La autora de este artículo ofrece una reseña sobre la creación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), analiza los aportes que ha brindado en materia de educación y ciencias, sus limitaciones y desafíos, así como las áreas en las que el Paraguay recibe cooperación del organismo y los patrimonios protegidos con que cuenta nuestro país.
- Por María Victoria Benítez Martínez*
- Fotos Gentileza
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) se fundó en Londres el 16 de noviembre de 1945 y tiene su sede en París (Francia). Es la sucesora del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual. Actualmente cuenta con 194 Estados miembros y 12 miembros asociados.
“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres y las mujeres, es en la mente de los hombres y las mujeres donde deben erigirse los baluartes de la paz”, es una de las principales declaraciones de su acta constitutiva.
En 1949 se creó el primer centro de cooperación científica de la Unesco en el mundo: la Oficina Regional de Ciencia y Tecnología para América Latina y el Caribe, con sede en Montevideo (Uruguay).
Paraguay es miembro de la Unesco desde 1955 y contribuye a la organización con un porcentaje de su PIB.
Los principales campos de acción de la Unesco son los siguientes.
EDUCACIÓN
Desde su creación, la Unesco ha contribuido a extender el derecho a la educación, a la educación permanente y de adultos. Si bien la educación es un proceso continuo de mejora de conocimientos y las competencias, es también –y quizás, sobre todo– un medio único de desarrollo personal y de construcción de relaciones entre individuos, grupos y naciones.
Durante 78 años, la Unesco lleva a cabo una amplia gama de actividades en los campos de la investigación, los seminarios, las conferencias, las publicaciones, el establecimiento de normas, los proyectos directos sobre el terreno, la creación de instituciones o el apoyo a las ya existentes, y la coordinación con organizaciones no gubernamentales.
De todos los campos de acción de la Unesco, la educación es el más importante. Esta labor educativa comenzó cuando se fundó la organización y se ha desarrollado a lo largo de los años. A partir de los años 80, la Unesco se centró en el “aprendizaje a lo largo de toda la vida”, una nueva versión de lo que antes se conocía como educación permanente.
La conferencia mundial de 1990 en Tailandia sobre “Educación para todos” marcó el advenimiento de este nuevo concepto. El objetivo era reducir la tasa de analfabetismo de los adultos en un 50 % entre 1990 y 2000, y lograr la enseñanza primaria universal para el año 2000.
En 1992, la Unesco intensificó la creación de Cátedras Unesco en todo el mundo, puestos de enseñanza e investigación en campos muy diversos, que crea y financia en diversas instituciones universitarias. El objetivo de estas cátedras es promover los intercambios entre los distintos países del mundo y fomentar el aprovechamiento compartido de los conocimientos.
Hoy en día, casi 258 millones de niños y jóvenes de todo el mundo están privados de educación, ya sea por razones sociales, económicas o culturales. 132 millones de niños no van a la escuela. Se calcula que 771 millones de jóvenes y adultos carecen de conocimientos básicos de lectura y escritura.
CIENCIAS
En el ámbito de las ciencias, la Unesco puso en marcha entre 1957 y 1962 programas de investigación, en particular sobre el estudio de las zonas áridas. A estos siguió el Decenio Hidrológico Internacional (1965-1974). El Programa Hidrológico Intergubernamental aún está vigente en la actualidad. En este ámbito, se firmó el reconocimiento del Centro Internacional de Hidroinformática (CIH) para la gestión de recursos hídricos, centro de Categoría 2, entre la Unesco e Itaipú, por parte paraguaya y brasileña (2017).
La Unesco también se interesó por la investigación y las aplicaciones de la energía nuclear, así como por la oceanografía, con la creación de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental en 1960.
A continuación, se implicó en el estudio y la protección de la biósfera, con el Programa sobre el Hombre y la Biósfera (MAB), lanzado en 1971, que condujo a la creación, a partir de 1976, de una red de reservas de biósfera destinadas a establecer un equilibrio entre las actividades humanas y los ecosistemas naturales, respetando la autenticidad de estos últimos. Actualmente existen 748 reservas de biósfera en 134 países. Además de promover los geoparques mundiales, de los que hay 195 en 48 países como parte de este programa.
La Reserva de Biósfera de Itaipú, en la margen derecha, ha sido declarada reserva de biósfera por la Unesco (2017). Así también, los bosques del Mbaracayú (2000) y algunos sitios del Chaco (2005): Defensores del Chaco, Médanos del Chaco, Teniente Agripino Enciso y otras formas de áreas protegidas como cerro Cabrera, el Parque Nacional Río Negro y la Reserva Cañada El Carmen, así como un único centro urbano sobre el río Paraguay, Bahía Negra, forman parte de la Red Mundial de la Biósfera.
LA ACCIÓN PATRIMONIAL DE LA UNESCO
El mayor logro de la Unesco desde su creación ha sido la protección y promoción del patrimonio. La Unesco adquirió relevancia en este campo en la década del sesenta, cuando organizó el rescate de los antiguos templos de Abu Simber en Nubia (sur de Egipto), lo que permitió a la organización establecer su legitimidad en el ámbito de la protección del patrimonio.
Posteriormente, con la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, adoptada en 1972, la Unesco comenzó a elaborar una lista de sitios del patrimonio mundial. Se trata de lugares considerados excepcionales por su valor cultural, su belleza o su importancia ecológica.
Las Misiones Jesuíticas de la Santísima Trinidad del Paraná y Jesús de Tavarangüé son el único sitio de Paraguay incluido en la Lista del Patrimonio Mundial (1993).
La Unesco también se ha comprometido recientemente a proteger el “patrimonio inmaterial”. En 2003, la organización creó una Convención sobre del Patrimonio Inmaterial, que entró en vigor en abril de 2006. Este texto prevé la creación de dos listas: una Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y una Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia.
En este ámbito, las “Prácticas y saberes tradicionales asociados al tereré, bebida ancestral del Paraguay, en la cultura pohã ñana” han sido reconocidos por la Unesco (2020). El Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco proporciona cooperación técnica para la aplicación de la Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte. Establece normas sobre la ética de la inteligencia artificial, de la bioética y las neurotecnologías. La Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST) coopera con las autoridades nacionales, las comunidades científicas y la sociedad civil en la lucha contra la pobreza.
Por último, en el ámbito de la Comunicación e Información, Paraguay se ha sumado al “Plan de seguridad de las Naciones Unidas para la seguridad de los periodistas y la cuestión de la impunidad” con la firma del Memorando de Entendimiento de 2015 entre la Unesco y la Corte Suprema de Justicia de Paraguay. El programa tiene como objetivo sensibilizar y defender la libertad de expresión. También apoya a las radios comunitarias y la formación de jueces.
GESTIÓN DE LA ORGANIZACIÓN
Todas las decisiones son tomadas por el/la director/a general y su entorno inmediato. Como consecuencia, las sucesivas administraciones han constatado que “el sentimiento de irresponsabilidad está profundamente arraigado en la organización”, lo que provoca una “falta de motivación” crónica, que explica el desinterés observado entre muchos de los colaboradores de la institución. La carga de trabajo está muy desigualmente repartida entre las 2.266 personas que trabajan para la Unesco, señala un informe.
Además, “la Unesco tiene la costumbre de lanzar grandes operaciones de prestigio que implican gastos colosales para personas del más alto nivel y se critica a ciertas administraciones por tener la costumbre de gastar en exceso sin que ello tenga un impacto real significativo”.
Las críticas se refieren no solo a “la utilización del presupuesto, sino también a la elección de numerosos programas”. “La necesidad de que la Unesco se replantee a fondo todo su funcionamiento administrativo, su acción y sus métodos de trabajo”, y pide “la introducción de una política de personal transparente y una utilización más eficaz de los fondos disponibles”.
En general, la crítica que se hace hoy a la Unesco en materia de acción cultural, educativa y científica es que ya no es un líder internacional en estos campos. “Esto se explica por el carácter engorroso y opaco de su funcionamiento administrativo, la irracionalidad de sus opciones presupuestarias, pero también y sobre todo por la falta de independencia política real de la organización frente a los Estados miembros que más la financian y, como corolario, por su fragilidad frente a la presión que estos pueden ejercer sobre ella”.
A ello se añade el declive de los grandes escritores y pensadores que han formado parte de la administración y las delegaciones de la Unesco.
* PhD en Historia y civilizaciones - Relaciones internacionales, Université Paris Cité-Francia