Marie Giffard - Texto y fotos: AFP

Revelar la cara oculta de los cuadros es la promesa de “Reversos”, la exposición del Museo del Prado de Madrid que permite asomarse al reverso de las pinturas y que se podrá ver hasta marzo.

“Las meninas”, de Diego Velázquez, es la obra más célebre del museo español y la que inspiró la exposición, con su autor apareciendo en ella, haciendo frente al espectador, de pie con su caballete, provocando un efecto espejo que alimentó mucho debate en el mundo de la pintura.

El público es recibido por una reproducción fiel del reverso de la obra, un enorme marco de madera de 3,6 m por 3,2 m colocado en el suelo, que intensifica la impresión de tamaño gigantesco del lienzo.

“Esta exposición no se limita a voltear los cuadros a ponerlos contra la pared”, explicó el comisario de la exposición, Miguel Ángel Blanco.

Blanco inspeccionó durante siete años los fondos del museo madrileño y vio “la mayoría de los cuadros. Por delante y por detrás”. A los cuadros del Prado se le añadieron 29 préstamos de otros museos y colecciones internacionales.

Entre ellos, un autorretrato de Vincent van Gogh, expuesto por primera vez en el museo español, con su caballete en primer plano. La escena es similar a la de “El pintor en su estudio”, de Rembrandt, que también se expone. Tiziano, Magritte, Goya y, más recientemente, Sophie Calle, completan la muestra.

Las obras pueden examinarse desde todos los ángulos, invitando al visitante a librarse a algo tan raro en un gran museo como es la indiscreción, y a descubrir trampantojos, garabatos ocultos o mensajes del artista.

En las salas con paredes totalmente negras, otras obras se exponen como joyas en vitrinas. Los cuadros se convierten en objetos para ser contemplados en su totalidad, sin más secretos.

Se trata de cambiar el punto de vista del espectador y llevarlo entre bambalinas de la creación artística y del museo, abrirle una “puerta dimensional hacia los secretos del arte”, según Blanco.

Una visitante observa la obra “Monja arrodillada”, del sueco Martin van Meytens

LA CARA B

Varios de los cuadros revelan bocetos tachados, proyectos inacabados, mientras que el anverso está perfectamente ejecutado.

También está el bastidor original de uno de los cuadros más conocidos del mundo, el “Guernica”, de Pablo Picasso, que se encontró hace dos años en los almacenes del MOMA de Nueva York.

“Descubrieron estos travesaños y vieron que había una etiqueta que pone ‘Picasso-San Francisco’, porque [el cuadro] viajó por 30 ciudades, fue clavado y desclavado 45 veces”, explica el comisario sobre esta obra que, desde 1981, se encuentra en Madrid.

En el bastidor hay una pincelada negra, “la pincelada desconocida del ‘Guernica’, que se le escapó a Picasso”, añade Blanco con entusiasmo.

Una obra del siglo XVIII, “Monja arrodillada”, del sueco Martin van Meytens, provoca sonrisas: en el anverso aparece una monja rezando con rostro piadoso, pero cuando se le da la vuelta al cuadro se ve a la misma monja de espaldas con el trasero al aire.

Las pícaras instantáneas de Eliott Erwitt, uno de los fotógrafos de la agencia Magnum fallecido el pasado mes de marzo, inmortalizando a los espectadores del Prado, alegran la exposición.

En una de ellas, un grupo de hombres se agolpa ante un desnudo femenino, junto a un lienzo que muestra a una mujer vestida frente a la que se sitúa una única espectadora. La exposición se inauguró en noviembre y permanecerá abierta hasta el 3 de marzo de 2024.



Dejanos tu comentario