Este domingo Toni Roberto rescata la historia de una vieja casa ubicada sobre la actual avenida Mariscal López, que pasó por distintas transformaciones hasta llegar a su estado actual.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
El reloj marca las 12 de la noche. Los duendes llegan a mi mente convertidos en recuerdos del pasado de una zona de Asunción a partir de la memoria de sus antiguos vecinos. Es la Casa Louteiro Tranchet, hoy Casa de la Integración, ubicada silenciosamente sobre la ruidosa avenida Mariscal López, que me interpela a conocer su historia.
LA CASA QUE SE CONVIRTIÓ EN ART DECÓ
Pasaron décadas de la partida de sus originales dueños en su segunda versión. Es que allá por 1920 Juan Louteiro, un importante hacendado que había llegado desde la Argentina, cuya estancia en el norte, Machuca Cue, quedaba al lado del legendario establecimiento Rancho Z, había comprado una casaquinta de una planta sobre lo que fuera la avenida Colombia casi República Dominicana. Alrededor de 1921 decidió modificar y convertirla en una residencia de dos pisos con algo muy particular para aquella zona de grandes villas de estilo italianizante, un art decó vernáculo al que particularmente lo denomino art decó paraguayo por ser una versión austera de esa importante corriente arquitectónica muy desarrollada en Europa y en EE. UU. en otra versión.
LOS RECUERDOS DE CONSUELO
Con el afán de atrapar pequeños recuerdos, camino por la ancha vereda de la avenida que lleva hoy el nombre de un mariscal y me encuentro con la última vecina de toda esa, otrora, aristocrática cuadra asuncena, doña Consuelo Faraone de Palazón, que con sus casi 98 años me cuenta con toda lucidez sus recuerdos en la vieja cochera de su mansión convertida en despacho donde atiende sus temas relacionados a las orquídeas, su pasión y de lo que tiene escrito en varios libros.
En un momento mira al infinito y empieza a recordar a sus antiguos vecinos, además de los Louteiro Tranchet, a Cornelio Giménez y su esposa Elodia Vargas, a los Urquhart, cuya desaparecida casaquinta hoy devenida en sede de una empresa de telefonía aún conserva las viejas palmeras imperiales vestigio de su antigua opulencia y que hoy sirven de realce a la vista de la vieja Casa Louteiro. El señor Palazón y su esposa Consuelo construyen su residencia con aires neoclásicos en el año 1959 y se mudan en 1960.
“Era una zona tranquila donde hacíamos mucha vida de barrio con los vecinos, por supuesto entre ellos los Louteiro Torterollo”, nos cuenta y sigue diciendo: “En aquella época todo terminaba en la esquina de la avenida Gral. Santos, esto ya era un suburbio”.
Recuerda con mucho cariño a don Juan Louteiro Torterollo y a doña Emma Tranchet, a los Riart, cuya mansión se convirtiera luego en la Nunciatura Apostólica y que hoy, intacta, es el despacho de una institución dedicada a la educación.
En este camino, gracias a la generosidad de mi amigo Martín Romano, llego a Dada, nieto de los Louteiro quien se encargó muy emocionado de juntar o, mejor, tejer la historia de los recuerdos de sus abuelos. Rememora con mucho cariño a su abuela Emma, una gran pianista.
SUMERSIÓN
Con sus relatos, me sumerjo en un rincón de una de las amplias habitaciones imaginándome muebles de la época, ella ejecutando una pieza de Chopin; alrededor, las vecinas de aquellos años deleitándose con la música.
“Pasé por la vereda y me temblaron las piernas de la emoción, recordando mi infancia en esa casa, quise entrar, pero estaba cerrada”, nos dice la hija de los Louteiro. “Recuerdo la biblioteca que quedaba en la sala anterior al living donde estaba el piano que tocaba tía Emma, era un lugar prohibido, pero a la siesta hurgaba por esas dependencias de la casa”, termina diciendo la sobrina que reside en Corrientes.
Me sigue contando: “En esa casa vivieron también mis bisabuelos, en 1981 se le vendió la casa al señor Barszez, mi abuelo Juan falleció en 1986 y la abuela Emma en 1982″. Pero los recuerdos siguen latentes como si fuera ayer, para ellos y para mí que soy el privilegiado receptor de estas historias que ahora nos encontramos investigando y escribiendo.
Hoy, la casa restaurada y puesta en valor revive como Casa de la Integración CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), bajo la dirección de Jorge Srur, respetando todos los protocolos llevados a cabo por el estudio del arquitecto José María Calvo, que incorpora en el patio un importante salón multiuso contemporáneo, donde se llevarán a cabo charlas, encuentros, debates a favor del viejo sueño de la integración regional y de las Américas.
Al final, tal vez Emma estará ejecutando alguna pieza pianística, contenta de que aquella vieja casa a la que la reformaran allá por 1920 y a la que la convirtieran en una fachada art decó hoy sea un espacio cultural abierto para la integración de todos los latinoamericanos.
Así, al hurgar en los recuerdos aparecen estas historias que ponen, además de la arquitectura, la escala humana a partir de aquellos que la habitaran desde hace más de un siglo y que vieran pasar algún viejo tranvía que hoy ya es solo recuerdo.