Este domingo de verano, Toni Roberto hace un viaje mágico por los caminos de un viejo grabado del maestro Lívio Abramo, uno de los padres del arte moderno latinoamericano y que viviera en Asunción hasta el final de sus días en 1992.
Siempre estuvo ahí, en la pared de la habitación. Cada mirada a esta obra me lleva por los caminos que me condujeron al arte, elemental en el transcurrir de mi vida y sanador en muchas ocasiones.
Es que esta segunda visita del SARS- CoV-2 hizo que tuviera que pasar muchas horas en cama. Ahí en la setentosa blanca pared permanece, como norte de mi tiempo pasado, ese grabado del maestro Lívio Abramo firmado en Asunción, Paraguay, en 1957. El sueño al lado de mi propio sueño me lleva a momentos urbanos recorridos. Así, en ese espacio concreto de aquella obra de uno de los padres del arte moderno latinoamericano recorro mi propia ciudad; una iglesia central, las casas, las plazas, los árboles y la luna se convierten en referencias universales, para cada uno, elementos comunes de nuestros mundos, de nuestros propios barrios, de ahí de donde venimos.
UN LARGO VIAJE Y UNAS CUANTAS LÍNEAS
Arranca el maestro su vieja combi y el viaje por las calles de este viejo grabado en blanco y negro, que hace más riguroso el trayecto al pensamiento crítico. Así, aquel que me llevó a recorrer rincones de mi ciudad desde los 14 años y que me adoptara como nieto, me pediría luego al final de sus días, allá por 1991, que busque un día de tenue llovizna para pasearnos por el casco histórico de la ciudad de Asunción y así dibujar unas cuantas líneas manchadas.
En sus recorridos no buscaba palacios ni mansiones ni enormes edificios. No, todo lo contrario. Hacía ver “mansiones de la sencillez”. Así entendí a valorar una pequeña vivienda de barrio Republicano, un chalet diseñado por Natalio Bareiro en un coqueto barrio o aquella mujer que salía todos los días del sur de la ciudad e iba caminando hasta el Mercado 1 llevando en la cabeza un cesto, una malabarista como diría Mónica González.
El tiempo hizo lo suyo, pasaron 65 años de la creación de esta pieza. El papel se oscureció, tal vez dentro de 10 años se apague del todo. No lo sé, pero quedará para siempre la fuerza de la gubia tallando la madera, el papel y la tinta, cómplice de su nacimiento en 1957, que hoy sigue escribiendo su historia en las emociones de mucha gente y de quien redacta estas páginas todos los domingos, hoy, a la memoria del maestro Lívio Abramo (1903-1992), grabador, periodista, pensador, maestro, dibujante e historiador del arte.
Hasta fines de julio podrá visitarse la exposición colectiva “Huellas de Livio Abramo” en la sede del Instituto Guimarães Rosa (IGR Asunción), sobre Eligio Ayala esquina Perú(antiguo Centro Cultural de la Embajada de Brasil), en Asunción, de lunes a viernes, en horario de 17:00 a 20:00, con acceso libre y gratuito.
Inaugurada a inicios de mayo, se trata de un homenaje al artista brasileño Livio Abramo (1903-1993), oriundo de San Pablo, que se radicó más de 30 años en Paraguay, reconocido por su invaluable contribución en el grabado, el dibujo y la acuarela, así como en un legado fundamental en la pedagogía y la gestión cultural, impactando generaciones de artistas.
La muestra exhibirá tanto las obras de los artistas que fundaron el taller en 1956, como las creaciones de aquellos que asistieron y se formaron bajo la tutela de Livio Abramo. Además, se destacarán los talleres que, de manera ininterrumpida, continúan su legado: el Taller de Grabado, el Taller Línea y Color, y el Taller de Cerámica.
Esta presentación fue concebida por los destacados profesores de arte del IGR Javier Rodríguez, Carlo Spatuzza, Marithé Zaldívar y Luis Alberto Boh, bajo la dirección del montaje general de Gabriela Villamayor, y el diseño gráfico de Laura Piñeiro. El “IGR Asunción” es una dependencia de la Embajada del Brasil, anteriormente denominado Centro de Estudos Brasileiros (CEB).
Con motivo de la muestra “Huellas de Lívio Abramo”, que se inauguró el pasado viernes en el Centro Cultural de la Embajada del Brasil, Instituto Guimaraes Rosa, en el barrio Ciudad Nueva, Toni Roberto hace la primera parte de los recuerdos de aquella institución que primeramente se llamara Misión Cultural Brasileña y que formara a tantos paraguayos en la modernidad, en una nueva manera de pensar.
Se abre la puerta y entro al histórico “setentoso” consultorio del Dr. Amado Gill Pessagno, en Pa’i Pérez y Cerro Corá. Me siento, en la pared un dibujo arquitectónico de la casa familiar del Dr. Gill, en la esquina de México y Rca. de Colombia, del estilo de los que le llevaba a Lívio a mostrar qué hacía con regla y escalímetro. Al instante me vinieron a la mente sus palabras, cortas y concretas: “Capitán, rompa todo eso y empiece de nuevo, cree su propia línea”.
Inconcientemente, sin saberlo, estaba asistiendo a una experiencia de la modernidad de parte de uno de los padres del arte moderno latinoamericano, cuñado de uno de los tres creadores de nada más y nada menos que la ciudad de Brasilia. Estaba marcando en mí huellas que serían imborrables para siempre.
Lívio Abramo junto con Josefina Plá, Edith Jiménez, Olga Blinder, Mabel Valdovinos, Maricha Heisecke, Viviana Ocampos, Blanquita Martínez, Pomposa Leoz, Kikí Marimón, Carmen Dora Pérez, Miguel Ángel Fernández, Ticio Escobar, entre otros. Asunción, 1974. Foto original: Propiedad Flia. Gustafson Pérez
La tinta convertida en gubia me lleva a marcar a fuego la cartulina. Quien escribe estas líneas siempre iba contra la corriente y la dispersión hacía que en plenas clases de grabado tome una hoja empezando a dibujar como si fuera que estuviese grabando la madera. Corría el año 1980 y había llegado a aquel oráculo sagrado de la modernidad paraguaya de la calle Eligio Ayala esquina Irrazábal, antiguamente llamada calle Santa Fe, en la ”planta baja” del barrio Ciudad Nueva.
La experiencia de haber decidido ir a los 14 años por cuenta propia a aquella vieja casona del fondo de lo que fuera la residencia de Anselmita Heyn marcó a fuego las huellas de mi pensamiento, una vieja casa devenida en taller de arte, unos simples tablones de madera, unas austeras sillas y unos focos colgantes unidos por unos cables era todo lo que se necesitaba para aprender a entender la nueva manera de educar.
Lívio Abramo. Asunción c. 1969
Las viejas convenciones que traía de las clases de arte del colegio, el punto de fuga perfecto para el rancho perfecto, habían quedado atrás y la mirada del mundo había cambiado no solo para mí, sino para una pléyade de personas, muchas de ellas nacidas a principios del siglo pasado. La variopinta asistencia enriquecía la escena y se convertía en la misma clase, siguiendo el pensamiento del maestro, que decía: “Yo no quiero dar técnicas de dibujo ni de grabado, vengo antes que nada a formar seres humanos que aporten a la sociedad desde donde les toque, si salen artistas o no, ese ya es otro tema”.
1972
En la nómina de alumnos exponentes del año 1972 que se exhibe en un viejo catálogo podemos encontrar a personas venidas de las más variadas disciplinas y de diferentes edades; desde Blanquita Martínez, una hacendosa ama de casa de la calle Montevideo que se convirtió en una crítica de arte oral; pasando por Mabel Valdovinos, una hermosa mujer llegada desde el Chaco argentino que se enamoró de un joven ingeniero paraguayo, que luego llegó a ser figura clave en el dibujo paraguayo desde mediados de los años 70; pasando por Marta Barudi, una señorita que estudiaba psicología en la Católica y que fuera parte de los movimientos sociales de finales de los años 60; Cristina Osnaghi, una reina de belleza; Nelly Bareiro, una antigua funcionaria de Naciones Unidas.
Direcciones y elenco telefónico de asistentes a la fundación del taller Julián de la Herrería. Fuente: María Gloria Echauri. Asunción, 1956
En algunos casos madres e hijas, como Carmen Dora Pérez y su hija Greta o Margarita Sánchez Minella, a quien Lívio le había conocido en las pintatas de la calle Palma siendo ella lustrabotas y otros que con el correr de la década y la siguiente consolidaron su obra como Lucio Aquino, Alberto Méndez, Viviana Ocampos o Rubén Milessi.
Llegaron los primeros años 80 y todavía recuerdo las huellas de Lívio en cada pensamiento, en la manera de analizar los temas, en la manera de dibujar. En aquellos años, la riqueza también se daba por la diversidad de concurrencia, muchos de los que empezaron en los años 70 se convirtieron en una especie de ayudantes naturales del maestro y los alumnos seguíamos llegando.
Trabajo de la alumna Concepción López Aquino. Asunción, 1969
Un destacado ingeniero como Luis Fernando Meyer, los hermanos Fátima y Carlos Martini, Alejandra García, connotados abogados como el Dr. Alejandro Herrera, señoras de la alta sociedad de la época como Pomposa Leoz, Marta Brugada. Siguiendo con Genara, una señora en situación de calle que era alumna y el maestro la ayudaba, hasta mozalbetes que tuvieron la suerte de llegar casi al final de la vida de Lívio, entre finales de los 80 y principios de los 90, como Martita y Marquitos Benítez, Karina Adam o la hoy destacada arquitecta Mate Filippini. Todos, siempre tratados con la misma atención, desde el más pobre hasta el más rico.
Estoy seguro de que todos los que están y los que ya no estarían soñando un viaje en la vieja combi azul del maestro, preparados, como una gran familia, a recorrer las muestras, algún café o simplemente un paseo por Asunción, capitaneado por el jefe del viaje, Lívio Abramo, su inseparable Dora Guimaraes, su adelantada alumna Edith Jiménez y las otras mujeres de la epopeya del arte y el pensamiento moderno paraguayo.
Obra de la alumna Margarita Sánchez Minella. Asunción, 1984
Todo empezó con la primera visita de Abramo desde Sao Paulo a la Madre de Ciudades allá por 1956 y terminó sus días en estas tierras en 1992, en la ciudad donde dejó la mitad de su vida, la mitad de su pensamiento la mitad de su obra, la mitad de su corazón, instalados para siempre entre rojos chivatos y azules jacarandás en alguna esquina, en algún rincón de la ciudad que tanto amó.
Misión Cultural Brasileña. Villarrica, 1969. Fuente: María Gloria Echauri
El director general de Vigilancia de la Salud (DGVS) del Ministerio de Salud, Guillermo Sequera, fue consultado acerca de las notificaciones en relación con las vacunas anticovid-19 y confirmó que cuentan con un portal en la página web de la cartera sanitaria donde la ciudadanía puede dejar constancia sobre eventuales eventos adversos que puedan generarse tras la aplicación de la vacuna contra el SARS-CoV-2.
Explicó que el Ministerio de Salud cuenta con un registro online desde el inicio de la vacunación y recordó que en la primera dosis que uno recibía, hacían firmar un consentimiento. “Generamos un sistema de eventos supuestamente atribuidos a la vacunación o inmunización (ESAVI). Hay un equipo técnico que recibe todo eso”, expresó a la 1000 AM.
Sequera mencionó que en la página del ministerio se puede buscar en ESAVI o en Vacunate y se podrá encontrar dónde reportar los efectos adversos. “Generalmente son los médicos los que reportan que ven los casos raros y que pueden asociar esto que pasó después de que se vacunó. Reportan miocarditis, ACV y un montón de cosas. Los perros hasta se divorcian y asociado a la vacuna te ponen porque todo lo que pasa detrás de la vacuna se puede asociar”, agregó.
“Hay un comité técnico que es ad honorem en realidad porque son presidentes de sociedades científicas que se reúnen semanalmente y revisan cada uno de estos informes y sacan un resumen”, destacó Sequera.
De acuerdo al reporte de Vigilancias Especiales y Centinela de la Dirección de Vigilancia de la Salud, actualmente se observa una circulación simultánea de virus respiratorios identificados en casos hospitalizados por infección respiratoria aguda grave (IRAG) en centros centinelas.
Indicaron que unas 368 personas ya dieron positivo a este virus, siendo el mayor número de afectados por metapneumovirus, registrado en el país en los últimos 5 años. Este virus afecta a personas de todas las edades, principalmente a aquellas con sistemas inmunitarios debilitados.
Si bien el predominio actual es nuevamente del SARS-CoV-2 en esta última semana, posteriormente se halla el virus sincitial respiratorio, seguido llamativamente por el metapneumovirus humano (HMPV) y el virus de influenza A H3N2.
Explicaron que la vigilancia centinela de virus respiratorios se lleva a cabo en doce hospitales seleccionados del área de Asunción, Central, Alto Paraná, Caaguazú, Amambay e Itapúa. Esta vigilancia tiene por objeto caracterizar los virus respiratorios causantes de neumonías que requieren hospitalización, la tendencia a lo largo del año y la predominancia en los picos estacionales.
Metapneumovirus es el agente que se destaca debido a una mayor identificación comparando las últimas cinco temporadas prepandemia. Se registraron 368 casos positivos de metapneumovirus con circulación sostenida, alcanzando el pico con 78 casos. Los grupos etarios más afectados son los menores de 5 años (61%) y el de 60 y más años (18%).
SÍNTOMAS
Los síntomas comúnmente asociados con este virus incluyen tos, fiebre, congestión nasal y dificultad para respirar. Los síntomas clínicos de la infección pueden progresar a bronquiolitis, bronquitis o neumonía; con una letalidad mayor en grupos de riesgo, por lo que su comportamiento es similar a otros virus que causan infecciones de las vías respiratorias superiores e inferiores.
En cuanto al período de incubación estimado, señalaron que es de 3 a 6 días y la duración media de la enfermedad puede variar según la gravedad, pero es similar a otras infecciones respiratorias causadas por virus, de 7 a 10 días en promedio, aunque puede extenderse en situaciones especiales.