Hoy, a tres domingos de cumplir cinco años de publicaciones ininterrumpidas desde el 21 de abril de 2019, Toni Roberto, quien debía escribir solamente sobre la segunda parte de los recuerdos desde la plaza Dr. Francia, nos cuenta de su dispersión que se acentúa ante la partida de dos personas muy queridas, el popularmente conocido como Dr. Mime y el destacado abogado Marcelino Gauto Bejarano, a quienes convoca imaginariamente en el silencio de aquella plaza del oeste de Asunción.
- Por Toni Roberto
Son las 10:20 de la mañana del jueves. Llueve y el paisaje me recuerda el día en que el maestro Lívio Abramo me pidió ir a dibujar una mañana de lluvia a la plaza frente a la vieja costanera de Asunción allá por 1990. La lluvia es intensa y por enésima vez creo que no voy a cumplir aquello de hacer la segunda parte de un tema sin mis dispersiones, denominadas clínicamente trastorno por déficit de atención e hiperactividad, cuyas siglas son TDAH.
La fantasía, la imaginación, aquellas que nunca debemos perder, me llevan de nuevo a la plaza Dr. Francia a seguir con el recorrido por aquel barrio asunceno, pero algunas partidas me llevan de nuevo a recordar a aquellos que ya están en otro plano. Me dicen que esto a veces parece una página de exequias, pero la vida es así. Unos nacen, otros parten y en cinco años de publicaciones ininterrumpidas se dieron todo tipo de situaciones en el momento de escribir para el fin de semana.
Los recuerdos se entrecruzan entre las instantáneas que me facilitara José Luis Ardissone sobre un testimonio fotográfico de la vida de barrio en la plaza Dr. Francia en los años 30, las historias de Rosa Laconich, los recuerdos de Karina Albera Delfino y los de su abuela que cuentan la historia del señor apodado Negro, que era mecánico dental.
Trabajaba a puertas abiertas, casi en la calle, con camisilla, para al mismo tiempo enterarse de todo lo que pasaba en el barrio. Sigue contando sus historias Albera Delfino: “Fui cortejo de casamiento del hermano del kiosquero José, de La Chaqueña; tener cortejo era un requisito y como era la vecinita rubita no se le ocurrió mejor idea que pedir prestada la nena para que lleve los anillos”.
Todos estos recuerdos fueron saliendo después de la primera parte de la publicación “Desde la plaza Dr. Francia”, como los que nos cuenta José Luis Ardissone. “Casa Rosada fue fundada por mi abuelo Victorino Nunes en 1917″, nos dice y nos acerca dos fotos antiguas del barrio. “En la primera están mi padre y mi madre, con mi prima María Stella y tía Reinita Ardissone de Bradshaw. En la segunda mis padres en 1937; mi madre vivía al lado de Casa Rosada cuando se casó con mi padre en 1939 en la iglesia de María Auxiliadora de los padres salesianos.
EL DR. MIME Y EL DR. GAUTO
Sigue lloviendo y en medio del rescate de estos recuerdos aparece Mime en mi memoria. Es que fue muy reciente su partida, en plena Semana Santa. Miguel Ángel Velázquez Blanco, más conocido como Dr. Mime, aquel mozalbete en otras épocas, educado en el Cristo Rey, de la promoción 1988, que antes que nada tenía el don de la comunicación.
Vivía explicando temas médicos con la sencillez de un verdadero facilitador, neurólogo de profesión, comunicador de alma y escritor, siempre le recordaba que hacían falta más profesionales médicos como él, que bajaran a tierra sus conocimientos como lo hacían otros doctores, como Miguel Aguilar, quien era conocido popularmente como Ave María Purísima por aquello de saludar siempre con esas palabras en las frecuentes entrevistas en los medios.
Al terminar de escribir para este domingo, a solo dos semanas de cumplirse cinco años de publicación interrumpida y con la seria idea de descansar por unos meses, me quedaba ir a despedir a un destacado antiguo vecino de la calle Alberdi, el leguleyo Marcelino Gauto Bejarano, gran aportador de datos de estas páginas, quien hasta hoy residía en el número 1080 de aquella antigua arteria asuncena. Con su partida se va apagando la memoria de la vieja calle del Atajo, denominada luego acertadamente Juan Bautista Alberdi.
Qué no daría hoy por sentarme en aquel banco de los años treinta de la plaza Dr. Francia, con el Dr. Gauto y Mime, bajo el amparo de añejo yvapovõ, en aquella antigua manzana del “oeste de la Asunción”, como la bautizara la investigadora de la zona Patricia Ygarza Cuquejo.
Pero no, hoy me resta la posibilidad de volver solo a ese enclave asunceno con la espesura de su arboleda, la glorieta y la atenta mirada del busto de El Supremo e invocar la presencia de los dos por tan solo un momento, tal vez en compañía del psiquiatra placero Agus Barúa Caffarena e invocarle al Dr. Freud para que nos traiga alguna noticia de Mime y del profesor Gauto, que viajaron sin el permiso de los que hoy lloramos sus ausencias.