La periodista, teatrista y gestora cultural Raquel Rojas fue invitada a Australia para presentar su investigación sobre el antropólogo paraguayo de origen australiano León Cadogan, descendiente de un grupo de inmigrantes del país oceánico que llegaron al Paraguay a fines del siglo XIX con la intención de fundar una comunidad utópica.
La presentación de la ponencia de Rojas, titulada “De la Nueva Australia al mundo guaraní: León Cadogan, karai arandu”, tendrá lugar en la capital de Australia, Canberra, el próximo martes 7 de noviembre en la Universidad Nacional de Australia. El evento está organizado por la Embajada de Paraguay en Australia y la Asociación de Estudiantes Latinos de Canberra con el patrocinio del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec).
La profesional del periodismo y la cultura de nuestro país disertará en una mesa multicultural entre Australia y Paraguay. Compartirán la mesa en condición de comentaristas el Dr. Noe Campbell, exembajador de Australia en el Mercosur, y Robert Barnes, investigador australiano
experto en Paraguay. La ponencia consta de una investigación biográfica teniendo como fuentes a los principales biógrafos de León Cadogan: el historiador Efraim Cardozo, el antropólogo, lingüista y sacerdote jesuita Bartomeu Melià y Rogelio Cadogan, hijo del etnólogo y presidente de la Fundación León Cadogan, dedicada a difundir la vida y obra del ilustre investigador de la cultura guaraní. Asimismo, para el soporte visual de la disertación contó con la colaboración del padre José María Blanch y Carlos Román, así como documentos facilitados por Rogelio Cadogan. Nueva Australia es una experiencia social inusual, puesto que en el año 1893 medio millar de colonos australianos, dirigidos por el periodista William Lane, vinieron al Paraguay a fundar una colonia utópica socialista en medio de los montes de Caaguazú y Caazapá con apoyo del gobierno del entonces presidente Juan Gualberto González. La iniciativa acabó a los pocos años, pero quedaron varias familias en Paraguay. Entre los más famosos descendientes de los colonos australianos se encuentran León Cadogan y el historietista internacional Robin Wood.
TIERRA DE UTOPÍAS
Rojas señala que el Paraguay es una tierra de utopías que fue asiento de varios experimentos de migración europea, algunos fallidos y otros exitosos, como Nueva Germania, de la que fue parte la hermana del célebre filósofo alemán Friedrich Nietzsche, o los menonitas, que con el tiempo se convirtieron en el motor económico del Chaco Central con una población de unas 30.000 personas. Respecto a la obra de Cadogan, Rojas explica que su trabajo parte de la figura de este como un sujeto que se adentra al rico mundo simbólico de la lengua, la cultura y la visión utopista no occidental de la tierra sin mal del mundo guaraní, que ya había sido registrada por el eminente etnólogo Curt Unkel Nimuendaju entre los apapokúva guaraní del Brasil.
A pesar de los múltiples problemas que tuvo el proyecto para asentarse y consolidarse en el país, Rojas problematiza la idea de que la empresa fue “un fracaso”, pues desde su visión esta experiencia fue el germen de una acción transformadora e insumo que nutrió el devenir de la historia como concatenación de hechos. En este sentido, valora la figura de Cadogan como un “puente intercultural entre dos utopías humanitarias. (Un yryvovõ, que significa puente en guaraní mbyá; es decir, un tronco largo y derecho cuyos extremos descansan en las orillas opuestas de un curso de agua y sirve de puente para cruzarlo)”.
LA OBRA DE UN INICIADO
Más que un mero investigador, la obra de Cadogan puede ser considerada de carácter iniciático, pues él fue bautizado e iniciado en los misterios de la religión mbyá-guaraní bajo de nombre de Tupa Kuchuvi Veve (agente del genio tutelar de las aguas y el trueno que en forma de torbellino pasa volando espantando a los duendes portadores del pochy, lo perjudicial, lo venenoso). A más de ello, fue un férreo defensor de los derechos de los pueblos indígenas y cuya lucha tuvo un importante corolario en materia de un marco legal para la protección de los integrantes de estos pueblos, que eran perseguidos impunemente e incluso vendidos como esclavos, especialmente los achés. A esto es preciso añadir que su trabajo jerarquizó enormemente la lengua vernácula al demostrar la belleza poética y los profundos principios filosóficos que encerraba, pues hasta entonces el idioma nativo era solo una lengua de vasallos y estaba relegada al ámbito coloquial.
Así también, Rojas pone de relieve el hecho de que el trabajo de Cadogan se desarrolló en el campo (observación participante, según la jerga especializada) en un tiempo en que la etnografía era un trabajo más de gabinete o de museo. Esto, en cambio, no se realizó en perjuicio de la necesaria labor teórica que debe anteceder a toda investigación y en este sentido indica que “trabajaba hasta quince horas por día en la lectura, compaginación y redacción de sus notas, y cuando le faltaba un dato no dudaba en ir al campo o al monte”. En efecto, a pesar de haber vivido en un tiempo y un ambiente en los que la formación teórica escaseaba, Rojas sostiene que el conjunto de la obra de Cadogan se inscribe en el estructuralismo, pues en su pensamiento es posible encontrar una coherencia unitaria que avanzó por oposiciones y diferencias.
ENCUENTRO CON LA DIFERENCIA
A más de ello, Rojas subraya la práctica etnográfica como un encuentro con la otredad, con modos de ser distintos, pero no con la intención de asimilar o destruir la diferencia, como lo hacen los procesos coloniales, sino como una manera de encuentro con la diferencia en un proceso en el que el hombre se reconoce a sí mismo en el otro y al mismo tiempo reconoce al otro en sí mismo. “Don León Cadogan fue un germen de futuro. Fue un hombre puente (yvyray vovõ) entre las orillas del pasado y el futuro, entre los mares que separan a Nueva Australia del Mundo Guaraní, y hoy a una nueva visión global de nuestros pueblos de Australia y Paraguay renace con ideales de resurrección de utopías interculturales y estos ideales cobran una nueva y mayor vigencia”, concluye Rojas.