista. Los grandes lineamientos programáticos, ideológicos del partido se dan durante la larga época de hegemonía liberal, 1904-1940. Y ese nacionalismo yo sigo reivindicando. Nacionalismo para mí es cuidar nuestras fronteras frente al crimen organizado. Nacionalismo para mí es defender nuestra identidad cultural en un mundo globalizado y cuáles son esas identidades a defender, nuestra lengua, nuestra música, nuestro canto. Qué pasaría de un pueblo que pierde su identidad cultural. Estaría en el limbo, no tendría autorreferencias para enseñar a las nuevas generaciones lo que significa ser paraguayo. Nacionalismo para mí es defender los bienes estratégicos. El nacionalismo colorado no es chauvinista. El nacionalismo colorado no pretende presentarse como una raza o como una etnia superior. Ni tiene afanes de dominación, ni de conquista, ni de imperialismo. El nacionalismo colorado es un nacionalismo noble frente a la invasión, justamente como decía Natalicio González, de las ideas foráneas, de los pensamientos que se nos presentan como superiores porque vienen de Europa o de otras potencias. El nacionalismo es no alinearse a ninguna potencia y estar abierto al mundo.
PROGRESISMO
–¿Cómo se conjugan esas miradas tuyas más vinculables a un concepto progresista con el presente del Partido Colorado?
–El concepto progresista en lo económico lo que pretende es desmarcarse del pensamiento marxista-leninista. El progresismo lo que quiere es un Estado social de derecho. El Estado social de derecho no significa la negación del mercado como un factor dinamizador de la economía, como un factor incentivador de la producción, de los emprendimientos, pero el mercado per se no puede generar equilibrio social, equidad social, mayores niveles de igualdad, ni defensa de los intereses de los consumidores o de los intereses de los más débiles que operan en el mercado.
–¿Cómo estás evaluando las principales referencias que se tienen en la región?
–El error de los gobiernos progresistas en América del Sur, que creo que ni Lugo ni mi gobierno han cometido, es extender los derechos sociales al infinito sin preservar la macroeconomía, la responsabilidad fiscal, la necesidad de mejorar la calidad del gasto. Muchos gobiernos progresistas extendieron derechos a sectores que tenían solamente capacidad de movilizarse, eran las minorías intensas, provida, proagenda LGTBI, derechos humanos. Entonces los gobiernos progresistas tomaron estas agendas como agendas serias y finalmente se dieron cuenta de que eran agendas de organizaciones minoritarias, pero que tenían una capacidad de movilización y de plantear sus demandas como si fueran universales. Entonces, pierden las elecciones.
–Pero no hay derechos no serios.
–Podemos hablar de derechos que no deberían consagrarse si con ello vamos a poner en riesgo el endeudamiento, la inflación, la crisis fiscal, la pérdida de una política monetaria. Yo no puedo extender derechos si con ello tengo que echar mano a la emisión inorgánica, a reprimir o a limitar los gastos de las inversiones que necesitamos.
ANTISISTEMA
–¿Cómo te llevás con las figuras del antisistema?
–Primero hay que definir qué se entiende por antisistema. Para los libertarios que hoy tratan de imponerse en el mundo, antisistema es primero reducir el Estado a su mínima dimensión, el Estado mínimo, el Estado gendarme, un Estado que tiene que solamente preocuparse del cumplimiento de los contratos y de la defensa de la propiedad privada. Ninguna participación en las relaciones entre el capital y el trabajo. Antisistema es destruir los partidos políticos, negar la importancia de los partidos políticos, declarar que los derechos humanos prácticamente no existen, trabajar sobre inclusive la liquidación de las instituciones públicas. Ese concepto antisistémico que hoy rige en algunos lugares es para mí nefasto. Primero, el Estado es una necesidad. El Estado se crea por nuestra maldad y por nuestro egoísmo. El Estado surge, como decía uno de sus grandes pioneros, Thomas Hobbes, para evitar la guerra de todo contra todo, el Homo homini lupus. Entonces, el Estado es una necesidad. Sin el Estado viene la anarquía. Sin el Estado va a venir el darwinismo social y económico. El más fuerte comiéndose al más débil.
–¿Qué es Payo Cubas desde tu punto de vista a la luz de este debate que estamos haciendo sobre antisistemas?
–Payo Cubas plantea un antisistema a medias porque finalmente él quiere gobernar por decreto. No con base en las leyes, a la construcción de consenso, de acuerdos. Él plantea un gobierno totalitario, una dictadura blanda o dura. Ese es un discurso que le gusta a mucha gente, porque la gente también quiere un Estado fuerte, quiere un gobierno que defienda al trabajador, a la clase media, a las personas de a pie, porque finalmente el problema más grave es la criminalidad de calle.
CLIENTELISMO
–¿Cómo se sale del clientelismo en un futuro respecto de la vigencia de un partido que ha sido tan protagónico en Paraguay?
–Primero hay que definir qué es el clientelismo. ¿El clientelismo es entrega de alimentos a los sectores populares? ¿El clientelismo es otorgar contrato de limpieza, de franja de dominio a determinadas organizaciones sociales? ¿Clientelismo es incorporar gente en el Estado sin pasar por un concurso de méritos? ¿Qué es el clientelismo? ¿A qué podemos denominar clientela? ¿Hay realmente una relación matemática indiscutible entre clientela y voto a favor. Para mí no existe esa relación, porque yo tengo una larga experiencia de que los sectores más ayudados y beneficiados te votan en contra. Cuando los pobres salen de ese rango y empiezan a transitar en la clase media, se vuelven los más conservadores y los enemigos más furiosos de los gobiernos que les sacaron de la pobreza. El coloradismo vuelve al poder estando en la llanura. El coloradismo, teniendo el control del Estado, durante 30 años perdió la Gobernación de Central y durante muchos periodos la intendencia en capital. Entonces, ¿cuál es el verdadero alcance del clientelismo? El coloradismo sí es un partido de las mayorías populares. Es un partido que moviliza las pasiones, que genera todavía esperanza.
–¿Qué está faltando para que haya mayor fervor juvenil en la participación política?
–Yo veo que la mayor renovación en los cuadros políticos con una incorporación de jóvenes de manera casi sorprendente ocurre especialmente en el coloradismo y también en el Partido Liberal. Muchos jóvenes intendentes, muchos diputados, senadores. La juventud evidentemente en un país en desarrollo, con universidades públicas desfinanciadas, tiene grandes frustraciones y yo suelo decirles a los jóvenes que la juventud no debe ser simplemente consumidora de poder. Un estamento que está pescando que le den algunos cargos, sino que la juventud debe ser constructora de poder y eso es posible con organización, participación y contestación al orden que genera malestar.
Hay una contradicción en nuestra Constitución que un presidente que se elige y termina democráticamente tiene sus derechos políticos amputados. Sin embargo, un presidente electo democráticamente que por alguna u otra razón termina destituido de la Presidencia de la República mantiene sus derechos políticos, el caso de (Fernando) Lugo, que fue destituido y mantiene intactos sus derechos políticos. Elegir y ser elegido. En nuestro caso no y eso me parece una injusticia, un exceso de arbitrariedad”.
“Para mí que la crisis moral siempre tuvimos, la ausencia de determinada ética en el manejo de la gestión pública. Ahora, hay una crisis intelectual, hay una devaluación del valor del conocimiento, del pensamiento crítico, de la dialéctica en la comunidad política nacional. La gente dice “estos senadores, estos diputados”, pero resulta que estos senadores y estos diputados no vinieron de otro planeta. ¿Quiénes les catapultaron? La ciudadanía, la sociedad”.