“El concepto de la angustia” de Soren Kierkegaard es una obra cumbre de la filosofía existencialista que orienta sobre los aspectos fundamentales de la condición humana. Su análisis de la angustia, la libertad y la responsabilidad todavía resuena en el mundo moderno, proporcionando perspectivas valiosas para aquellos que buscan comprender y enfrentar los desafíos de la vida contemporánea.

  • Por Gonzalo Cáceres
  • Periodista
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La obra del filósofo danés mantiene su vigencia a casi 180 años de su publicación, porque la angustia persiste como una realidad inherente a la liber­tad y la responsabilidad.

Soren Aabye Kierkegaard (Copenhague, 1813-1855) vivió durante los profundos cam­bios sociales y políticos que la revolución industrial hizo surgir en Europa en tiempos en que se desarrollaban nue­vas formas de vida y una cre­ciente complejidad social. Su obra “El concepto de la angus­tia”, publicada en 1844, se des­tacó como una reflexión pene­trante sobre la naturaleza de la angustia y su impacto en la vida humana.

Su enfoque de la experien­cia subjetiva y la autentici­dad continúa presente en los pensadores contemporáneos (Jean-Luc Marion, Emmanuel Levinas y Paul Ricoeur, entre otros), influyendo en corrien­tes como el existencialismo y la fenomenología.

Kierkegaard se hizo conocido con sus importantes contri­buciones al existencialismo, abordando la angustia como “una experiencia fundamen­tal de la existencia humana”.

LA NATURALEZA DE LA ANGUSTIA

La ausencia de certezas abso­lutas –o reglas universales– que guíen nuestras vidas y la falta de un marco claro obligan a los individuos a enfren­tarse a la incertidumbre. Consecuentemente, tomar decisiones sin garantías defi­nitivas sobre su validez o éxito amplifica esta experiencia al ofrecer innumerables opcio­nes en términos de carrera, relaciones, emprendimien­tos y estilo de vida, etc., lo que resulta abrumador para muchos.

Más precisamente, Kierke­gaard no concibe la angustia como una respuesta emocio­nal, sino como una auténtica realidad existencial. Para él, la angustia surge de la liber­tad y como una reacción a la capacidad de elegir porque “ser libre implica la respon­sabilidad de tomar decisiones y enfrentar las consecuencias de esas decisiones”.

La angustia, según Kierke­gaard, se intensifica en un ambiente y/o coyuntura en que la libertad se experimenta de manera exacerbada, casi sin límites (es por ello que en un mundo cada vez más inter­conectado la responsabilidad individual “se convierte en un tema central”).

Este supuesto encierra inde­fectiblemente la verdad de que “las personas se enfrentan a decisiones que no solo pueden alterar sus vidas, sino también a la sociedad en su conjunto”.

“La angustia se manifiesta en la incertidumbre sobre las consecuencias de las eleccio­nes”, escribió.

ANGUSTIA Y CREACIÓN DEL SIGNIFICADO

La creación de significado se refiere a la idea de que la vida no tiene un significado intrín­seco o predefinido, y que los individuos tienen la libertad y la responsabilidad de atri­buir significado a sus propias vidas a través de sus elecciones y acciones. Kierkegaard sos­tiene que la creación de sig­nificado implica vivir autén­ticamente, es decir, “vivir de acuerdo con los propios valo­res y autoidentidad”.

La angustia puede surgir cuando los individuos se enfrentan a la tarea desa­fiante de ser fieles a sí mis­mos y tomar decisiones coherentes con sus valores más profundos.

Kierkegaard, quien fue un hombre profundamente cre­yente, dotó a la angustia de un contenido religioso debido a su profundo compromiso con cuestiones existenciales y espirituales. A entender del danés, la angustia funciona como un elemento central en la relación entre la libertad individual y la fe religiosa, destacando la complejidad y la profundidad de la experiencia humana en el ámbito religioso.

El filósofo vincula la angus­tia con lo religioso, argumen­tando que “la búsqueda de significado y trascendencia puede aliviar la angustia exis­tencial”.

En el mundo moderno, donde las instituciones religiosas a menudo se enfrentan a desa­fíos de toda naturaleza, la bús­queda de significado puede adoptar diversas formas, desde prácticas espiritua­les no tradicionales hasta la exploración filosófica.

ELECCIÓN

Es en este punto en que se da la elección religiosa como una “decisión existencial funda­mental que define la vida del individuo”. La angustia surge cuando uno se “enfrenta a la responsabilidad de elegir entre lo finito y lo infinito, entre la vida terrenal y la vida espiritual”.

La elección religiosa no es simplemente una cuestión de adhesión a doctrinas o prácti­cas externas, sino una respon­sabilidad personal y subjetiva ante lo divino.

Kierkegaard abordó la para­doja religiosa, especialmente en relación con la encarna­ción de Cristo. La idea de que lo divino se hizo humano y vivió una vida común cons­tituía para él “una paradoja que generaba angustia al desafiar la lógica humana convencional”.

Es aí que la perspectiva del existencialismo puro de Kier­kegaard nos lleva a considerar nuestra propia relación con la libertad y la responsabilidad. Vivir en una era en la que las opciones son abundantes nos hace reflexionar sobre cómo manejar la angustia que surge de la toma de decisiones.

Aunque la obra de Kierke­gaard fue escrita hace más de un siglo, las preguntas plan­teadas en ella resuenan en nuestra propia experiencia, recordándonos la importan­cia de enfrentar la angustia con valentía y buscar signifi­cado en la vida diaria.

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