El pasado lunes 11 de marzo se conoció la noticia de la tempranera partida a los 43 años del pintor y escultor Emilio Cutillo, cuya obra irrumpió en la escena local causando impacto tanto por sus escenarios urbanos de la ciudad de Asunción como los paisajes y las miradas más introspectivas que también desarrolló de manera intensa.
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
El Instituto Superior de Bellas Artes, del cual fue egresado, anunció la triste noticia en sus redes: “La familia del Instituto Superior de Bellas Artes lamenta profundamente el fallecimiento de nuestro exalumno Emilio Cutillo. Bellas Artes expresa sus más sentidos pésames a los familiares”, publicó la institución formadora de artistas en su cuenta de Instagram.
En tanto, la Secretaría Nacional de Cultura hizo lo propio en los siguientes términos: “Despedimos al muy querido Emilio Cutillo. Destacado pintor de Asunción, Paraguay. Formado en el Instituto Superior de Bellas Artes, fue parte esencial del grupo Contracorriente, participó en diversas exposiciones colectivas y se destacó en la Contrabienal de Asunción en 2015 con su performance ‘Selfie’. Su legado perdura como testimonio de su compromiso con la expresión artística y su profunda conexión con su entorno”.
LA CUARENTENA
En su serie “Cuarentenoicos”, Cutillo reveló colores inauditos, volcó su paleta curiosa y prolífica sobre los tiempos de la cuarentena por la pandemia del covid-19 y con su tozuda apuesta a la identidad fue construyendo un perfil propio con una profunda carga social.
A continuación reproducimos una entrevista realizada en 2020, cuando el país y el mundo se debatían en la incertidumbre por la eclosión de una pandemia que pondría en cuestión las mismas relaciones humanas y profundizaría los padecimientos de vastos sectores de la sociedad.
–Pasaste la cuarentena pintando, que es tu tarea habitual. ¿Cómo viste la gente, las calles?
–Asimismo, la diferencia está en que suelo pintar afuera al aire libre y en esta cuarentena estuve más encerrado en mi taller por las restricciones para salir. Entonces, por la calle me tocó ver a la gente recelosa, casi paranoica, que te esquivaba cuando te veía acercarte. Vivo cerca del Mercado 4 y en la zona, sobre todo sobre Perú, donde está la proveeduría y donde se compran las cosas, allí se vio ese paisaje increíble.
–¿De qué “colores nuevos” hablarías en el marco de esta pandemia?
–Colores nuevos, no sé si son los que estaban o los que yo veía, entendía que eran terciarios, opacos, pero de repente me surgieron unos violentos como el rojo, que representa un poco las alertas que tenía la gente al cruzarse con un enemigo invisible.
–Contanos un poco más sobre la serie “Cuarentenoicos”.
–Es casi como una burla, un chiste, y cuando tengo la oportunidad de pintar lo que yo quiero, porque también vivo de esto, trato de hacer lo que creo que está sucediendo en el momento, de plasmar mis pensamientos. La idea era mostrar el costado gracioso que tiene el tema.
DESIGUALDAD
–Hace años que pintás el paisaje urbano de Asunción, donde aparece inevitable la desigualdad. ¿Impacta eso en tu plástica?
–Es algo que comenzamos haciendo con un amigo, teníamos como un plan, un proyecto, de pintar los lugares a donde vamos, la vida misma, lo que nos ocurre a los pintores. De lo que nos toca, pintar el entorno. Lo de las desigualdades sociales impacta mucho, es algo muy notorio, se nota en las calles y, como te digo, si hay posibilidades de pintar algo que no está orientado específicamente a lo comercial, es importante decirse “por qué no” y pintar sobre las cosas del entorno, decir lo que pensás de las cosas que te tocan vivir.
–¿En qué te alimenta la calle?
–El salir a pintar al natural siempre es una conexión muy directa con la realidad, con lo que ves, creo que es algo que llaman “naturalismo”, aunque se trate de pintar una realidad que no es muy bonita para algunos. Recuerdo una anécdota de una señora comentando el cuadro de los indígenas de la etnia aché que estaban bañándose frente a la plaza Italia, al que titulé “Los bañistas”. Se acerca esta señora y me dice “¿por qué pintás pobreza, que es lo más feo de nuestra sociedad?”. Después me dice que ella compra cuadros para decorar su casa. Entonces le respondí que yo no pinto para agradarle a nadie especialmente, sino que voy registrando a manera de crónica lo que voy viendo, como quien tiene una cámara. Me interesa ese momento y es más bien como un pescador que tiene la oportunidad, aproveché el momento y lo registré, dejarlo como bitácora de una época que me tocó vivir.
–Una suerte de crónicas urbanas a partir de la pintura.
–Con la pintura como una excusa, sin tener intención de hacer algo muy elaborado, ya que estás en el ojo de la gente que te mira un poco, es válido usarlo como medio de comunicación como si fuera una estación de radio o un canal de televisión donde podés decir cosas que pensás y que cierto público que te sigue pueda estar al tanto de lo que vos podés recoger de lo que está pasando en tu país.
–También aparece el paisaje del interior en tu obra.
–Es cierto. Tuve la dicha de estar por un tiempo con unos geniales pintores amigos de los que aprendí mucho. Nuestra idea era desarrollar un poco más lo paisajístico y recorrimos varias ciudades en una experiencia muy gratificante. Luego eso paró, pero siempre tengo la intención de poder hacer una gira con nuestra pintura, documentar, conocer un poco más nuestra tierra. La idea es no solo quedarme en las partes urbanas en las que a veces nos centramos como si fuera el país entero, pero es bueno recordar que las fronteras no están aquí en Asunción o Ciudad del Este. Es un gran país, lleno de recursos naturales atravesado por una gran injusticia que es evidente cuando te toca salir del círculo urbano.
–¿Cómo influye la naturaleza en vos?
–Entiendo que lo hace en la manera en que soy parte de ella. Es imposible competir con ella, voy hacia ella con intención de capturar su belleza y a veces no me enfoco en tener un tema o un mensaje, sino simplemente disfrutar de ese momento con la naturaleza y su inmensidad.
MIRADA INTERIOR
–Por momentos tu mirada es más interior, inclusive como si fuera al espejo, en el autorretrato por ejemplo.
–Hay pinturas en las que hago autorretratos o pensamientos, por momentos suelo aprovechar y mirarme un poco para conocerme también y plasmar lo que estoy sintiendo en ese momento. Disfruto hacerlo y me gustaría desarrollarlo, pero vivo de la pintura y mi situación económica a veces no me deja, me toca postergar esas ideas, pero siempre surgen, así que cuando tengo algún tiempo y no corro para pagar deudas y cuentas, lo hago. Quisiera dedicarme un tiempo a hacerlo, pero tengo que luchar por el día a día.
–¿Se venden los cuadros?, ¿se puede vivir de pintar?
–En eso soy bastante privilegiado y beneficiado en el sentido de que estoy vendiendo siempre, pero no haciendo siempre lo que me gustaría para vender. Trato de pintar cosas que me agradan y otras veces pinto cosas que yo considero que pasaron su tiempo, pero la gente sigue pidiendo eso. A veces parece que la propuesta no llega al público o a la gente que está encargada de la conexión con el cliente, el receptor, esa estructura debería abrirse más a las ideas nuevas, a la gente que viene con propuestas frescas y mirar un poco el contexto en el que estamos.
–¿Qué pensás que hace falta para alentar a los talentos nuevos?
–Me gustaría que pudiéramos evitar el dejarnos llevar por caprichos de gente que compra cosas para decir que las puede comprar, que no sé si son consumidores de arte. El arte se puede ver en gente que dibuja cosas en el asiento del colectivo, hay mucho arte en las calles que tiene mucha identidad, más de la que puede desarrollar gente que se dedica profesionalmente a ello. La gente que viene debería enfocarse más en ser más sincero y buscar la identidad que asoma cuando se hacen cosas que uno quiere hacer y no para agradar a la gente que está en el negocio del arte o que tiene poder adquisitivo. Al ser sinceros van a lograr conectarse y poder llegar al receptor. Espero que los artistas que vienen detrás alcancen mejores objetivos que los que estamos ahora y les doy una voz de aliento a todos ellos, diciéndoles que el arte no es una competencia y en caso de haberla es con uno mismo.
–¿Cómo ves las artes plásticas en el país?
–Pienso que están orientadas a vender o a concursos en los que se frustra a la gente, porque si no se gana, los muchachos se apocan, la estructura parece decirte que hay uno mejor y eso destruye generaciones de artistas, como si fuera que el artista es algo sagrado o llamarle a una persona emergente o consagrado son términos que están fuera del arte. Mi idea es que estos concursos no tienen en cuenta a las personas, al disfrute, al desarrollo de las emociones, el arte real que es el que te hace sentir cosas. Hay concursos que están manipulados y no aportan nada bueno al arte.
Hay que ver que esto tiene un valor sentimental de expresión y no un mero valor económico. No hay libro, academia, que pueda decirte cómo pensar cuando uno está frente a una obra. Todo el mundo tiene una capacidad de comprender, disfrutar y sentir como a uno le parece, que no te digan cómo pensar.