Paulo César López, paulo.lopez@nacionmedia.com - Fotos: gentileza
El historiador aeronáutico Antonio Luis Sapienza brinda detalles sobre algunos sucesos vinculados al helicóptero más grande que llegó a operar en nuestro país, un Mil MI-8 ruso, que efímeramente estuvo al servicio de la Policía Nacional hasta su cese de operaciones tras capotar en la Agrupación Especializada a manos de un inexperto piloto que sacó a volar la aeronave sin permiso.
En contacto con La Nación/Nación Media, Sapienza comenzó relatando que el 16 de mayo de 1992, el avión Ilyushin IL-72 de Aeroflot, entonces aún con bandera soviética, aterrizó en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi trayendo una carga muy particular: un helicóptero Mil MI-8, que venía desarmado y que fue ensamblado en la sede del Grupo Aerotáctico.
Este helicóptero pertenecía a Phoenix Cargo, una empresa húngara que estaba interesada en vender helicópteros a las Fuerzas Armadas de nuestro país.
Luego de ser pintado de blanco con una franja azul a lo largo de las ventanas, los propietarios húngaros, Imre Deak (piloto) e Istbán Takac (mecánico), intentaron vender el aparato a las Fuerzas Armadas e incluso fue ofrecido al entonces presidente, Andrés Rodríguez, quien llegó a realizar un vuelo en el helicóptero el 27 de mayo de 1992, días después de su presentación oficial.
En el viaje inaugural en nuestro país rumbo a un acto oficial en el departamento de San Pedro, el piloto húngaro, quien nunca había volado en territorio paraguayo, se perdió hasta que pudo retomar el trayecto bajo la guía de un oficial militar que estaba a bordo en dirección al destino fijado, la localidad de Arroyo Morotî, a la que llegaron horas después de lo previsto.
Las autoridades policiales y militares quedaron sorprendidas por la capacidad del aparato, que podía trasladar hasta a 24 efectivos con sus pertrechos, además de los dos integrantes de la tripulación, o hasta 4.000 kilos de carga. Sin embargo, la operación de venta no se pudo concretar por razones presupuestarias. De todas maneras, los propietarios decidieron instalarse en nuestro país y empezaron a dedicarse al alquiler de la aeronave, que incluía el servicio de pilotaje.
CAMPAÑA PRESIDENCIAL
Los primeros clientes en nuestro país fueron los precandidatos a presidente y vicepresidente por el Partido Colorado Juan Carlos Wasmosy y Ángel Roberto Seifart, que contrataron los servicios para trasladarse a distintos puntos del país en el marco de la campaña proselitista y para arrojar desde el aire volantes de propaganda sobre Asunción y ciudades del Área Metropolitana.
Para el efecto la aeronave fue pintada de blanco con un dibujo alegórico de un corazón rojo en gran tamaño y una pequeña estrella blanca en el interior del fuselaje trasero en ambos lados. La fórmula Wasmosy-Seifart estaba inscrita con letras negras a ambos lados del fuselaje y en el brazo de cola junto con la leyenda Lista 2 con letras rojas en los tanques de combustible laterales, explica Sapienza.
Una vez ganadas las elecciones generales e instalado en el Palacio de Gobierno, Wasmosy alquiló el helicóptero para destinarlo a la entonces Dirección de Narcóticos (Dinar), actual Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), que lo utilizó entre enero y mayo de 1993 para transportar al personal antidrogas en el marco de las operaciones de localización y destrucción de cultivos ilegales en el interior del país.
Posteriormente, fue arrendado durante cuatro meses al Ministerio de Educación, que lo utilizó como transporte de docentes en zonas aisladas del país y como ambulancia.
“En el fuselaje estaban pintados algunos títulos como ‘Los niños primero’ en letras rojas sobre una fina línea roja y debajo de ella el título ‘Ministerio de Educación y Culto’, también en letras rojas. Por primera vez en su vida operativa en Paraguay se pintó una matrícula en la pluma de cola; no era matrícula paraguaya de ZP, sino solo sus números de serie en letras y números negros: MI-8-25380″, detalla nuestro entrevistado.
DONACIÓN
Luego de permanecer durante un año sin uso estacionado en el aeropuerto, periodo en el cual los pájaros anidaron en su estructura, fue alquilado para la Policía Nacional en carácter de donación de parte de la Fundación Santa Rosa de Lima. Luego del mantenimiento, el fuselaje fue pintado de caqui, que por entonces era el color característico de la institución policial, y el techo y la cola en blanco. Además,fueestampadoeltítulo de Policía Nacional sobre las ventanas así como el escudo de la institución junto con la leyenda “Santa Rosa de Lima/ Policía Nacional” en letras negras en pequeños rectángulos blancos debajo de las ventanas laterales del piloto y copiloto, así como en letras grandes debajo del fuselaje.
Pomposamente bautizado de manera extraoficial como Lobo del Aire, en referencia a una serie estadounidense de los años 80, el que fue el primer helicóptero de la institución policial fue presentado oficialmente el 31 de agosto de 1994 con motivo del Día del Agente de Policía y la base fue establecida en la Agrupación Especializada, en el barrio Tacumbú de Asunción, donde se tenía previsto que funcionara lo que se denominaría Agrupación Aeropolicial.
En su breve periodo al servicio de la Policía, se realizaron varias misiones en persecución de cuatreros, traficantes de drogas y retenes en ciudades como Coronel Oviedo, San Pedro del Ycuamandyyú, San Esta- nislao y Guayaibí. Una de las intervenciones más recordadas fue la operación de recaptura tras una fuga masiva de reos del penal de Emboscada.
También fue usado en misiones humanitarias durante inundaciones para el rescate y suministro de alimentos,ropa, medicamentos y chapas a comunidades aisladas.
No obstante, las hazañas pronto acabarían y portento se precipitaría a tierra cerca del mediodía del 24 de noviembre de 1994 en circunstancias poco épicas, cuando un aprendiz invitó a un camarada “a salir a dar una vuelta” y sacó el helicóptero sin permiso en ausencia de los pilotos instructores que acompañaban cada vuelo.
“Estuvo más o menos tres meses volando para la Policía Nacional hasta que un irresponsable, un subcomisario de nombre Cecilio Torales, que era piloto civil y que estaba siendo adiestrado por los húngaros para volar helicópteros, pero todavía no estaba preparado para volar, un día en ausencia de los instructores intentó despegar con el helicóptero para purear (alardear) ante sus camaradas y se estrelló contra un árbol. De milagro salieron ilesos de ese accidente él y su acompañante, el oficial inspector Miguel Canata, dada la robustez del aparato y porque no cayeron de muy alto. Una vez que alcanzaron la máxima potencia, Torales despegó, pero una vez en el aire no pudo controlar el helicóptero y se estrellaron contra un enorme árbol que estaba frente a ellos.
El helicóptero, herido de muerte, cayó y se estrelló fuertemente: todas las palas del rotor principal se rompieron y el fuselaje sufrió daños importantes. Ambos policías sufrieron varias heridas y fueron trasladados al Hospital de la Policía. Sin embargo, no resultaron gravemente h e r i d o s " , rememoró.
De acuerdo a publicaciones periodísticas de la época, los efectivos policiales fueron sumariados e incluso se exponían a ser dados de baja por el perjuicio causado a los bienes de la institución. En cambio, se desconoce en qué terminó el procedimiento disciplinario, pues en la prensa no volvió a publicarse nada al respecto, indicó Sapienza al ser consultado sobre qué ocurrió con los responsables del accidente.
“No salió más nada publicado en la prensa. Seguramente se llevó a cabo el sumario porque se trató de la destrucción de un bien público, aunque era arrendado. A lo mejor al subcomisario se le dio de baja, o noascendióypasóaretiro”, sostuvo.
IRRESPONSABILIDAD
Sapienza lamentó la irresponsabilidad del inexperto piloto, pues, según expresó, volar un helicóptero es muy diferente a volar un avión, pues aquel debe ser pilotado con las cuatro extremidades. Es decir, los dos pies en los pedales y las dos manos en los controles, a diferencia del avión, donde se puede tener una mano libre, por lo que es muy diferente el sistema de despegue y aterrizaje, explicó.
Además de ello, se trataba de un helicóptero de grandes proporciones, que no son recomendables para la instrucción de novatos, pero al ser el único con el que contaba la Policía era utilizado para el entrenamiento de nuevos pilotos.
Como anécdota, Sapienza recuerda que llegó a conocer al policía que estrelló la nave y que incluso le sacó una fotografía durante un entrenamiento.
Con relación a qué se hizo con el aparato luego del accidente, señaló que el entonces ministro del Interior, Carlos Podestá, y el comandante de la Policía, Mario Sapriza, habían anunciado que, aunque costaría mucho dinero, existía la posibilidad de reparar el helicóptero para que pueda volar nuevamente, pero los daños fueron muy significativos, por lo que quedó reducido a chatarra y sus restos quedaron en la Agrupación Especializada.
Respecto a las características de la aeronave, Sapienza apuntó que era un helicóptero muy práctico que se sigue fabricando y que incluso contaba con un baño.
“La construcción militar soviética y después rusa siempre fue muy espartana. O sea, no tiene las comodidades de un helicóptero occidental. Yo entré a la cabina del helicóptero y el baño estaba en el fondo, pero por ejemplo no tenía paredes, o sea quien se quería ir a defecar u orinar tenía que hacerlo delante de todos los otros pasajeros. Era una construcción fuerte pero rústica comparando con los estándares de Occidente”, finalizó.