Gracias a la gestión del Gobierno de Japón, a través de su embajada en nuestro país, el profesor Rira Momma brindó una conferencia magistral en la semana, además de una entrevista a La Nación/Nación Media, exponiendo sobre su especialidad: la influencia de China en la región de Asia-Pacífico, la situación con la República de China (Taiwán) y la interacción del gigante asiático con el resto del mundo, incluyendo por supuesto al Paraguay y su fuerte vínculo con Taiwán.

La globalización en la que vivimos inmer­sos hace algunas déca­das, gracias a los adelantos tecnológicos, nos obliga a tener una visión más gene­ral del mundo, sobre todo en economía, política y, última­mente, también en materia de seguridad.

El profesor Mooma se graduó en la Universidad Rikkyō y realizó estudios de pos­grado en la Universidad de Nankai, ambos en Japón y también en la Universidad de Pekín en China. Recibió su doctorado en la Universi­dad de Takushoku. Se desem­peñó como investigador en la Embajada de Japón en Bei­jing, además de ser analista sénior de libros de texto en el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Cien­cia y Tecnología de Japón, y director del Departamento de Estudios Regionales del Instituto Nacional de Estu­dios de Defensa.

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La Nación/Nación Media pudo conversar con el des­tacado profesional japonés antes de su exposición en el Banco Central del Paraguay a través de una invitación cursada por la Embajada de Japón en Paraguay.

–¿En qué momento del siglo XX China pasó de con­vertirse en un país subde­sarrollado a ser uno de los líderes mundiales en mate­ria económica, militar y tecnológica?

–Según mis conocimientos, en el siglo XX China aún se encontraba en la etapa en la que había logrado un lide­razgo en el tercer mundo. Pero en el año 1949, cuando llegó la revolución, China necesitaba la aprobación de los países comunistas. Ya a comienzos de los años 60, los países africanos, a medida que se independizaban, fueron aprobando a China comunista. Eso los llevó a posicionarse con más fuerza como líderes de los países subdesarrollados. Luego, a comienzos de los años 70, comenzó a vincularse a la comunidad internacional, ingresó como miembro de las Naciones Unidas y se rela­cionó diplomáticamente con Japón y con Estados Unidos. A mi entender, poco antes de 2010, China toma esa preponderancia como uno de los líderes mundiales y se convirtió en la segunda economía del mundo. Antes de eso, en 2001 conforma­ron con Rusia y otros países de Asia Central la organiza­ción de cooperación Shan­ghái. En 2013, China se sumó a los BRICS y en 2013 lanzó la iniciativa conocida como la Ruta de la Seda y, desde ese momento, China se acercó no solo a los países del tercer mundo, sino que también a los demás países desarrolla­dos. La organización Shan­ghái creció hasta tener nueve países, todos afines a la polí­tica china; el último en inte­grarse fue Irán.

Momento de la conferencia realizada en el BCP por el profesor Rira Momma

APERTURA CULTURAL Y ECONÓMICA

–Hay una figura muy lla­mativa y casi central en la historia política contem­poránea de China, pero a la vez con un perfil cierta­mente bajo. ¿Qué piensa sobre la influencia de Deng Xiaoping?

–La influencia de Xiaoping es muy importante. Él fue quien unió a China, que se encontraba en un estado caó­tico luego de la revolución de 1949. Él tuvo una gran aper­tura cultural y económica, sentando las bases para que China se convirtiera hoy en día en una superpotencia eco­nómica.

Como podemos ver, Deng Xiaoping ha dejado un legado muy grande, pero el actual líder de China, Xi Jinping, es una persona que busca com­petir no solo con Deng Xiao­ping, sino que también con Mao Zedong. Quiere superar a Xiaoping y estar al mismo nivel que Mao, quien fue el fundador de la China Popu­lar, al que Xiaoping las unió. Estos son los dos resultados fundamentales que dejaron estos personajes y lo que ahora todos se preguntan es si Xi Jinping está dejando verdaderamente resultados tan importantes como aque­llos. Es notorio cómo las figu­ras de Mao y Deng han des­aparecido de la propaganda china y eso hace pensar que es para que el trabajo de Xi Jinping sea más observado. Pero a pesar de todo esto, el actual líder chino aún no ha conseguido superar lo logrado por aquellos dos antecesores.

–¿Cómo cree usted que se va a ir desarrollando la situación de Taiwán con respecto a China?

–China desea en primer tér­mino lograr una reunificación pacífica y, por otro lado, Tai­wán ha repetido en varias oca­siones que estarían listos para negociar si estuvieran en igua­les condiciones, es decir, dialo­gar y negociar, pero sin tener como premisa la cuestión polí­tica. El ejemplo de Hong Kong no es aplicable a Taiwán por­que los taiwaneses rechazan la solución de “un país, dos sistemas”. Eso es porque en Taiwán, que observa atenta­mente las presiones que China llevó sobre Hong Kong espe­cialmente entre los años 2019 y 2020, sienten ese rechazo si la unificación será liderada por China. Es una realidad que Taiwán recibe toda la presión de China.

POSTURA DE PARAGUAY

–¿Qué piensa de la postura de Paraguay en esta situa­ción? Pese a la presión que también recibe (dentro y fuera), nuestro país sigue fiel a una alianza con Tai­wán, dejando de lado al gigante mercado chino.

–La postura paraguaya es muy inteligente y sensata. El comercio con China puede continuar sin necesidad de firmar algún acuerdo diplo­mático. Si corta las relaciones con Taiwán, dejará de recibir toda la asistencia de alto nivel que recibe y eso sería una ver­dadera lástima para ustedes. Es muy difícil recibir una ayuda de la calidad que reci­ben de Taiwán, aun firmando un acuerdo diplomático con China porque si eso sucede, solo serán uno de los 180 paí­ses que tienen relaciones con ellos, pero para Taiwán, Para­guay es uno de los 12 países que lo apoyan y eso es muy importante para Taiwán. Según entiendo, en Para­guay existen sectores que desean vincularse diplomáti­camente con China, pero eso se debe a que están esperando que aumente el comercio con ellos y yo considero que eso no necesariamente funcio­nará de esa manera. Por ejem­plo, Australia tiene relacio­nes diplomáticas con China, exporta recursos naturales y otros variados productos, pero cuando las relaciones entre ambos comienzan a complicarse, automáticamente China eleva las tasas a las importaciones desde Australia, creando ese tipo de presión comercial. Este tipo de amenazas y actos China realiza de manera frecuente.

–Incluso no habiendo fir­mado un acuerdo con China, ¿no estará reci­biendo ya el Paraguay ese tipo de amenazas?

–De todas maneras consi­dero que es importante tener a China como socio comer­cial, pero atención, si se lle­gara a firmar algún acuerdo diplomático, el trato con ellos puede llegar a cambiar. El cambio en el trato no es nece­sariamente positivo, porque hemos observado el desarro­llo de las relaciones en varios países que han dejado de lado a Taiwán para vincularse con China. Al principio reciben esos beneficios, pero luego ya dejan de cumplir con lo que se habían comprometido. Una de las exigencias tras acor­dar con China es el desarrollo de grandes infraestructuras (ndr, con mano de obra china) y existen países de Centro y Sudamérica que han hecho este paso, pero el beneficio no ha sido recibido.

DISUASIÓN

–¿Cuál es el rol de Japón en toda esta política de expan­sión china, sobre todo en la zona del Pacífico?

–Quisiera comenzar hablando sobre el aspecto de la seguridad y luego conti­nuar con el rol de Japón, polí­ticamente hablando. China es la segunda potencia mun­dial en capacidades militares y se sigue fortaleciendo en ese aspecto. Japón, por el contra­rio, ha ido disminuyendo esa capacidad y hoy día ocupa el cuarto lugar entre las econo­mías del mundo. Sería difí­cil que las Autodefensas de Japón puedan frenar a China, por lo que el rol de Japón es más que nada disuadir a que China lleve a cabo sus inten­ciones en la región y lo que está realizando Japón es for­talecer las autodefensas de las zonas en las que se limita con China, además de mejo­rar sus relaciones en ese aspecto con EE. UU. y países de la región como Filipinas y Vietnam, dándoles asisten­cia. Si fortalecemos la zona, se puede proteger de China a la región. En cuanto al rol polí­tico, Japón pide que China y Taiwán dialoguen en un ambiente pacífico y tenemos la intención de colaborar con este último porque ellos for­man parte del grupo de países democráticos. El interés de Japón es disuadir para evitar que China se levante y man­tener la estabilidad de Asia oriental, porque ese es tam­bién el interés de Japón.

Mike McCaul (izq.), presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, se dirige a un evento junto con el representante de Taiwán en Washington, Alexander Tah-Ray Yui (centro), y la esposa de este, Karen Lo, en el Capitolio de los Estados Unidos para conmemorar el 45.º aniversario de la creación de Taiwán

–¿La expansión e influen­cia china es algo con lo que el resto del mundo podría convivir en un futuro próximo?

–No sería racional pensar que el mundo podría estar en peligro por esa situación, pero el problema sí existe. China reconoce que el orden mundial ha sido siempre mol­deado por Estados Unidos y Europa y eso los ha perjudi­cado. Por eso tienen un deseo de cambiar ese orden interna­cional para que se vuelva más conveniente para ellos, pero también hay una realidad: Deng Xiaoping, dentro de sus reformas, generó una aper­tura similar a la que se utiliza en Occidente, pero no creo que exista un orden interna­cional perfecto y todo puede ser solucionado a través del diálogo, pero esa es una debi­lidad de China, el diálogo. El presidente (Barack) Obama intentó posicionar a China como parte de la sociedad internacional como un país responsable, pero China no respondió de esa manera y la que tenemos hoy en día es la que quiere manejar a los países más débiles a través de las presiones. Es exage­rado decir que podría afectar a todos los países del mundo, pero sí sucede con algunos países del noreste de Asia y también con algunos paí­ses africanos. La política de China es dirigida por siete personas y estos se turnan para visitar a los países afri­canos para que sea mayor su influencia.

–¿Qué queda de la China de Mao?

–Solo queda el sistema de gobierno bajo el dominio absoluto del Partido Comu­nista. Las reformas incorpo­raron al sistema capitalista a su economía, algo inadmi­sible en el antiguo sistema comunista que se inició con Mao. Podemos decir que no necesariamente el actual Partido Comunista conti­núa siendo el mismo de antes y ahora hay varias ideas, pero se mantiene ese sistema que busca perpetuar al partido en el poder.

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