• Por Cristhian Tindel
  • Fotos: Gentileza

Parece que fue ayer cuando el Williams FW16, diseñado por el mítico Adrian Newey, se estrellaba en la curva Tamburello, con lo cual se acababa la vida de un piloto que en aquella época –a base de temperamento, resistencia y, por sobre todo, un talento innato detrás del volante– se convirtió en el símbolo de una generación.

De mitos y leyendas se ha hablado mucho. Sin embargo, tras 30 años, el legado de Senna sigue flameando como una llama que arde sin parar al interior de todas las personas que gustan de las carreras, en especial la Fórmula 1. Senna significó, para muchos, la conjunción del piloto de carreras perfecto: carisma, calidad, velocidad, talento y, por sobre todo, una actitud de fuego que le permitía llevar cada auto más allá del límite que cualquier ingeniero podía calcular. Senna era la mezcla perfecta que muy pocos deportistas a lo largo de la historia han logrado ser y se sienta a la misma mesa que los Jordan, Maradona, Federer, Fangio, Bolt, entre otros que han abierto una puerta que hasta antes de sus llegadas era inalcanzable en el deporte.

Aquellos con la bendición de vivir en esa época veían en Ayrton al hombre capaz de darles una alegría, era el representante de aquel que sin importar la bandera veía en Senna a un ídolo, a un hombre que a bordo de un auto de carreras te transportaba a un mundo donde lo único que importaba era cruzar primero la línea de meta. Sin embargo, Senna era mucho más que eso y el legado que nos ha dejado sigue siendo incalculable.

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EL FIN DE SEMANA QUE LO CAMBIÓ TODO

El 1 de mayo es una fecha que quedará por siempre en la memoria de los fanáticos del automovilismo, especialmente en los seguidores de la Fórmula 1. Ese día, en el Gran Premio de San Marino, Ayrton Senna, uno de los mejores pilotos de la época y de toda la historia, perdía la vida en la curva de Tamburello en el circuito de Imola tras perder el control del auto e impactar a más de 300 km/h contra el muro de contención.

No había sido un fin de semana bueno, ya que un día antes el piloto austriaco Roland Ratzenberger también falleció en la pista por un fuerte accidente durante la clasificación, por lo que los ánimos para la carrera nunca estuvieron presentes.

Aun así, la misma se llevó a cabo y Senna, que con el Williams no había tenido un buen arranque de temporada teniendo que retirarse sin sumar puntos en las primeras dos rondas, buscaba por todos lados un triunfo que lo acerque a Michael Schumacher, el piloto de Benneton que comenzaba a dominar por entonces.

De arranque la carrera tuvo inconvenientes, con un choque entre Pedro Lamy y J.J. Letho, que activó el auto de seguridad. Dos vueltas después de que el auto de seguridad volviera a boxes, Ayrton Senna, que venía liderando la carrera sobre Michael Schumacher, se estrelló a más de 300 kilómetros por hora en la curva Tamburello.

Ayrton Senna, quien se ganó el cariño de todo el mundo y marcó un antes y un después en la Fórmula 1, llegó a su sitial con un estilo de manejo intrépido y es autor de frases históricas como “si no atacas un espacio que existe, ya no eres un piloto de carreras”.

SU LEGADO, FUEGO Y UNA LEYENDA INTERMINABLE

Desde su aparición sorpresiva en Mónaco en 1984, su primera victoria en Portugal un año después, batallas épicas con Prost en Suzuka, con Mansell en el principado y sus inolvidables vueltas mágicas, Senna es considerado un símbolo de todo el motorsport, no solo por los resultados obtenidos, sino por el impacto social que causaba a donde quiera que iba. En Brasil el piloto era considerado todo un héroe nacional. De hecho, fue despedido con los máximos honores de aquel país ante miles de personas que salían a darle un último adiós al campeón del pueblo.

El legado de Senna es imborrable en la máxima: tres títulos mundiales, cuarenta y un victorias, sesenta y cinco poles, y un estilo de manejo agresivo que siempre llevaba al límite a su monoplaza y a sus propios rivales. Declaraban grandes referentes de la época que, cuando veían un casco amarillo en sus retrovisores, era inminente que quedarían atrás debido al ritmo por momentos incomparable del brasileño.

Senna fue muchas cosas, representó ciento de ideales y el amor de su gente se vio reflejado hasta el último día. Millones de personas se agolparon en las calles el día de su entierro, siendo condecorado con todos los honores por el Gobierno del Brasil. Ayrton Senna fue más que un piloto de carreras, más que un campeón del mundo, más que un talentoso, y ni hablar de sus habilidades en pista mojada o las grandes proezas que ha hecho. Todo esto sumó para que hoy, a 30 años de su partida, su legado siga creciendo e inspirando.

Ayrton conquistó el mundo a su manera, en cada curva, en cada espacio, dejando atrás no solo a sus rivales, sino distintos prejuicios. Introvertido, temerario, patriota, veloz, mágico. Los adjetivos no bastan para describir al rey de la lluvia.

En definitiva, en las palabras de un amigo suyo y relator de la Red Globo, Galvão Bueno, simplemente era Ayrton Senna do Brasil

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