En este diálogo con Augusto dos Santos para el programa “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media, el exministro de Hacienda, expresidente del Banco Central y actual presidente del Banco Basa, el economista Germán Rojas, habla sobre las claves de la estabilidad de la economía paraguaya, el anhelado grado de inversión, los desafíos pendientes y su experiencia actual en el sector privado.

  • Fotos Roberto Zarza

–Ser presidente de un banco es un estatus muy importante.

–El cargo de ser presidente es apenas una nominación, un cartelito que te dan en la puerta. Yo siempre digo que nada es resultado individual ni exclusivo de alguien, sino que es resultado del equipo que trabaja contigo. Yo no me siento en el rol de presidente, me siento nada más como un articulador de voluntades que apunten a un objetivo común, hacer bien el trabajo, en un buen ambiente y res­ponder a la expectativa que tienen tanto los accionistas como también la gente a la que servimos.

–Muchas veces no habla­mos con nuestros chicos de economía. ¿Cuál es tu mirada respecto de una disciplina que es tan fun­damental para el mundo?

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–Yo creo que debería for­mar parte de la malla curri­cular ya desde la educación secundaria. Porque estamos en una generación de chi­cos que dan todo como asu­mido, como que es normal que vos estés haciendo enor­mes sacrificios y que sim­plemente es un esquema de consumo que nos abruma en estos tiempos. Fuerzan un poco al hecho de la exigencia del quiero y tengo. Yo tuve una tremenda experiencia muy linda, muy enrique­cedora de haber enseñado contabilidad en colegios secundarios. Y es una mate­ria tediosa, aburrida, pero sí es un ejercicio de mucha lógica. Yo digo también que es importantísimo meter ese tema porque justamente tenemos que entender que la prosperidad de la gente se construye administrando las finanzas personales. Qui­tar un poco aquello que es urgente de lo necesario y de lo impostergable.

HITOS

–¿Cuándo empezaste este camino y cuáles son algu­nos hitos que te parecen que son fundamentales en tu vida?

–Depende de la época, es una combinación de privilegio y de bendición inclusive de haber ocupado o haber par­ticipado en gran parte de la historia de lo que hoy tene­mos como fundamento de nuestra economía desde bas­tante temprano. Por ejemplo, un hito que te puedo decir es haber encontrado un grupo fantástico de personas con las cuales organizar la pri­mera mesa de cambio del Banco Central después del golpe. El segundo es la crea­ción de la mesa de dinero, que opera hasta hoy y que empezó a emitir la letra de regulación monetaria. Hoy se juntaron las dos mesas y es el área de operación de mercado abierto en el Banco Central.

–¿Algún otro?

–El segundo es un proyecto en el que nadie creía y que rompió mitos inclusive en cuanto a lo que significa un convenio con el Fondo Monetario Internacional, que fue la reforma de la banca pública en el Banco de Fomento. Y mismo también las contribuciones que fui­mos haciendo en todo lo que significa ir poniendo unos cuantos mojones o hitos de consolidación que vinieron por una conjunción de ele­mentos que se dieron en ese momento.

–Tuviste varias tareas, pero una que fue muy emblemática fue la recons­titución del Banco Nacio­nal de Fomento en una entidad eficiente.

–De nuevo digo que es obra de la gente. La verdad que era un desafío muy grande porque era un banco que estaba en una situación muy difícil, muy crítica. Era un banco que estaba ya en niveles de liquidación. El banco se iba a conver­tir en una caja pagadora de otras entidades que estaban empezando a generar micro­finanzas o banca de desarro­llo a nivel privado. Enton­ces, la idea en ese momento era que el Banco de Fomento, que tenía en ese momento 57 sucursales parciales en todo el país, pudiera hacer de caja pagadora receptora de estas instituciones apro­vechando esa infraestruc­tura. Y ¿por qué lo hacían inviable? Porque tenía casi 60 % de todos sus créditos en forma irrecuperable. Era más o menos 70 millones de dólares eso. Había institu­ciones que tenían cuentas canceladas, o sea, a punto de cancelarse, y que siem­pre se encontraba la forma en que los cheques recha­zados pudieran ser levanta­dos, lo que en ese momento se podía hacer. Muchas veces se paralizaban los pagos de los salarios porque todo lo que había de efectivo en los cajeros automáticos se alza­ban y se llevaban al Banco Central para que pudieran entrar en cámara compen­sadora y con una población bastante desmoralizada.

FÓRMULA PARAGUAYA

–Un cuadro crítico.

–Había 70 millones de dóla­res de créditos incobrables, otros 30 millones de dólares de un crédito que tenía que salir del Banco Interame­ricano de Desarrollo (BID) para hacer el saneamiento y unos 30 millones de dóla­res más que estaban previs­tos para hacer una indem­nización a los funcionarios para achicar la estructura. Más o menos estoy hablando de 130 millones de dólares. Y había un detalle que a nosotros nos había llamado mucho la atención. ¿Por qué teníamos que privatizar en cierta medida la ganancia de empresarios que tomaron esos créditos de 70 millo­nes de dólares y socializar las pérdidas, que esos 70 millones de dólares pasaran a ser solventados por el con­tribuyente? Esa es la con­versación que había tenido con el presidente (Nica­nor) Duarte Frutos en ese momento. Y yo le dije “pre­sidente, en esto yo no estoy de acuerdo”. Nosotros qui­siéramos hallar dentro del banco un remedio yuyo para ver si con fórmula paraguaya nosotros podemos solucio­nar este tema. Y esto rompió un mito porque ese artículo del stand-by que había fir­mado Paraguay se modificó aceptando la propuesta que nosotros hicimos.

–¿Cómo fue eso?

–El Fondo Monetario cam­bió el proyecto a cambio de experimentar por primera vez en el Paraguay los cri­terios de Basilea III, que no existían en ese momento. Obviamente eso generaba muchas expectativas no muchas veces favorables de los colegas del equipo económico en su momento al punto de que íbamos en contra de una ley. Tenía­mos un banco que estaba en quiebra técnica y teníamos por otro lado que enfren­tar el desafío del conven­cimiento total tanto del regulador en ese momento como del propio Ministe­rio de Hacienda. Sería muy fácil convertir en bonos del Tesoro ese componente que te estoy diciendo, sacar 30 millones de dólares de cré­dito y pagar indemnización a una persona que de todas maneras iba a ser contra­tada otra vez. Entonces, no tenía sentido. Y nadie quiere creer esta historia, pero de los 130 millones de dólares que iba a costar, terminó costando 7.500 dólares.

–No te puedo creer.

–7.500 dólares, que fue una consultoría que pagamos con un consultor local para elegir los mejores talentos que pudieran hacerse cargo dentro de la institución de su reforma. Había 16 depar­tamentos, lo bajamos a 6. Y sí aprovechamos una compen­sación que había, como 800 millones de guaraníes en esa época, que era una com­pensación de cuentas entre el Ministerio de Hacienda y el Banco de Fomento a cambio de figuritas. Con el agregado de que a partir de ese momento el Banco de Fomento pasaba a ser como cualquier banco comercial que captaba y daba créditos sin ningún tipo de líneas presupuestarias de fondos para proyectos que eran de su menester.

ACCIONES DECIDIDAS

–¿Cómo se gestó eso que hoy en día nos enorgullece escuchar en la televisión extranjera sobre la buena gestión de nuestra econo­mía?

–Yo creo que de una manera u otra en la medida en que el consejo del banco en ese momento más las accio­nes decididas que fuimos tomando en conjunto yo creo que fueron dando señales de que las cosas eran posi­bles de ser hechas y, sobre todo, que ese remedio yuyo funcionaba. Tuvimos que enfrentar, por ejemplo, en una semana que se tenía que hacer pago a todas las instituciones públicas una huelga de los cinco sindica­tos del banco para que no se pagara y que esto torciera un poco el brazo.

–Era una tormenta per­fecta.

–Fue interesante porque este tipo de situaciones mueve mucho la creatividad. Entonces, cuando la gente estaba tratando de impe­dir que salieran los vehícu­los de tesorería del banco, de repente teníamos en otro lugar todos los casetes de los cajeros automáticos y un monitoreo circunscrito a no más de dos personas de qué cajeros automáticos nece­sitaban reposición si iban a hacer reposición. Y cuando la gente que estaba en des­acuerdo en ese momento iba a tratar de hacer medi­das de fuerza, ya la gente estaba cobrando y no podía hacer nada.

–¿Cuáles son las virtudes que hicieron que a partir de ese tiempo hasta hoy la economía paraguaya alcanzara un nivel de estabilidad como la que tiene?

–Yo creo que hay dos hitos acá. El primero que se dio en Fomento de vuelta otra vez que en el año 2005, en la expo de ese año empeza­mos a soltar por primera vez créditos a 15 meses y empe­zamos a poner en práctica dentro del sistema los cré­ditos zafrales porque siem­pre la gente confundía el cré­dito que se da para el campo con un crédito comercial y no es así. El productor va a tener que estable­cer créditos que vayan acorde a la actividad. De la misma manera también encontramos dentro del banco actores que por más que hubiera dificultades siempre honra­ron sus obligaciones y tam­bién empezamos a ver una actitud mucho más deci­dida en cuanto a las acciones que tomamos para recupe­rar esa cartera que te estoy diciendo. Ese 60 % de moro­sidad que había al comienzo de gestión bajó a 16 % en dos años y medio y 100 % pre­visionado. O sea, todos los créditos que el Banco de Fomento dio con dinero del IPS para el financiamiento de los buses fue 100 % resti­tuido al IPS.

–¿Algún otro elemento?

Ya en funciones en el Banco Central, nosotros veíamos una polí­tica que a nosotros nos pare­cía que no estaba del todo adecuada a la realidad que nosotros veíamos en la calle. Y que era el hecho de que la gente estaba pidiendo recursos escasos que había en ese momento frente a un gran stock de instrumentos de regulación monetaria que tenían los bancos en el sis­tema, que tenían en el Banco Central. Y yo recuerdo que fue una decisión muy sor­presiva porque las tasas estaban al 11 % y decía­mos “vamos a bajar a 4 % en este momento”. A par­tir de ese momento, 2007 más o menos, 2008, empe­zaba a expandirse el crédito hacia el interior, empeza­ban a establecerse los cré­ditos zafrales y acompañó un poco a esa gran década el crecimiento aprovechando el boom de commodities, que dicho sea de paso lo aprovechamos creo que mejor que en otros países de la región porque todo ese capital que ingresó a Para­guay terminó instalándose acá. Un indicador es que de los 640 millones de dólares de reserva en 2003 se llegó a los 4.000 millones al lle­gar al 2008. ¿Qué significa ese crecimiento? Significa que el Banco Central fue trayendo todo el exceso de demanda que había en el mercado y eran dólares que vinieron a ingresar a Paraguay para que­darse.

DEBERES

–¿Qué malas políti­cas pueden hacer que esto que hoy tenemos se pierda?

–La ventaja de ser una socie­dad conservadora es que nosotros hayamos hecho tal vez los deberes mejor que en otros lugares. No para ponernos a nosotros en un plano y al resto en otro, sino que simplemente eso hizo que se tomara como una costumbre mirar un poco cómo les va a otros países para entrar después noso­tros y aprovechar los erro­res y aciertos que tuvieron los demás manteniendo esa característica propia de hacer nuestro propio modelo. Yo creo que esa es una base. La segunda de ella es un esquema de supervi­sión muy estricto. Yo creo que la actividad financiera en Paraguay, me atrevería a decir que si no es la única, es la que más regulaciones tiene encima. Es la que es más transparente y la que se presta mucho más al escru­tinio. Yo siempre digo eso de que yo no conozco otra actividad económica en Paraguay que pase por una auditoría interna, por una auditoría externa, por cali­ficadoras de riesgo, por las supervisiones que tienen del propio sistema de regu­lación que hay acá. Y Para­guay aprendió mucho de eso. Si vos mirás los bancos que desaparecieron del sis­tema antes del 96 y los que desaparecieron después, entre uno y otro la primera oleada trajo una recupera­ción del 20 % de todo lo que quedó de esas estructuras y de los últimos ya se recu­peró un 80 %. Eso fue por­que se maduró y a partir de ahí yo creo que se vino cons­truyendo como un capital social aquello de la estabi­lidad.

–¿Cómo se logra en una sociedad el famoso equi­librio entre lo macro y lo micro?

–Es una materia muy pen­diente, pero veo también sig­nos muy alentadores como aquellos que están haciendo actores del sector produc­tivo, donde vos ves que coo­perativas en conjunción con los gremios de producción están integrando a peque­ños productores a la cadena de producción de ellos.

Entonces, eso es muy alen­tador y los pioneros fueron las colonias menonitas en todo el país.

–¿Eso es cultura coopera­tiva?, ¿cultura solidaria?, ¿responsabilidad social?

–Yo creo que es mezcla de todo en algunos casos. Res­petando la identidad de estos pequeños productores, ellos igual son traídos a trabajar con ellos sin necesidad de que se adhieran a cualquier otro principio que no sea la creación de oportunidades.

LA EXPERIENCIA EN BASA

–Hablemos de Basa. ¿Cuá­les son las líneas diferen­ciales que hacen de este banco una buena opción para operadores económi­cos y ahorristas?

–Los puntos cardinales son un repensamiento, si se puede utilizar el tér­mino, en tratar de colocar la experiencia del cliente en el banco en el centro de lo que nosotros hacemos. En esta transición entre lo tradicional y lo que se viene que no vamos a poder parar tampoco porque las fintechs vinieron para quedarse de la misma manera que no va a tardar mucho en aparecer la criptomoneda como moneda de circulación. Tenemos que estar preparados para esto y tenemos que estar prepara­dos para entender los tiem­pos que estamos viviendo. En un mercado competitivo muy regulado lo que trata­mos de hacer es conseguir que cuando no podamos hacer algo, el no inmediato al sí que es tardío o cuando ya no te sirve. Segundo, el hecho de aplicar un princi­pio básico: tratar a los demás como quieres que te traten. Estamos tratando de qui­tar un poco de la grasa que existe en todos los proce­dimientos que tenemos, el cuidado que se tiene en el manejo en la relación con el cliente, con quien nos vincu­lamos, con quien se acerca, con quien podemos contar y con quien no. El creci­miento de hoy trae muchas cosas buenas, pero trae tam­bién algunos componentes que muchas veces no sola­mente a nosotros, sino que a nadie le gusta. Yo creo que construimos algo muy sólido como para ponerlo en riesgo.

–¿Qué significa privile­giar la experiencia del cliente?

–Significa el hecho de que cuando nosotros estamos conversando, a la gente le gusta conversar, le gusta el mano a mano, le gusta que vos le visites y le gusta sen­tir cómo va a estar su rela­ción con nosotros. Nosotros no entramos con una cues­tión de presionar económi­camente u ofrecer cosas que no vamos a poder cumplir. Yo siempre fui de no dar lo que uno no tiene y no pro­meter cosas que uno no va a poder cumplir. Y estamos en el proceso de ganarnos la ayuda de muchos clientes en el sentido de que nos digan en qué nosotros podemos mejorar para poder cumplir con las expectativas que tie­nen de nosotros

–Es impresionante el cam­bio que se ha dado al punto de que un banco es cada vez menos un feroz edifi­cio de mármol y cada vez más un smartphone con una aplicación.

–Al punto de que pone un desafío grande no solamente en la experiencia que vos tengas con el teléfono, sino que también todo lo que está por detrás como la ciberse­guridad, todos los fenóme­nos que están apareciendo. Ahora de repente aparece alguien y te dice “enviame plata” y no sos vos, te hicie­ron un espejo de tu teléfono. Hay que tomar precauciones como, por ejemplo, si alguien te viene con una historia así vos tengas en tu círculo familiar una pregunta clave que solamente tu familiar y vos conocen.

CONJUNCIÓN

–Estos nuevos tiempos que son más digitales y distantes son un desafío para el trato personal con los clientes.

–Por eso digo que es la con­junción de las dos cosas. Yo creo que acá en nuestra cultura tener a alguien con quien hablar es importante. Yo vengo de vivir casi ocho años en un país donde vos hablás con máquinas y el acceso a una oficina es casi la excepción y no la norma. Hoy en día circular por las calles de Asunción también es todo un desafío. Por eso en la medida en que sea posi­ble lo que nosotros estamos buscando es complementar el uno con el otro.

–En contrapartida hay que decir que la digitali­zación llevó la bancariza­ción a sectores cada vez más lejanos.

– Y bienvenido sea eso. En nuestro caso ya se viene mejorando un programa muy exitoso que tenemos, que es de trabajar no sola­mente con instrumentos de crédito, sino también con un proceso de acompaña­miento integral en el sen­tido de encarar también el negocio como un comple­mento entre el negocio en sí y la enseñanza a la gente.

GRADO DE INVERSIÓN

–¿Cómo ves la salud del sistema financiero nacio­nal y cuán cerca estamos del dichoso grado de inver­sión? Pero primero ¿podés explicarnos lo que es el grado de inversión?

–Grado de inversión sig­nifica simplemente llegar a un momento en el cual los actores de la economía paraguaya son lo suficien­temente sólidos como para que Paraguay acceda a la mayor cantidad de ofertas posibles dentro de la comu­nidad financiera internacio­nal a mayor plazo y a menor costo. Esto beneficia a Para­guay como tomador de cré­dito a nivel soberano, a nivel de Gobierno o a nivel de Estado, también le beneficia al privado porque automáti­camente ese efecto se trans­mite a esta persona. Eso es importante en un momento en el cual de repente esta­mos siendo vistos de una manera diferente. Nosotros siempre decíamos cuando hacíamos las presentacio­nes en el exterior que Para­guay no necesita vender una historia, sino que necesita tener un lugar y un espacio donde poder contarla y eso se fue consiguiendo y se va impulsando cada vez más. Ahora eso te lanza el desafío de consolidar esa llegada al grado de inversión con una mayor institucionalidad.

–¿Cómo está preparando la escuela de economía a los chicos que van a lan­zarse al mundo de ser jugadores de la economía paraguaya?

–Bien. Yo creo que hay mucho para hacer todavía porque nuestra educación tiene todavía sus materias pendientes. La educación universitaria es la combi­nación de algo que tiene que ser mucho más fortale­cido desde las bases, desde temprano, desde la primera edad y hay iniciativas fan­tásticas que se están lle­vando adelante y ojalá que redunden realmente en eso. Yo quisiera que la dis­cusión sobre la educación en Paraguay no se circuns­criba solamente a qué sala­rio va a recibir el que enseña, sino que también tiene que ser qué calidad de educación va a dar a cambio y en eso estamos con una deuda pen­diente todavía.

–¿Cómo estás viendo las juveniles en esta materia?

–Lo que me dio mayor satis­facción es el hecho de haber continuado un proceso que comenzó con la creación de este sistema de becas. Estaba la estructura armada, a nosotros nos tocó hacer un acuerdo muy intenso con el Congreso para asegurar en ese entonces un paquete de algo así como 250 millones de dólares a ser utilizados en 5 años que permitieran a nuestra gente salir a pro­yectarse al exterior para adquirir herramientas de conocimiento. ¿Qué es lo valioso de esto? De donde lo mires es positivo porque pri­mero y antes que nada quien accede a los centros de exce­lencia mundiales accede por sí mismo. Si calificaste para instituciones de alto nivel en cualquier parte del mundo, vos sos tu propio padrino. Segundo, el hecho de que una vez que se sale afuera, el que va al compararse con sus pares no se considera para nada de menos. Al contrario, te da la sorpresa de que son mejores y no solamente está en el tema de que vos adquie­ras herramientas para cono­cimiento, sino que lo funda­mental en este caso es que por primera vez el para­guayo se da cuenta de que está rompiendo con la medi­terraneidad mental.

–El sistema de Becal y el proyecto de forma­ción tecnológica Para­guay-Taiwán son hitos que tarde o temprano van a ser motivadores de un cambio muy profundo.

–Habíamos impulsado en su momento y había mucha buena predisposición de Alemania y de la comunidad europea en general de traer el sistema global de ense­ñanza porque en el país de la electricidad, nos faltan bue­nos electricistas; en el país del calor, no hay demanda satisfecha en cuanto a téc­nicos de refrigeración; en el país de la madera, tenemos que recuperar la calidad del buen carpintero; en el país del agua, no tenemos buenos plomeros. Entonces, es una cuestión cultural también. Los padres de familia hacen esfuerzo importante para que sus chicos sean docto­res o universitarios, pero el gran mercado está en las ini­ciativas de mandos medios. Si nosotros pudiéramos repli­car el modelo de las escuelas agrícolas que tienen las coo­perativas en el país, esto va a cambiar muchísimo porque tenemos un gran desafío. Nosotros tenemos que apli­car la mejor tecnología y todo el conocimiento que noso­tros podamos para seguir las mejores prácticas para entrar a los mercados. Yo creo que Paraguay hace rato dejó de necesitar ayuda humanita­ria, necesitamos ayuda en capital humano, en enrique­cer a nuestra gente, a cuidar el suelo, el medioambiente.

“Grado de inversión significa simplemente llegar a un momento en el cual los actores de la economía paraguaya son lo suficientemente sólidos como para que Paraguay acceda a la mayor cantidad de ofertas posibles dentro de la comunidad financiera internacional a mayor plazo y a menor costo. Esto beneficia a Paraguay como tomador de crédito a nivel soberano, a nivel de Gobierno o a nivel de Estado, también le beneficia al privado porque automáticamente ese efecto se transmite a esta persona”.

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