Al cumplirse 48 años de la fundación de Alcohólicos Anónimos Paraguay, La Nación/Nación Media habló con tres referentes de la organización respecto a una enfermedad que destruye familias y a la sociedad misma, así como respecto a la labor que vienen realizando en nuestro país para ayudar a las personas que tienen el deseo y la voluntad de dejar de beber.

  • Por Jimmi Peralta
  • Fotos Gentileza / Cristóbal Núñez

Hace casi un siglo, Bill Wilson y el doctor Robert Smith abrieron un diá­logo entre pares alcohóli­cos. La urgencia de poder resistir a una copa se con­vertía en palabras y escu­cha. Unidos por los mis­mos arrebatos y las mismas carencias, hallaron en el compartir una forma de llenar el tiempo y el espacio humano para poder pos­poner por un poco más las ansias de volver a beber alcohol. Así nacía Alcohó­licos Anónimos en la ciu­dad de Akron, Ohio, Esta­dos Unidos.

Con ese mismo principio, la palabra que sostiene el dolor y el tiempo del depen­diente al alcohol germinó esta iniciativa en nuestro país, de las manos de la hermana Regina Sian. El pasado 23 de enero cumplió 48 años Alcohólicos Anó­nimos Paraguay, un espa­cio que pretende brindar una ayuda a las personas enfermas por el consumo de alcohol, a sus familias y, de esta manera, a la socie­dad en su conjunto.

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La psicóloga María Delia Delvalle, presidenta de la Junta de Servicios de Alco­hólicos Anónimos Para­guay y especialista en trastornos derivados del consumo crónico de alco­hol, explica cómo funciona el trabajo que vienen rea­lizando para ayudar a per­sonas y familias afectadas por esta problemática.

–¿Qué tipo de personería tiene AA?

–Alcohólicos Anónimos es una organización reco­nocida en más de 250 paí­ses en el mundo. Nace en 1935 en Ohio, utilizando una metodología de doce pasos que ha sido de com­probada eficacia en otras problemáticas como nar­cóticos, ludopatía, etc. Como reza el preámbulo de AA, es una comunidad de personas que compar­ten mutua experiencias y su deseo principal es el de dejar de beber.

SESIONES

–¿Cómo se denominan los espacios de encuen­tro de AA y en qué puntos del país se desarrollan esos encuentros?

–Se reúnen en sesiones lla­madas grupos, autosusten­tados y autónomos, gene­ralmente en lugares de concurrencia masiva como las parroquias. Están dise­minados en gran parte del territorio nacional con­tando aproximadamente con 60 grupos.

–¿Tienen o reciben algún tipo de respaldo de la sociedad, sea del Estado o de algunas fundacio­nes?

–No reciben colaboración de ningún tipo, no tiene injerencia política con ninguna institución, tanto pública o privada.

–¿Qué protocolo de acción desarrollan den­tro de AA?

–AA no ofrece terapias ni centros de rehabilitación. La modalidad de grupos de autoayuda es en sí misma terapéutica. En otros paí­ses hay evidencia compro­bada de que la asistencia a los grupos favorece la adhesión a tratamientos clínicos.

LABOR

–¿Poseen algún tipo de registro o estadística respecto a la gente que asistió a las reuniones en estos años?

–No se llevan estadísti­cas. Quienes concurren no dejan registro de asisten­cia, pero el grupo sí lleva un registro de cantidad de asistentes.

–¿Y saben si el alcoho­lismo subió o bajó en proporciones o en algún rango de edades?

–Nos preocupa el aumento de consumido­res muy jóvenes de alco­hol. Muchos llegan a los grupos por orden judi­cial, pero difícilmente se quedan. De todos modos, la filosofía de AA queda en el participante y es bienvenido cuando así lo requiera. Estadísticas rea­lizadas en el año 2017 por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) arroja­ban datos de un aumento en el consumo en menores, mostrando un porcentaje de 50 % en niñas y niños, y edades muy precoces de aproximación al alco­hol. Algunos contestaron que antes de los 11 años ya habían probado alcohol.

DEFINICIÓN

–¿Qué tipo de daños ter­mina dejando en las per­sonas y en la sociedad el consumo problemático del alcohol?

–El daño bio-psico-so­cio-familiar. La Organiza­ción Mundial de la Salud (OMS) vincula más de 200 enfermedades relaciona­das o subyacentes con el consumo de alcohol, los problemas de conducta son evidentes en cuestio­nes como violencia intra­familiar y accidentes de tránsito. La atención de los afectados es un coste muy importante. La fami­lia y su entorno son afecta­dos emocional y económi­camente. De hecho, se han hecho muchos trabajos en los que se ve los efectos a largo plazo en hijos de alco­hólicos.

–¿Cuál es la definición médica o académica del alcoholismo?

–Intoxicación por con­sumo abusivo del alcohol. Por muchos años la visión social del borracho era aborrecible y de personas indigentes y desahucia­dos. Incluso actualmente cuesta posicionar al alco­holismo como una enfer­medad, aunque la OMS en 1957 ya lo reconoció como una enfermedad bio-psi­co-social.

EL ANONIMATO

–¿Cuál es el sentido del anonimato en los gru­pos?

–El anonimato respalda a los miembros, y creo que les da un lugar sin juzga­mientos y de encuentro con personas que pasan por lo mismo. El pro­grama de los doce pasos es el corazón de la orga­nización. La familia tiene su lugar también con los grupos para familiares y amigos, Al-Anon, donde también encuentran ese espacio de comprensión, independientemente a que su familiar enfermo par­ticipe o no en los grupos. Es muy importante cono­cer la enfermedad, cómo afecta al individuo y cómo lidiar con ciertas conduc­tas. El enfermo es el hijo, esposo, amigo de alguien que sufre y desconcer­tantemente también hace sufrir a otros. Nosotros somos custodios no alco­hólicos, no somos anóni­mos, y somos los únicos que podemos mostrar la cara en entrevistas.

–¿Es posible luchar con­tra el alcoholismo?

–El alcoholismo es una enfermedad crónica, pro­gresiva, incurable y fatal. En el programa de Alcohó­licos Anónimos mundial­mente se cuenta con más de 2 millones de personas que han logrado dejar de beber y cambiar su cali­dad de vida, familias que han resignificado su vida. El programa es de compro­bada eficacia y lo demues­tran los casi 89 años de existencia.

“Jesús me dijo: ‘No temas. Es mi obra’”

La hermana Regina Sian es la fundadora y emblema de Alcohólicos Anónimos Paraguay. En charla con Nación Media, recordó el momento en que recibió el llamado para emprender esta cruzada de ayuda a las personas que necesitaban una voz de apoyo y ser escu­chadas para salir del abismo en el que se encontraban.

“Estaba preocupada, lim­piando alrededor del sagra­rio, limpiando con un trapo de lana y sale una voz, la de Jesús. Jesús me dijo: ‘No temas. Es mi obra’”, narra desde su más profunda fe la hermana Regina Sian sobre cómo terminó de asumir su llamado a hacer una luz para los enfermos de alcoholismo en todo el continente, siendo funda­dora de muchas versiones de Alcohólicos Anónimos, incluyendo la de Paraguay.

Nacida en Formosa, Argen­tina, como religiosa de la Congregación de las Peque­ñas Hermanas Misioneras de la Caridad de Don Orione, ella abrazó los votos que le correspondían: pobreza, castidad, obediencia y cari­dad. Pero ella no olvidó que desde que tiene memoria su idea era ser misionera en distintas partes del mundo.

Padeció ser lo que décadas atrás se denominaba hija natural, quedó huérfana de su padre a los 16 años, quien la criaba, y conoció a su madre a los 22 años. “Don Orione me abrió las puertas y así le agradezco”, señala quien a sus 92 años sigue tra­bajando y recibiendo gente todo el tiempo en la residen­cia que comparte con otras hermanas en Lambaré.

Entre su proceso de forma­ción y su tarea misional vivió 12 años en España, donde trabajó con niños. Después la vida la llevó a cuidar a otros indefensos. “Mis niñi­tos enormes”, como señala respecto a las personas con problemas con el consumo de alcohol con los que trabajó por más de 50 años.

PREJUICIOS

En 1968 empezó en esta labor y para 1974 creó su primer grupo de Alcohólicos Anóni­mos en Paraguay en el con­texto de una sociedad con­servadora que llenaba de prejuicios y juzgamientos los espacios de reunión de los participantes.

“Antes el enfermo alcohólico era un mal nacido, un mal hombre, un mal padre, era el criminal en la calle. Cuando yo llego, traigo una nueva idea y hago otro Paraguay. El alco­hólico es un enfermo. Nece­sita tratamiento y aquí está el tratamiento, alcohólico anó­nimo”, señala.

La hermana Regina habla sobre lo necesario y sana­dor de la palabra compartida entre pares. El alcohólico encuentra en las reuniones un espacio, la libertad del anoni­mato y la posibilidad de no ser juzgados.

“A veces hay que decirle a la familia que no se meta, por­que no entiende que es una enfermedad, no muevan el avispero. ‘¿Por qué tomás? ¿Por qué hiciste? Me prome­tiste, me juraste. Dijiste que no lo ibas a hacer más’, esas son acusaciones. No es que le están ayudando, lo están acusando. La familia acusa cuando no sabe que esto es una enfermedad”, señala.

Con más de 50 años de labor, su mensaje llegó a miles a quienes ayudó creando espa­cios y trabajando sobre los doce pasos, a salvar familias y vidas. Sin embargo, no siem­pre la vida le pudo ofrecer un final feliz.

“El Señor me mandó a sem­brar, no a cosechar, pero estoy viendo la cosecha, ves que es bueno conmigo, me hace ver la cosecha. Yo siembro, el Señor es el que riega y que hace crecer, no yo. Es que yo soy un micró­fono solamente, el único que tiene poder en el mundo es el Padre”, sentenció.

RESISTIR

Los prejuicios de la sociedad en parte aún perduran. Por ello, la hermana Regina Sian sigue, a sus 92 años, difun­diendo un mensaje religioso y de salud. La mirada de la sociedad sobre los espacios de AA ya ha cambiado; sin embargo, el Estado todavía no se hace cargo de que los enfermos por el consumo de alcohol tengan una aten­ción integral en cada cen­tro donde sea necesario, que es algo que reclama la religiosa.

Echada de distintos luga­res, esta entusiasta religiosa fue mudando los espacios de reunión durante déca­das, enseñando y ayudando mediante menaje de vida. Ese resistir a las adversida­des hoy también le devuelve en frutos y afectos de aque­llos que encontraron en ella un respaldo, entre ellos muchos que no la conocen personalmente.

“La relación entre el alcohol y la violencia es innegable”

El licenciado Óscar Patiño Riveros, vicepresidente de Alcohólicos Anónimos Para­guay, expresó su preocupa­ción respecto a que esta enfer­medad tiene la capacidad de exceder el daño individual y conlleva otros males que afec­tan a la sociedad.

“Es una enfermedad que afecta profundamente todos los estamentos, comenzando por la familia. Y cuando la familia es golpeada, las con­secuencias son nefastas”, ase­vera.

Patiño es un custodio no alcohólico, y como psicólogo, periodista y abogado cuenta con una mirada holística de la situación.

“El consumo de alcohol nunca podrá ser evitado por completo, pero sí es necesa­rio fomentar el consumo res­ponsable para, de esta forma, mitigar las consecuencias negativas del alcoholismo, que es un flagelo a nivel mun­dial”, señaló.

“En cuanto a la comisión de hechos punibles que se come­ten y en los que el alcohol tiene una innegable influen­cia, son varios. Por citar un caso que conozco muy bien, en el Ministerio de la Defensa Pública hay una unidad espe­cial que atiende casos de vio­lencia familiar. Allí el 90 % de las denuncias tienen algún condimento de alco­hol. Generalmente, el agresor es alcohólico o simplemente está en plena carrera alcohó­lica”, agregó.

La realidad social muestra que los conflictos deriva­dos del consumo de alcohol permean todos los estratos sociales y culturales de forma agresiva.

“La relación entre el alco­hol y la violencia es innega­ble, van de la mano. Alcohó­licos Anónimos del Paraguay como organización no guarda datos ni estadísticas, porque sus normas no lo permiten”, explicó.

El alcoholismo acarrea como resultado en muchos casos una exclusión social, afec­tiva y económica, fruto de una praxis social poco com­partible.

“El alcoholismo no se cura. La palabra ‘terapia’ tiene una definición muy amplia. Lo que se hace en AA es fomentar la inte­gración y el desarrollo de los grupos de autoayuda, donde el enfermo com­parte con otros enfermos su problema y entre todos se ayudan para sobrellevar y sobrevivir al huracán que significa la enfermedad. El único requisito para esto es el deseo de dejar de beber”, subrayó el profesional.

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