Su trabajo titulado “El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico” es una propuesta de experiencia inmersiva que consiste en un recorrido guiado en el que el espectador participa activamente en un entorno tridimensional, simulado y diseñado en 3D, mediante realidad virtual y aumentada.

  • Por Jimmi Peralta
  • Fotos Gentileza

El martes último se rea­lizó el acto de entrega y reconocimiento a los ganadores del Per­mio Matisse 2023, que tuvo como destacado en el primer lugar a Diego Gómez Prieto, con su obra “El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico”, y como segundo a Arturo Joel Riveros, quien compitió con “Distracciones”.

El jurado estuvo integrado por Lucie Haguenauer, Damián Cabrera y Marcos Benítez. El ganador será beneficiado con una beca y estadía de dos meses en la Cité Internationale des Arts, en París, Francia.

Daniel Gómez: “La obra es un llamado a la acción social”

“El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico” es una pro­puesta inmersiva de reali­dad virtual, que presenta como tema la transforma­ción en el modo de produc­ción agroindustrial, que en particular interviene actual­mente con la utilización de la semilla de trigo HB4 y el uso de agroquímicos de amplio espectro en alimen­tos de consumo humano. Tanto Gómez como Riveros presentan problemáti­cas sociales dentro de sus obras. Ambos hablaron con La Nación/Nación Media respecto a sus trabajos y proyectos futuros.

–¿Podrías explicar en qué consiste la expe­riencia a la que invita tu obra “El camino de sem­brador”?

–La obra es un prototipo de experiencia inmersiva, sos­tenida por una plataforma física, en donde el especta­dor es protagonista de un recorrido guiado en el que participa activamente en un entorno tridimensional, simulado y diseñado en 3D, mediante realidad virtual y aumentada. La narrativa expone cómo un sembra­dor esparce la semilla. Esta cae en distintos terrenos, en función de los cuales morirá o dará fruto.

El usuario se debe descal­zar, colocarse el visor de realidad virtual y los auri­culares para vivir la expe­riencia completa en un camino de suelo heterogé­neo que se encuentra sujeto a la actividad inmersiva.

PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

–¿Cuál es la idea de la que parte esta creación?

–En este caso, la pieza “El camino del sembrador o el paradigma del paquete tec­nológico” parte intencio­nalmente de la parábola del sembrador, referencia bíblica, para plantear un paradigma de apertura sensorial sobre la liberación de trigo trans­génico HB4 en Paraguay y la amenaza que implican los agrotóxicos y la ampliación de la frontera agrícola. La obra es un llamado a la acción social, al despertar de la conciencia individual y colectiva. La prevención es un recurso funda­mental para tener las garan­tías de consumir sin riesgo para la salud pública. La obra, como la parábola, concluye con un llamado a la escucha.

–¿Cómo la tecnología se convierte en una de tus for­mas de expresarte?

–En 2021 quedé seleccio­nado para la primera edición de Expylab (Laboratorio de Experiencias Inmersivas Paraguay) con un proyecto de ficción para desarrollarlo en realidad virtual y aumen­tada. Desde entonces que vengo interiorizándome en el mundo de las realidades exten­didas. Una experiencia inmer­siva consiste en sumergir al espectador en el mundo vir­tual mediante tecnologías de realidad virtual, aumentada, audio especializado, mapeo de videos, etc. Está ligada directa­mente a una inmersión senso­rial, en la que el sentido de la vista es privilegiado, pero tam­bién se realzan los sentidos de oído, tacto y olfato.

–¿En qué medida tu com­promiso con consignas sociales están presentes en tu trabajo?

–Desde la evidencia cientí­fica, múltiples estudios com­prueban que la exposición a pesticidas se ha asociado a una variedad de alteraciones del sistema nervioso central en el ser humano. El espectro de enfermedades asociadas a la exposición es muy amplio y se lo conoce como neurotoxi­cidad inducida por pesticidas. Además del grave impacto al medio ambiente, suelo y cau­ces de agua. Los más expues­tos a sus riesgos son los que más consumen trigo, niños y niñas, en particular de fami­lias de bajos ingresos, violando sus derechos a una alimenta­ción adecuada y saludable.

EL RECORRIDO

–¿Qué le espera al espec­tador dentro de esta obra?

–El espectador es guiado por la experiencia a caminar en una plataforma física de suelo similar a arena, pie­dra, espinas y tierra fértil. El recorrido es acompa­ñado por una narración cuyo sonido binaural busca simu­lar la presencia del especta­dor en diferentes campos de cultivo. Esta experiencia está ligada directamente a una inmersión sensorial, donde se realzan los senti­dos a medida que uno camina por el suelo físico real.

–¿Qué proyectos o mues­tras tenés planeados para un futuro cercano?

–Continuar con mi tema de investigación en desarrollo “Liberación de trigo transgé­nico HB4 en Paraguay: peligro para la salud y la bioseguridad agroalimentaria”, como pro­yecto de estudio para la Cité Internationale Des Arts en Paris, continuando la experi­mentación artística a través de tecnologías inmersivas, técni­cas mixtas e híbridas, trans­formando la manera en que consumimos contenido; y que nos lleve a valorar lo que con­sumimos en la realidad como alimento base. El pan de cada día debe nutrir, no enfermar.

“Estar en la calle fue fundamental para tener contacto con la realidad y con la gente”

Arturo Joel Riveros obtuvo el segundo lugar en los Premios Matisse 2023.

La plástica con mirada social fue reconocida este año en el Matisse. “Distracciones”, la obra de Arturo Joel Riveros, presenta un contraste propio del paisaje de desigualdades de la realidad social nacional.

Curioso y constante en su búsqueda, Riveros, quien como recuerda vendía diarios para financiar sus estudios 15 años atrás, tiene la represen­tación del país en la calle, de donde recoge su inspiración y las preguntas propias que su arte requiere, para poder interpelar a los espectadores.

Riveros, con trabajos de muralista a nivel internacio­nal, comenta sobre su trabajo y su temática.

–En tus antecedentes labo­rales estuvo trabajar en la calle como vendedor. ¿En qué sentido eso es trans­versal en tu obra?

–Trabajar en la calle fue una decisión propia. Comencé la carrera de artes plásti­cas y la necesidad era gene­rar plata para mantener a mi familia. Con 21 años no tenía profesión. Quería estudiar y ser pintor. Vender diario me dio esa posibilidad. Por la mañana trabajaba como canillita, por la tarde pintaba y por la noche asistía a las cla­ses en el Instituto Superior de Bellas Artes. Estar en la calle fue fundamental para tener el contacto con la rea­lidad, con la gente, con los otros vendedores. Pasó un año y me compré una bici­cleta a cuotas para recorrer 3 barrios grandes de Ñemby, la sobra de mis productos los vendía en el semáforo de la ciudad. Esa experiencia con la realidad fue necesaria para crecer como persona y como artista. Ahí encontré todos los temas que quería pintar. Trabajé por tres años hasta que abandoné la venta para dedicarme a tiempo completo a la pintura.

DISTRAÍDOS

–¿En qué sentido pensás que la sociedad no ve o evita ver los contrastes de la rea­lidad social?

–No lo pienso, veo y lo vivo a diario. Nuestra sociedad al no tener resueltos los dere­chos fundamentales y sufrir la carencia de políticas sóli­das que el Estado debe otor­gar, no tiene tiempo para la organización ni para pelear por esos derechos. Estamos distraídos en cómo llevar el pan de cada día a nuestros hogares.

–¿Cómo surgió tu obra?

–Me gusta caminar por la calle con la cámara, lista para disparar y capturar temas que me inspiran. Un gesto, una acción, un momento determinado que me hable. Vi a estos niños lustrabo­tas en pleno horario laboral, jugando con un celular de alta gama. Ahí nació “Distraccio­nes”. Me sentí identificado automáticamente para crear y componer una escena pic­tórica que vivimos y muchas veces pasan desapercibidas ante nuestra falta de atención a la realidad.

–¿Por qué tu mirada se detiene en la niñez?

–Mi mirada se detiene en la niñez porque soy padre de 3 niños. El mayor tiene 19 años, los mismos que llevo pintando. Crecí con él, fue mi modelo durante toda su infancia al igual que sus ami­gos. Así saltaron los temas al lienzo contando sus histo­rias y reviviendo mi propia infancia. Creo que la educa­ción es fundamental para la evolución de una sociedad y eso empieza en la infancia. Es muy necesario.

–¿Cómo construye un artista plástico su lenguaje?

–Cada artista construye su camino como puede, eso es muy personal. En mi caso, estudio la historia del arte y de la pintura en general per­siguiendo el oficio antes que el lenguaje. Necesito apren­der todo, dibujo, color, com­posición, todo lo que com­pete a las reglas básicas, para luego crear un lenguaje pictórico y discursivo. La vida me ha llevado a conocer diferentes personas, amigos colegas, maestros del arte, que me han aportado muchí­simo. Siempre quiero estu­diar y aprender todo lo que pueda colaborar en poten­ciar mi obra. Trabajo más de 12 horas diarias cuando estoy en mi taller investi­gando y pintando, no veo otro camino.

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