Gracias a la gestión del Gobierno de Japón, a través de su embajada en nuestro país, el profesor Rira Momma brindó una conferencia magistral en la semana, además de una entrevista a La Nación/Nación Media, exponiendo sobre su especialidad: la influencia de China en la región de Asia-Pacífico, la situación con la República de China (Taiwán) y la interacción del gigante asiático con el resto del mundo, incluyendo por supuesto al Paraguay y su fuerte vínculo con Taiwán.
- Por Juan Carlos dos Santos G.
- juancarlos.dossantos@nacionmedia.com.
- Fotos Emilio Bazán / Gentileza / AFP
La globalización en la que vivimos inmersos hace algunas décadas, gracias a los adelantos tecnológicos, nos obliga a tener una visión más general del mundo, sobre todo en economía, política y, últimamente, también en materia de seguridad.
El profesor Mooma se graduó en la Universidad Rikkyō y realizó estudios de posgrado en la Universidad de Nankai, ambos en Japón y también en la Universidad de Pekín en China. Recibió su doctorado en la Universidad de Takushoku. Se desempeñó como investigador en la Embajada de Japón en Beijing, además de ser analista sénior de libros de texto en el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón, y director del Departamento de Estudios Regionales del Instituto Nacional de Estudios de Defensa.
La Nación/Nación Media pudo conversar con el destacado profesional japonés antes de su exposición en el Banco Central del Paraguay a través de una invitación cursada por la Embajada de Japón en Paraguay.
–¿En qué momento del siglo XX China pasó de convertirse en un país subdesarrollado a ser uno de los líderes mundiales en materia económica, militar y tecnológica?
–Según mis conocimientos, en el siglo XX China aún se encontraba en la etapa en la que había logrado un liderazgo en el tercer mundo. Pero en el año 1949, cuando llegó la revolución, China necesitaba la aprobación de los países comunistas. Ya a comienzos de los años 60, los países africanos, a medida que se independizaban, fueron aprobando a China comunista. Eso los llevó a posicionarse con más fuerza como líderes de los países subdesarrollados. Luego, a comienzos de los años 70, comenzó a vincularse a la comunidad internacional, ingresó como miembro de las Naciones Unidas y se relacionó diplomáticamente con Japón y con Estados Unidos. A mi entender, poco antes de 2010, China toma esa preponderancia como uno de los líderes mundiales y se convirtió en la segunda economía del mundo. Antes de eso, en 2001 conformaron con Rusia y otros países de Asia Central la organización de cooperación Shanghái. En 2013, China se sumó a los BRICS y en 2013 lanzó la iniciativa conocida como la Ruta de la Seda y, desde ese momento, China se acercó no solo a los países del tercer mundo, sino que también a los demás países desarrollados. La organización Shanghái creció hasta tener nueve países, todos afines a la política china; el último en integrarse fue Irán.
APERTURA CULTURAL Y ECONÓMICA
–Hay una figura muy llamativa y casi central en la historia política contemporánea de China, pero a la vez con un perfil ciertamente bajo. ¿Qué piensa sobre la influencia de Deng Xiaoping?
–La influencia de Xiaoping es muy importante. Él fue quien unió a China, que se encontraba en un estado caótico luego de la revolución de 1949. Él tuvo una gran apertura cultural y económica, sentando las bases para que China se convirtiera hoy en día en una superpotencia económica.
Como podemos ver, Deng Xiaoping ha dejado un legado muy grande, pero el actual líder de China, Xi Jinping, es una persona que busca competir no solo con Deng Xiaoping, sino que también con Mao Zedong. Quiere superar a Xiaoping y estar al mismo nivel que Mao, quien fue el fundador de la China Popular, al que Xiaoping las unió. Estos son los dos resultados fundamentales que dejaron estos personajes y lo que ahora todos se preguntan es si Xi Jinping está dejando verdaderamente resultados tan importantes como aquellos. Es notorio cómo las figuras de Mao y Deng han desaparecido de la propaganda china y eso hace pensar que es para que el trabajo de Xi Jinping sea más observado. Pero a pesar de todo esto, el actual líder chino aún no ha conseguido superar lo logrado por aquellos dos antecesores.
–¿Cómo cree usted que se va a ir desarrollando la situación de Taiwán con respecto a China?
–China desea en primer término lograr una reunificación pacífica y, por otro lado, Taiwán ha repetido en varias ocasiones que estarían listos para negociar si estuvieran en iguales condiciones, es decir, dialogar y negociar, pero sin tener como premisa la cuestión política. El ejemplo de Hong Kong no es aplicable a Taiwán porque los taiwaneses rechazan la solución de “un país, dos sistemas”. Eso es porque en Taiwán, que observa atentamente las presiones que China llevó sobre Hong Kong especialmente entre los años 2019 y 2020, sienten ese rechazo si la unificación será liderada por China. Es una realidad que Taiwán recibe toda la presión de China.
POSTURA DE PARAGUAY
–¿Qué piensa de la postura de Paraguay en esta situación? Pese a la presión que también recibe (dentro y fuera), nuestro país sigue fiel a una alianza con Taiwán, dejando de lado al gigante mercado chino.
–La postura paraguaya es muy inteligente y sensata. El comercio con China puede continuar sin necesidad de firmar algún acuerdo diplomático. Si corta las relaciones con Taiwán, dejará de recibir toda la asistencia de alto nivel que recibe y eso sería una verdadera lástima para ustedes. Es muy difícil recibir una ayuda de la calidad que reciben de Taiwán, aun firmando un acuerdo diplomático con China porque si eso sucede, solo serán uno de los 180 países que tienen relaciones con ellos, pero para Taiwán, Paraguay es uno de los 12 países que lo apoyan y eso es muy importante para Taiwán. Según entiendo, en Paraguay existen sectores que desean vincularse diplomáticamente con China, pero eso se debe a que están esperando que aumente el comercio con ellos y yo considero que eso no necesariamente funcionará de esa manera. Por ejemplo, Australia tiene relaciones diplomáticas con China, exporta recursos naturales y otros variados productos, pero cuando las relaciones entre ambos comienzan a complicarse, automáticamente China eleva las tasas a las importaciones desde Australia, creando ese tipo de presión comercial. Este tipo de amenazas y actos China realiza de manera frecuente.
–Incluso no habiendo firmado un acuerdo con China, ¿no estará recibiendo ya el Paraguay ese tipo de amenazas?
–De todas maneras considero que es importante tener a China como socio comercial, pero atención, si se llegara a firmar algún acuerdo diplomático, el trato con ellos puede llegar a cambiar. El cambio en el trato no es necesariamente positivo, porque hemos observado el desarrollo de las relaciones en varios países que han dejado de lado a Taiwán para vincularse con China. Al principio reciben esos beneficios, pero luego ya dejan de cumplir con lo que se habían comprometido. Una de las exigencias tras acordar con China es el desarrollo de grandes infraestructuras (ndr, con mano de obra china) y existen países de Centro y Sudamérica que han hecho este paso, pero el beneficio no ha sido recibido.
DISUASIÓN
–¿Cuál es el rol de Japón en toda esta política de expansión china, sobre todo en la zona del Pacífico?
–Quisiera comenzar hablando sobre el aspecto de la seguridad y luego continuar con el rol de Japón, políticamente hablando. China es la segunda potencia mundial en capacidades militares y se sigue fortaleciendo en ese aspecto. Japón, por el contrario, ha ido disminuyendo esa capacidad y hoy día ocupa el cuarto lugar entre las economías del mundo. Sería difícil que las Autodefensas de Japón puedan frenar a China, por lo que el rol de Japón es más que nada disuadir a que China lleve a cabo sus intenciones en la región y lo que está realizando Japón es fortalecer las autodefensas de las zonas en las que se limita con China, además de mejorar sus relaciones en ese aspecto con EE. UU. y países de la región como Filipinas y Vietnam, dándoles asistencia. Si fortalecemos la zona, se puede proteger de China a la región. En cuanto al rol político, Japón pide que China y Taiwán dialoguen en un ambiente pacífico y tenemos la intención de colaborar con este último porque ellos forman parte del grupo de países democráticos. El interés de Japón es disuadir para evitar que China se levante y mantener la estabilidad de Asia oriental, porque ese es también el interés de Japón.
–¿La expansión e influencia china es algo con lo que el resto del mundo podría convivir en un futuro próximo?
–No sería racional pensar que el mundo podría estar en peligro por esa situación, pero el problema sí existe. China reconoce que el orden mundial ha sido siempre moldeado por Estados Unidos y Europa y eso los ha perjudicado. Por eso tienen un deseo de cambiar ese orden internacional para que se vuelva más conveniente para ellos, pero también hay una realidad: Deng Xiaoping, dentro de sus reformas, generó una apertura similar a la que se utiliza en Occidente, pero no creo que exista un orden internacional perfecto y todo puede ser solucionado a través del diálogo, pero esa es una debilidad de China, el diálogo. El presidente (Barack) Obama intentó posicionar a China como parte de la sociedad internacional como un país responsable, pero China no respondió de esa manera y la que tenemos hoy en día es la que quiere manejar a los países más débiles a través de las presiones. Es exagerado decir que podría afectar a todos los países del mundo, pero sí sucede con algunos países del noreste de Asia y también con algunos países africanos. La política de China es dirigida por siete personas y estos se turnan para visitar a los países africanos para que sea mayor su influencia.
–¿Qué queda de la China de Mao?
–Solo queda el sistema de gobierno bajo el dominio absoluto del Partido Comunista. Las reformas incorporaron al sistema capitalista a su economía, algo inadmisible en el antiguo sistema comunista que se inició con Mao. Podemos decir que no necesariamente el actual Partido Comunista continúa siendo el mismo de antes y ahora hay varias ideas, pero se mantiene ese sistema que busca perpetuar al partido en el poder.