• Por María Victoria Benítez Martínez (*)
  • Fotos: Gentileza

José Gaspar Rodríguez de Francia tuvo una relación ambigua con las grandes potencias mundiales de la época, Gran Bretaña y Francia. Por un lado, quería ser reconocido por estos países y, por otro, retenía a sus ciudadanos. En ambos casos, es importante señalar las ventajas y limitaciones de su política exterior.

Desde la época del Consulado, pero sobre todo desde fines de 1814, el Dr. Francia tuvo las manos libres para manejar el país como quería, reorganizando la administración, el Ejército y hasta la Iglesia paraguaya. Su poder era omnipotente. Los funcionarios españoles y sus opositores políticos criollos fueron excluidos.

Los que quedaban no tenían autonomía y el dictador controlaba casi todas las decisiones, por triviales que fueran. Además de ser los intermediarios del dictador, los funcionarios rurales eran también sus ojos y oídos encargándose de gestionar los contactos con los extranjeros que se aventuraban hasta las fronteras paraguayas.

RELACIONES CON BUENOS AIRES

El Dr. Francia considera la política comercial de Buenos Aires como una continuación de la española, que sembró las semillas de la desunión que caracterizó la política argentina en la primera mitad del siglo XIX.

En términos de comercio, la libre navegación fluvial era un concepto relativamente nuevo en aquella época. En 1815, las principales potencias europeas, reunidas en el Congreso de Viena, firmaron un tratado sobre el sistema fluvial europeo. El artículo 109 estipulaba que “la navegación en todo el curso de los ríos (los que atraviesan o separan Estados) será enteramente libre y no se prohibirá, en lo que concierne al comercio”.

El Dr. Francia se inspiró en este concepto, que era una necesidad absoluta para Paraguay. Sin libre acceso al Paraná por el sur, el país estaba a merced de las provincias de Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y, en última instancia, Buenos Aires.

La apertura del puerto de Itapúa al comercio con los brasileños a partir de 1823 permitió a Paraguay, en muy poco tiempo, no solo liberarse en parte del yugo impuesto por Buenos Aires y las demás provincias argentinas, sino también recuperar su prosperidad y, lo que es más, aportar ingresos financieros a las arcas del Estado a través de este comercio.

El Dr. Francia no dudó en calificar a los porteños de “malvados sin honor, bandoleros sin freno, piratas y ladrones desenfrenados”, “inicuos, pérfidos y embusteros, o falsificadores y engañadores de la opinión pública”. Los agravios políticos reinaron entre Asunción y Buenos Aires durante casi treinta años mientras el Dr. Francia permaneció en el poder.

No solo existían desacuerdos comerciales, sino también fricciones políticas. La primera acusación del dictador contra los porteños fue que querían dominar todo el territorio del antiguo Virreinato, es decir, que pretendían sustituir a los españoles. Se les acusaba de perpetuar una mentalidad colonialista en la región.

RELACIONES CON GRAN BRETAÑA

Los sentimientos del Dr. Francia hacia Gran Bretaña y Francia, y sus ciudadanos eran muy diferentes a los que reservaba a sus vecinos. Casi siempre tuvo ocasión de establecer contacto con estas naciones a través de particulares. Los contactos oficiales eran extremadamente raros durante la dictadura. El Dr. Francia estaba muy bien informado sobre los asuntos mundiales, por lo que no se desinteresaba en absoluto de la política de estos dos países. Podemos ver que estas dos potencias no estaban al mismo nivel a los ojos del dictador.

Desde la época del Consulado, pero sobre todo desde fines de 1814, el Dr. Francia tuvo las manos libres para manejar el país como quería

Aunque se decía que el dictador admiraba a Napoleón Bonaparte, parecía tener preferencia por Gran Bretaña y su política de no injerencia en el conflicto entre España y sus colonias. El Dr. Francia vio en el establecimiento de relaciones con estos dos países una oportunidad para que Paraguay desarrollara relaciones comerciales que equivaldrían a un reconocimiento de facto de la independencia y, por extensión, a aflojar el cerco impuesto por Buenos Aires y las provincias del litoral.

El dictador no duda en detener a los ciudadanos británicos y franceses que se aventuran en el país, sobre todo a comerciantes y marineros que carecen de las licencias necesarias para comerciar. De este modo, intentaba presionar a las autoridades británicas para que se pusieran en contacto con él.

Según las cartas de John Parish Robertson, el Dr Francia, al enterarse de que partía hacia Inglaterra vía Buenos Aires, lo convocó y le explicó cuál había sido su política exterior hasta ese momento: cortar las comunicaciones con las provincias del litoral para preservar al Paraguay de la anarquía en que se encontraban. A Paraguay le va mejor que a sus vecinos, pero estos conflictos continuaron perjudicando su comercio e impidiéndole prosperar.

PLAN

El Dr. Francia agregó que no quería tener nada que ver con Buenos Aires y propuso el siguiente plan: “Mi deseo es promover una relación directa con Inglaterra. Los barcos ingleses penetrarán hasta el Paraguay y, con nuestra flotilla, desafiarán toda interrupción del comercio, desde la boca del Plata hasta el lago Xarayes. Vuestro gobierno tendrá aquí su embajador y yo tendré el mío en la Corte de Santiago. Vuestros compatriotas comerciarán, intercambiando sus bienes de guerra y municiones y recibirán a cambio los nobles productos de este país”.

Además de ello, el Dr. Francia le pidió que fuera a la Cámara de los Comunes con las muestras de productos paraguayos que le había entregado y que informara a sus miembros del proyecto. J.P. Robertson declaró que, una vez llegado a Buenos Aires, no continuó su viaje a Londres. En otra carta admite, sin convicción, que desistió del viaje porque el Dr. Francia no lo había designado formalmente y no le había pagado dinero. Es de suponer que J.P. Robertson también era cercano a las autoridades de Buenos Aires y que estas lo habrían disuadido de emprender el viaje.

La idea del Dr. Francia era comerciar y establecer vínculos privilegiados con Gran Bretaña para proteger el comercio paraguayo y obtener el reconocimiento de facto de la Independencia de Paraguay mediante la firma de un tratado comercial.

Woodbine Parish, primer cónsul en Buenos Aires, nombrado en 1824

PRIMERA COMUNICACIÓN

Las autoridades británicas no entraron en contacto con el dictador hasta varios años después. Lo hicieron a través del primer cónsul en Buenos Aires, Woodbine Parish, nombrado en 1824. Nada más tomar posesión de su cargo, Parish fue informado por los comerciantes británicos de sus quejas contra el dictador, que está reteniendo algunos de sus barcos, tripulaciones y mercancías. Escribió al Dr. Francia para anunciarle su nombramiento.

Le invitó a intercambiar correspondencia para fomentar las relaciones amistosas y aseguró a Paraguay que las buenas intenciones de su gobierno hacia los países americanos y Paraguay en particular garantizarían la expresión de sentimientos de gratitud y amistad. Finalmente, solicita la liberación de los súbditos británicos detenidos en Paraguay a cambio de la promesa de una correspondencia más fluida con Su Excelencia.

El Dr. Francia respondió al cónsul Parish que el Gobierno paraguayo saludaba la posición de Inglaterra y estaba dispuesto a establecer relaciones de “sincera amistad, armonía, y mutua correspondencia entre la generosa nación inglesa y el Estado del Paraguay”. También declaró que estaba dispuesto a aceptar un cónsul comercial británico tan pronto como el principio de la libre navegación de los ríos fuera efectivamente reconocido y puesto en práctica. Agregó que era posible que Parish, viviendo en Buenos Aires, “en un país enemigo”, tuviera una imagen distorsionada de Paraguay.

CONDICIÓN

Este acercamiento no fue más allá y, aunque señalaba la actitud favorable del Gobierno paraguayo, Parish añadía que estaba condicionado a un acuerdo entre los gobiernos sobre la libre navegación del Paraná. En otras palabras, Gran Bretaña le pide al Dr. Francia que negocie con Buenos Aires como condición previa.

En cambio, si el Dr Francia quería llegar a un acuerdo con Londres era precisamente para que Inglaterra utilizara toda su influencia para obligar a Buenos Aires a aceptar la libre navegación por el Paraná y no reanudar los contactos con los porteños.

El comerciante, financista y escritor británico John Parish Robertson

Una política comercial diferente y sin restricciones podría aumentar el potencial del país, en particular mediante el desarrollo de ciertos productos como el algodón, el arroz y el azúcar, “lo que sería extremadamente beneficioso para los británicos”. El cónsul Parish deploró el hecho de que el comercio entre los dos países estuviera casi paralizado. Este episodio puso fin al breve año de correspondencia oficial entre Paraguay y Gran Bretaña y a la idea de un acuerdo entre ambos países.

FLEXIBILIDAD

Las relaciones entre el Paraguay del Dr. Francia y Gran Bretaña muestran que, por un lado, el dictador mostró flexibilidad cuando las circunstancias lo permitieron, sin negar su compromiso con la independencia paraguaya. Por otro lado, el dictador veía a Gran Bretaña como un factor importante para lograr sus objetivos. Esto altera un poco la visión esquemática y negativa que generalmente se asocia al Dr. Francia cuando se menciona la figura del extranjero.

Su visión se basaba sobre todo en el principio político de proteger la independencia de Paraguay y fortalecer la cohesión de los paraguayos en torno a las instituciones republicanas. Si esto significaba utilizar a los extranjeros de una u otra manera, no dudó en hacerlo.

Sin embargo, el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, y el reconocimiento de Gran Bretaña de la independencia de Paraguay no se materializó hasta 1853, bajo el gobierno de Carlos A. López. (Argentina había sido reconocida en 1825).

La política del Dr. Francia se guió tanto por las circunstancias y oportunidades como por una lealtad absoluta al principio de la independencia del país. Las decisiones del dictador le situaron en una posición débil en la escena internacional. Disponía de muy pocos medios para influir y presionar a importantes Estados extranjeros para que se acercaran a Paraguay y lo reconocieran oficialmente. Este fue también el caso de Francia, como veremos en la segunda parte de esta serie.

*Ph. D. en Historia y Civilizaciones - Université Paris Cité – Francia. Máster en Relaciones Internacionales, máster en Letras y licenciatura en Letras Modernas, Sorbonne Université. Comercio Internacional – Droit des Affaires – Conservatoire National des Arts et Métiers




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